Argentina: La lucha continúa
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¿Cómo piensan, sienten y se organizan?
Los papás de Cromañón
Madres y padres de La Matanza, que perdieron a sus hijos en otra matanza, la
de Cromañón, formaron una Comisión de Familiares (CO.FA.CROM) y buscan crear una
comisión investigadora independiente del Estado. Lo que se dijo en la marcha a
un mes de la masacre. Su indignación frente a Ibarra, Kirchner, Macri y Estela
Carlotto. Sus debates. La sensación de soledad frente a parte de la sociedad y a
los manejos "políticos" por derecha, centro e izquierda.
Agencia La Vaca
Algunas presentaciones.
Raúl Noboa es trabajador de una papelera de San Justo. "Tenía cuatro hijas.
Ahora tengo dos. Me quedé sin las más chiquitas. Daiana tenía 15 años. Iba a
cumplir 16. Cecilia tenía 18. A ellos, a los otros papás, los conocí en la
morgue. No sé cuánto tiempo nos tuvieron ahí. Le digo la verdad, yo todavía no
caí en lo que pasó, como que no me doy cuenta. Lo que sé es que toda mi vida se
la quiero dedicar a que haya justicia".
José Guzmán es el papá de Lucas. Como los otros papás, es de La Matanza. "Mi
hijo no se murió. Lo asesinaron". José es plomero: "Estoy desocupado. Casi
ninguno tiene laburo en La Matanza. Estamos muy mal. Bah, creo que en ningún
lado hay laburo". Pero ese no es su problema: "Yo lo que quiero es que haya una
justicia, digamos, verdadera. Y que no sea traidora de los chicos por ser hijos
de trabajadores, ¿se entiende?"
(¿Se entiende? José menciona lo que muchos repiten en voz baja: los familiares
de Cromañón son víctimas de la indiferencia de sectores sociales que los ven
como "pobres". Los Blumberg sí, los chicos de Cromañón, los callejeros, no. La
justicia, teme José, podría ser un reflejo de tal segregación).
Mariana Márquez es la mamá de Liz de Olivera. Es desafiante, dice que es de las
que no lloran. Levanta la barbilla para hablar. "No fue una tragedia. Fue una
masacre. A nuestros chicos los mataron como a perros". Está desocupada,
pertenece al gremio docente. "Fui a Suteba de La Matanza, pero ni unos volantes
quisieron hacer para ayudarnos. Me negaron todo. Ni el teléfono me prestaron".
Mariana tiene puesta una remera en la que estampó la foto de su hija. "No puedo
salir sola. Tengo fobias. Me acompañan mis amigas". Es fácil reconocerlas porque
ellas también usan remeras donde sonríe para siempre el rostro de Liz, que tenía
17 años.
Eduardo Amaya es el papá de Gastón. Es colorista de autos. Fue no de los que le
gritó "asesino" a Aníbal Ibarra y "corruptos" a los legisladores en la madrugada
de viernes. El sábado, sin dormir, estaba terminando un trabajo en el taller.
Dice: "Mi papá murió cuando yo tenía 10 años. Y ahora me arrancaron la vida.
Gastón tenía 10 años. Va a ser mi lucha soplarle en la nuca a esta gente hasta
que estén todos presos".
Miriam Araneda de Chaparro es la mamá de Leonardo David Chaparro, que tenía 14
años. "Era su primera salida. Fue a divertirse y cambió vida por muerte.
Nosotros tenemos otra hija, hay que seguir luchando. Pero somos muertos en
vida". Miriam era cocinera en una casa de familia, pero esto le hizo perder el
trabajo. Su marido también es desocupado. El gobierno nacional les dio, por
única vez, 300 pesos y tres bolsas de mercadería. "No tenemos plata ni para
viajar. Queremos trabajo, en todo caso. Pero no para quedarnos tranquilitos,
sino para poder seguir luchando toda la vida".
Su esposo, Leonardo, es un joven plomero desocupado. Un muchacho derrumbado por
el desconsuelo frente a la muerte de su hijo: "Lo mandamos a que se divierta. No
a que me lo maten". No hay otra cosa para decir.
