Argentina: La lucha continúa
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Argentina Indymedia
Y te levantaste un día. 4 de octubre acusó el calendario. Echás un vistazo
por la ventana y tras los nueve pisos que te separan del asfalto observás el
panorama. Las vallas cortan de orilla a orilla aquella transitada avenida que
hoy se encuentra plagada por algo más horrible que esos autos que escupen smog
de forma interminable. En la calle ahora abundan los uniformes, azules, negros.
Las insignias entremezcladas entre las telas que cubren a las fieras denuncian
cada procedencia: C.I (¿cuerpo de infantería o "compro inteligencia"? PFA
(¿Policía Federal Argentina o Psicóticos Fieramente Amaestrados?)
En fin, traspasás los tres cercos que marcan el perímetro de tu libertad y
llegás a tu laburo. La tarde transcurre normalmente hasta que un amigo te avisa
por esos malditos detectores de personas que todos terminamos obteniendo que
"parece que hoy toca Manu Chao". De pronto la monotonía y la rutina explotan
ante tus ojos detonadas por la emoción y la alegría.
¿Dónde toca hoy Manu, aquí en Mar del Plata? ¿Estadio Mundialista? ¿Estadio
Polideportivo? ¿La luna? No amigo, Manu toca hoy en una plaza. La "Plaza Italia"
jamás hubiera imaginado tal destino. Pero allí está, cobijando durante la tarde
"El" tipo que demuestra con actos cada una de sus palabras. Hasta llegó al punto
de hacer más de lo que dice.
La tarde es una fiesta ¿El motivo? La manifestación pacífica y festiva de
pescadores que bailan al son de Manu junto a las ancianas, que empuñan mientras
mueven su esqueleto, la verde bolsa de los mandados. Los nenes cantan, los
padres. Hasta una mujer embarazadísima se agita ante el espectáculo, llevando a
su pequeño ser a presenciar "in útero" uno de los pocos motivos por los que vale
la pena pelear..."nuestros hermanos".
Las botellas vibran en manos de los concurrentes. Algunas dan giros borrachos de
alcohol, otras se hinchan y deshinchan al compás de las burbujas que se escapan
y se vuelven a generar. Otros fuman un tabaco el tabaco más legal y algunos
prefieren disfrutar de las bondades que la madre naturaleza deja compartir y un
gobierno no.
Un crisol de edades, colores, estratos sociales. Rastas que se mojan con la
lluvia, niñas bohemias de bellos rostros y abultados pechos. Brujitas, actores,
malabaristas, pescadores, amas de casa....."Habitantes del mundo... hoy uno de
sus congéneres les dará una muestra de lealtad".
¿Seguridad? La más celosa y estricta que existe. La de personas civilizadas
desarmadas que solo quieren compartir un momento de algarabía y exigencia
social. Mientras las fieras rodean, para bien de la gente que baila sin parar,
el cubil donde las bestias planean el festín.
La lluvia comienza a caer y el pequeño gran hombre debe retirarse. Hay personas
que llenan sus muecas de ideales y rebalsan de buenas intenciones tras cada
resplandor de los flash fotográficos. Hay hombres que prefieren abrir más
cuentas bancarias que mezclarse entre quienes lo llevaron a donde está. Pero hay
uno distinto. Uno que se autoproclama, con razón, "Ciudadano del mundo". El que
lucha por la supresión de fronteras, por la igualdad económico-social, por
acabar con un capitalismo que devora sueños y vomita millones de dólares en la
letrina de los grandes poderes. Ese tipo se llama "Manu Chao". Y a tres metros
tuyo tan sólo fue, uno más, un guerrero.