Argentina: La lucha continúa
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¡El FMI está de fiesta!
Julio C. Gambina*
El gobierno argentino anunció la cancelación de la deuda pública con el Fondo
Monetario Internacional (FMI) por un monto de 9.810 millones de dólares. El pago
se hará con recursos propios, provenientes de las reservas internacionales. La
medida expresa la continuidad y profundización de la política que se venía
aplicando en materia de endeudamiento externo desde que Néstor Kirchner asumió
en mayo de 2003, privilegiando el pago a los organismos financieros
internacionales. La Argentina nunca estuvo en default con estos acreedores
internacionales, pues el compromiso con ellos fue siempre el riguroso pago,
claro que pronunciando críticos discursos al FMI.
Teníamos razón cuando sosteníamos que la Argentina tenía recursos para hacer
frente a las necesidades sociales postergadas. Anualmente se gastan 1.000
millones de dólares en financiar el plan de jefes y jefas de hogar para
1.700.000 personas. Ahora y en un pago se aplican recursos 10 veces más para
cancelar acreencias con el FMI. Otros podrían haber sido los usos de ese dinero.
Se prefirió pagar al FMI aún conociendo ampliamente las necesidades sociales
insatisfechas en alimentos, salud, educación, vivienda, empleo, desarrollo local
y productivo que hace a la calidad de vida deteriorada de una gran parte
empobrecida del pueblo de la Argentina.
Se comunicó la medida en el mismo momento en que la Cámara de Diputados aprobaba
el Presupuesto del 2006, donde se incluía una suma destinada al pago de la deuda
y que ahora no tendría destino, pues el acreedor será satisfecho antes de
finalizar el presente año. ¿Qué ocurrirá con esos fondos aprobados por los
parlamentarios? ¿Se encargará el poder ejecutivo de su reasignación para el pago
de otras acreencias, o tendrá otro destino? Más allá de los interrogantes, la
realidad es que otra vez se pasa por alto la Constitución Nacional que sostiene
que es el Parlamento el que debe "arreglar" la deuda.
¿Quién quería el desendeudamiento?
Desde el gobierno se pretende instalar que se trata de una medida soberana y que
quita la posibilidad de condicionamiento externo a la política económica local.
Nos permitimos dudar de esa reflexión, ya que curiosamente los grandes deudores
del FMI siguen el mismo camino. Cuando estalla la crisis argentina en el 2001
los grandes deudores del FMI eran Rusia, Turquía, Brasil y Argentina. Salvo
Turquía, los demás cancelaron la totalidad de las acreencias con el organismo
internacional, con Brasil y Argentina anunciando el pago con 48 horas de
diferencia. Es mucha la casualidad de "estrategias soberanas" planteadas en
simultáneo. Mejor es pensar que el FMI quería bajar la exposición financiera con
esos grandes deudores y en rigor, era el mandato del principal accionista del
Fondo: EEUU.
Durante mucho tiempo decíamos que el propósito de los acreedores no era cobrar
sino condicionar la política de nuestros países. Con los republicanos en el
gobierno la política cambió. El FMI ya no era funcional a los intereses
económicos dominantes y había que bajar su exposición con países de alto riego.
Esa fue la orientación desde el tesoro de EEUU y el representante en el
directorio del FMI siguió las instrucciones a rajatabla. No importaban los
excesos verbales de un lado o del otro, si en el camino se reducía la deuda de
los países fuertemente endeudados. Por eso son las felicitaciones a Lula y a
Kirchner de Bush y de Domingo de Rato. Resolvieron en menos tiempo del pensado
su problema.
Mientras tanto, los pueblos, verdaderos acreedores de la deuda postergan una vez
más la satisfacción de sus necesidades. Todo el establishment salió a saludar la
medida y promueven el consenso general de la población, obviando que hace muy
pocos días en Mar del Plata se reunió una multitud en la IIIª Cumbre de los
Pueblos para repudiar el ALCA, rechazar el pago la deuda externa pública,
criticar la militarización en la región y el mundo, y condenar la pobreza. Los
anfitriones de ese cónclave, la Autoconvocatoria No al ALCA había hecho una
consulta popular en noviembre de 2003 y donde participaron 2.300.000 personas,
mayoritariamente inclinadas por el no pago de la deuda. Son voces no escuchadas
por las autoridades argentinas. También en diciembre del 2001, dos días antes
del estallido, 3.100.000 personas se pronunciaron para que no hubiera pobres en
la Argentina.
Política del Fondo sin el Fondo
La deuda cancelada es menos del 10% del monto total, con lo cuál, con la deuda
ordenada por el canje realizado en la primera mitad de este año, se comprometen
recursos fiscales por un largo periodo. Ahora no tendremos la presión del FMI,
pero sus políticas se aplicarán igual, tal como el superávit primario para
honrar los compromisos con los acreedores y una eterna política de ajuste, con
gasto controlado en sus aspectos sociales, tales como asignaciones de
trabajadores del Estado, pensiones y jubilaciones, salud y educación. Al mismo
tiempo que el mantenimiento de una política de recaudación regresiva y que como
tal se aplica con todo el rigor sobre los sectores más postergados de la
sociedad.
Es un hecho que el objetivo buscado es la reconstrucción del capitalismo local,
tal como se anunció en 2003. Ello supone recomponer el ciclo de negocios de las
clases dominantes. Ese es el marco de la definición asumida de cancelación de la
deuda con el FMI. Ese es el marco también para pensar en la necesidad de
construir una alternativa política para cambiar la ecuación de beneficiarios y
perjudicados por la política económica de la Argentina.
* Julio C. Gambina es Profesor Titular de Economía Política de la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional de Rosario y Director del Instituto de la
Cooperación, IDELCOOP.