Argentina: La lucha continúa
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Interpretaciones del discurso de Chávez en mar del plata
La situación de los movimientos populares y la convocatoria a "parir el socialismo del siglo XXI"
Prensa de Frente
Boletín quincenal N°26
Ya está. Ya pasaron la Cumbre de los presidentes, la de los Pueblos, el discurso
de Chávez en el Estadio y las protestas callejeras en Mar del Plata y en el
resto de Argentina. De todas las aristas que tuvo cada uno de esos eventos, en
estas pocas líneas podremos apenas esbozar un balance parcial. Vamos a dejar
entonces las especulaciones sobre las relaciones de fuerzas entre los Estados,
expresadas en las disputas por la firma del documento final en la Cumbre de
presidentes. Obviemos la discusión sobre si el ALCA está efectivamente "muerto",
o el aval de 26 de los 33 países participantes mantiene una preocupante luz de
alarma y centrémosnos en un análisis sobre el desempeño de los diversos
movimientos populares que, también, jugaron en esta coyuntura sus propuestas y
acciones.
Más allá de la valoración y el peso social y político de cada sector, en Mar del
Plata -donde se concentró la mayor atención- hubo presencia de diversas
organizaciones populares en tres escenarios diferenciados: la Cumbre de los
Pueblos, la movilización que se dirigió al Estadio mundialista, y la que, por la
tarde, marchó hacia el vallado y terminó con enfrentamientos.
En la Cumbre de los Pueblos alrededor de diez mil delegados de diversos
movimientos debatieron en más de un centenar de comisiones durante tres días. De
Argentina, tuvieron una importante presencia las organizaciones de la Central de
Trabajadores Argentinos, los movimientos campesinos, y algunos sectores
oficialistas como Barrios de Pie. A nivel continental, resultó importante la
presencia de las organizaciones de la Vía Campesina (aunque, curiosamente, con
una participación mínima del Movimiento Sin Tierra de Brasil), y la
multitudinaria delegación cubana (encabezada por tres miembros del Comité
Central del Partido Comunista), entre otras tantas presencias menos numerosas de
los demás países del continente. El carácter democrático del debate en las
comisiones, se vio opacado por la impronta superestructural con que se tomaron
las decisiones más importantes: resultó habitual escuchar en charlas de pasillo
y reuniones de urgencia, el descontento de una parte de la militancia ante la
decisión de los "referentes" de la Cumbre de los Pueblos de cambiar la
movilización hacia la zona de exclusión para repudiar la presencia de Bush, por
una movilización que, en sentido contrario, se limitara a concentrar a la
multitud dentro de un Estadio.
La convocatoria impulsada por el gobierno también contó con la participación de
movimientos como el Evita, que reúne a diversas organizaciones populares que se
aliaron con el kirchnerismo, y la Federación de Tierra y Vivienda. En estos
casos, las decisiones desde arriba no sorprenden a nadie, ya que la lógica de
estos sectores es de absoluta dependencia del gobierno: bastó con que el
diputado Miguel Bonasso organizara, con todos los recursos políticos,
comunicacionales y económicos, una iniciativa funcional al presidente Kirchner y
que respondiera también a las necesidades de los gobiernos de Venezuela y Cuba,
como resultó la idea de que fuera Chávez la figura central de la convocatoria,
para que algunos miles de personas contaran con los micros, alimentos y dineros
necesarios para movilizarse donde les dijeran. Resulta cierto también que,
Maradona con su efecto "multiplicador" (como le señalara Fidel), los músicos
latinoamericanos y la figura de Chávez, resultaron una atracción para otros
tantos que no son parte de la tropa oficialista.
