Argentina: La lucha continúa
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La responsabilidad de los padres pobres
Osvaldo Agustín Marcón
El Litoral
Las configuraciones ideológicas dominantes se valen de diversas estrategias para
lograr y mantener su vigencia hegemónica. Una de ellas es el contrabando
ideológico, mecanismo a través del cual se promueven unas ideas pero
escondiéndolas detrás de otras.
En el campo de las infancias excluidas esto adquiere sus particularidades. Así
se observa cómo tras la socialmente aceptable pretensión de lograr la
responsabilización ingresa solapadamente otra pretensión ideológica como lo es
la sobre-responsabilización paterna, idea oculta (sobre-responsabilización) que
inclusive opera con mucha mayor eficacia que la visible (responsabilización).
El escondite se construye en los intersticios de convicciones humanistas, tales
como la búsqueda de la autonomía y la libertad de las personas ante el orden
estatal, o el protagonismo de la sociedad civil en la gestión de sus problemas.
Es cierto que la participación del ciudadano y sus organizaciones constituye un
principio mayoritariamente compartido desde distintas posiciones ideológicas.
Pero también es cierto que el neoliberalismo se ha valido de estas ideas no para
fortalecerlas sino para, entre otras cosas, acelerar los procesos de acumulación
de capital en unos pocos a través de la raquitización del Estado y sus políticas
sociales. Así, tras la apariencia de una mayor autonomía individual y grupal,
promovió la orfandad social de amplios sectores poblacionales, todo a la par de
conductas ciudadanas altamente individualistas. Subrayemos entonces que no
siempre que las ideologías dominantes dicen promover unas ideas lo están
haciendo realmente sino que muchas veces buscan la retirada estatal
-fundamentalmente presupuestaria- del campo de las problemáticas sociales.
En relación a esto el prestigioso intelectual francés Lo•c Wacquant cuestiona lo
que denomina "el imperativo de la responsabilidad" por considerarlo exportado
directamente por los Estados Unidos para transformar la responsabilidad en un
"fetiche" que se establece, citando sus expresiones, como una salmodia a través
de la cual se trata de convencer al mundo de que "...hay que `atreverse' a
responsabilizar y castigar, en suma, a `poner en vereda' a los sectores de las
clases populares recaídos, en cierta forma, en la barbarie, para no decir en la
animalidad...". (1)
No pocas veces esta convocatoria a "atreverse" a responsabilizar es leída por
las burocracias locales (usualmente fascinadas con las luces del Primer Mundo)
como cierta apelación a su virilidad ciudadana en tanto supuesta fortaleza que
es convocada para una cruzada de valientes, viril valentía que -claro está- no
es puesta en juego al momento de responsabilizar a otros niveles del poder real
(ejemplo: ante el denominado "delito de cuello blanco").
Al respecto puede suponerse que la República Argentina ha dado un paso adelante
en octubre del corriente año al sancionar la denominada Ley de Protección
Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Su sanción puede
llegar a significar (el tiempo lo dirá) un golpe a la ideología tutelar,
estrechamente vinculada a la ahora derogada Ley del Patronato del Estado. Aquel
Patronato facilitó tácitamente el desarrollo de matrices de pensamiento que se
articulan directamente con una concepción asimétrica de la responsabilidad,
donde los padres son poco menos que demonizados aún cuando también son víctimas
de violaciones sobre sus derechos sociales. De ellos se pretendía, en el
contexto de la ideología tutelar, que respondieran con conductas propias de
incluidos aún siendo excluidos sociales.
La nueva ley, claro está, ofrece múltiples cuestiones a discutir pero una se
relaciona estrechamente con el tema objeto de este artículo. Se trata de lo
expresado por el Artículo 7º, dedicado a la responsabilidad familiar, al
considerar que "La familia es responsable en forma prioritaria de asegurar a las
niñas, niños y adolescentes el disfrute pleno y el efectivo ejercicio de sus
derechos y garantías. El padre y la madre tienen responsabilidades y
obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y
educación integral de sus hijos."
Hasta aquí la norma coloca todas las responsabilidades de un lado (el de los
padres). Pero luego incluye un párrafo que introduciría un giro trascendente en
tanto incorpora la idea de la co-responsabilidad en la tarea al sostener que
"Los organismos del Estado deben asegurar políticas, programas y asistencia
apropiados para que la familia pueda asumir adecuadamente esta responsabilidad,
y para que los padres asuman, en igualdad de condiciones, sus responsabilidades
y obligaciones".
Tenemos entonces que el Estado ha balanceado la distribución de
responsabilidades en oposición a las ideas dominantes referenciadas más arriba.
Cabe esperar que, ahora, a la norma jurídica le sigan las acciones concretas.
(1) Wacquant, Lo•c. "Las cárceles de la miseria". Manantial, Buenos Aires,
2000.