Latinoamérica
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Reclamos de las
privatizadas ante el CIADI
Terminar con las extorsiones a Argentina
Emilio Marin
Los argentinos conocen bastante bien lo que significa FMI, al punto que en
los medios esa simple sigla ya es suficiente sin necesidad de deletrear su
denominación completa. En cambio hay otros organismos que también afectan los
intereses nacionales que resultan menos conocidos pero dañinos. Uno de éstos es
el CIADI, Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a
Inversiones, un tribunal "arbitral" perteneciente al Banco Mundial. Las comillas
realzan nuestra duda sobre su condición de árbitro: las privatizadas radicaron
allí sus demandas contra nuestro país.
DUDOSA EQUIDISTANCIA
El CIADI se fundó en 1966 como un tribunal internacional relativo a disputas
por inversiones y funciona como parte integrante del Banco Mundial. Este y su
"mellizo" -el FMI- nacieron como fruto de los acuerdos de Bretton Woods para
enderezar el mundo de la posguerra según la hegemonía estadounidense.
Tuvieron que transcurrir más de 25 años para que la sigla CIADI empezara a
divulgarse entre nosotros. Los inversionistas en tiempos de Carlos Menem y
Domingo Cavallo en muchos casos no hacían inversiones genuinas y a riesgo sino
que tomaban el control de las compañías estatales a precio vil. Y encima se
ponían a resguardo reclamando que sus respectivos gobernantes negociaran (léase
impusieran) a las autoridades argentinas determinados tratados de "respeto" a
las inversiones.
Esa exigencia de tratados bilaterales estaba anticipando su política actual. Es
que invocando esas herramientas, las privatizadas multinacionales se presentaron
ante el CIADI con millonarias demandas contra Argentina. Su argumento es que el
Estado las lesionó en su patrimonio con la devaluación y pesificación de las
tarifas del año 2002.
Esas multinacionales ganaron fortunas en dólares en los ´90 en base a los
contratos más que benévolos firmados por el menemismo, con mercados cautivos,
tarifas dolarizadas y ajustes por inflación en EE.UU. cuando la doméstica era
inferior.
Cuando el país se precipitaba al barranco de una de sus peores crisis, esos
pulpos internacionales giraron ganancias a sus casas matrices incluso las
calculadas por adelantado para 2002. También se pusieron a cubierto mediante la
fuga de capitales a pesar del "corralito", como comprobó la comisión
investigativa de la Cámara de Diputados de la Nación. Que no haya habido presos
no obedeció a la falta de pruebas sino a la contumaz acción retardada o
inexistente de la justicia cuando los sospechosos tienen cuentas bancarias de
muchos ceros.
Lamentablemente el gobierno de Néstor Kirchner dejó pasar la oportunidad de
denunciar el tratado de protección bilateral de inversiones firmado con
Washington, al momento de su vencimiento en 2003. Si lo hubiera hecho habría
comenzado a quebrar la maniobra extorsiva. Todavía podría hacerlo pero todo
indica que aceptará el status quo.
JUEZ Y PARTE
La pusilánime conducta gubernamental fue una invitación a que las
multinacionales que se dicen afectadas por el curso de la economía argentina se
agolparan ante la ventanilla del Banco Mundial con sus pliegos. Como no pagan
dinero por el monto de sus juicios, piden lo imposible, total es gratis. Este es
uno de los tantos aspectos lesivos del CIADI: las firmas extranjeras piden
resarcimientos de cifras astronómicas porque no deben oblar tasas ni justicia ni
costas.
Aunque el organismo tiene su sede en Washington, algunos de los juicios se
ventilan en otras capitales. Por ejemplo, en París, adonde fue el año pasado el
ministro de Justicia Horacio Rosatti para representarnos ante una demanda de la
energética norteamericana CMS que alegaba perjuicios en su participación en
Transportadora de Gas del Sur.
En esas audiencias Rosatti tuvo que recusar a algunos de los testigos propuestos
por la otra parte porque eran hombres del mismo riñón empresario. El argentino
Carlos Bastos, ex secretario de Energía de Domingo Cavallo y representante
latinoamericano de la fallida Enron, iba a declarar en un asunto donde CMS y la
ex Enron tenían intereses en juego.
A mediados de enero Argentina debió recusar al titular de un arbitraje porque
pertenecía o había pertenecido a los directorios de las litigantes Azurix-Enron
y Siemens, que clamaban por 1.200 millones de dólares. O sea que en el CIADI las
multinacionales son juez y parte. ¿Se entienden ahora nuestras comillas a la
condición de tribunal "arbitral"?
