Argentina: La lucha continúa
|
El precio de la carne por las nubes
Emilio Marín
La Arena
La carne aumentó el año pasado 10,7 por ciento según el INDEC, y hasta noviembre
último, en 2005 había trepado otro 17,5. Si se mide desde el fin de la
convertibilidad, subió 150 por ciento. Esos guarismos superan ampliamente a los
retoques que tuvieron los salarios. El asado es plato raro en el país de los 54
millones de cabezas.
Poco entendimiento
Según entendidos, del 1,2 por ciento de aumento de los precios minoristas de
noviembre, al menos 0,20 lo determinó el relativo a la carne. Eso, más la bronca
del pueblo por los aumentos anteriores, disparó una negociación entre el
gobierno y los sectores que intervienen en el negocio.
En esa discusión faltaron dos actores de primer nivel que tienen que ver con la
producción y el consumo. Los eternos convidados de piedra en esa pulseada de
salones oficiales fueron -en el primer caso- los peones, trabajadores rurales y
obreros de la carne, y -en el segundo- los representantes de consumidores. Esas
voces no se oyeron.
¿Quién le quitaba la poltrona a la Sociedad Rural o los frigoríficos
exportadores? No lo hicieron los gobiernos anteriores cuando discutieron estos
asuntos y tampoco la administración Kirchner.
Los debates no arrojaron al principio ningún resultado. Los frigoríficos más
poderosos se retiraron de la negociación y el resto de los actores empresarios
se mantuvo en la negativa a avalar el pedido oficial de planchar los precios.
El Ejecutivo amenazó entonces con engrosar las retenciones a las exportaciones
de carnes, que en el último tramo de Roberto Lavagna ya estaban en el 15 por
ciento. Serían elavadas al 25 por ciento. En ese punto los ganaderos,
consignatarios y frigoríficos recobraron cierto espíritu acuerdista y se
comprometieron a enviar suficiente ganado a las ferias en lo que resta de
diciembre y meses venideros. El gobierno 'monitoreará' que esa mayor oferta sea
efectiva, sobre todo en el Mercado de Liniers, donde se comercializa el 16 por
ciento del total nacional de cabezas.
Esa Carta de Entendimiento, firmada de urgencia el viernes pasado con Felisa
Miceli, no garantiza ninguna rebaja de precios sino sólo que no sigan subiendo.
Y esto hasta cierto punto, porque ganaderos como Luciano Miguens (SRA),
frigoríficos y consignatarios de dobles apellidos como Bullrich, Alzaga, Lanusse,
etc, no están dispuestos a resignar ni un centavo de dólar de una coyuntura muy
favorable.
Es que el reanimado mercado interno, que anda por los 70 kilos de consumo de
carne por año y por persona, quiere llegar a los 90 que consumía en los años
´80. Y el mundo demanda más bifes argentinos luego de los brotes de aftosa en
Brasil y del 'mal de la vaca loca' en EEUU y Canadá. No está mal que de cuarto
exportador mundial subamos al segundo o primer puesto; lo malo es que para
llegar a eso quieran vender el kilo de milanesas a 20 pesos en las góndolas de
los súper y carnicerías.
Hoy no es derecho
Esta vez nadie puede culpar del aumento de los precios minoristas y la carne, a
subas salariales. Esto es un logro importante del debate político porque en
noviembre del año pasado, en el anterior coloquio de Idea, Alfredo Coto se había
quejado de un aumento salarial dispuesto por el PEN diciendo que traería
inflación. Ya no está Lavagna, que quiso explicar la inflación de un mes de 2005
adjudicándola a la mejora de haberes de los encargados de edificios.
Ahora esas pamplinas o basura, como se prefiera, no pueden ser siquiera
esbozadas. El aumento general de precios -11 por ciento en lo que va del año
desbordando la pauta oficial de todo 2005- hay que explicarlo mirando a otros
sospechosos.
