Argentina: La lucha continúa
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Un relato a la medida de un pais que no
abandona sus malas costumbres claudio sánchez: entre praga y macondo
Carlos O. Suárez
Claudio Sánchez estaba tomando unos mates en la calurosa noche del sábado 15
de enero de 2005, cuando recordó que debía hacer una llamada y que su celular no
funcionaba. Resignado, se dirigió al locutorio de la otra cuadra y estableció la
comunicación prevista, retornando entonces a su domicilio.
Al aproximarse a la entrada de la casa de departamentos advirtió la presencia de
un automóvil con varias personas en su interior, hecho que lo alertó por lo
infrecuente de la circunstancia y el horario, aproximadamente las 23 hs.
Al acercarse a unos 20 metros del vehículo vio bajar a un hombre que al
observarlo gritó ³es ese², motivando el descenso de tres personas más, con la
evidente intención de interceptarlo. La primera impresión de Claudio se tradujo
en mascullar ³otra vez sopa², recordando hechos similares del pasado, y sin
vacilar emprendió una carrera que lo alejó de los amenazantes sujetos , cuyos
pasos se dejaron de escuchar una cuadra después.
¿ Qué hacer?, pensó Sánchez, si se tiene en cuenta que el barrio es un clásico
dormitorio donde a partir de las diez de la noche se reduce al mínimo el
tránsito de personas y vehículos. Después de comprobar que los ocupantes del
coche sospechoso seguían merodeando, se dirigió a un teléfono distante varias
cuadras y llamó a un conocido de la zona, conciente del horario impropio y de
las particularidades de un enero en el que la ciudad es abandonada por decenas
de miles de sus habitantes. Al escuchar una voz adormilada, que supuso
pertenecía al amigo, CS inventó atropelladamente algo acerca de la ³rotura de un
caño maestro² y la consiguiente inundación del edificio, no sin recibir la
clásica recomendación de ³porqué no vas a un hotel². Tras insistir, el vecino
accedió a brindarle asilo, tirándole un colchón en el suelo, lo que a esa altura
de la noche y de los peligros del exterior le pareció a Claudio un lecho
principesco.
A eso de las 8,30 de la mañana, calculando que la confluencia de porteros y
vecindario circulante neutralizarían cualquier intento de ³los muchachos² del
acecho nocturnal, CS recorrió precavidamente las cuadras hasta su edificio. Tal
como había supuesto dos o tres porteros discutían sobre un partido del día
anterior y varios vecinos/as paseaban perros por veredas, calles y canteros.
³Buenas, Claudio², le dijo el portero, ³ acá hay un sobre para vos². Dispuesto a
recibir un anónimo amenazante, CS comprobó que se trataba de las infaltables
facturas de las empresas de servicios; no obstante, insistió: ¿no hay ningún
mensaje para mí?², obteniendo un gesto lindante con el siempre cordial ³dejate
de joder². Con sorpresa y alegría se encontró con el ascensor en la planta baja,
hecho casi inédito en un edificio de 16 pisos y 64 departamentos, y mientras
subía lo asaltó una súbita idea: ³ ¿ Y si me están esperando en el
departamento?² A lo que se respondió : ³Basta de persecutas!².
Con suma precaución CS abrió la puerta del departamento, cruzó el comedor y fue
hasta su habitación. Llenó precipitadamente un bolso, descendió y a gran
velocidad se encaminó hacia la estación del subte, partiendo hacia el centro.
Instalado en un bar, sacó la agenda e inició el trazado de un Plan de Acción
para averiguar el origen de ³los horribles², obtener alguna protección y, de
paso, conseguir un alojamiento para los próximos días.
³Amigos y compañeros no me faltan², se dijo, ³y aunque estamos en enero alguno
encontraré². Entonces no podía adivinar, pese a su dilatada experiencia
política, que iniciaba un periplo en el que los laberintos kafkianos se
entrecruzarían con el ³realismo mágico² de García Márquez y los cuentos
fantásticos de Cortázar.
Marcó el primer número de teléfono (secretaría de un alto funcionario de
Presidencia de la Nación) y esperó la respuesta del secretario y/o asesor: ³ ¿
Quién habla? ¿ A qué repartición pertenece? El doctor está reunido ¿ Me puede
adelantar el motivo de su llamada?² Con premeditada suavidad Sánchez dijo
escuetamente: ³ Que no podía adelantar de qué se trataba y que conocía al doctor
hace muchos años, revistiendo el asunto cierta urgencia². El estólido empleado
insistió con el remanido ³adelánteme el tema que desea tratar con el doctor²,
circunstancia que condujo a CS al convencimiento de darle prioridad a un diálogo
con las paredes del locutorio, probablemente más receptivas que el florero
parlante de la Casa Rosada. Dejó sus señas al proyecto de eslabón perdido entre
el hombre y el mono, aguardando alguna respuesta por teléfono o internet.