Jorge Luis de Olivera, el papá de Liz, tuvo suerte. Un asistente social le
preguntó qué necesitaba. "Psicólogo y trabajo" contestó. "Y me dieron trabajo en
el gobierno. Soy chofer en el Arraigo, el programa de Acción Social". El empleo
para su marido no le cambió el estilo a Mariana, que cuenta que en una reunión
de padres con Alicia Kirchner, la ministra tomó el micrófono y se puso a llorar.
Mariana: "Yo le dije: ‘no queremos Palitos Ortegas’, porque me acordé que Palito
lloró con Mirtha Legrand. Alicia Kirchner entonces abrazó a todas las mamás, y a
mí no. ¿Sabés por qué? Porque yo no lloraba".
Voces en la marcha
El domingo 30 de enero estas madres y padres que formaron CO.FA. CROM (Comisión
de Familiares de Víctimas de Cromañón, por la Justicia contra la Impunidad)
marcharon más de una hora bajo la lluvia con muchas otras agrupaciones en
germen, padres solitarios, partidos de izquierda más o menos camuflados, y
amigos.
Llegaron de Once a Plaza de Mayo, y realizaron un acto asombroso donde todos los
familiares que quisieron fueron invitados a hablar. Se cumplía un mes de lo que
los medios y el gobierno llaman "tragedia" o "desgracia" y estas personas
prefieren llamar "masacre" o "asesinato".
En el acto hubo muchas diferencias. Una mayoría de padres apuntaba a Ibarra.
Pero hubo alguno que dijo que "no tendría que renunciar". Cuando otro papá
mencionó, como modelo de corrupto, a Mauricio Macri, recibió una cerrada ovación
(Macri se ha visto beneficiado por cierta penumbra, con Ibarra y Chabán como
centro de la escena, pero apenas se lo menta, despierta insultos sumamente
floridos. A la inversa, Ibarra se ha visto favorecido al agitar el fantasma de
Macri como el enemigo que se ensaña con él).
Un abogado de apellido Iglesias, padre de una de las víctimas y abogado en la
causa (la jueza ha decidido que centralice las querellas), quería que la marcha
fuese silenciosa. La mayor parte de los asistentes siguió cantando. Unos y otros
siguieron juntos. Una vez en el palco, cuando empezaron los discursos, una madre
habló agresivamente sobre los partidos de izquierda que estaban allí. Un hombre
simplemente les dijo: "Bajen las banderas, porque dividen".
Una curiosidad: le hicieron caso.
Una madre dijo que su hijo había muerto con casi 200 ángeles más. Un hombre
imaginó que la lluvia eran las lágrimas de los chicos de Cromañón. No fue
posible detectar quién no lloraba. Una mujer se desmayó después de decir: "Mi
hijo se fue a divertir. Me devolvieron un cajón".
José, de La Matanza, dijo: "Vamos a tirar a Ibarra y a muchos Ibarras más. Nos
arruinaron la vida. Mis otros hijos no se pueden reponer. Y estos políticos el
31 estaban levantando copas mientras nosotros buscábamos los cuerpitos o
estábamos enterrándolos. Que sea el final del holocausto con los jóvenes.
Queremos una justicia transparente.
¡Los pibes...!" y la multitud contestó: "¡Presentes!".
La mamá de Adriana se acercó al micrófono y denunció: "Lito Levy es el verdadero
dueño de Cromañón, del hotel que está al lado, y tiene la plata para que la
justicia no le haga nada. le pido al periodismo y a todos que investiguen ese
nombre".
Los padres, quieren formar una comisión investigadora independiente del Estado
que reúna pruebas sobre lo que ocurrió, para descubrir las redes de
complicidades que hicieron posible la atrocidad del Once.
Los discursos, breves, intensos, seguían bajo la lluvia. El señor Aguirre: "A
esa abuela que habló yo le digo: señora de Carlotto, nosotros respetamos su
dolor, respete usted el dolor de los familiares de la masacre. Y ahora que estoy
aquí pienso: los actos se hacen siempre a espaldas de la Casa de Gobierno. ¿Por
qué será?" Aclaró luego que no quiere querellar al conjunto Callejeros: "Ellos
también tuvieron muertos. Son víctimas". Otros padres son más críticos con
respecto a la responsabilidad del grupo.
Una mamá leyó, para los que llamó ángeles caídos: "No quiero pensar detalles.
