Argentina: La lucha continúa
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El 13 de Diciembre, la Zoncera del Agua y la Soberanía Energética (Parte II)
Federico Bernal *
IDICSO
Los hidrocarburos entre dos modelos de país: ¿crisis o encrucijada?
Tal es la fertilidad del suelo, que Buenos Aires, en poco tiempo, será
probablemente el granero de Sudamérica. Los campos de pastoreo soportan millones
de vacas, caballos, ovejas y porcinos.
The Times, 24 de septiembre de 1806.
(Poco después de haber zarpado hacia el Río de la Plata, la primera
expedición británica).
La historia de los hidrocarburos en la Argentina padeció y padece la
indefinición propia de un país semicolonial, en el que coexisten dos modelos
antagónicos: el mitrista-neoliberal y el que se propuso con el Plan de
Operaciones en 1810; el que renació en 1880 con la unificación nacional pero
sucumbió años más tarde, aunque para resurgir tímidamente con las dos
presidencias de Yrigoyen y con más fuerza y decisión durante las dos primeras de
Perón.
Dos modelos en permanente fricción. El privatizador, antiindustrialista,
energética científica y tecnológicamente dependiente, agropecuario de
exportación, restringido al país-puerto (la Patria Chica delimitada por la Pampa
Húmeda), y el estatal, democrático popular, industrialista, tecnológica y
energéticamente soberano, económicamente autoncentrado, entendido a su vez como
un apéndice fundamental de la Comunidad Sudamericana de Naciones y el MERCOSUR.
Ambos modelos con enfoques opuestos sobre la cuestión energética, de donde la
aplicación sistemática del primero durante más de una década nos conduce a dos
situaciones tan grotescas como vergonzosas. Por un lado, a dos años del
centenario del descubrimiento pasamos de ser pioneros y modelos mundiales en la
explotación y exploración fiscal (primeros a excepción de Rusia), al único país
del mundo donde el dominio del petróleo está en manos de compañías privadas,
regidas por una extracción predatoria de tipo colonial, sin una planificación ni
control estatal. Por el otro, estamos próximos a convertirnos en importadores
netos de crudo (estimado para 2009; total para 2014), lo cual podría resultar
lógico en un país que consumió sus recursos en favor de un proyecto
industrialista de envergadura (y que paralelamente haya reemplazando la oferta
energética con porcentajes crecientes de participación en núcleo e
hidroelectricidad), pero totalmente ilógico en uno exportador de materias
primas, que además padeció entre 1976 y 2002 un proceso desindustrializador de
dimensiones espeluznantes.
En efecto, la mal denominada crisis energética de principios de siglo en
realidad no hace sino reflejar la tensión entre los dos proyectos de nación
aludidos, pues como vimos cada uno es funcional y compatible con un determinado
modelo energético. Y no es una crisis, sino una encrucijada, puesto que la
superación de sus inconvenientes algunos ya descriptos, requiere previamente
volcarse por uno de los dos proyectos, desechando de cuajo el otro.
El modelo energético neoliberal
El programa de privatización y aniquilación del Estado como gestor, contralor y
planificador de la energía nacional se inicia en 1989 con las Leyes nacionales
16.696 (de Reforma del Estado), 16.697 (de Emergencia Económica) y los decretos
1.055/89, 1589/89 y 1.212/89. (1) Prosigue durante los dos años siguientes con
la sanción de los imprescindibles decretos 2.778 (conversión de YPF en sociedad
anónima) y 2.408 (cronograma de privatizaciones para el sector), para ceñirse en
1992 con las Leyes 24.076 (Privatización de Gas del Estado) y 24.145
(Privatización de YPF SE y Federalización de los yacimientos de hidrocarburos).
(2) Dos años después, mediante la reforma a la Constitución con la inclusión del
artículo 124 culmina la estrategia menemista, finalizando lo iniciado por
Martínez de Hoz en 1976. La continuidad o línea energética Martínez de Hoz-Menem
queda así instituida.
Ahora bien, analizando superficialmente las dos grandes perlas privatizadoras:
el artículo 124 de la reforma de 1994 y la Ley 24.145 de privatización de YPF SE
y federalización de los yacimientos de hidrocarburos, vemos que sintetizan la
estrategia menemista por antonomasia: 1) destrucción del Estado; 2) federalismo
a imagen y conveniencia del imperialismo. Además de ser el primero inobjetable
por donde se lo mire, en el próximo apartado nos abocaremos al último por ser el
que más confusión genera, el que más adeptos presenta (inclusive en sectores del
campo nacional) y que por supuesto es aceptado por la mayoría de las autoridades
y ciudadanos de las provincias.
