Argentina: La lucha continúa
|
Kirchner le paga diezmil millones de dólares al FMI
Gustavo Robles
Rebelión
Muchas personas piensan que el sistema capitalista alude solamente a la
necesidad de la existencia de los patrones para que la actividad económica sea
posible. "Sin capital no hay producción, y sin producción no hay trabajo", nos
dicen. Hoy, esa concepción nos es constantemente bombardeada desde los medios de
comunicación por las clases dominantes y sus voceros. Machacan sobre la
imposibilidad de desarrollarnos como sociedad, como país, si no creamos las
condiciones necesarias para que los filantrópicos dueños del dinero inviertan
parte de su capital entre nosotros (¡por lo cual deberíamos estar eternamente
agradecidos!). El verdadero triunfo del Capitalismo reside, justamente, en que
las mayorías piensen lo que las clases dominantes quieren que piensen: que el
trabajador crea que su rol en la sociedad no puede ser otro que el de ser
explotado. O, peor aún, que su aspiración sea la de, algún día, poder llegar a
explotar a otros.
Para que semejante cosa ocurra, queda muy en claro que el capitalismo no es
solamente una forma de ordenamiento de las relaciones de producción, es decir,
un sistema meramente económico: es algo mucho más complicado que eso. Exige una
estructura política que rija las relaciones sociales para sostener el modo de
producción. El Capitalismo es entonces una herramienta para la explotación, que
demanda una compleja estructura político-ideológica para la cooptación de la
conciencia de las mayorías.
En consecuencia, la mentira y el ocultamiento son políticas, necesarias e
imprescindibles para su sostenimiento.
Esta introducción nos sirve para entrarle de lleno a la actualidad nacional y al
desenvolvimiento del gobierno kirchnerista. Desde hace rato venimos denunciando,
a través de minuciosos análisis de los datos de la realidad, su carácter
neoliberal y por lo tanto para nada antiimperialista en los hechos (políticas),
muy a pesar de su discurso, herramienta que utiliza como método de engaño. Para
ello, ha manejado los índices económicos de manera escandalosa, como por ejemplo
considerar como empleados a aquellos que cobran un plan social de $150, o a los
que sobreviven "de changa en changa"; o considerar "pobres" a aquellos que ganan
menos de $800 cuando la canasta familiar excede ya largamente los $1800. Las
tremendas cifras de pobreza y desempleo serían más oprobiosas aún y describirían
de manera más certera y dolorosa la realidad si no fuese por semejantes
argucias. De la misma manera, ha "negociado" con las clases dominantes la
propaganda favorable de las políticas oficialistas a través de los medios de
comunicación, concediendo por décadas esos espacios públicos a la derecha más
rancia. Y ha cooptado miserablemente a un sector del campo popular que es
utilizado como fuerza de choque contra aquellos que se atreven a manifestarse
contra las políticas de entrega de la administración "K", como quedó expuesto en
Tucumán y en Rosario.
En la introducción nos faltó decir que el capitalismo, en su devenir, determina
una concepción filosófica respecto de la vida: es ésa que a todo le pone precio,
pues todo es pasible de convertirse en mercancía. La libertad es la libertad de
comercio (y en su nombre hay que arrasar a todo aquél que se le oponga,
generando una nueva "religión" que produce sus propias "Cruzadas"). Así, la
salud, el medio ambiente, la educación, la justicia, la vivienda, dejan de ser
derechos para pasar a tener precio de mercado.
Movido por esa concepción mercantilista, el gobierno pretende "comprar" la
soberanía nacional (lo cual ya lo califica), pagando de una sola vez diezmil
millones de dólares, dejando en claro cuáles son sus prioridades ante el hambre
de millones.