Imaginarte luchando por tu vida o por la de otros chicos supera lo que puedo
soportar. Fue una trampa organizada por muchas manos criminales. ¿Cuál fue tu
error? Confiar en que todo estaba bien, que estaban cuidados. Sos un martir de
un país enfermo de corrupción, que desprecia los valores. Voy a luchar con un
arma: mi amor por vos. No es una utopía. Solo voy a morir en paz cuando todos
los que los mataron estén presos. Ni olvido ni perdón".
Mirta Gómez, mamá de Mariano, dijo que el problema es que "estamos a merced del
gobierno, de lo que quieren hacer. Ibarra, no sabés que estás sentado arriba de
un volcán formado por nuestros 191 chicos. El volcán va a estallar, y vas a
conocer las consecuencias".
La mamá de Lautaro Blanco: "La sociedad les había cortado la posibilidad de
estudiar, de trabajar, ¿qué les quedaba? Se aferraban a la música. Querían
divertirse, y los sacrificaron. Este es un sistema de impunes".
En Once, el acto había comenzado con una suelta de globos negros, con los
nombres de cada ángel caído. En Plaza de Mayo, Mariana, de La Matanza, dijo:
"Podemos cambiar la historia".
De Abuelas a Madres
En ese mundo heterogéneo y a veces contradictorio que mostró la marcha –pero que
sigue conviviendo, compartiendo de algún modo ideas, acciones y dolor-,
empezaron a aparecer signos de organización, como el de CO.FA.CROM. En un bar de
Boedo, algunos de estos padres conversaron con lavaca.
¿Cómo decidieron reunirse?
Mariana: "Primero empezaron las marchas. El primer lunes de enero ya hubo una. A
él (le toma el brazo a José) lo vi en la marcha el mismo día que enterró a su
hijo, ese lunes. Nadie pensó lo de marchar. Fue una decisión espontánea. Todos
dijimos: vamos".
Raúl cuenta que además hubo un consejo del padre de una víctima anterior.
Horacio Maidana es de La Matanza, y su hijo Pablo es uno de los llamados "Héroes
de Bariloche" (cinco chicos ahogados en un lago de Bariloche durante un viaje de
egresados, tratando de salvarse mutuamente, ante la actitud negligente de los
coordinadores de la empresa El Rápido Argentino. Los padres iniciaron una eterna
pelea judicial, y fueron formando una red de familiares de víctimas de la
impunidad).
Mariana: "Pero antes que apareciera Maidana ya estábamos marchando. Nos
empezamos a repartir los teléfonos, y a conocernos".
¿Tienen alguna forma interna de organización o de jerarquía? Amaya: "En algún
momento capaz que votaremos democráticamente sobre quién o quiénes tienen que
tener un lugar específico" dice, sin que los demás parezcan extasiados con el
pronóstico.
Mariana: "Hacemos todo, todos. Los papás vamos juntos a todas partes".
No hablan de padres ni de madres. La referencia siempre es a los papás,
englobando a hombres y mujeres, que van juntos a todas partes. Si en otros
tiempos las luchas fueron más femeninas, aquí es visible la cantidad de padres –varones-
que participan.
¿Por qué esa idea de juntarse? "Nos sirvió para encontrar más energía –dice José-.
Algunos papás a lo mejor están más quebrados que nosotros. Pero ya vamos a ir
hablando con todos. Tenemos que convocarnos para que no nos debiliten. Tenemos
que ser como una montaña (hace con las manos un gesto como de avalancha) y
caerles encima".
Así, juntos, visitaron a Abuelas de Plaza de Mayo. Mariana: "Fuimos a pedirles
ayuda y a llevarles nuestro programa. Ellas defendieron a Ibarra y después
dijeron que es un golpe de derecha querer que esté preso. Yo las denuncio".
Miriam: "Muchos papás se sintieron muy humillados, pero después igual fuimos a
ver a las Madres, a Hebe de Bonafini. No teníamos cita ni nada, y ella nos
atendió, nos escuchó, estuvimos mucho tiempo, y nos dio consejos".
Raúl cuenta: "Lo primero que dijo, cuando le preguntamos por Ibarra, es que
tiene que ir preso". Mariana: "Para mí fue muy importante. Mi hija Liz siempre
decía: qué ovarios que tiene. Y encima nos orientó".