¿Qué hacer y por qué?
Sostener la nacionalización del petróleo y con ello la erradicación del modelo
energético neoliberal, esto es, la línea Martínez de Hoz-Menem, reinstaurando la
línea Mosconi-Yrigoyen, implica rescatar y resolver el gran dilema irresuelto:
la disyuntiva del camino nacional. Si el modelo preferido es el de simple
granero del mundo, el eterno exportador de materias primas, sojero y caracolero
(porque ahora orgullosamente exportamos caracoles), realmente ¿sirve
nacionalizar el petróleo, derogar las leyes y decretos menemistas, elaborar por
primera vez una Ley Nacional de Hidrocarburos fundamentada en la socialización y
nacionalización de la renta petrolera? ¿Sirve reinstaurar la Constitución
Nacional de 1949 y su artículo 40 o por el contrario proseguir con la de 1853 y
su reforma de 1994? ¿Sirve, de la misma manera, una ENARSA que retome lo mejor
de YPF, deseche lo peor y se convierta una vez más en el factor de desarrollo
socioeconómico y motor de la industrialización nacionales? ¿Interesa un Estado
rector y director de la economía, que vuelque la renta al mercado interno, al
MERCOSUR, a la Comunidad Sudamericana de Naciones? ¿Conviene profundizar o
acelerar un desarrollo soberano en materia nuclear, aplicado a la matriz
energética, a la ciencia y a la tecnología? ¿Tiene sentido ser soberanos
energéticamente o por el contrario conviene evitar calamidades y pasar
obedientemente a ser importadores de energía?
El neoliberalismo requiere seamos energéticamente dependientes; el modelo
nacional y popular impone la plena soberanía energética. La nacionalización de
los recursos hidrocarburíferos y de la renta energética, la recreación de la YPF
estatal en ENARSA (mosconización de ENARSA) y la profundización de la
integración energética bolivariana con crucial énfasis en el desarrollo nuclear,
serán medidas obligadas a tomar en el muy corto plazo si no se quiere terminar
con un estrepitoso fracaso y una ultra derecha nuevamente al poder.
Para concluir, en un país que no pretende reindustrializarse, el petróleo puede
ser considerado una mercancía como enajenada su renta diferencial. En un país
que pretende consolidarse industrial, tecnológica y científicamente, enriquecer
a las masas con justicia social y dirigir las riendas nacionales a través de un
Estado rector y director de los resortes básicos de la economía, entonces se
impone un giro de 180 grados sobre el modelo energético.
La experiencia histórica nos advierte que es incompatible un proyecto nacional
(como el que pretende encarar el presidente) con un programa energético
neoliberal hacia adentro, aunque ciertamente mosconiano hacia Sudamérica. Pero
el problema no sería tan grave si sólo nos restringiéramos a resolver esta
incongruencia. El punto es que para hacerlo apenas disponemos de tiempo.
Nuestros yacimientos de hidrocarburos están maduros, muchos de ellos con
recuperación secundaria y por más que invirtamos millonadas en exploración, no
habrá mucho más por descubrir (se estima existe un 3% de yacimientos nuevos).
Todo lo cual debería conducir al presidente a pasar inmediatamente a la
contraofensiva en materia energética, reproduciendo en esta temática su
destacada e histórica intervención en la reciente Cumbre de Mar del Plata.
Notas:
1) Páginas 120 a 126. Petróleo, Estado y Soberanía: hacia la empresa
multiestatal latinoamericana de hidrocarburos. Federico Bernal, Biblos, Buenos
Aires, 2005.
Véase también la excelente investigación de Ricardo De Dicco, Principales
características del programa de privatización de Yacimientos Petrolíferos
Fiscales y su impacto sobre la oferta primaria de hidrocarburos. IDICSO-USAL.
2) Ver detalles en la Ley Nº 24.145 de Federalización de Hidrocarburos.
Transformación Empresaria y Privatización del Capital de YPF Sociedad Anónima.
Privatización de Activos y Acciones de YPF S.A.
* Federico Bernal es Bioquímico especializado en biotecnología y microbiología
industrial por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador del Area de
Recursos Energéticos y Planificación para el Desarrollo del IDICSO-USAL y
colaborador del MORENO.