Argentina: La lucha continúa
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La preocupación por los cambios de ministros es cosa de ricos y sus negocios
Edgardo Carlos Engelmann
¿Cuáles serían los verdaderos cambios?
Sencillito:
1 - Que todo el dinero que se destina a pagar la deuda externa se destinara a
terminar con la pobreza del país.
2 - Que se cobraran impuestos a los ricos y no IVA y Ganancias a los pobres,
como si fueran ricos.
3 - Que se terminara con el sistema de democracia representativa a gran escala y
se "municipalizara" el país casi al extremo. En Suecia el 70% del presupuesto es
ejecutado por las municipalidades y sólo el 30 por el estado central.
¿Algo de eso va a suceder? No, claro, entonces nada va a cambiar para los que
nada cambia nunca. Para los pobres. Ellos seguirán siendo rehenes de las
estadísticas que dicen que hay más ocupados pero no dicen que hay,
simultáneamente, más pobres. Dicen que la economía crece y que "el país" es más
rico, pero la realidad es que los únicos que enriquecen son los más ricos. Los
pobres se siguen muriendo de hambre y de enfermedades evitables y tienen una
calidad de vida miserable por tener que trabaja y viajar en condiciones
miserables.
A la derecha rica no le importa nada de nada lo que K pueda hacer con sus
cambios ministeriales. Sabe que K no sabe hacer otra cosa que la que vino
haciendo en toda su vida pública. Negocios. Y saben que ellos son los que tienen
las de ganar en esos negocios. Porque ellos tienen el dinero. Porque el Estado
no tiene ningún poder. No puede hacer nada porque está vaciado. No tiene control
sobre los recursos básicos y tampoco tiene "soldados" para defender los valores
fundamentales de la Nación.
Lo único que les importa a los ricos en todos lados es ser más ricos. Lo único
que les importa a los ricos que hacen negocios con el Estado, es que los cambios
de personajes no les aumenten sus costos.
Ni Chávez puede hacer cosas importantes por su país habiendo recobrado la renta
petrolera. Y la derecha rica, aliada de Estados Unidos e Inglaterra sabe porqué
es.
Es porque la gente pobre está desmovilizada y desorganizada y no exige lo que se
merece y se comporta en forma individualista. Como si fueran ricos. Han
aprendido la prédica liberal neoconservadora, sálvese quién pueda. Así nos
hundimos todos. Cualquier marino sabe eso ante un zafarrancho de abandono en un
naufragio. O se hace ordenadamente o se ahoga la mayoría.
Un presidente que quiere cambiar de verdad, comenzaría por descentralizar el
poder y organizar a la comunidad. Estaría, de verdad, junto a su pueblo.
Guardaría todos los recursos para adentro y nunca pagaría nada afuera que no
esté debidamente certificado. Cualquiera sabe que, desde el origen del nuestra
deuda externa, todo ese negociado iniciado por Rivadavia, es turbio y no está
documentado. El dictamen judicial que lo determina duerme el sueño de los justos
en los cajones de parlamentos siempre adictos al dinero y no al pueblo.
Evidencia, por demás clara, de la inutilidad de esos parlamentos formados por el
voto de representantes que no representan a nadie de los que prometieron
representar. El caso Borocotó es de una claridad notable para la enseñanza de
porqué no sirve un sistema que permite semejante voltereta política. Si la
democracia fuese más directa, los votantes de Borocotó lo hubieran quemado al
más puro estilo aymará, en Bolivia y Perú. Acá, el presidente es parte de la
maniobra para engañar al pueblo que debe representar. Así se ve como piensan en
sus representados nuestros representantes, comenzando por K.
Nada se puede esperar de nuestra organización política y menos de nuestros
políticos. Sólo el pueblo necesitado, en las calles, es la voz genuina a la que
hay que atender.
Claro que eso es lo único que no está dispuesto a hacer K y el resto de sus
cómplices de los demás poderes enrejados. A eso le temen, eso reprimen y por eso
se esconden y mienten cada vez más.