Argentina: La lucha continúa
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Una visita al infierno
Víctor Ego Ducrot
Agencia Periodística del Mercosur
Una deuda de la democracia. Los establecimientos penales son "basureros
humanos". Denuncian una verdadera operación de limpieza social, dirigida contra
pobres y jóvenes
Radio La Cantora es un Proyecto de Comunicación Popular dedicado a los derechos
humanos de los ciudadanos privados de su libertad. Es llevado adelante desde
fuera y desde dentro de la cárceles, para difundir los reclamos y las demandas
de los detenidos. Azucena Racosta, profesora de la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata y coordinadora del
Proyecto, y Fabián Sampietro, quien al momento de los hechos que va a relatarse
gozaba de libertad, fueron detenidos hace pocas semanas en Trenque Lauquen,
provincia de Buenos Aires, en una operación que en nada corresponde a un sistema
democrático. Para esclarecer los hechos y revisar cuál es la situación de las
cárceles argentinas, APM entrevistó a Racosta, quien unos días después de su
detención fuera liberada sin acusación alguna.
¿Por qué no nos cuenta que sucedió en Trenque Lauquen?
Es para nosotros una tarea cotidiana, asistir a compañeros del colectivo de
trabajo de La Cantora que se encuentran privados de la libertad. Ese es el caso
de Miguel, que, el día que nos detuvieron, era trasladado para un reconocimiento
a la Fiscalía de Trenque Lauquen. Lo que ocurrió es de público conocimiento,
salvando las distancias con la prensa amarilla, que nos calificó como "grandes
delincuentes" y no, como militantes de los derechos humanos que somos. Sabemos
que para esta prensa, aliada históricamente a las dictaduras militares, los
defensores de los derechos humanos somos "delincuentes". Nos estaban esperando y
al llegar a la fiscalía notamos un gran operativo policial, al que se sumaron
luego efectivos penitenciarios, pero no nos llamó la atención porque esto es una
rutina en los tribunales cuando trasladan a detenidos. Llegamos a la fiscalía
caminando, habíamos dejado nuestras pertenencias y el auto en el hotel, en el
que nos habíamos alojado dos horas y media antes de que nos detuvieran. Según la
causa, este operativo fue realizado por un trabajo de "inteligencia" del
Servicio Penitenciario Bonaerense (de la provincia de Buenos Aires). Ellos
evidentemente habían "chupado" mi teléfono y así se enteraron de nuestro viaje.
Según nuestra lectura, eligieron Trenque Lauquen, por ser un pueblo pequeño,
alejado. Esto no lo hubieran podido hacer con nosotros en los Tribunales de La
Plata (ciudad capital de la provincia) por ejemplo, en donde realizamos visitas
periódicas. Les hubiera resultado engorrosa la operación de "plantarnos" un arma
de guerra.
¿Por qué consideran ustedes que el Servicio Penitenciario querría
involucrarlos en un delito de ese tipo?
Veníamos asistiendo a un importante grupo de internos que se habían declarado en
huelga de hambre. Con esta modalidad denunciaban las irregularidades judiciales
y las pésimas condiciones de vida carcelaria. Estas huelgas estaban siendo
silenciadas entre el poder político, el judicial y el servicio penitenciario.
Nosotros rompimos el cerco y difundimos las huelgas de hambre y los puntos que
denunciaban los compañeros: la violación de los artículos l8 de la Constitución
Nacional y en la misma dirección, del artículo 30, que prescribe que "Las
prisiones son hechas para seguridad y no para mortificación de los
detenidos...". Esas normas establecen además que "todo rigor innecesario hace
responsables a las autoridades que lo ejerzan...". Por su parte, la Ley de
Ejecución Penal de la Provincia de Buenos Aires dice que inexcusablemente deben
ser respetados los derechos a la salud, la educación, el trabajo y buena
alimentación, y fija las condiciones que deben darse para que esos derechos
puedan hacerse efectivos: "convivencia en un medio que satisfaga condiciones de
salubridad e higiene...".
¿Creen que existe alguna relación entre lo que les sucedió a ustedes y los
hechos ocurridos por ese entonces en el penal de Magdalena, provincia de Buenos
Aires, donde decenas de presos terminaron muertos, sin que la Justicia haya
aclarado lo acontecido?
