Argentina: La lucha continúa
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El ministro Pampuro y un automovilista
aturdido
Atados al 1 a 1
Jorge Devinc
Hijo de un campesino, Pierre Simon de Laplace fue nombrado marqués por
Napoleón según el nuevo orden social de la meritocracia que con la Modernidad
había reemplazado a la nobleza de la sangre.
El marqués de Laplace sostuvo en 1814 que para una inteligencia vasta, una que
pudiera abarcar todas las fuerzas de la naturaleza, nada sería incierto, y tanto
el futuro como el pasado serían el presente ante sus ojos.
Era demasiado optimista.
A fines del siglo siguiente Prigoyine dio a conocer su Teoría del Caos según la
cual no se puede predecir con exactitud ni siquiera el futuro de un solo átomo,
que también podría llamarse Teoría del Error, por cuanto la incertidumbre está
basada en una serie acumulada de errores.
Ese conjunto de hipótesis de la física especulativa fue ganando espacio hasta
convertirse en fundamento del resto de las ciencias. Las sociales la recibieron
con alivio, ya que no se podía dar con un argumento sólido contra el
determinismo y todas sus derivaciones, porque en efecto, si los sucesos humanos
eran de una complejidad tal que su control y reducción eran imposibles, estonces
estaban gobernados por la incertidumbre, lo que derribaba cualquier posibilidad
de hacer una historia humana fijada por la dialéctica de la razón.
Entretanto, cayó el muro de Berlín, y todo el mundo se dedica a medir la
conducta colectiva mediante la probabilidad y el error, con un ojo (el
optimista) en Laplace y el otro (pesimista) en Progoyine.
El reinado del Caos / Error empieza en el propio pensamiento, y no es
infrecuente que los músculos de la cara lo delaten.
Pudimos apreciarlo hace unos pocos días en la conferencia de prensa que dio el
ministro de Defensa, flanqueado por las autoridades aeronáuticas y un
sorprendente jefe de la Policía Aeronáutica.
Su presencia me recordó la colimba de mi hermano en un destacamento o batallón
de esa Policía asentado en Aeroparque, en plena dictadura de Onganía. Una noche,
el jefe de sección ordenó a los soldados practicar tiro al blanco nocturno, pero
éstos se rechiflaron y el jefe, probablemente un capitán, decidió predicar con
el ejemplo: levantó el FAL, apuntó a la cabeza de un ciruja que caminaba en el
perímetro del cuartel, y disparó.
Muy buen tirador, aquel capitán.
El ahora ex-jefe de la PAN reconoció que el control ha sido privatizado, que el
Estado solo cuenta con 12 personas y controla apenas el 30% de lo que sale por
Ezeiza. Quienes siguieron la conferencia por televisión habrán advertido que el
ministro Pampuro seguía las explicaciones de su subordinado un poco aburrido,
con la cabeza gacha y que pegó un repingo —el único de la jornada– al escuchar
estas sorprendentes declaraciones. El ministro giró la cabeza y miró fijamente
al que hablaba, con sorpresa o indignación.
¿Cómo que doce personas? ¿Cómo que ha sido privatizado? ¿Cómo que sólo el 30 por
ciento? El Caos y el Error invadieron el pensamiento del ministro Pampuro, y 24
horas mas tarde, al Gobierno. En efecto, se tomaron decisiones para aparentar
que se toman decisiones.
Porque como bien explicó la diputada Alicia Castro (cuyas vinculaciones con la
Fuerza Aérea no son un secreto), lo que dijo el ahora ex-jefe de la PAN no es
asombroso: refleja la ley vigente, una ley que nadie está dispuesto a modificar
y eventualmente, nadie pretende cumplir.
