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Argentina: La lucha contin�a

La Soja es Bolivariana�

Editorial del s�bado 12 de noviembre de 2005

Jorge Eduardo Rulli
Horizonte Sur Radio Nacional AM Argentina

El s�bado pasado, algunos oyentes quedaron preocupados por las presiones que sufrieron nuestros amigos de Carlos Casares, los amigos que nos hab�an invitado a esa localidad, de parte del mayor de los sojeros argentinos para que se suspendiera la invitaci�n que nos hab�an hecho y no se realizara nuestra presentaci�n all� ese d�a. Creo que tambi�n quedaron algunos oyentes preocupados por nuestra suerte. En verdad, fue para preocuparse, en especial considerando el peso econ�mico y pol�tico del adversario presuntamente ofendido y salido de sus casillas, y tambi�n nosotros nos preocupamos, y mucho, y esa es la verdad de la milanesa de soja. De todos modos fuimos a Carlos Casares, porque ese era nuestro compromiso y tambi�n, porque era nuestro deber hacer uso de nuestra palabra ante quienes nos esperaban. Y �l, Gustavo Grobocopatel, estuvo tambi�n all�, como hab�a prometido, en primera fila del p�blico, rodeado el voluminoso corpach�n por sus empleados de confianza y al parecer convencido que se trataba de una especie de duelo personal o que proyectar la pel�cula "Hambre de Soja" en el pueblo que considera suyo es una especie de mojada de oreja inadmisible. Abierto el debate, no dud� en pedir la palabra, el primero, y manifestarse con altaner�a como el responsable o al menos como la figura que corporizaba todo o casi todo, seg�n sus palabras, lo malo que describ�a la pel�cula y nuestras exposiciones. No obstante, manifest� que para �l la Soja era una oportunidad enorme para el desarrollo de nuestros pa�ses, que era tambi�n y por ello mismo un factor de unidad de la Am�rica Latina y luego remat� con una frase que si hace historia yo creo que nos deja afuera de la historia�de toda historia� dijo enf�ticamente y con absoluta desfachatez que la Soja es Bolivariana
 
Bueno, creo que no es com�n que alguien hable de lo bolivariano si no tiene alg�n tipo de llegada a Venezuela, si no dialoga con gente del chavismo, si no pretende o aparenta ser un hombre de izquierda o al menos progresista, si �.Bueno, podr�amos continuar especulando y de hecho lo hicimos, lo hicimos con pena y con dolor, por el modo en que estos corsarios nacidos para manejar el poder, especulan con la ignorancia de los pueblos, con la confusi�n de los procesos de cambio y por el modo en que sacan su tajada mientras otros comprometen sus vidas por un mundo mejor.
 
Interrogu�monos ahora. Es un hombre de izquierda Gustavo Grobocopatel? con sus doscientas o acaso trescientas mil hect�reas de monocultivos, es un hombre vinculado a la Revoluci�n Bolivariana? Vale pregunt�rselo� a primera impresi�n cualquiera dir�a que no, que no tiene nada que ver� sin embargo, �l fue quien organiz� por el Gobierno argentino la Expo Barinas de maquinaria agr�cola con que nuestro pa�s pag� el Gas Oil venezolano, y a m�s de ello pareciera tener barajas escondidas en su mano como para pretender corrernos por izquierda� Pero, nos puede correr acaso por izquierda Grobocopatel? Bueno, pareciera que no, pero despu�s de escuchar a Toni Negri y reflexionar en que tiene raz�n cuando nos dice que la izquierda se qued� en el antiimperialismo yanqui. Y nosotros no podemos sino continuar con ese pensamiento y sacar consecuencias. Claro que se quedaron en el antiimperialismo. O sea que se quedaron en los a�os setenta, en los paradigmas de los a�os setenta. Y cuando entre el p�blico de nuestras conferencias, alguien pide la palabra y nos interroga sobre las tecnolog�as dando por cierto que las tecnolog�as no son buenas ni malas, sino que ello depende de quien las maneja� acaso no est� repitiendo criterios de la guerra fr�a? Nos preguntamos, sabr� ese joven que levanta la mano entre el p�blico que con ese criterio de que las tecnolog�as eran neutras, un imperio tan gigantesco como la URSS termin� colapsando? Sabr� ese joven c�mo los EEUU obligaron a la URSS a competir en un camino donde no le pudo seguir el tren al Imperio?
 
Parece que no hemos aprendido demasiado de la historia, quiz� porque se siguen leyendo los mismos manuales de marxismo que condujeron a tantos y a tantos fracasos de la humanidad. Grobocopatel nos corre por izquierda y mientras amasa fortunas con la soja, pone en duda que el Capitalismo sea el camino para la Argentina. Seguramente muchos se conmover�n por esas declaraciones de un gran empresario. Pero nosotros, que nos hemos conmovido en cambio cuando un piquetero nos ha expresado que constru�an el comunismo en Gerli, en torno a un par de panader�as y a tres comedores de indigentes, que nos hemos conmovido por su mirada de excluido, su candidez piquetera y su alma sin complejidades, y no obstante, le hemos sugerido con bastante crueldad que le pidan un subsidio a Cargill para construir la sociedad comunista en el Gran Buenos Aires� porque dejarlos persistir en una estrategia idiota nos parec�a a�n m�s cruel que despertarlos al mundo terrible de lo real�.
 
