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Argentina: La lucha contin�a

La batalla entre pobres por la sequ�a en el Chaco

En busca del agua perdida
Desde hace nueve meses que no llueve en serio. La ca�da del viernes fue una m�s de las que en los �ltimos tiempos encienden la ilusi�n. Pero s�lo eso. En el medio, ya hubo "robos" de agua entre barrios vecinos y guardias nocturnas para evitarlos. Hubo peleas y saqueos en aljibes. Tambi�n, intentos de aprovecharse de la situaci�n. Aqu�, la cr�nica de la desesperaci�n.

Adri�n Figueroa D�az
Desde Castelli, Chaco
P�gina 12

En el centro y norte del Chaco, la lluvia del viernes fue apenas un paliativo que refresc� los aljibes. Hace nueve meses que no cae agua como deber�a caer. El ganado ya huesudo de los parajes del monte y los perros tristones de los barrios hacen la siesta en el lecho resquebrajado de los reservorios de agua. La sequ�a del �30, la "hist�rica sequ�a del �30", como le dicen, liber� su fantasma. Los productores lamentan las p�rdidas de cosechas y ganado; una cooperativa algodonera de Castelli �la zona m�s golpeada por la falta de agua� asegura haber perdido el 50 por ciento de sus ingresos anuales. Las im�genes de televisi�n hicieron sonar la voz de los productores que reclaman ayuda econ�mica. Pero un poco m�s adentro, en la periferia de esa misma ciudad, la situaci�n es m�s cruda y la poblaci�n menos o�da. En dos barrios pobres, donde los vecinos debieron juntar firmas para que el intendente abriera un aljibe comunitario, hay gente que pasa las noches en vela para que nadie de otro barrio saquee sus pozos. Hacia el sudeste, en Colonia Aborigen, sus habitantes denuncian que la empresa encargada de varias obras de infraestructura valu� la construcci�n de 28 pozos triplicando el precio estipulado por un ente del Estado provincial. P�gina/12 recorri� la zona donde la falta de agua que desespera y hace r�spida la convivencia entre los m�s pobres es motivo de provecho para otros.
Durante los �ltimos d�as se registraron lluvias de 80 mil�metros en la zona de Resistencia. Hacia el norte, las nubes mojaron Bermejito y El Espinillo con la misma intensidad. Pero en Castelli, la ciudad m�s seca, en los �ltimos d�as cayeron entre 30 y 35 mil�metros y se cargaron algunos aljibes. Para que el agua corra por los canales y llene el arroyo Mal� (fuente de distribuci�n de la zona) deber�a llover m�s de 300 mil�metros en forma torrencial.
Castelli est� a 235 kil�metros de la capital chaque�a, yendo por la ruta Juana Azurduy. Hace tres meses que el agua no sube a los tanques domiciliarios y 70 a�os que se promete la construcci�n de un acueducto para nutrir la zona con agua del r�o Bermejo. El intendente local, Leonardo Yul�n, es uno de los tantos que incluy� el tema en su campa�a. Pero la medida que hasta ahora concret� fue el dise�o de un particular modo de racionalizar el agua: "Damos el 50 por ciento para la ciudad y 50 por ciento para las 56 canillas p�blicas (de los barrios pobres). Un d�a se le da a la mitad de la poblaci�n y al d�a siguiente a la otra".
Las canillas y los pozos son p�blicos; aproximadamente hay uno cada cuatro cuadras. Y a cualquier hora del d�a incendiado por el sol parecen terrones de az�car al lado de un hormiguero. En Quinta 65 y Quinta 66 pasa eso. Y "eso" genera tensiones: "Los de la 66 nos perreaban el agua cuando nosotros no ten�amos. Un d�a les fuimos a pedir. �Nos quer�an cobrar dos pesos! A usted le parece, �dos pesos!", se indigna Graciela Monz�n, sacudiendo dos de sus esmirriados dedos. "Aqu� nom�s, anoche hubo una pelea con los del Curiy� (as� le llaman a la 66). Vinieron en la oscuridad a sacarnos agua y los agarramos", a�ade Romina en voz baja, y los diez vecinos que la acompa�an con bidones atados en racimos agachan la cabeza y quedan en silencio.
La sequedad destaca el ocre del paisaje y las brisas espor�dicas levantan la tierra seca hasta pegarla en los dientes del caminante. En la 65 viven familias tobas y criollas, en la 66 criollos y wich�. Nadie sabe el porqu� de la divisi�n, pero la segmentaci�n est�. Nadie habla. Hasta que Carlos G�mez se anima: "Lo de anoche no fue la primera vez. Desde hace unas semanas, con algunos nos turnamos para vigilar de noche que nadie del otro lado venga a los pozos. En varios lados hacen as�", asegura. "Tuvimos que juntar firmas para que el intendente nos abra un pozo; y no nos vamos a dejar robar el agua as� nom�s", a�ade. El pozo se abri� y con �l los problemas. La reconciliaci�n entre los dos barrios parece lejana. "Antes, ellos nos perrearon y ahora resulta que nosotros somos los mezquinos", suelta con recelo otra mujer que recibe la aprobaci�n de los que esperan llenar sus baldes.
