Argentina: La lucha continúa
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Los Pilaga, una comunidad de 5 mil personas
Sobrevivir a la indiferencia
Los pilagá está ubicados en el centro-norte de la provincia de Formosa, en
una zona comprendida entre el río Pilcomayo y Las Lomitas. De los aborígenes que
se asientan en esa provincia, ellos son los menos numerosos; hoy llegan a ser
unos cinco mil, aproximadamente. Para tener un espacio de reflexión junto con el
resto de los pueblos originarios crearon la Intercomisión Pilagá. Esta
organización sirve, además, para discutir los problemas comunes que hay en la
zona, las dificultades que se les presentan a las distintas etnias y para
encontrar posibles soluciones.
Los pilagá tienen una economía de subsistencia. Con mucho esfuerzo, apenas
logran vivir de sus trabajos como hacheros, cosecheros y del trueque o de la
venta de sus artesanías. También realizan tejidos de fibra de cháguar, tallas de
madera, palo santo y canastos de carandillo, que es una especie de palmera. Hoy
todavía hay muchos que hablan su lengua y que no conocen el español.
Hace unos años vivían de la pesca y de la caza de iguanas, pero a causa de la
tala y de la falta de agua se les hace difícil mantener esas actividades.
La antropóloga e investigadora del Conicet Ana María Spadafora resaltó que "los
pilagá, a diferencia del resto de los aborígenes de la provincia y de Argentina,
tienen sus comunidades bastante concentradas; están una cerca de la otra". En
total, son 18 las comunidades pilagá y todas tienen la titularidad de sus
tierras, "aunque nada tienen que ver con la tierra que tenían antes. Ahora, sus
territorios son pequeños, más bien son aldeas", relató. Hace unos años
comenzaron con una ocupación efectiva a través del desarrollo de actividades
como la agricultura, la ganadería y el aprovechamiento de los frutos del monte,
aunque "sus recursos –explicó– han disminuido notablemente".
"El hombre blanco avanzó sobre estos cazadores-recolectores, lo que provocó el
enfrentamiento entre ambos. Por un lado negociaron con el blanco, pero por el
otro tuvieron que enfrentarlo, como pasó en la matanza de 1947, en Gendarmería",
contó la antropóloga, quien trabajó y trabaja con pueblos originarios del Gran
Chaco, en especial con los pilagá. "Ellos viven en una pobreza máxima y, por más
leyes que existan, la discriminación y la indiferencia es total", sentenció.