Al respecto, podemos ensayar los siguientes comentarios:
Sobre la "compra" de la soberanía: Ya el concepto es repugnante. ¿Qué
dirían al respecto aquellos que dieron la vida por una supuesta independencia de
nuestro país?. Pero no queda ahí la cosa. Lo cierto es que ya el gobierno de
Mister K venía pagando como ninguno y cumpliendo con las exigencias del FMI sin
tener firmado ningún acuerdo que lo obligara a ello; ¿quién puede asegurar que
lo mismo no seguirá ocurriendo? Además, la decisión de pagar se tomó a través de
un decreto presidencial (¿a quién le echarán luego la culpa sus "apóstoles"?) y
no por una ley del Congreso, lo cual deja bien en claro que es el mismo Kirchner
quien traslada el ahorro producido con un enorme sacrificio del pueblo a las
arcas del organismo de crédito. Lo de la "decisión soberana" también suena a
cuento, cuando se sabe que fue el mismo FMI el que recomendó el pago de una vez
y con reservas del Banco Central ya en julio pasado, actitud que tomaron
anteriormente Rusia y recientemente Brasil; por lo que, más que una política del
gobierno, está claro que se responde a una política del Fondo. Mientras Rodrigo
Rato y Bush bailan de alegría, la miseria se sigue extendiendo como plaga en
nuestro país. ¿De qué "soberanía" hablan, entonces? Poco puede hacerlo este
gobierno, cuando los resortes de la actividad económica están en manos privadas
y extranjeras en su mayoría, y la administración del tero santacruceño no hace
nada para modificar esa realidad, sino todo lo contrario. ¿Cuán soberano puede
ser un Estado cuyo gobierno necesita entrevistarse con el español para poder
mantener el servicio de telefonía y el de electricidad, para "comprar" su propio
petróleo, o para ahora intentar reemplazar a los franceses en el abastecimiento
de agua potable?; ¿o importar gasoil de Venezuela, gas de Bolivia mientras aquí
se ventea o Repsol lo exporta para su propio beneficio?; ¿o casi rogarles a
franceses, yanquis y chinos para bajar los precios en los súper e hípermercados?;
¿o resarcir con una cifra multimillonaria a Monsanto, que quiere cobrar por
todas las cosechas que devengan de las semillas primigenias que les vendió a los
productores agrícolas, porque la producción de soja depende de la ingeniería
genética de la multinacional?; ¿o esperar que el mundo financiero internacional
no escape con las jubilaciones de sus ciudadanos, cuyos aportes fueron a parar
durante años a las AFJP?; ¿o "compensar" a los bancos con más de veintemil
millones de dólares, los mismos que se quedaron con los ahorros del pueblo, por
la devaluación llevada a cabo hace un poco más de tres años? Los ejemplos
podrían seguir casi hasta el infinito.
Sobre el "desendeudamiento": Aquí los números son claros: Argentina, a pesar
del pago, seguirá debiendo unos 135.000 millones de dólares, por los cuales ha
asumido fortísimos compromisos que implican más sacrificios para varias
generaciones. Y las auditorías y presiones del Banco Mundial, el BID e incluso
el Tesoro de los EEUU y el G7 seguirán existiendo. Pero eso no es lo más grave:
lo peor es que se legitima una deuda fraudulenta, ilegal, ilegítima, inmoral y
que ya se ha pagado varias veces. Lo verdaderamente soberano hubiese sido la
decisión de no pagarla.
Sobre la oportunidad y las prioridades: El gobierno, entonces, después de lo
expuesto, podría haber esperado al 28 de diciembre para hacer el anuncio del
pago, para hacerlo coincidir con el día del Inocente. Pues mientras se le
entregan alegremente ¡diezmil millones de dólares! a uno de los mayores
responsables de la angustia de nuestro pueblo, lo cual significa el 30% del
gasto total estimado en el Presupuesto 2006 (exactamente $93.700 millones, unos
31.000 millones de dólares), ese mismo presupuesto, aprobado en la Cámara de
Diputados con los votos del kirchnerismo, el duhaldismo, el macrismo y el
sobishmo (dejando bien en claro quiénes son como expresión de clase los
representantes del antipueblo, los que accionan contra la mayoría asalariada y
desocupada) se deja establecido que no habrá aumentos de salarios a estatales,
ni de jubilaciones a nuestros ancianos. Tampoco habrá aumentos en los míseros
planes sociales, a los que encima se está pensando eliminar por recomendación
del Fondo (cómo... ¿no era que no habría más injerencia?). Eso sin mencionar que
se van a seguir subsidiando con miles de millones de pesos a las empresas
privatizadas de servicios y ni piensan recuperar, ni remotamente, los recursos
estratégicos que nos pertenecen como Nación. ¿En realidad alguien en su sano
juicio puede decir que éste es el gobierno del pueblo?
A modo de conclusión, es menester enunciar que, después de esta decisión del
kirchnerismo (que profundiza aún más su lacayismo para con los dueños del
Mercado), nada estará mejor para las mayorías populares. Al contrario, pueden
esperarse mayores aumentos de tarifas, por ende de precios (los que no pueden
ser controlados por ningún acuerdo gobierno-empresarial, ya que defienden los
mismos intereses); la inflación prevista en el Presupuesto ya es de alrededor
del 8,4%, lo que, a su vez, llevará más angustia y privaciones a los sufridos de
siempre: los trabajadores ocupados y desocupados.
Mientras tanto tal vez "mejoren" algunos números de la macroeconomía; el PBI
crecerá y también las exportaciones y la recaudación, pero a costa de una brecha
cada vez más grande entre los que más ganan y los que menos tienen. Hoy en día
esa diferencia, entre el 10% más rico y el 10% más pobre es de 29 veces,
mientras en el 2001, el año en el que estalló el país, esa diferencia era de 26
veces. Aún con semejante injusticia, el gobierno mantiene una política de
criminalización y judicialización de la protesta social, por lo cual casi
cincomil compañeros están procesados penalmente. Para ser más claro, significa
que el sacrificio de todos sirve sólo para que gocen de su vida unos pocos.
Algo que habrá que modificar de raíz, entonces, si es que realmente aspiramos a
vivir en una sociedad verdaderamente justa.
Y sólo la organización y la acción de los millones de explotados hará posible
concretar ese sueño.