¿De qué modo? Raúl: "Dijo que nadie se tiene que meter en lo que hagamos ni en
lo que decidamos. Que no dejemos que nadie nos quiera manejar, ni nos diga lo
que tenemos que hacer. Una mamá le pidió un consejo y ella dijo: si te doy el
consejo ya me estoy metiendo. Decidan ustedes y no se dejen copar".
La señora de Bonafini invitó a los familiares que lo deseen a participar en la
ronda de los jueves con las Madres. El domingo no estuvo en el acto porque aún
no había regresado del Foro de Porto Alegre.
En las marchas se notó que muchos chicos se enojan cuando perciben a militantes
políticos. Mariana: "Pero hay respeto. Cada uno canta lo suyo. No queremos que
haya discusiones para que todos nos apoyen. Igual, somos pocos papás. Hubo 39
muertos de La Matanza, y los padres que estamos en la comisión somos ocho o
nueve".
Raúl: "Pero Hebe de Bonafini nos dijo que los desaparecidos eran 30.000, y las
madres eran 400 a lo sumo. Si mantenemos la proporción por todo Cromañón
tendríamos que ser dos padres, y somos muchos más".
El soborno
José y Mariana se encontraron en la primera marcha. Se reconocieron, porque
Lucas y Liz, sus hijos, eran muy amigos de la escuela secundaria. Dice José, con
cortesía de otro siglo: "Tuve el gusto de conocerte cuando los chicos volvieron
del viaje de egresados". Narra Mariana: "Lucas venía a casa, Liz iba a la de él.
Esto nos juntó. Qué más quieren los chicos que vernos juntos".
Raúl: "Yo a varios papás los conocí en la morgue. Pasamos tantas horas ahí. Al
final me ayudaron chicas voluntarias. Me dijeron: vamos a Chacarita. Ahí
encontré a Daiana. Me quebré. Uno no se da cuenta de los malos tratos de la
policía, de los funcionarios de la morgue. Un chofer me explicó qué trámites
tenía que hacer. Ahí pude retirar el cadáver. Cecilia, mi otra hija, murió
después. Estaba en terapia intensiva".
José lo mira, y retoma la charla: "Y yo a Amaya lo conocí en la seccional 7º. Le
pregunto a la esposa qué le había pasado, y me dijo que había perdido al nenito
de ... ¿siete años tiene tu hijito, Amaya?" "Diez" contesta Eduardo Amaya,
mirando la mesa.
(La pregunta que callo: ¿Cuánto han llorado, para sostener estas conversaciones
sin derrumbarse?)
Alguien que los acompañó desde La Matanza introduce el tema de las
indemnizaciones propuestas por Aníbal Ibarra, de 300.000 pesos per cápita.
Mariana: "Es inmoral. Es para desmovilizarnos. Él no es quién para ponerle un
precio a nuestros hijos. Yo no creo en la justicia de este país, porque todo es
impunidad y todos los corruptos andan sueltos y en campaña, como Menem y
Rodríguez Sáa. Pero menos creo en Ibarra. Él sabe que mucha gente empobrecida va
a aceptar la plata. Eso es terrible. Y te aclara que entonces, si aceptás, no le
podés hacer juicio a la ciudad. Es una coima. Un soborno".
Raúl: "Ofrece plata para frenar la lucha. Nos tiene miedo".
Miriam: "Nos está subestimando. Hay pobreza, se necesita plata. Pero que no crea
que somos tan tontos, que somos gente incapaz, o que no vamos a salir a pelear
por nuestros hijos. Al contrario, aunque seamos pocos no le tenemos miedo. Y
vamos a estar siempre".
El pellejo de los políticos
José, el plomero, con sencillez, pronuncia una clase de alta política: "Nosotros
rechazamos el ofrecimiento de este Ibarra. Nos tenemos que unir con muy mucha
fortaleza. Fíjese que se abrazó con Duhalde, y se abrazó con Kirchner, y todos
salieron a salvarle el pellejo. Se apoyaron entre ellos, como nunca".
¿Qué sintió frente a eso? "Asco. Ganas de vomitar. Cambian de turno pero son los
mismos que siempre gobernaron. Y como ahora nos pasó este asesinato a los
trabajadores, ellos aprovechan para hacer ese ofrecimiento asqueroso de plata".
