Argentina: La lucha continúa
|
EE.UU. quiere quedarse con la ciencia argentina
Otro peligro para América Latina
Carmen Duda
APM
Las fuerzas armadas estadounidenses financian proyectos de investigación,
desarrollo, e innovación productiva de científicos argentinos. La información no
es secreta y se desprende del portal oficial en Internet de la Oficina Naval de
Investigaciones (ONR) de Estados Unidos.
Allí aparecen detallados tres proyectos de investigación científica de
instituciones públicas de nuestro país que están siendo financiados por este
organismo de investigación y desarrollo militar.
El primero corresponde al área de nanomateriales, precisamente al desarrollo
nanotecnológico de sensores, a través de un convenio con el Instituto Balseiro
dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Oficina Naval de
Investigaciones (ONR) de Estados Unidos y los Laboratorios Nacionales de
Investigación (NRL).
El segundo es del área oceanográfica y está destinado al estudio oceanográfico
de la plataforma del Río de La Plata. El convenio fue realizado entre
instituciones oceanográficas de Argentina (cuyos nombres se desconocen, se
presume que podría ser el Servicio de Hidrografía Naval), la ONR de Estados
Unidos e instituciones de Brasil y Uruguay.
Este último pertenece al área físico matemática y apunta a la modelación de
redes complejas con directa aplicación a la modelación matemática del
comportamiento de "redes terroristas". Este convenio, que involucra a la
científica marplatense Lidia Braunstein, que recibió apoyo financiero y
logístico para llevar a cabo sus actividades científicas en la ciudad de Boston,
también se describe en el portal oficial de la marina estadounidense. El mismo
sostiene que el aporte de Braunstein posibilitó una substancial mejora en la
modelación de los ataques terroristas con relación a la infraestructura y la
utilización de armas químicas y biológicas, mediante la utilización de análisis
de redes sociales, uso de teoría de grafos y aproximaciones físicos espaciales.
Además se informa que próximamente se establecerá un acuerdo entre la ONR de
Estados Unidos, la Universidad de Mar del Plata y la Universidad de Boston, para
la aplicación de los mencionados resultados.
Al trascender la existencia de estos convenios y la presunción de la presencia
de muchos otros casos, además de la detección de grupos de militares
estadounidenses (fuerza aérea) recorriendo distintos institutos de investigación
buscando científicos argentinos para programas, la Comisión de Ciencia y
Tecnología de la Cámara de Diputados de la Nación elevó un pedido de informes al
Poder Ejecutivo Nacional.
Los diputados solicitan que se proporcione un listado completo de los proyectos
de investigación científica de instituciones que pertenecen al sistema
científico-tecnológico nacional o de todas las instituciones contempladas por la
Ley 25.467, que se encuentren percibiendo fondos de centros de investigación y
desarrollo vinculados a fuerzas armadas de países extranjeros.
Entre las cuestiones a destacar en la resolución se demanda el nombre de todas
la instituciones argentinas que hayan percibido alguna suma de dinero; nombres
de los científicos involucrados; detalle de los montos en cuestión; copias de
los convenios; descripción de los mecanismos de transferencia de los resultados;
copia de las publicaciones que dieron lugar al proyecto; listado de la
Universidades involucradas en los subsidios y listado de patentes, en caso de
existir. Y todo lo concerniente a los mecanismos de regulación, ya que se trata
de fondos extra- presupuestarios y proporcionados nada más y nada menos que por
organismos extranjeros de origen militar.
En declaraciones a APM, la presidente de la Comisión, la diputada Lilia Puig de
Stubrin dijo que "se encuentra dentro de los tiempos parlamentarios, pero su
tratamiento fue inmediato ni bien se reunieron las comisiones y no ha habido
ningún tipo de observación en contra de los contenidos del proyecto".
La legisladora consideró que "el principal problema es la falta de mecanismos de
regulación, la falta de una norma, la que debe ser prioritaria en la agenda
parlamentaria. Este es un tema muy delicado, ya que tiene que ver con el modo en
que el país articula una política de seguridad, con quién lo hace y con qué
visión lo hace. Además, los científicos no pueden tomar ellos decisiones que
tienen que ver con la política científica porque en definitiva la misma termina
adoptándose por la vía de los hechos al no haber una regulación por parte del
Estado".
"El Estado tiene que tomar la decisión si va a compartir o no proyectos de
investigación que puedan implicar el desarrollo de armas, incluso que puedan ser
utilizadas en contra del propio país, lo cual implica un problema de soberanía y
por ello se necesita urgente un mecanismo de regulación. Pareciera que el
científico actuara en el marco de una neutralidad que no existe. La
despreocupación por lo público, que pareciera ser una constante bastante notoria
en el comportamiento de mucha gente en nuestro país, muchas veces hace que se
promuevan supuestas buenas causas que en realidad tienen que ver con intereses
mezquinos", añadió la diputada.
En el caso de Estados Unidos la finalidad es la Defensa y la Seguridad. Este
episodio es un llamado de atención para un país que perdió su Estado durante
mucho tiempo, de la dictadura para acá lo que ha habido es una desregulación que
a veces se ve más fácilmente en términos sociales.
La situación es alarmante ya que, por un lad, no están presentes los mecanismos
de regulación, registro de casos y de control por parte de Estado argentino,
tratándose de una cuestión pública, y por el otro, el origen de los fondos y los
organismos encargados de detectar e identificar a los grupos de excelencia son
la Oficina Naval de Investigaciones (ONR), en concordancia con la Oficina de
Investigaciones Científicas de la Fuerza Aérea ( AFOSR) de Estados Unidos.
El objetivo de ese accionar es incrementar el liderazgo de ese país (primera
potencia mundial) en el conocimiento del progreso de las actividades de Ciencia
y Tecnología en América Latina. Así lo demuestran las cifras, ya que durante los
últimos 50 años los presupuestos gubernamentales de Estados Unidos dedicados a
las actividades de ciencia , tecnología e innovación militar han superado el 50
por ciento de todos los gastos de investigación y desarrollo en todas las ramas
del conocimiento ( National Science Board, "Science and Engineering Indicators").
Con respecto a la fuente de financiamiento de estos proyectos (Departamento de
Defensa) vale destacar que poseen una limitación legal que es la vigente
Enmienda Mansfiels, la que fuera sancionada en 1970 en el contexto de la guerra
de Vietnam, que surge por el cuestionamiento de las universidades
estadounidenses y su papel en las investigaciones militares.
Esa Enmienda establece que ninguno de los fondos autorizados podrán ser
utilizados para llevar a cabo aquel proyecto de investigación que no tenga un
vínculo directo con alguna específica función u operación militar.
El país necesita de manera urgente un debate de cara a la sociedad respecto de
una política de Seguridad de Estado, de un marco normativo, de la construcción
de una política pública. Este no es un tema menor, es un problema que atañe a la
sociedad toda y no está limitado a la comunidad científica solamente.
Necesitamos solución prioritaria a nuestros problemas, en lo que se refiere a
ciencia aplicada; como por ejemplo el histórico problema del desgaste del suelo
por las plantaciones de soja y tantos otros y no inserciones en programas
ajenos, máxime si tienen como destino objetivos y operaciones militares, y más
aún tratándose de la potencia hegemónica mundial.