Argentina: La lucha continúa
|
Los diversos
rostros del SIDA
Argentina Indymedia
Según el informe anual de Naciones Unidas, en el año 2005 se registró el
contagio de SIDA de 5.000.000 de personas. Cada día, 14.000 personas en el mundo
se infectan con el VIH (virus de inmuno deficiencia humano). Actualmente,
40.300.000 conviven con el virus.
En el mismo informe, se registran las muertes de más de 3.000.000 de personas,
de las cuales 570.000 eran niñxs. El mapa del contagio y de la mortandad, tiene
que ver con las desigualdades socio económicas mundiales: el SIDA castiga y mata
con virulencia en Africa y América Latina, convirtiéndose en una enfermedad
crónica en los países del "primer mundo".
En Argentina, se estima que hay alrededor de 120.000 personas con VIH. Sin
embargo, más de la mitad lo desconocen. La mayor vía de contagio fue la
transmisión por relaciones sexuales y su mayor sustento, la desinformación, la
pobreza, los fundamentalismos y la opresión de género.
Sida y homosexualidad
El SIDA fue relacionado en un primer momento con la homosexualidad, al punto tal
que se lo conoció como "el cáncer rosa". De hecho, el virus fue mundialmente
famoso a partir de la muerte de dos personajes muy conocidos: Rock Hudson y
Michel Foucault.
El primero era un célebre actor norteamericano que se había hecho famoso en las
décadas del 50 y 60 interpretando, junto a Doris Day, comedias livianas que
representaban a la típica familia norteamericana, consumista y patriarcal. Eran
comedias en donde el marido trabajaba, la esposa cocinaba con ayuda de todos los
implementos de la cocina que se iban desarrollando, tenían dos niñitos
rubiecitos y un perro. Pero ese actor, que encarnaba en la pantalla ese
estereotipo, en su vida real era gay y tenía que ocultarlo porque su publicidad
hubiese significado el fin de su carrera. Que ese hombre, que representaba en la
pantalla y en el imaginario popular el ideal del hombre heterosexual, fuera
homosexual hizo que la opinión pública mundial pusiera el foco sobre el tema de
su enfermedad y hablara del tema.
Por otro lado, Michel Foucault fue un importante filósofo francés, homosexual
también, que estudió, entre otras cosas, el poder, mostrando cómo la sociedad va
construyendo mecanismos de control y de sometimiento. Muchos de sus conceptos se
nutrieron del movimiento gltttb, y enriquecieron asimismo la reflexión en los
últimos años.
Ambos personajes murieron a causa del sida, y esto permitió visibilizar una
enfermedad que apenas se sabía que existía. Pero el hecho de que fueran dos
homosexuales, sirvió, sin embargo, para estigmatizar a la comunidad gay, ya que
en el imaginario popular se convirtieron en lxs transmisorxs de la enfermedad.
También las travestis están muy expuestas al contagio ya que históricamente se
trata de una comunidad marginada que en muchos casos tiene que ejercer la
prostitución como única opción para poder subsistir. Frente a esto, muchas de
las travestis debieron realizar cursos para saber cómo cuidarse de la
enfermedad. El problema es que las condiciones en las que viven, hacen que
muchas de ellas estén obligadas a someterse a la voluntad del cliente y
exponerse al contagio.
En la actualidad, lxs gays tienen una tasa de infección muy alta todavía, pero
como comunidad se han generado a lo largo de años una cantidad de recursos y
luchas que hacen que al menos lxs gays de clase media, o media venida a menos,
logren hacer crónica la infección y no se mueren como antes. Pero eso se logró
porque la comunidad habló, debatió, estudió, generó organización, incorporó al
vih/sida como parte de sus vidas, como algo permanente y central, algo de lo que
se habla todo el tiempo. Esa es la enorme diferencia con lxs heterosexuales: no
se hablaba y ahora se habla, pero mucho menos que entre lxs gltttb
Sida y mujeres
El SIDA ha tenido un gran crecimiento entre las mujeres, y Argentina no está
exenta del proceso de feminización de la enfermedad. Según el informe de ONUsida
(el programa de las Naciones Unidas contra la enfermedad), en el país hay en la
actualidad, una mujer cada tres hombres que viven con sida. En los años 80 esta
relación era de una mujer cada catorce hombres, y en los 90 de una mujer cada
siete hombres.
