Argentina: La lucha continúa
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SANTIAGO QUERIDO
La vida sigue igual
ACCION digital
VENCEDOR ZAMORA. Una campaña condimentada por los fondos aportados por el
empresario Ick que cimentó su fortuna como socio de los Juárez.
"Para ganar unas elecciones se necesitan dos cosas, la primera es el dinero y de
la segunda no me acuerdo". La frase de Mark Hanna, un ácido asesor político
estadounidense de fines del siglo XIX, puede aplicarse perfectamente al
resultado comicial de Santiago del Estero, una provincia donde el desempleo
bordea el 22 por ciento, el 60 por ciento de sus habitantes viven bajo el umbral
de la pobreza y los votos se compran con una bolsa de comida. La victoria de
Gerardo Zamora, un moderado que procuró eludir el enfrentamiento con el juarismo
al punto de no involucrarse en las movilizaciones por el esclarecimiento del
crimen de La Dársena, se debe más que a los propios méritos, a la torpeza del
adversario, convenientemente explotada por una variopinta alianza integrada por
sus correligionarios radicales, algunos –pocos– desertores del peronismo, un
puñado de socialistas y formaciones protopolíticas ligadas con el efímero ex
ministro de Economía Ricardo López Murphy. Pero el ingrediente fundamental de la
victoria, dicen, fueron los fondos aportados por el empresario Néstor Carlos Ick,
que cimentó su fortuna como socio de los Juárez.
La intervención federal había sido decretada hace un año por el Gobierno
Nacional ante la repercusión que alcanzaron las tropelías del viejo caudillo, su
esposa y gobernadora Nina Aragonés y el represor Musa Azar. Pero su culminación
estuvo lejos de satisfacer a la Casa Rosada, porque el encargado de desmontar el
aparato juarista, Pablo Lanusse, obligado por las circunstancias, jugó todas sus
fichas a la reunificación del PJ local tras la candidatura del desprestigiado
José "Pepe" Figueroa.
El susodicho personaje, un menemista súbitamente ganado por el fervor
kirchnerista, ostenta un historial oprobioso por su involucramiento con el
terrorismo de Estado. Según el abogado Luis Horacio Santucho, miembro de la
filial local de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el primer socio
del grupo económico que llevaba su apellido fue un teniente coronel apellidado
Carrasco, subjefe del Batallón de Ingenieros de Combate 141 y contacto fluido
con Musa Azar, identificado por la Conadep con el número de legajo 6176. El
nombre de la firma era Ficamer (Fi: Figueroa, Ca: Carrasco, Mer: Mercedes Benz).
Después, de acuerdo con la misma fuente, consiguió el apoyo de su comprovinciano
y ministro de la dictadura militar, Llamil Reston, para incursionar en el rubro
azucarero y posteriormente, con el visto bueno de los genocidas, se vinculó con
empresas financieras y automotrices e instaló mesas de dinero con las que se
estafó a centenares de ciudadanos.
No obstante estos antecedentes, Figueroa recibió el absoluto respaldo de Lanusse,
quien había proclamado su neutralidad electoral, una silenciosa bendición de
Kirchner, la presencia en la campaña de Alicia –la hermana del Presidente– y de
la del vicepresidente Daniel Scioli.
Los esfuerzos oficiales por exhibir la hegemonía justicialista fueron vanos.
Figueroa mordió el polvo de la derrota aun cuando se impuso claramente en el
interior y el radicalismo –que ocultó prudentemente sus banderas– gobierna ya en
siete provincias. Un dato menor para los sufridos santiagueños que, ajenos al
toma y daca de los partidos tradicionales, seguirán conviviendo con la miseria.
D. V.