Una semana antes de los hechos ocurridos en el penal de Magdalena, titulamos
nuestro comunicado como "Las cárceles del exterminio", titular que fue
ratificado por el suicidio en masa los internos de Magdalena, donde murieron 32
jóvenes, hecho públicamente conocido. Suicidio en masa que intentó repetirse en
el pabellón 10 de la unidad 9 de La Plata, hace quince días. Una nueva y
horrorosa respuesta a la violencia del Servicio Penitenciario Bonaerense, y que
no se analiza. Cabe agregar que lo de Magdalena no terminó; en ese mismo penal,
la semana pasada, una reyerta interna dejó un saldo de once jóvenes heridos. La
tarea de La Cantora, evidentemente no es bien vista por un sector de los
penitenciarios, particularmente por aquellos que añoran las viejas épocas, en
las que la corrupción y la violencia no tenían control alguno y menos aún
difusión. Lo que hicieron fue tratar de frenarnos. El chivo expiatorio es
nuestro compañero Fabián Sampietro que se encontraba excarcelado, que tiene
antecedentes penales y por sobre todas las cosas, porque Sampietro no es
cualquier detenido. Nuestro compañero es una persona conocida en el ámbito
penitenciario y gubernamental por sus intensas luchas por los derechos de todos
en las unidades penales, y molestaba mucho más que continuara con esta lucha
gozando de su libertad.
Pero existen organismos del Estado que están al tanto de lo que usted
denuncia.
La Secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, el Patronato
de Liberados y el colectivo de trabajo del Proyecto de Comunicación Popular La
Cantora pueden dar cuenta de la tarea que Sampietro venía realizando en
beneficio de su propia vida, de su libertad y de la de otros que aún están en
condición de detenidos.
¿Entonces...?
Consideramos que fuimos el fusible de la interna penitenciaria, interna que se
viene librando desde la intervención al Servicio Penitenciario en el año 2004,
entre sectores que no quieren perder los negocios que realizan en las unidades
penales, y los que propician el cambio. También fuimos víctimas de otra interna
allegada a sectores del gobierno que están en pugna, y por supuesto de la
interna judicial. Fabián Sampietro es hoy el rehén de esos sectores, que a lo
largo de los años hicieron de las cárceles un basurero humano, un lugar en donde
arrojan los desechos que va tirando el sistema capitalista, desechos que
reditúan sabrosos dividendos a la industria de la pobreza. Con Sampietro preso,
hay un sector que le está diciendo al otro quien tiene el poder real.
¿Podría referirse a cómo ven ustedes las condiciones en que viven actualmente
las personas privadas de su libertad?
Las condiciones carcelarias en la provincia de Buenos Aires son de absoluta
violación a los derechos humanos de los internas y de las internas, y las
venimos denunciando desde hace más de 10 años. Cuando el nacimiento del proyecto
La Cantora decíamos que el aparato represivo de la dictadura estaba intacto
dentro de las cárceles. En la actualidad lo dicen también sectores del Estado,
como la Secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires y la
Comisión por la Memoria, entre otros. El poder político, el judicial y la
sociedad están informados de esta situación. Es de público conocimiento que las
cáceles están superpobladas, que los presos viven hacinados, que la alimentación
es precaria y de mala calidad, que la atención de la salud es pésima, que los
obligan a dormir sin colchones, que en la mayoría de los penales los detenidos y
detenidas están caminando sobre aguas servidas, que no hay vidrios en las
ventanas, que quienes habitan las cárceles son jóvenes pobres de alrededor de 20
años de edad.
Y en ese escenario...
Los internos optan por auto-agredirse permanentemente por la falta de respuesta
a sus reclamos. Estamos hablando de reclamos que se calificarían como menores:
un colchón, artículos de higiene, lavandina por ejemplo, un medicamento, comida.
Ante la negativa, los internos se cortan o en el peor de los casos se prenden
fuego. Ni hablar de las reyertas internas, de las que provocan algunos sectores
del servicio penitenciario con bandas de detenidos que trabajan para ellos, a
cambio de prebendas y beneficios. El sistema carcelario es claramente
inconstitucional, es la modalidad con la que los sectores de poder eliminan a
las nuevas generaciones de jóvenes pobres. En los ´70 fue con la dictadura, en
los ochenta con la guerra de Malvinas, en los noventa con las cárceles de la
pobreza, creadas por un Estado que de no lograr los cambios que se propone, se
consolidará como Estado Penitenciario. En estos sitios se viola el derecho a la
vida, a la educación, a la salud, a la buena alimentación, no se cumple
absolutamente con lo que dice ley, una ley que, por otra parte, claramente fue
escrita para proteger a las clases privilegiadas.