Nosotros, podemos creer en la candidez de un piquetero, pero no creemos en la candidez de los poderosos. Y en esto del Poder y de los poderosos creo que no hay izquierdas ni derechas, porque el Poder entra�a siempre la sumisi�n de los otros, la delegaci�n del poder de unos en los otros, entra�a la antigua ecuaci�n entre el amo y el esclavo. Y bien que recordamos que los que aborrec�an las relaciones del pueblo con su l�der durante el Peronismo, y no comprendieron o no quisieron comprender, que en la eclosi�n de los pa�ses perif�ricos de la posguerra, esa adhesi�n incondicional a un l�der dado, entra�aba la mayor garant�a de lucidez y de futura ciudadana y tambi�n de posible madurez de la conciencia. Y a�os m�s tarde, los mismos que dec�an aborrecer aquella relaci�n de supuesta subordinaci�n, ellos, o acaso sus descendientes directos, nos ofrecieron la alternativa de los partidos de clase o de las organizaciones pol�tico militares que ahora si institucionalizaban definitivamente las relaciones internas de poder en nombre de un horizonte mesi�nico, y obligaban a la obediencia extrema bajo las formas militarizadas de una racionalidad instrumental y bajo la amenaza de la punici�n de las heterodoxias y de las conductas transgresoras�
 