La asamblea antiimperialista marplatense, por otra parte, fue el espacio que
organizó la movilización final hasta la zona de exclusión, que terminó con los
enfrentamientos que estaban previstos. Allí los referentes de algunos partidos
de izquierda, junto a fuerzas sociales y políticas independientes de la ciudad
de Mar del Plata –algunos grupos barriales y estudiantes universitarios-,
debatieron en sucesivas reuniones las características de la movilización. Desde
este espacio, la única propuesta fue la de repudiar a Bush desafiando el estado
de militarización que se había instalado en Mar del Plata. Más allá de que esa
intención pueda resultar válida para algunos, evidentemente resultó poco
atractiva para la mayoría.
En su discurso, Chávez llamó a "enterrar al capitalismo para parir el socialismo
del siglo XXI, un nuevo proyecto histórico socialista". Ese proyecto podrá tener
distintas interpretaciones según quienes hagan eje de las palabras del
presidente venezolano, en las vivas a Perón o en las citas a Carlos Marx. El
curso de las transformaciones en Venezuela y la vitalidad de un pueblo que
consciente y organizado acompaña y protagoniza esas transformaciones,
seguramente resulte una mejor explicación de hacia dónde apunta la convocatoria
chavista. El acto en el Estadio, si bien debía resultar un espaldarazo para la
pelea diplomática en la que Chávez estaría involucrado horas después, marcó
también en esa convocatoria a parir un nuevo proyecto histórico un desafío a
largo plazo. Aunque la composición de la multitud allí presente habilite a
pensar lo que señalaba el periodista Pablo Llonto en su cobertura para la Red de
Medios Alternativos: "como cuando Fidel habló en la Facultad de Derecho en 2003
su auditorio sabe que, en este tipo de actos, se puede ser socialista por un
rato".
Si la intención de Chavez al referirse al "socialismo del siglo XXI" fue
expresar una crítica, una distinción respecto a los socialismos del siglo XX,
nos toparemos entonces con nuevos elementos de contradicción para analizar.
Cuando en su discurso el conductor del proceso bolivariano expresó que llevaría
el mandato surgido de la Cumbre de los Pueblos para plantearlo a sus colegas en
la otra Cumbre, aportaba un elemento valioso y poco habitual: un líder
continental asumiendo los lineamientos surgidos del debate entre organizaciones
sociales. Esta lógica, al igual que la máxima zapatista de "mandar obedeciendo",
sí sería un elemento distintivo respecto a los socialismos del siglo XX,
caracterizados por una fuerte regulación y control Estatal sobre los movimientos
sociales y órganos de base. De ser esa la interpretación más acertada de las
palabras de Chávez, lo que resulta contradictorio entonces es el marco de
alianzas que prioriza el chavismo, al menos en Argentina: difícilmente se pueda
construir un nuevo proyecto histórico socialista a nivel continental si los
principales aliados resultan ser operadores políticos sin ningún tipo de base
social como el diputado Bonasso, o dirigentes que cuando son mencionados en
actos públicos reciben silbidos como le pasó, en presencia del propio Chávez, a
Luis D`Elía.
En el marco de los repudios a la presencia de Bush en Argentina se sucedieron,
además de actos y marchas en la ciudad de Mar del Plata, una amplia variedad de
convocatorias, talleres, debates y movilizaciones en barrios, lugares de
trabajo, escuelas y facultades de todo el país. Muchas de esas actividades
fueron organizadas por asambleas de base, movimientos autónomos barriales o
agrupaciones estudiantiles independientes, que no formaron parte de ninguno de
los tres escenarios políticos en que se dividió el protagonismo popular en Mar
del Plata, aunque si su militancia se congregara en iniciativas comunes juntaría
a multitudes tanto o más masivas que las que se expresaron en Mar del Plata. Esa
construcción sólida desde las bases, se diluye sin embargo por falta de una
coordinación mínima que se materialice en una expresión común. Pasa
desapercibida para muchos (seguramente también para Chávez y el pueblo
venezolano), aunque tal vez sea ahí donde realmente se pueda estar construyendo,
en nuestro país, los gérmenes de un verdadero nuevo proyecto histórico que
apunte a construir un futuro signado por las relaciones de igualdad y
solidaridad.