Biológicamente, las mujeres tienen mayor preponderancia al contagio durante las
relaciones sexuales, por las zonas vulnerables expuestas, porque durante las
relaciones suele haber pequeñas heridas por la fricción y porque la carga viral
del semen es mayor que la de los fluidos vaginales. La principal forma de
protección contra el vih es el preservativo, que debe ser utilizado por el
hombre. En tal contexto, las mujeres heterosexuales dependen de que su pareja se
y las proteja. Muchas de ellas pueden exigir tener relaciones sólo con
preservativo, pero muchas otras no se encuentran en posición de exigirlo, ya que
están sometidas a diversas formas de violencia (sexual, económica, e incluso
física). Culturalmente, las relaciones jerárquicas de género hacen que sea
difícil para una mujer negociar con su pareja prácticas de sexo seguro, y existe
una resistencia al uso del preservativo por parte de los hombres, con diversos
argumentos. También es algo común en nuestras sociedades, la imposición del
embarazo reiterado a las mujeres como ejercicio de poder y señal de propiedad de
los hombres sobre ellas.
Por otra parte, incluso en el caso de parejas que deciden cuidarse, el acceso al
preservativo supone poder pagarlo o recibirlo gratuitamente. En un país en donde
más de la mitad de la población está por debajo de la línea de pobreza, esto
obliga a elegir entre comer o comprar preservativos.
Y esto sin considerar que la entrega de preservativos tiene un enemigo acérrimo
y militante, con mucho poder político: la iglesia católica. Esta institución
históricamente está contra cualquier ejercicio de la sexualidad que no esté
relacionado directamente con la reproducción y lo manifiesta, entre otras cosas,
oponiéndose a cualquier campaña de entrega de preservativos, en una posición que
hoy, ante la crudeza de la realidad, raya lo criminal.
Sida y capitalismo
El mercado mundial, pronto encontró cómo sacar provecho de esta enfermedad y
encontró en ella una enorme fuente de ingresos. A partir de los años 90 la
industria farmacéutica fue desarrollando retrovirales que permiten que las
personas infectadas con vih no desarrollen el virus del sida, permitiendo así
recomponer las defensas, ya que una de las consecuencias de la enfermedad es la
destrucción del sistema inmunológico. Pero estos medicamentos son producidos por
empresas farmacéuticas multinacionales que cobran fortunas por ellos. Esto es
posible porque es una enfermedad que toca tanto a los países ricos como al
resto. De este modo, las personas que viven en los países centrales y que tienen
una importante fuente de ingresos, pueden pagárselos (sobre todo en países donde
existen muy buenas obras sociales); mientras que en los países africanos, en
donde se concentra el 40 % de las personas enfermas, esta posibilidad disminuye
notoriamente.
Entre tanto, Estados Unidos sigue imponiendo por medio de los llamados "Tratados
de libre comercio", cláusulas que priorizan el respeto a las patentes de los
medicamentos por sobre la posibilidad de fabricar medicamentos genéricos (drogas
similares a las que producen los grandes laboratorios, pero con precios muchos
más bajos) en los países con emergencias sanitarias.
Es un genocidio silencioso que se perpetra con la complicidad de los países
centrales, cuyas empresas lucran con la muerte de millones de personas.
En nuestro país se produce un problema diferente. Si bien, por ley, y gracias a
la lucha de mucha gente, el Estado está obligado a dar los medicamentos para la
enfermedad, también es necesario que las personas puedan ir hasta el hospital y
recibir una correcta alimentación y condiciones de vida dignas, y esto
suponiendo que el Estado efectivamente entregara la medicación en los tiempos y
formas necesarios, cosa que no siempre ocurre.
En un país en donde, como ya mencionamos, la mitad de la población está por
debajo de la línea de pobreza, estas condiciones son una utopía.