Los días subsiguientes fueron prolíficos en comunicaciones con asesores,
secretarios y ³compañeros², acopiando Claudio S un rico repertorio de frases
hechas, excusas, evasivas, ocultamientos, teléfonos con contestadores a
perpetuidad y una gama tal de gambetas que ni Maradona o Pelé podrían haber
siquiera imaginado. Ya ubicado en la frontera entre Praga y Macondo, Sánchez
buscó en sus recuerdos de las épocas dictatoriales o de los gobiernos más o
menos constitucionales que sufrió Argentina, algunos episodios que lo
aproximaran a su actualidad, pero no logró recordar ninguno.
La primera semana se le fue en inútiles llamadas telefónicas, recorridas
periódicas en la búsqueda de mensajes, entrevistas siempre apresuradas con
³compañeros² impregnados de las mañas del funcionariado y la silenciosa,
creciente sensación de estar cercado, no tanto por los ³desconocidos de siempre²
sino por la conjunción de funcionarios fantasmales y ³compañeros² amnésicos y /
o huidizos. Cuando llegó a las dos semanas, provisto de una experiencia que lo
habilitaba para dictar cursos de psiquiatría a los más renombrados catedráticos
de la materia, Sánchez tuvo la idea de acercarme estos apuntes de introducción
al absurdo.
³Exageraciones², dirán algunos, ³delirio persecutorio², agregarán otros, para
concluir la mayoría en un indignado ³ ¿ en qué mundo vive ese tipo? ³ Claro está
que tan profundas elucubraciones, nacidas de estas décadas de practicar la
política del tero (x), no alteran lo esencial de los hechos : SALVO HONROSAS
EXCEPCIONES, CLAUDIO SÁNCHEZ ESTÁ MÁS SOLO QUE PINOCHET EN LA ENTREGA DE PREMIOS
AL DEMÓCRATA DESTACADO DEL AÑO.
Finalmente, para que nadie se deprima y abandone la playa por media hora en
función de los reclamos de algún náufrago, CS pergeñó dos o tres apostillas que
a mí, como fraternal compilador, me parecieron pertinentes: 1) CS llama un
presunto compañero y le dice: ³Hermano, estoy en peligro y no hallo dónde
alojarme². Rápida respuesta del filocompañero: ³ Esperá una semana y cuando
vuelva de las vacaciones conversamos². Y en el lapso en que Claudio S busca en
su memoria algún insulto que salga de lo común, el criptocompañero aprovecha los
segundos de silencio y corta la comunicación.
2) ³ Hola, jefazo², dice Sánchez para predisponer bien al amigo del funcionario
³¿ Qué decís, Claudito, yo te hacía fuera de Buenos Aires?², responde el
influyente. ³ No, en fin, ando con algunos problemitas y ...², atina a decir CS.
La advertencia parte veloz del otro lado de la línea telefónica: ³ Mirá, si se
trata de guita ando con muchos gastos, la familia es un barril sin fondo, mi tía
Emilia ....² ³Pará, pará un poco², exclama el cercado en la frontera entre Praga
y Macondo, ³ no es cuestión de guita sino de contactar a algún amigo del
gobierno por motivos de seguridad².
³Seguridad, pero si aquí no pasa nada, apunta el ³compañero² con relaciones
oficiales. ³Sí, es cierto concede Sánchez- pero en este caso ...² ³Bueno,
interrumpe el otro con un tono de voz en el que se adivina el fastidio, ³llamame
a mediados de febrero o comienzos de marzo y charlamos. Hoy concluye- tengo
que sacar entradas para el cine porque si no mi mujer me mata. Chau, Claudito,
cuidate².
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Hasta aquí el relato de las vicisitudes de Claudio Sánchez en la segunda
quincena de enero y primeros días de febrero de 2005 en Buenos aires, República
Argentina. Algunos se sorprenderán, otros pensarán hallarse ante el monólogo de
alguien al que le saltaron los tapones e ingresó al peligroso ámbito de los
desvaríos. Todo puede ser en el territorio situado entre Praga y Macondo,
incluso que las buenas conciencias perciban cierta similitud con los usos y
costumbres de la Argentina de los primeros años del siglo XXI.
Sabemos, de buena fuente, porque el informante sobrevivió a cientos de
funcionarios y ³compañeros², que Claudio Sánchez piensa dedicarse en lo
inmediato al pormenorizado estudio de las letras de Enrique Santos Discèpolo,
tratando de encontrar allí las claves que no le brindan ni su trayectoria
militante ni las obras señeras de Scalabrini, Jauretche o Puiggrós.
Es de esperar que no perezca en el intento, posibilitándonos de tal modo la
aproximación a aquella Argentina donde existía la solidaridad, los compañeros no
habían devenido en ³operadores² y la herencia de los caídos en la lucha
liberadora no se había convertido en un recuerdo pintoresco.