Mariana saca un recorte de diario y lee: El jefe de gabinete porteño Raúl
Fernández dijo que sería una irresponsabilidad absoluta que Ibarra renuncie como
consecuencia de la tragedia. "la gente nos eligió para gobernar y hay que pensar
en hacerlo".
Mariana: "Yo me pregunto, ¿es la manera de gobernar?" Raúl: "La gente los eligió
para gobernar bien, no para que mueran los chicos". (Cabría hacerse una pregunta
aún más inquietante: ¿quién eligió a este otro señor Fernández?)
Miriam escucha la conversación extremadamente concentrada, sobre todo, en lo que
no se dice: "No peleamos por nuestros hijos solamente, sino por todos. Pedimos
el acompañamiento de las víctimas, de los que tienen a sus hijos vivos, gracias
a Dios, y que nos apoyen porque nos hace sentir muy mal ver que la gente está
del otro lado y piensa que nunca le va a pasar".
Raúl hace un reconocimiento: "Nosotros estábamos como el resto de la gente.
Creíamos que estaba todo bien. Pero nos gustaría decirle a los que tienen los
hijos sanos que tienen que participar, porque es una forma de cuidarlos. ¿Sabe
por qué? Porque hay que cambiar esta sociedad para que los chicos no estén en
una situación de riesgo. Lo mismo que la droga, y todo lo demás que pasa". (Una
intriga que queda para otro momento: ¿Cuáles serían los alcances de la
aplicación de una frase como la de Raúl, frente a las formas actuales de poder
dominadas por las mafias y la indiferencia o el desprecio por la vida?)
Argentina es Cromañón
Todo lo ocurrido ¿Les cambió el modo de pensar?
Eduardo, el papá de Gastón: "Totalmente. A mí me cambió la vida. Va a ser mi
lucha soplarle la nuca a esta gente hasta que paguen por lo que hicieron".
Leonardo, el papá de David: "Hasta mi último día voy a estar con esto. Vivo para
joderlos. Y si no hay justicia... (se queda mirando el piso). Mi hijo no va a
morir al pedo". ¿Tenía alguna actividad política previa? Chaparro me mira raro:
"No, vivía de laburar, mi hijo y nada más. Mi política es laburar para que viva
mi familia".
Miriam, su esposa: "Nos cambió la forma de pensar a todos. Uno piensa qué pudo
haber hecho para evitar que pasara. Uno se echa la culpa. Pero no se podía
evitar. Hicimos todo lo posible para que ellos fuera felices. Hablan de vivir
dignamente. Para ellos vivir dignamente era ir y saltar de alegría dos horas,
con la música que les gustaba". Allí Leonardo dijo: "Lo mandamos a que se
divierta. No a que me lo maten". Un rato más tarde dijo: "Tenemos una hija. ¿La
voy a tener que encerrar en mi casa, para que nunca le pase nada?"
José cuenta que lo llamó un psicólogo de La Plata, de apellido Palmieri,
poniéndose a su disposición, pero que nunca apareció. Lo denunció con los
secretarios y asesores del intendente de La Matanza, Alberto Balestrini. "Pero
esos tampoco aparecieron nunca más".
La teoría de Leonardo Chaparro: "Es que vinieron con la intención de calmarnos,
no de solucionar. Te ofrecían todo. Lo que pedíamos te lo daban. Pero de
palabra. Promesas. Mentiras".
(Otra reflexión: que en tan pocos días, y ante semejante situación, las huestes
estatales sólo hayan implementado estas actitudes patéticas, parece todo un
síntoma de cáncer institucional).
Miriam, la mujer a la que dieron por única vez tres bolsas de mercadería y 300
pesos, dicta otro breve seminario político: "Nosotros insistimos con el reclamo
a las instituciones. Ellos no representan al pueblo. Pero deberían ser
responsables de ayudarnos, asistirnos. Mire, tenemos que ir al municipio, al
gobierno de la provincia, de la ciudad, de la Nación. Hay papás desocupados,
madres solas, familias golpeadas, que ni para el micro tienen. Hay que dar ayuda
psicológica, claro, pero hasta en los traslados tienen que ayudar. Y eso no va a
cambiar el dinero por la muerte de nuestros hijos".