Usted está formulando severas acusaciones...
Y no es para menos. Las formas de hostigamiento y tortura van desde las
agresiones físicas a las psicológicas. Esa es la respuesta del personal
penitenciario a los requerimientos de los internos. Los internos son tratados
por el personal penitenciario como al enemigo y no como a las personas a la que
deben asistir y resguardar en su integridad física y psicológica. Las
poblaciones carcelarias son dopadas en masa. A efectos de ejemplificar, según
información brindada por el Servicio Penitenciario a la Secretaría de Derechos
Humanos, en la Unidad N° 9 de La Plata, con una población de 1433 personas, se
consumen 18.657 dosis de psicofármacos por mes. Si tomamos en cuenta datos más
generales comprobamos que, siendo el promedio de la población carcelaria de
24.942 personas, se consume un total de 269.544 pastillas tranquilizantes por
mes. En la Unidad N° 8 de Los Hornos, por ejemplo, con una población de 209
mujeres, se consumen 6.520 psicofármacos. En la Unidad N° 3 de San Nicolás, con
una población de 543 detenidos, el consumo es de 8.460. La Unidad N° 29 tiene
una población de 157 internos y el consumo asciende a 7.434 pastillas. Estoy
hablando del consumo mensual según datos oficiales, sin contar el tráfico de
estupefacientes. Otra de las formas de hostigamiento y que provoca graves
consecuencias a los privados de la libertad y a sus familias, y que involucra a
otro de los grandes negocios del Servicio Penitenciario, es la desmedida
cantidad de traslados, que generan a su vez desmedidos costos de financiamiento.
La División Traslado de Detenidos insume un promedio mensual aproximado de
60.000 pesos en vales de nafta (1.520 vales), 10.000 pesos mensuales para
reparación de automotores, a los que debe sumarse los sueldos y viáticos del
personal. En el rubro viáticos se destinan 120.000 pesos mensualmente. Son 245
las personas que allí se desempeñan, incrementándose este número los días
viernes, con personal de otras unidades. Durante el año 2004 la División
Traslados de Detenidos ha efectuado 114.222 desplazamientos de detenidos. Hay
internos que no alcanzan a estar 15 días en una unidad; así sus vidas son de
transito, lo que provoca secuelas psíquicas y físicas graves, tanto para él como
para su familia.
Nos está hablando del infierno...
Efectivamente es así. Sabemos ya que no hay un solo derecho sino que hay
múltiples derechos que están en disputa. Que las cárceles son el sistema de
control para los sectores devastados por la política económica. Que allí no van
a pagar los grandes delincuentes, que estos no son juzgados con el mismo código
penal con el que juzgan a los "pibes chorros". Que los miles de jóvenes pobres
que pueblan las cárceles deberían estar trabajando, estudiando. Que son jóvenes
de los que el Estado no se hizo cargo cuando debía haberlo hecho. Si en esta
disputa de poder no avanzan los cambios propuestos, las cárceles serán una bomba
de tiempo para el gobierno. El juicio a las Juntas de la pasada dictadura juzgó
a los militares genocidas; veremos a quienes se juzgará por el genocidio que
perpetró la democracia de los Carlos Menem y Eduardo Duhalde. ¿Sabremos con
nombre y apellido quienes son los responsables de los miles de inocentes muertos
por hambre, desnutrición o abandono? Entre esos muertos silenciosos cuento a los
miles que asesinaron en las cárceles de la democracia. Para tener una idea, en
lo que va del año, las cárceles bonaerenses se llevaron la vida de 97 jóvenes,
sólo por muertes traumáticas. A esas hay que sumarles la cifra de los muertos
por enfermedades, en su mayoría por falta de atención médica. En 2004, según
datos oficiales, fueron doscientas las muertes traumáticas. Multipliquemos por
los años de democracia para saber a cuántos jóvenes pobres asesinaron las
cárceles bonaerenses. ¿Pediremos como sociedad Juicio y Castigo a los
responsables de este nuevo genocidio? O seguiremos pidiendo que sean eliminadas
las "clases criminales", es decir la clase que conforma la mayoría de los
argentinos, que responden al estereotipo del delincuente: "pobres, morochos y
jóvenes". Pedimos la libertad inmediata de nuestro compañero Fabián Sampietro y
el esclarecimiento de los hechos por parte del gobierno. Que se investiguen las
áreas de inteligencia.