Argentina: La lucha continúa
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El anuncio del interventor en el COMFER contra radio cooperativa
Héctor López Torres
UTPBA.
Las declaraciones del Interventor en el COMFER, Julio Bárbaro, anunciando la
clausura y el decomiso de los equipos de la AM 740, Radio Cooperativa,
publicadas por el diario La Nación, han confirmado los dos aspectos centrales de
las políticas públicas sobre la radiodifusión que hemos venido denunciando
reiteradamente: uno, la mentira como instrumento de la acción de los gobiernos y
de las mayorías legislativas nacionales, y otro, los fines claramente represivos
de la libertad de expresión y de las expresiones independientes de los
monopolios informativos.
En dichas declaraciones, el funcionario presidencial comenzó por admitir que,
según lo habíamos informado desde ANC y en el COMFER eludían aceptarlo, existe
un plan urdido con ARPA, la patronal de las radios privadas, y la CNC y el
titular de la comisión parlamentaria respectiva, para eliminar del aire nada
menos que 130 emisoras de AM, sobre un total de 280 que existen en el país,
provocando la más grande clausura y desaparición de medios de comunicación que
se registraría en nuestra historia y seguramente, por su proporción, en el mundo
entero.
De ese modo, también, se produciría el despido arbitrario de una masa de
trabajadores que no tiene antecedentes en la historia del sector, solamente
comparables con las "reestructuraciones" de los sistemas ferroviarios y
bancarios de los años 60. En tanto es claro que el plan contra las AM
acompañaría la eliminación de miles de FM, estamos hablando, como mínimo, de más
de 50 mil puestos de trabajos directos e indirectos.
En las últimas semanas el plan se venía aplicando silenciosamente. La actitud
solidaria de Adrián Amodio, director de Radio Cooperativa, con la Asociación
Madres de Plaza de Mayo, para que éstas utilizaran su antena en las emisiones de
la AM 530, que estaría en el aire hoy bajo la denominación de La Voz de las
Madres, tuvo, para el funcionario, dentro de la doctrina de la "seguridad
nacional" que rige a través de la actual ley de Radiodifusión, una
"justificación" previsible: "pasó todos los límites".
El interventor en el COMFER no puede desconocer que Radio Cooperativa es una
emisora con una notable independencia frente a los multimedios. No sólo es
frecuente interlocutor de varios de los programas que se emiten en ella.
Incluso, no hace mucho tiempo, compartió jornadas de defensa de las radios de
ese sector como orador y auspiciante. Hasta ayer, él y sus colaboradores
parecían estar cómodos en esa relación con la emisora. Ayer descubrió que es una
"radio trucha", como le dijo a La Nación.
A los viejos seguramente les recordó aquella famosa escena de "Casablanca",
cuando el comisario francés, a pedido de un jefe nazi, cierra el boliche de Rick,
el personaje de H. Borgart, después de haberse escuchado "La Marsellesa", porque
advirtió que allí "se jugaba". Cobró la ganancia de sus apuestas y se retiró
ofendido en su moral.
En la Argentina, cuando los jefes de policía querían clausurar publicaciones
anarquistas y socialistas, descubrían que los "excusados" carecían de la debida
higiene. En los últimos años, cuando una radio comunitaria molestaba a algunos
intendentes del Gran Buenos Aires, se le descubría que interfería el sistema de
aterrizaje de los aviones del Aeroparque, incluso cuando tenía los equipos
apagados, no disponía de un alcance superior a las 15 cuadras y salía en una
frecuencia por demás alejada de la emisión oficial, Hubo situaciones aún más
ridículas: el COMFER pidió y concretó la clausura de radios por considerarlas
clandestinas, "truchas", no obstante que el mismo organismo había autorizado
emitir.
La legalidad no es la base de las decisiones del COMFER. Estas reflejan la
fuerza de los monopolios y la organización de la mentira. Este interventor, hace
dos años, reconoció la legalidad a los radiodifusores con Permisos Precarios y
Provisorios (PPP). Pero ARPA y sus amigotes le hicieron saber que eso estaba
"mal". De ese modo, la resolución quedó en la nada.
Dejar que las Madres tuviesen un lugar reconocible en la radiodifusión, el
acceso a una frecuencia, "ya sería el colmo". ¿Se tomaron en serio la
modificación del art. 45?
En la radiodifusión, como en otros campos de la comunicación, la organización de
la mentira, viene de lejos. Y siempre con una misma mistificación: la
"legalidad".
Nunca, hasta ahora, se reemplazó la ley de radiodifusión para dar y quitar
legalidad en términos diferentes a las normas que están en vigencia, producto de
la concepción de la última dictadura militar, sancionada hace 25 años.
Todos los denominados procesos de "normalización" de las FM pretendieron hacerse
con ese marco legal, sin participación de los radiodifusores, y ninguno fue
completado, dejando sin posibilidad de legalización (adjudicación o licitación)
a la mayor parte del país y en particular a las zonas con mayor densidad
poblacional.
Consecuentemente, no es que la radiodifusión no alineada con los multimedios
hubiese querido actuar al margen de la ley. Hubo una deliberada producción de
"ilegalidad" para encajar en ese lugar a los "indeseables": independientes,
alternativos, contrahegemónicos, comunitarios. Y liquidarlos en forma y en
tiempo oportunos.
Si hay algo que han reclamado quienes son calificados de "truchos" es
precisamente que se establezca la debida y nueva legalidad.
Con la legalidad actual, por ejemplo, el COMFER es manejado por un funcionario
que designa el Presidente de la Nación y le responde a él. Nadie más comparte la
enorme responsabilidad y complejidad de administrar y dirigir el sistema de la
radiodifusión nacional.
Desde esa verdadera ilegalidad, el COMFER, ha provenido el anuncio de liquidar
una emisora –la AM 740 Radio Cooperativa- y pretende impedir la aparición de un
medio de comunicación de una de las organizaciones sociales más legítima de la
Argentina. El colmo no es que Adrián Amodio les haya prestado su antena. El
colmo es que a esa organización, exponente indiscutible de la lucha por los
derechos humanos, el gobierno le quiera aplicar una ley de la dictadura militar.
Esto sí es pasar todos los límites
Por Héctor López Torres / Periodista
Secretario de Organización UTPBA