Nos quedamos mirándonos. Los representantes no representan. Los legisladores no
legislan. Los que deben cuidar no cuidan. Mariana: "Es el país de la paradoja.
Argentina es Cromañón".
"A Kirchner le faltaron huevos"
Jorge, el papá de Liz, pide justicia.
¿Quées que haya justicia?
Raúl Noboa: "Cárcel a los responsables. Y que cambie la sociedad".
Miriam escucha concentrada: "Que cambie el sistema este que estamos viviendo".
Raúl: "Que la gente no permita que pasen estas cosas, que no permita que haya
chicas prostitutas, o la droga. Que cambie la sociedad, a ver si esto le llega a
la gente. Me gustaría hacer el quilombo más grande, para ver si le hace crak la
cabeza a la gente, y que cambie la sociedad".
Jorge entonces propone: "Que la sociedad controle a los gobernantes para que
cambie todo", exactamente al revés de lo que ocurre en la actualidad.
¿Qué sensación les dejó la actitud de Kirchner?
Miriam frunce las cejas y mira el grabador: "Para mí fue una falta de respeto
que no haya estado, que no viera en qué se podía ayudar. Todo lo que mandaron
fue, en una palabra, al cuete. Porque la gente que ayudó fue la gente común, del
barrio, los mismos chicos.
Liz aporta un dato inolvidable: "No hay un policía herido. No hay un bombero
herido".
Miriam no pierde el hilo de lo que venía diciendo: "A Kirchner le faltaron
huevos para poder salir en una emergencia nacional. Si hubiesen estado los hijos
de ellos o de algún empresario... pero claro, esos no pagan 10 pesos para ir a
Cromañón, pagan 100 en otro lado, total les sobra".
Vuelve a penar, a sentir: "Mire. Los que murieron no tuvieron chance de nada.
Era entrar y morirse, y el presidente estaba en el Perito o no sé donde, tomando
fresco, sin huevos de haberse conectado con los padres para ver cómo ayudar.
Pero es como todo acá en la Argentina. Se lavan las manos y se creen que no
tienen nada que ver. Pero tienen".
José me cuenta que otro de sus hijos estuvo en Cromañón: "Quiso salvar al
hermanito. No pudo". Y uno más, Ricardo, de 20 años, no se recupera del shock.
"Al caer la noche, se pone en una pesadilla. Y a veces no se duerme". La
pesadilla de Ricardo es estar despierto.
Dice José: "No tengo soltura para ir a hacer changas, ya veremos".
Raúl cuenta como cosa menor que su sueldo en la papelera es muy bajo, resucitado
a fuerza de horas extras. "No volví a trabajar. Y cuando vuelva no voy a hacer
horas extra porque tendría que dejar esta lucha. Y yo quiero seguir. Quiero
dejar mi vida para dedicarme a esto, como hicieron las Madres de Plaza de Mayo.
Lo mismo".
Política de izquierda
El grupo de CO.FA.CROM asistió a reuniones visiblemente habitadas por militantes
de izquierda no siempre explícitos. En una de ellas, presenciada por lavaca, era
notable la diferencia entre los jóvenes que militan, y los que no. Los primeros
tienen discurso corrido, que acompañan con gestos de cortar algo con la mano
(alguna torta simbólica) o moviendo la mano con el índice y el pulgar juntos.
En la misma reunión un chico que estuvo en Cromañón lloró, dijo que no podía
entender cómo los padres estaban ahí, enteros. Contó que tuvo que caminar encima
de los cuerpos. "Algunos tenían los ojos abiertos. Sacábamos chicos que estaban
abrazaditos. ¿Cómo se hace para vivir así, acordándose de eso?" (Los padres
dejaron de estar enteros, después de esas palabras).
Los militantes, hacia el final, tuvieron altercados más o menos dialécticos
sobre las estrategias y espacios que cada uno cree que le corresponde ocupar.
Mariana tiene una idea sobre el asunto: "La izquierda ayuda, pero siempre y
cuando dirija. Es lo mismo que hicieron con las asambleas. Hay algunos que son
buenos, pero son así. Los de un partido nos vinieron a decir que no teníamos que
pedirle nada al Estado, y que había que ir a las fábricas a pedirles a los
obreros. Pero los obreros no tienen la culpa de lo que nos pasó. La tiene el
Estado. Por eso le reclamamos lo que nos corresponde. Los partidos creen
distinto, pero uno ve que lo que quieren es sacar una tajada de lo que nos pasa
a nosotros".