El ministro que reemplazó en la cartera de Justicia a Gustavo Beliz se quejó
amargamente de otro aspecto de las actuaciones parisinas. Las empresas
pretendían imponer una "cláusula de confidencialidad" para que los documentos y
discusiones ante el tribunal no pudieran trascender públicamente. Esto hubiera
atado de pies y manos al gobierno argentino, o en todo caso –si se considera que
esas ligaduras ya existen- hubiera sido una mordaza para no informar al pueblo
de lo que considerase necesario. Cabe recordar que Néstor Kirchner es el
mandatario y los 37 millones de argentinos, sus mandantes. Pero para el CIADI el
soberano no tenía derecho a saber "de qué se trata", una de las grandes
consignas del movimiento independientista del 25 de mayo de 1810. La mordaza de
la censura no prosperó pero esa debe haber sido una de las pocas cosas que
salieron favorables a nuestro país. En lo demás perdemos por goleada.
TIREN CONTRA ARGENTINA
El lector se preguntará cuántas son las demandas interpuestas por los
monopolios extranjeros. Hasta la semana pasada, Rosatti tenía inventariadas 37,
con una pretensión resarcitoria de 17 mil millones de dólares. Pero las cosas
pueden ser peores. El Procurador General del Tesoro, Osvaldo Guglielmino, alertó
sobre otras 140 denuncias que en pocos meses pueden convertirse en "nuevos
casos". Si así fuera el monto de las demandas tomaría un nivel impresionante, de
80 mil millones de dólares, equivalente a la deuda en default que trata
de canjear el ministro Roberto Lavagna. Eso da una idea muy gráfica de la
peligrosidad de las maniobras empresarias en el CIADI.
Tomando en consideración lo que actuamente existe –dejando de lado la hipótesis
del procurador- el ranking de demandas contra el Estado lo encabeza Telefónica,
que litiga por 2.834 millones de dólares, seguida de Endesa (Edesur) con 1.800
millones, Aguas Argentinas con 1.700, AES con 750, Pioneer con 650, Camuzzi con
629, Azurix con 566, Siemens con 550, Pan American con 300, Enron con 286, CMS
con 265, etc.
La estadística indica que ante el CIADI hoy están radicadas 86 denuncias contra
diversos países del mundo, de las cuales 37 apuntan al nuestro, más de un tercio
del total. ¿Qué pasa? ¿Somos un "estado delincuente"? Esa fue la calificación
que George W. Bush hizo en su primer mandato contra un lote de naciones que se
aprestaba a agredir.
Se dice de los tiburones que atacan cuando huelen sangre. Los acreedores
privados de Argentina, agrupados en comités de bonistas, son como esos temidos
peces. Al olfateado sangre. Sus dos referentes internacionales –Hans Humes y
Nicola Stock- informaron el miércoles pasado que ellos también irán a litigar
ante el comité del Banco Mundial. Su explicación es que Argentina los ha
"expropiado", violando los tratados de protección de los inversores. Confían que
el titular del BM, James Wolfensohn, les dará una mano para cobrar más de lo
ofertado por Kirchner-Lavagna.
Esa expectativa de Humes y Stock tiene un margen político a favor. En cambio ya
se vio que no va a andar el deseo kirchnerista de que los españoles suspendan
las hostilidades. El patagónico confió en que José Luis Rodríguez Zapatero –de
visita a fines de enero último- lo ayudaría. Textualmente afirmó: "el presidente
de España ha decidido acompañarme con fuerza para que las empresas españolas que
trabajan (sic) en la Argentina, retiren esas demandas que agravian al pueblo
argentino".
El gobernante español habló con esos ejecutivos en un acto realizado en el Hotel
Alvear, pidiéndoles que "contemplen los tiempos de la recuperación argentina".
Aunque no planteó la solicitud expresa de suspender las acciones ante el CIADI,
dijo que para salir adelante el país "necesita de la colaboración de las
empresas españolas".
Los ejecutivos con casa matriz en Madrid fueron muy sinceros con el presidente
ibérico: no dejarán de lado sus pleitos hasta que el Estado local renueve los
contratos en condiciones ventajosas. Una de las negociaciones más arduas es con
Aguas Argentinas, que ha incumplido todos los compromisos de inversión y pide un
aumento tarifario del 60 por ciento. La compañía está dominada por los franceses
de Suez pero Aguas de Barcelona tiene 25 por ciento del paquete accionario.
En rigor de verdad, como sostiene el lema de las mujeres golpeadas, Argentina no
necesita una mano de esos señores sino "que le saquen las dos manos de encima".
Que saquen sus manos las privatizadas europeas y estadounidenses, el FMI y el
Banco Mundial, incluido su tribunal "arbitral" contra los países del Tercer
Mundo.