Argentina: La lucha continúa
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Se vienen los milicos derechos y humanos
La ministra Garré pone en marcha su plan de reformas
El Ministerio de Defensa va a jerarquizar el área de Derechos Humanos
Con el objetivo de profundizar valores democráticos en las Fuerzas Armadas, la
ministra de Defensa se propone impulsar cambios en la Justicia Militar, rever
los planes de estudio y reforzar la colaboración con la Justicia en causas por
violaciones a los DD.HH. ³No hay espacio para el secreto militar², explican los
allegados a Alejandro Rúa, quien será director de Derechos Humanos.
Página 12
El Ministerio de Defensa, a cargo de Nilda Garré desde hace dos semanas, se
propone avanzar en la democratización de las Fuerzas Armadas. Para eso reforzará
el perfil de la Dirección de Derechos Humanos de la cartera, que ideó su
antecesor, José Pampuro, y le dará carácter institucional. El área que quedará a
cargo de Alejandro Rúa, quien hasta ahora encabezaba la Unidad AMIA del
Ministerio de Justicia, tendrá entre sus objetivos: concretar modificaciones al
Código de Justicia Militar para que respete todas las garantías
constitucionales, restringir la aplicación de la Justicia Militar para dar lugar
a la Justicia ordinaria cuando haya militares acusados de delitos comunes,
cambiar los planes de estudio y colaborar en las causas judiciales sobre
crímenes cometidos durante la última dictadura bajo la idea de que ³nada puede
ser secreto militar².
Ayer a la noche Garré reunió a los jefes de todas las fuerzas para anunciarles
la creación de la Dirección de Derechos Humanos y Derecho Humanitario y
presentarles, en persona, a Rúa, que será su titular, según confirmaron a
Página/12 funcionarios del ministerio. El Gobierno prepara un decreto para darle
un rango destacado a la nueva repartición dentro de la estructura de Defensa. El
tema, hasta el momento, estaba a cargo de la politóloga Marcela Donadío, a
través de la Secretaría de Asuntos Militares.
Hay dos situaciones que son el telón de fondo de la política de acercamiento
entre las Fuerzas Armadas y la sociedad que quiere impulsar la ministra en esta
segunda etapa del gobierno kirchnerista. Una de ellas es que en marzo se
cumplirán 30 años del golpe militar. Otra alude a las obligaciones asumidas por
el Estado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: allí Argentina se
comprometió a derogar el Código de Justicia Militar, que data de 1951, y a
rediseñar el sistema judicial para los miembros de las Fuerzas Armadas (ver
casos aparte). Aunque este acuerdo data de hace casi dos años las reglas de las
instituciones castrenses aún no fueron adaptadas a las prácticas propias de la
democracia. El Gobierno parece predisponerse a evitar una condena internacional.
Uno de los recaudos que tomará Defensa en relación a las funciones de la nueva
dirección es que sus funciones no se superpongan con las de la Secretaría de
Derechos Humanos que dirige Eduardo Luis Duhalde, dentro del Ministerio de
Justicia.
- La transformación de las leyes militares es uno de los grandes temas que
encarará el área a cargo de Rúa, tal como pudo saber este diario. El ministerio
parte de un diagnóstico: ³Con el Código vigente, los militares no tienen
asegurados el derecho de defensa, ni las posibilidades de apelación y otras
garantías indiscutibles para el resto del universo jurídico establecidas en la
Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos², explicaron
allegados a la cartera.
Durante la gestión de Pampuro fueron presentados tres proyectos de ley: en
Diputados ingresó uno de la radical Margarita Stolbizer y en el Senado uno
elaborado por el Poder Ejecutivo y otro por la senadora kirchnerista Marita
Perceval, que preside la Comisión de Defensa. Las propuestas del oficialismo
fueron consensuadas con las Fuerzas Armadas y apuntaron a eliminar las sanciones
físicas, limitar el arresto, estipular las faltas disciplinarias con un modelo
que establezca las diferencias claramente de los delitos.
También se preveía que los tribunales de honor puedan estar integrados por un
oficial de rango inferior para juzgar a un superior. Los textos en danza
tuvieron algunas objeciones de los organismos de derechos humanos, por ejemplo,
en relación al alcance de la Justicia Militar. Por eso, lo más probable es que
Rúa se mantenga en la misma línea, pero intente un mayor acuerdo de los
distintos sectores y no está descartado que elabore un proyecto alternativo.
Incluso podría poner en discusión la existencia misma de los tribunales
militares o, al menos, apostaría asegurar que sólo funcionen como fuero de
excepción. La idea es que los delitos comunes cometidos por militares sean
tratados por la Justicia civil y que el fuero militar se limite a las cuestiones
disciplinarias propias de las fuerzas. El Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS), que tiene dos reclamos ante la CIDH, reclama por ejemplo que la Justicia
Militar debería tener debates orales y públicos y estar integrada por militares
³ajenos a las funciones propias del servicio².
- Otro punto central de las reformas que estarían en camino es la modificación
de los planes de estudio de las Fuerzas Armadas. La temática de los derechos
humanos ha sido incorporada parcialmente a la formación, en charlas, materias o
cursos aislados, al menos hasta el presente. Tampoco se hizo ni se está haciendo
un análisis pormenorizado de los programas de enseñanza del ámbito militar,
según informó el Ministerio de Educación. La intención de aquí en más, dicen en
Defensa, es avanzar ³en un cambio cultural² y ³para que la conciencia sobre
estos derechos atraviese toda la educación castrense².
- La dirección que manejará Rúa intentará, probablemente, un cambio de política
en relación al papel de Defensa en las causas sobre violaciones a los derechos
humanos durante el terrorismo de Estado y en las demandas que tramitan ante
organismos internacionales. Buscará tener un papel más activo en las
investigaciones, hacer los aportes a su alcance y desafiar la lógica del
³secreto militar². Desde que distintos tribunales anularon las leyes de punto
final y obediencia debida hay más de 150 militares detenidos, que se sumaron a
los que estaban presos por el robo de bebés hijos de desaparecidos.
El objetivo es desterrar en forma definitiva una lógica de funcionamiento
institucional que, por un lado, garantiza privilegios ante la ley y, por otro,
los aleja de una cultura democrática.