Y estamos ahora en la zona del Ecotono de los paradigmas, esa frontera difusa entre aquellos que no terminan de morir y los otros que no terminan de nacer o de imponerse, tal como es el caso de la complejidad. Una zona de frontera entre ecosistemas mentales donde abunda la confusi�n y la ignorancia. Queremos cambiar el capitalismo por el Socialismo pero no cuestionamos las tecnolog�as y nos alimentamos con comida chatarra o con soja transg�nica. Somos antiimperialistas yanquis e insistimos en que esto de la Globalizaci�n es el mismo verso de siempre, desde Col�n hasta hoy siempre lo mismo, me dijo uno� qu� maravilla de idiotas ilustrados, se cr�an como el perejil y abundan como la bosta de paloma! Ni siquiera parecen haber metabolizado el colapso de la URSS, como si no se hubiesen dado por enterados, y ni siquiera sospechan que los paradigmas de entonces sean cosa del pasado. En un encuentro de pensamiento en la CTA recuerdo que uno dijo algo tremendamente honesto, pero a la vez, pat�tico: yo s� que el mundo cambi�, y que cambi� mucho, pero yo tom� la decisi�n de seguir pensando igual que en los setenta. El mundo puede cambiar, yo no�.
Seguimos con un Che convertido en camisetas ilustradas, olvidando que si hubo algo que caracteriz� al Che que conocimos fue el compromiso extremo con su tiempo, su disposici�n a darlo todo, a retirarse del poder y arriesgarlo todo nuevamente en una empresa revolucionaria. Y tambi�n que hasta �ltimo momento se esforz� por entender, por reflexionar y por aprender de su entorno, de sus errores y de la tragedia de la que fue parte principal. Una tragedia en que estuvimos todos metidos, cada uno dando lo que pod�a, con la mayor lealtad que ten�amos, y que en aquellos a�os no era poca. La recuerdo a Beatriz Fortunado, Bechy, en octubre del 67 visit�ndome en el hospital de la C�rcel de Villa Devoto donde me repon�a yo de las torturas a que hab�a sido sometido a inicios de ese mismo a�os por insurgente y por la Polic�a de la Provincia de Buenos Aires. La recuerdo absolutamente choqueada por las noticias que nos bajaban de Bolivia, no soport� su mente tanto dolor y se escap� para siempre hacia el mundo atroz de la locura. Hab�a sido la mente m�s brillante en la generaci�n de los primeros activistas de la Juventud Peronista en el 55, ella personalmente pens�, fund� y dirigi� Trinchera, el hist�rico peri�dico de la Juventud Peronista en los a�os dif�ciles del Plan Conintes. Cuando la llev� a Cuba en el a�o 68 los m�dicos me dijeron que eran much�simos los trastornados por la muerte del Che, una legi�n de locos entra�ables que dieron a su manera testimonio extremo e insensato, de aquellos a�os dif�ciles.
Lo siento, no puedo compartir estas historias tan pero tan fuertes, con yogures transg�nicos aunque sean socialistas, ni con empresarios de la Soja progresistas, pero que iniciaron sus fortunas durante la dictadura militar, no puedo sacralizar a las tecnolog�as de punta en nombre de una idea de progreso que se me cay� definitivamente con la nube de Chernobyl que me pas� por arriba de la cabeza cuando estaba en Estocolmo, no puedo comprender que se pretenda profundizar en el estudio del sistema capitalista y que se proponga cambiar la relaci�n de propiedad de la tierra y se acepten los cultivos de soja transg�nica como un instrumento �til a las nuevas comunidades campesinas, tal como est� ocurriendo en algunos movimientos sin tierra del hermano pueblo de Brasil. Creo que haberse quedado en el antiimperialismo yanqui, puede en ciertos casos significar estar del otro lado del mostrador...
Las transnacionales de la globalizaci�n s�lo saben hacer negocios y convertir todo en mercanc�a. No podemos dejar de se�alar hoy los riesgos de ciertos acuerdos comerciales entre la Rep�blica Bolivariana y la Rep�blica Argentina. Nuestro pa�s dispone de enormes reservas petroleras, y siempre tuvo abundante gas oil propio y subsidiado para las actividades rurales. Si hoy no lo tenemos y precisamos de la ayuda venezolana es porque hemos convertido graciosamente a Espa�a en una potencia petrolera y porque nos hemos transformado gracias a REPSOL YPF en exportadores de petr�leo crudo. La ayuda venezolana no nos ayuda, todo lo contrario, posibilita mantener esa ecuaci�n neocolonial en que entramos en los a�os noventa y que el actual Gobierno mantiene sin mayores modificaciones. A ese Fuel Oil venezolano lo pagamos con maquinaria agr�cola y crecientes acuerdos de cooperaci�n tecnol�gica para el agro. Tambi�n ello nos preocupa y mucho. El INTA, el instituto Nacional de Tecnolog�a Agropecuaria, que interviene en las negociaciones, fue formado luego del golpe que derroc� al Gobierno Constitucional de Per�n en 1955 para incorporar en la Argentina la llamada Revoluci�n Verde, proceso que modific� las pautas de la agricultura tradicional con agrot�xicos, semillas h�bridas y maquinaria pesada. Desde aquellos a�os, finales de los 50, el INTA se ha ocupado siempre, de "modernizar" nuestra agricultura, ello quiere decir: industrializarla, hacerla de mayor escala, y en los �ltimos tiempos abrir las puertas para que de la mano de las Transnacionales la Argentina entre en la llamada Revoluci�n Biotecnol�gica, semillas GM (gen�ticamente modificadas) con creciente dependencia a insumos, aumento en el uso de venenos, mayor concentraci�n de la tierra e incorporaci�n de tecnolog�as de punta como GPS o sistemas de agricultura satelital.
Las tecnolog�as no son neutras. Pensar que su signo o sus valores, depend�an de quienes las manejaban, condujo en forma reiterada a la humanidad y a la lucha de los pueblos a enormes fracasos. Y si algo hemos aprendido es a evitar caer en la fascinaci�n que en forma de espejitos o cuentas de colores, cost� alguna vez la libertad de los primeros americanos. Nosotros tememos que las tecnolog�as que la Argentina, el INTA y en especial el coordinador t�cnico del INTA designado responsable de los acuerdos, lleven a la Rep�blica Bolivariana, sean elementos que terminen favoreciendo a los sectores m�s reaccionarios del pa�s hermano y, en especial, que saquen a la Reforma Agraria en curso de su escala actual de producci�n local y campesina. Estamos seguros que Venezuela es hoy uno de los lugares claves donde se decide el porvenir de nuestra Patria Grande y por ello mismo, donde las tensiones entre lo viejo y lo nuevo, entre los paradigmas obsoletos y las nuevas miradas sobre el mundo global, encuentran las tensiones que son propias de todo gran alumbramiento. Todos los pueblos de nuestro continente miran con expectativas los caminos que en Venezuela se deciden y esas miradas y esas expectativas nos comprometen mutuamente.
Nosotros pensamos que los monocultivos de Soja atentan absolutamente contra los pueblos abor�genes y campesinos, contra sus Culturas y sus h�bitats, pensamos que han provocado el despoblamiento del campo y que han convertido las ciudades en megal�polis inmanejables. Pensamos, asimismo, que la ingesta de Sojas transg�nicas es parte de un exterminio calculado para acabar con los sectores "prescindibles" de este modelo de concentraci�n y de exclusi�n. La Soja no es un alimento humano, a lo sumo es un forraje para rumiantes. Reencontrarnos y asumirnos como Pueblos, significa fundamentalmente pararnos en nuestra propia Cultura y ello implica arraigo en la tierra, recuperar y reasumir como nuestras las propias semillas de variedades y reconocer nuestros patrimonios culturales, entre ellos y principalmente, el patrimonio alimentario. Por todo ello, lo decimos bien claro: la Soja no es ni ser� Bolivariana, que nadie se confunda, la soja es y ser� de Monsanto y de los grandes pooles de siembra que han transformado a nuestros pa�ses en Republiquetas Sojeras.

Jorge Eduardo Rulli
Horizonte Sur Radio Nacional AM Argentina
www.grr.org.ar
grupodereflexionrural@hotmail.com.ar


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