Pero lo que pas� entre los del Curiy� y Quinta 65 no es el �nico caso. "A ese tipo de situaciones tensas las tuvimos en el patio de la JUM (Junta Unida Misionera). Nos entraron a la tardecita y abrieron el pozo. El pretexto de la gente es que est� desesperada y donde encuentran agua, la saca", revel� a P�gina/12 Alba Rostan, administradora de la Junta. La batahola se calm� con di�logo: "Les dijimos que no les neg�bamos el agua, pero que deb�amos aprender a administrarla", sintetiz�. La JUM trabaja en la etapa de abastecimiento de agua para diez comunidades ind�genas rurales de El Impenetrable. Son peque�os productores cuyas "primicias" de zapallo y ma�z se echaron a perder por la falta de agua. "Mientras no haya decisi�n pol�tica y se haga el acueducto, vamos a seguir igual", opin�.
Ante el "desastre h�drico", la Municipalidad de Castelli alquil� dos camiones con capacidad de 30 mil litros para reforzar el trabajo de los 14 veh�culos de la Cooperativa de Servicios P�blicos. Diariamente necesita un mill�n de litros de agua para abastecer la zona. Los camiones recorren 70 kil�metros de ida hasta el Bermejo y otros tantos de vuelta, tres veces al d�a. Y la mec�nica se resiente. "El d�a de los muertos se nos fueron cinco camiones (al taller), se est�n rompiendo de a poco", cuenta Jos� Mar�a Plaza Pulgar, miembro de la Cooperativa. Seg�n Jos�, "la situaci�n es grave pero tenemos lo m�nimo. Las lluvias de los �ltimos d�as aliviaron un poco porque llenaron los aljibes y, al bajar la temperatura, la gente consume menos agua". Pero, seg�n su experiencia, "si llueven 30 mil�metros hoy, 30 ma�ana y 40 d�as despu�s, no sirve de mucho. As� que, por ahora, seguimos igual". Debido a los esfuerzos por mantener el servicio, la Cooperativa entr� en una grave crisis financiera.
Hacia el sur, los riachos se abren en la tierra como arterias de una mano, pero secas. A 100 kil�metros de Castelli, Pampa del Infierno es el nombre de un territorio que tiene muy poco de pampa y mucho de lo otro, sobre todo por los incendios de �rboles provocados por empresas que desmontan el bosque nativo. Saliendo de la ruta, a media hora de viaje por un camino de tierra, vive Francisco, que mantiene a su familia con 400 litros de agua que el patr�n le renueva cada dos semanas. "A esa agua la usamos para tomar y cocinar. Al agua para los animales la manda el intendente en unos camiones. A veces le pedimos que nos d� un poco, pero no queremos andar molestando, debe tener muchas cosas que hacer en la municipalidad", cuenta Francisco. Su esposa lo mira callada y con un precioso beb� en brazos, cuya improvisada bombachita de goma es una bolsa de supermercado. El joven padre gana 80 pesos por cargar un horno de carb�n con 7 toneladas de quebracho, it�n y mistol, y por cuidar los campos de su patr�n. "Y con esto de la sequ�a no s� si voy a tener trabajo �se preocupa�. Aqu� ya fracasaron 200 hect�reas de trigo y 300 de algod�n."
Hacia el norte, por la Juana Azurduy, entre quebrachos y algarrobos cortados y listos para convertirse en coquetos muebles "estilo campo", las vacas y los ceb�es blandean sus caderas escu�lidas y muchas se dejan morir al costado de los caminos de tierra de El Impenetrable. Para el otro lado, hacia el sur, se llega al pago chico del gobernador Roy Nikisch: Tres Isletas. Tiene ese nombre por tres pintorescos bosquecitos separados como islas que caracterizaban la zona. Las isletas fueron desmontadas. "Igual que el Chaco, del que s�lo le queda el nombre", ironiza Ra�l Montenegro, Premio Nobel Alternativo 2004 que, invitado por el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (Endepa), recorri� el lugar junto a P�gina/12 (ver aparte).
En las noches de Castelli, los mosquitos no pican; "es que no tienen ni agua estancada para criarse", deduce Graciela. Para que la sequ�a deje de hacer m�s dura la pobreza del hombre de monte, se precisa que "de un saque" lluevan 300 mil�metros. Para cualquier mortal, el pedido es pretencioso. "Lo que pasa es que se necesitan 150 mil�metros para que la tierra absorba todo lo que perdi� y otros 150 para que se llenen los reservorios", explica un baqueano resignado a esperar una soluci�n para la sequ�a que "como siempre, viene de arriba".


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