Argentina: La lucha continúa
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Hallan restos de aborígenes fusilados por gendarmería en 1947
La masacre de un pueblo originario
Maria Sol Wasylyk Fedyszak.
Página 12
Un juez de Formosa ordenó allanar el escuadrón de Las Lomitas, donde hace 58 años se produjo la matanza de 500 miembros de la etnia pilagá.
La comunidad pide al Estado una indemnización
"Qué tanto se preocupa si al final son indios", contestó el delegado de la
Dirección Nacional del Aborigen, Miguel Ortiz, al jefe del Escuadrón cuando éste
le pidió explicaciones sobre el mal estado de los alimentos que habían llegado
para ser distribuidos entre gente de la etnia pilagá, días previos a la masacre
poco conocida por la historia nacional denominada "Matanza de Rincón Bomba". El
hecho ocurrió en octubre de 1947 en Formosa y se cobró alrededor de 600 vidas a
manos de la Gendarmería nacional. El suceso volvió a la luz cuando el juez Bruno
Quinteros ordenó el allanamiento de las instalaciones del Escuadrón de
Gendarmería de Las Lomitas de esa provincia, donde posiblemente se encontrarán
fosas comunes con los restos de los asesinados. Ayer la Justicia comenzó la
búsqueda y encontró restos de un cuerpo que podrían pertenecer a un integrante
del pueblo originario.
En junio de este año, la Federación Pilagá interpuso una denuncia contra el
Estado por "crímenes de lesa humanidad". La demanda, presentada ante el Juzgado
Federal Nº 1 de Formosa, es por "daño colectivo", relató a Página/12 uno de los
abogado de esa comunidad, Julio García. En ese sentido, agregó que "se presentó
una medida cautelar por la fuerte presunción de la existencia de cadáveres. Por
eso el juez ordenó el allanamiento de cuatro lugares. Uno de esos es terreno de
Gendarmería en la intersección de las rutas 81 y 28, frente a Las Lomitas".
Los demandantes piden una indemnización por "daños y perjuicios, lucro cesante,
daño emergente, daño moral y determinación de la verdad histórica".
La presentación judicial señala que entre el 10 y el 30 de octubre del año 1947
fueron asesinados "entre 400 a 500 argentinos de etnia Pilagá, aproximadamente,
además de los heridos y más de 200 desaparecidos". Los más de 50 muertos por
intoxicación, hambre y falta de atención médica y la desaparición de un número
indeterminado de niños elevan las bajas a más de 750. Hubo 190 sobrevivientes.
En la presentación se relata que meses antes de los crímenes, más de 7 mil
hombres, mujeres y niños pilagás, tobas y wichís caminaban desde Las Lomitas
hasta Tartagal, en Salta, tras la promesa de trabajo, pero fueron echados cuando
reclamaron que se les pagara lo prometido. Entonces emprendieron el regreso a su
lugar de origen. Sin posibilidades de trabajo, mujeres, niños y hombres fueron
víctimas del hambre y las enfermedades. Los pobladores cercanos los ayudaron con
alimentos y ropa. Pero al transcurrir los días dejaron de hacerlo.
Ante la gravedad de la situación, las autoridades provinciales se comunicaron
con el presidente Juan Domingo Perón, quien ordenó, como parte de una ayuda
mayor, el envío de tres vagones con alimentos, ropas y medicinas. La carga llegó
a la ciudad de Formosa y permaneció en la estación, a la intemperie, diez días
aproximadamente.
Finalmente, llegó a Las Lomitas un solo vagón lleno, dos semivacíos, con la
mayoría de los alimentos en mal estado por el tiempo transcurrido. Fueron
distribuidos y consumidos rápidamente por miles de indígenas que a las pocas
horas comenzaron a sentir los síntomas de una intoxicación masiva. Decenas
murieron. El jefe del Escuadrón llamó al delegado de la Dirección Nacional del
Aborigen para pedir explicaciones sobre las faltas en los abastecimientos y el
mal estado en que habían llevado.
Al tiempo comenzó a circular el rumor de un ataque indígena. Gendarmería formó
un "cordón de seguridad" alrededor del campamento aborigen. No se les permitió
traspasarlo ni ingresar al pueblo. Hasta que en el atardecer del 10 de octubre,
el cacique pidió hablar con el jefe del escuadrón. Se concertó una entrevista a
campo abierto. En ese momento se escucharon descargas de disparos. El 2º
comandante del escuadrón, sin que nadie lo supiera, había hecho desplegar varias
ametralladoras alrededor del lugar. Y todo terminó en la masacre. Después
comenzó la persecución de los que pudieron escapar, "para que no quedaran
testigos", concluye la presentación judicial.
Ayer, 58 años después, comenzaron las excavaciones "para encontrar fosas
comunes", indicó García. El otro abogado patrocinante, Carlos Alberto Díaz,
resaltó que este "hecho busca la verdad histórica para determinar las
responsabilidades de quienes originaron esta masacre". Además, se pide una
indemnización en nombre de todo el pueblo y otra parte en solidaridad con las
etnias toba y wichí "porque estimamos que es un problema de todos los pueblos de
la provincia y de América latina".
La investigación del episodio comenzó un año antes de la presentación ante la
Justicia. Los letrados encontraron datos de la matanza cuando trabajaban en el
caso de otra masacre indígena sucedida hace más de 80 años en Napalpí.
"Investigando hallamos sobrevivientes. Con olvido y perdón, las heridas no se
cierran –estimó Díaz–. Encontramos un temor reverencial a causa de ese hecho que
impactó en generaciones futuras de pilagás. Fue difícil que nos dieran acceso."
Fuentes cercanas a la investigación comentaron que "la Federación Pilagá dio el
poder para la presentación en Resistencia, Chaco, y no ante un escribano de
Formosa por temor a represalias".
Los otros tres lugares donde se efectuarán los allanamientos serán en la
localidad de El Descanso, a pocos kilómetros de Las Lomitas, cerca de las vías y
en el cementerio de la localidad de Pozo del Tigre "donde hubo fusilamiento en
las noches posteriores", narró García.
Por su parte, el juez federal formoseño, Bruno Quinteros, relató a Página/12 que
con esta causa "estamos reconstruyendo una parte de nuestra historia. Tenemos
que determinar la verdad histórica. Yo me enteré de este hecho con la llegada de
esta causa", y enfatizó: "Tenemos un compromiso con la reconstrucción histórica
y con los pueblos".