En este mismo sentido debe entenderse la rápida audiencia otorgada por la
Presidencia a un señor Fabián M, víctima de los piqueteros en Corrientes y Nueve
de Julio. Por cierto, si el Caos nos gobierna, no es lo mismo quedar encerrado
en medio de unos negros encapuchados y con palos, que en medio de una
manifestación de blancos que portan velitas sobre botellas cortadas de PVC.
¿Cuál sería la reacción del público ante un automovilista aturdido que se
hubiera metido en medio de la manifestación de los seguidores de Blumberg?
¿Quizás opinar que se trataba de un defensor de los secuestradores, o acaso que
él mismo era un secuestrador? ¿Un policía corrupto? ¿Un juez impresentable?
He asistido a unas cuantas marchas piqueteras, casi siempre como espectador.
Debemos reconocer que han logrado organizar un cierto orden, un orden necesario,
que impide que se infiltren provocadores y haya lastimados. Nadie puede meterse
en medio de la manifestación o cortarla. He visto que algunos motoqueros
apurados intentaron hacerlo, y los piqueteros, usando un estilo amenazador, los
obligaron a bajarse de sus motos y cruzar a pie la manifestación.
Pero nadie le pegó a nadie.
Este automovilista aturdido, como lo llama la prensa, pudo haber esperado,
girado; pudo dar marcha atrás y evadir la manifestación. Cualquier persona
sensata lo haría. Al fin y al cabo, mil personas pasan en unos cuantos minutos.
Pero no. Decidió mandarse.
Y cuando pasó todo, anunció que haría juicio al Estado, con lo que los medios de
comunicación tendrían millones de minutos de entrevistas y opiniones para llenar
decímetros de papel y programas de televisión enteros. Si nos atenemos a esta
lógica, según la cual la política consiste en unos organizados reflejos
mediáticos, es comprensible la reacción del Presidente, la de recibir al
automovilista aturdido.
Porque al salir de la audiencia, Fabián M. anunció que había desistido de tal
querella.
Y así, Kirchner operó sobre los productores de televisión, quitándoles un
contenido de actualidad, una fuente de inspiración y probablemente dejándolos
sin trabajo. Chiche Gelblung y Mauro Viale tuvieron que modificar la grilla de
sus programas del día.
O sea, Kirchner está operando para sabotear las estadísticas decrecientes de
desempleo.
No había una determinada visión sobre los piqueteros, ni sobre las políticas
sociales focalizadas: lo único que quería Fabián M. era que el seguro pagara los
arreglos del auto y el Presidente se comprometió a que el Estado se haría cargo
de tales gastos.
¿Cuánto pueden costar unos cuantos cristales y unos bollos en la carrocería, al
fin y al cabo, a un Estado orgulloso de su superávit que no sabe qué hacer con
la plata que le sobra?
Y así como Pampuro se despertó sorprendido ante las declaraciones de un ex-jefe
de la PAN y un automovilista aturdido fue recibido por el Presidente, en el
último mes, dos veteranos de Malvinas se subieron a una cartelera situada frente
al Obelisco amenazando suicidarse. Previamente, habían avisado a Crónica TV. En
los dos casos fueron recibidos por ministros o secretarios, quienes mostrándose
preocupados, prometieron resolver sus situaciones.
Sucede Cromañón, y todo el Estado descubre que el peligro de incendio está
generalizado.
Un chico mata a dos compañeros en una escuela, y se modifica el organigrama del
ministerio respectivo, creando una Dirección que vigilará los fenómenos
violentos focalizados en la juventud.
Esto pasa porque la vida social está dirigida por unos cuantos banqueros que
crearon los soluciones focalizadas y personalizadas. El criterio universal de
los bancos es dar crédito solo a quien es solvente.
Ser solvente en nuestra caótica y errática vida social consiste hoy en ser
productor de su propio espectáculo.
La política es hoy la política del uno a uno, como la convertibilidad de Cavallo.
Se resuelve una situación individual, o se aparenta hacerlo, y eso obstruye
cualquier alternativa de una solución verdadera, definitiva, perdurable.