Entre los ganaderos tienen una mayor responsabilidad los más poderosos de la
región pampeana, que no pueden igualarse con sus colegas que tienen pocos
animales o que operan en regiones menos favorecidas. Y además del criterio del
capital, tamaño y región, habría que distinguir entre el ganadero que cría y el
segmento invernador. Este último es el que hace la mayor diferencia y en cierto
modo a expensas de los criadores.
Esas diferencias originadas en el proceso productivo se expresan también
gremialmente y en el terreno político. Por eso en las reuniones empresarias con
Néstor Kirchner y Miceli, la entidad que tuvo una posición más comprensiva con
los consumidores fue la Federación Agraria Argentina. Los defensores a ultranza
de que es inevitable la suba del precio de la carne fueron los representantes de
Carbap y SRA, además de los frigoríficos, por supuesto.
Al mencionar esas dos cámaras empresarias es imposible dejar de recordar que
proveyeron de funcionarios a la dictadura militar, como Jorge Aguado, Jorge
Zorreguieta y el mismísimo José A. Martínez de Hoz.
Para usufructuar la coyuntura de la exportación con el dólar a 3 pesos, Miguens
declaró en Idea a la enviada de La Voz del Interior que 'hay que comer menos
carne'. Y el gerente de Carnes Pampeanas, con el mismo sentido, manifestó a La
Arena (15/11): 'el mercado doméstico no va a poder pagar el precio que realmente
vale la carne; tenemos que definir si comer carne vacuna, hoy por hoy, es un
derecho o un privilegio'.
Para información de ese gerente, habría que recordarle que a una buena parte de
los argentinos, le resulta un privilegio comprar carne vacuna y también la de
pollo, cabrito, cordero y cerdo. Hoy ese consumo no es un derecho efectivo para
las mayorías.
Los peores
Sin salvar a la capa superior de los ganaderos e invernadores, ni a los diez
consignatarios de hacienda más famosos (se quedan con una comisión del 5 por
ciento del valor del lote subastado), los peores son los frigoríficos.
La lupa del público y el gobierno debiera posarse sobre el consorcio exportador
ABC, sigla en inglés de Argentine Beef Consortium.
Ese verdadero factor de poder y máquina de hacer divisas está encabezado por
Swift Armour SA, del escándalo Yomagate. Luego de varios pases de manos, el
establecimiento estadounidense con sede en Rosario fue vendido a los brasileños
de Frigoi. Un comunicado de la compañía estimó en setiembre que se configuraba
'el principal referente del mercado mundial de carnes'.
Ese frigorífico encabezó el lote de 98 competidores que andan a la caza del
mercado mundial, con ventas por 137 millones de dólares en 2004. El resto marchó
detrás: Finexcor (96 millones), Quickfood (76), Arre Beef (53), Arg. Breeders &
Packers (40), Coto (40), Frigorífico Rioplatense (35), Estancias del Sur (34),
etc (Mercado, julio de 2005, Ranking de las 500 empresas que más exportan).
La mención de Coto entre los exportadores demuestra que 'don Alfredo' no sólo es
formador de precios en tanto hipermercadista sino también en el rubro carnes a
partir de sus tres frigoríficos.
Los defensores de estos pulpos quieren disimular su cuota parte del empinamiento
de los precios cárnicos diciendo que la exportación 'sólo' capta el 30 por
ciento de la faena. Pero ese renglón exportador (800.000 toneladas anuales) está
dominado en un 70 por ciento por veinte establecimientos. Estos ganan fortunas,
sobre todo con las 28.000 toneladas de cortes de la cuota Hilton exportadas a
Europa.
La otra aclaración importante es que los frigoríficos, en particular los
líderes, compran no sólo el 30 por ciento exportado sino también un 10 por
ciento adicional, que colocan en el mercado interno a precios cada día más
inalcanzables para sectores de la población. Bajar 15 por ciento el precio de
siete cortes es apenas una promesa de los que más de una vez incumplieron los
compromisos. Estos tipos tienen la vaca atada.