Argentina: La lucha continúa
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Aplausos, abrazos y besos para el FMI
Hugo Alberto de Pedro
Mientras el Congreso Nacional trataba el presupuesto anual para el año 2006, que
como se sabe es siempre iniciativa del Poder Ejecutivo, el Presidente de la
Nación Néstor Carlos Kirchner anunciaba la cancelación total de la deuda con el
Fondo Monetario Internacional (FMI) por algo más de 9.800.000.000 dólares o
29.400.000.000 pesos argentinos. Quizás porque muchos de los legisladores no han
leído el inc. 7 del art. 75 de la Constitución Nacional que les ordena "arreglar
el pago de la deuda interior y exterior de la Nación".
El anuncio se realizó en medio de una convocatoria obligatoria en la Casa
Rosada, donde solamente había que etiquetar cuidadosamente a toda una fauna
política, sindical, empresarial y militar para comprobar que el posicionamiento
de hoy, los aplausos de hoy y los abrazos de hoy son los mismos que acompañaron
ayer a Alfonsín, Menem, de la Rúa, Rodríguez Saá y Duhalde.
Mientras que el país siga en manos de la clase política travestida e impúdica
seguiremos apoyando, vivando y aplaudiendo las decisiones de:
- No investigar el origen de la deuda externa ilegal, odiosa e inmoral.
- ndeudarnos a cualquier costo y sin criterios de crecimiento.
- Firmar cualquier tipo de acuerdo con los organismos de crédito internacional.
- Declarar la cesación de pagos y el no pago de los compromisos.
- Realizar quitas sobre el endeudamiento con los acreedores privados.
- Proceder al pago total de la deuda con el FMI.
Cualquiera que piense que la decisión de Kirchner debe enmarcarse dentro de una
política de defensa de la autodeterminación nacional y que permitirá que el
ahorro del trabajo de los argentinos tenga como destino el desarrollo de una
política sustentable en lo económico, permitiendo una mayor dinámica en la
productividad que lleve al mejoramiento de las condiciones de vida y del
trabajo, estará una vez más equivocado.
Desconocer que ha sido el mismísimo FMI quién ha exhortado a los países deudores
a que procedan a la cancelación de sus deudas, debido fundamentalmente a una
decisión de los EEUU de no seguir apoyando financieramente a los países
empobrecidos de la periferia del primer mundo, sería también estar equivocados
sobre los motivos de las decisiones ayer adoptadas.
Ahora son los tiempos en que los países que han sido llevados a los límites más
inhumanos de pobreza y de exclusión se apuran a remitir los ahorros conseguidos
al mundo que globalizó la dependencia. Porque cualquiera puede advertir que sin
poner a disposición del crecimiento todo el ahorro del pueblo -las reservas
nacionales- estará condenándose a nuevas situaciones de endeudamiento como las
que estamos verificando con las actuales y reiteradas emisiones de bonos y
letras.
Porque para un gobierno que tenga establecida la forma que quiere llevar
adelante una política económica y financiera no es admisible que cada año se
produzcan cambios de rumbos tan considerables y abismales, toda vez que el tema
en cuestión -el endeudamiento- debe ser considerado en su total integridad y
definido de forma tal que no afecte el desarrollo económico. Debe ser una
política de Estado, y no una histeria de éste.
Porque salir a pagar histéricamente la deuda con el FMI, si es que no es una
mera decisión testicular es por lo menos una arbitrariedad más tomada por una
sola persona. A la que conocemos por su autoritarismo y la falta de
predisposición de consensuar decisiones a las que siempre ha apelado Kirchner.
Quienes desde siempre hemos repudiado el endeudamiento externo e interno que
posibilitaron las políticas de entrega y sumisión al capital financiero
transnacional y nacional no podemos considerar como acertada y patriótica la
decisión de Kirchner. Lo que ha hecho el presidente de la Nación no es más que
cerrar un capítulo de la historia argentina en el cual ha quedado relatado el
hambre, la indigencia, el desempleo, el subempleo, el empleo en negro, la
desindustrilización, la pérdida de las empresas públicas y las generadoras de
recursos y la pérdida total de posibilidades de un desarrollo humano digno y
previsible.
Pero que nadie se confunda que a partir del año que comienza las cosas cambiarán
en la Argentina, aún después de haber brindado como lo sugirió el presidente.
Nada cambiará en la medida que las políticas que se adopten no tengan en la mira
la rápida descomposición y destrucción de la relaciones de fuerzas establecidas
por las políticas económicas que permiten a los monopolios y los oligopolios
nacionales y extranjeros condicionar las políticas de desarrollo y producción.
Sería inconsciente de nuestra parte no recordar que todos los acuerdos
realizados con los acreedores externos han sido presentados como la panacea que
nos permitiría crecer y estar mejor. La conclusión de cada uno de ellos nos
lleva a comprobar que los efectos han sido los contrarios.
El presidente de la Nación no tiene un solo ejemplo para demostrarnos que como
administrador provincial o nacional ha ido más allá de establecer políticas de
caja. Las cuales en ningún caso han contribuido en lo más mínimo al diseño o
arquitectura de políticas productivistas para el crecimiento, desarrollo de
nuevas industrias, nacionalización de empresas entregadas al capital extranjero
monopólico, crédito accesible de largo plazo para las pequeñas y medianas
empresas, recomposición de los salarios públicos, etc.
Una demostración de lo expresado es que los anuncios presidenciales de ayer no
han tenido en cuenta las políticas futuras que serán aplicadas, porque va de
suyo pensar que jamás habrá una propuesta para ser debatida con la participación
de la ciudadanía. Esa misma a la cual solamente le queda reservado el papel de
agente generador de fondos y reservas, mientras que las necesidades del pueblo
siguen relegadas y despreciadas por las prácticas y decisiones gubernamentales.
Podrán llenarnos de discursos vacíos y mendaces, reponer en los cargos públicos
a los personajes que han sido autores y cómplices del descalabro nacional,
hacernos creer que tenemos un país en serio y demás argucias publicitarias
utilizadas a diario.
Pero jamás podrán, Kirchner, sus acólitos secuaces y los nuevos arribistas,
detener nuestras luchas para lograr un país en el que todos puedan desarrollarse
y mejorar las condiciones de vida; y que serán las que permitan a las futuras
generaciones ser libres en todos los sentidos posibles y no estar atados a las
arbitrariedades y autoritarismos de turno.
La decisión del pago adelantado de la deuda espuria con el FMI demuestra una vez
más esa distancia abismal entre las necesidades del pueblo y las necesidades de
la clase política. Porque éstos últimos han abandonado las imperiosas
necesidades de investigación del origen del endeudamiento, la imprescindible
moratoria, la necesidad de altas quitas hasta el extremo del no pago por todo lo
ya sobrepagado.
Dejemos los aplausos, abrazos y besos de toda esa oligarquía -como los
observados ayer- a quienes solamente juegan con nuestro futuro, y nosotros
continuemos militando por ese otro gran país que desean las mayorías y en el
cual esos personajes tienen asignados el triste papel de demorarlo.