(Es asombroso cómo esta sensación abarca a todo lo partidario, desde el macrismo
pasando por el oficialismo y llegando a la izquierda radicalizada).
Miriam: "No queremos que nos hagan politiquería. Que nos pudran la cabeza. Yo no
entiendo de política. Me dicen que alguien es zurdo, y a mí me parece que
escribe con la izquierda. A mí se me hace que son todos buenos, pero después te
meten el perro" dice, antes de sentenciar una frase estrictamente lapidaria:
"Son como los abogados".
Miriam cree que para poder seguir, va a tener que retomar niveles de normalidad
en su vida. "Por eso quiero trabajo. Como cocinera, es pan para hoy y hambre
para mañana. Un sueldo es distinto. Ni siquiera te sirve un subsidio, pero eso
te ahoga porque te quedás en tu casa. Y todo el día recibís problemas y llamados
de angustia de gente que te quiere acompañar y de última te terminás acordando
de la persona que no está. Y llorando todo el día. Hay que tener la mente y la
vida más abierta, para poder seguir".
Cambiar la sociedad y el sistema, dijo Miriam ¿Qué significa eso? "Que no nos
mientan. Que nos hagamos respetar en todo. Que sepamos que tenemos derechos. Eso
la gente no lo sabe". Frunce el ceño otra vez, mira más allá de lo que estamos
hablando, y dice palabras de una extraña sabiduría: "Todo es rápido. Todo lo
hacemos apurados, corriendo, y uno no tiene tiempo para parar y decir: valemos.
Estamos apurados para llegar, no sé a donde. Todo es tan apurado y tan rápido...
no te das cuenta. Y cuando te das cuenta, ya pasó: se nos murieron los hijos, se
nos murieron un montón de personas. Por eso digo que hay que cambiar la
sociedad. Para razonar. Me parece a mí. Qué sé yo...
La voz de un hermano
Diego participó en la reunión de los padres con los militantes. Es un joven
y flamante economista recién egresado de la UBA, hermano de Julián, otra de las
víctimas de Cromañón. A Diego no le gusta sacralizar a nadie. "El solo hecho de
ser papá tampoco tiene por qué dar un aura de dolor. Ellos hablaban todo el
tiempo de que las decisiones tienen que ser de los papás y los papás. Como
hermano, me sentí como la mierda".
Le digo que parecería que los padres no buscaban ponerle límites a los
familiares, sino a los partidos políticos. "Eso puede ser. A mí lo que me
asombra de lo que está pasando es que todo el mundo dice que se murieron las
asambleas, el club del trueque y esas cosas, pero sin esas experiencias todo
esto era imposible de pensar".
¿Por qué? "Porque nadie tiene experiencia, pero la gente va a la convocatoria,
se juntan, discuten, hablan, participan, tiran ideas. A los tres días ya había
marchas. ¿De dónde salió todo eso? Para mí son experiencias que se van
acumulando".
Recuerda la imagen del padre que en Plaza de Mayo pidió a los partidos que
bajaran las banderas para no dividir. "Yo tengo amigos en los partidos y son
personas excelentes. El tema es la lógica de los partidos". Otro asombro para
Diego: "Hay muchas diferencias, pero no hubo nadie que saliera con un discurso
tipo Blumberg. Más bien, aparecen ideas muy buenas, como la de la comisión
investigadora. Ahí le están diciendo al Estado: a ustedes no les creo nada, no
los reconozco. Son todos lo mismo".
En el acto del 30, Diego estuvo empapándose de lluvia, palabras y sensaciones.
Cuenta que se conmueve hasta las lágrimas cada vez que se dice "Los pibes...
presentes" en los actos. "Yo no lo puedo decir. No puedo. Pero el otro día en la
marcha, pude colgarme la foto de mi hermano Julián. Y lucirla así: orgulloso".
Diego dice que no se puede saber en qué va a terminar todo. También él es capaz
de la sabiduría: "Lo importante es lo que está pasando".