Argentina: La lucha continúa
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Una encuesta revela un abrumador apoyo a la educación sexual y un enorme rechazo a los argumentos en contra de la iglesia
De eso sí se habla
Ocho de cada diez argentinos creen que es un tema "importante" y el 95 por
ciento quiere que se brinde en las escuelas. Una amplia mayoría rechaza los
argumentos con los que se opone la Iglesia. Nueve de cada diez opinan que se
deben explicar todos los métodos anticonceptivos. Son datos de una encuesta de
Página/12 sobre un debate pendiente. La opinión de los expertos
Carlos Rodríguez
Página 12
Una encuesta exclusiva acerca de las percepciones públicas sobre la polémica
entablada en relación a la educación sexual en las escuelas, realizada a nivel
nacional por Enrique Zuleta Puceiro a pedido de Página/12, reveló que el 81 por
ciento de la población entiende que la incorporación de esa materia "es un tema
importante y prioritario", porque "el 78,3 de los niños, adolescentes y jóvenes
tiene un nivel insuficiente o muy insuficiente de educación sexual". Uno de los
planteos más espinosos, la intervención de la Iglesia Católica en el debate, fue
zanjado con un resultado francamente opuesto a la injerencia de los obispos, que
en los últimos tiempos –a través de voceros– ha generado los mayores
encontronazos. El 34 por ciento de los consultados opinó que la curia "debe
abstenerse totalmente de opinar sobre el tema", mientras que otro 30,9 por
ciento sostuvo que el punto de vista de la Iglesia "sólo debe tener valor para
las escuelas propias, confesionales" y no en los establecimientos laicos. Apenas
el 24 por ciento de los encuestados entiende que "es correcto" que el Episcopado
intervenga en forma directa en el debate. Al margen de los números, el
encuestador Zuleta Puceiro destacó que "las personas consultadas en todo el
país, más allá de su condición social, demostraron un interés muy grande por
expresar sus ideas acerca del tema, lo que está confirmando en forma contundente
que se trata de una cuestión prioritaria para la mayoría".
Las preguntas incorporadas a la encuesta tuvieron en cuenta una serie de
controversias que alcanzaron gran repercusión a través de los medios, en los
últimos tiempos, a partir de las intervenciones furibundas en contra de la
educación sexual en los colegios de algunos prelados y dirigentes políticos.
Entre ellos se destacaron el arzobispo de Resistencia y titular saliente de la
Pastoral Social del Episcopado, monseñor Carmelo Giaquinta, y el jefe de la
Democracia Cristiana, Carlos Traboulsi, quien encabezó una manifestación que
interrumpió el avance en Diputados de un dictamen que aprueba la incorporación
del tema en los colegios:
- Uno de los resultados más rotundos expresa que el 92,2 por ciento de los
encuestados está "de acuerdo" o "muy de acuerdo" con que la educación sexual
"disminuye la cantidad de embarazos no deseados".
- El 97,5 cree que la educación sexual "favorece el desarrollo saludable de las
personas" y el 85,5 considera que la personalidad de los jóvenes "se afirma" a
partir del mayor conocimiento en materia de los temas relacionados con la
sexualidad.
- Por el contrario, el 74 por ciento rechaza que el mayor conocimiento pueda
"aumentar el riesgo de contraer enfermedades" que se transmiten por vía de las
relaciones sexuales. Del mismo modo, el 65,3 por ciento está "en desacuerdo" o
"muy en desacuerdo" con que la mayor información promueva "la promiscuidad
sexual" en los jóvenes.
- En otros temas que también se pusieron en debate, a partir de la intervención
pública de los sectores más conservadores de la Iglesia, también la derrota fue
contundente: el 75,9 no cree que la educación sexual en los colegios provoque la
pérdida de los valores tradicionales (familia, matrimonio, fidelidad) y el 63,6
considera que la educación tampoco adelanta el "debut" sexual de los jóvenes.
- Otra pregunta clave fue si el mayor conocimiento sobre el tema podría
"favorecer la homosexualidad", como expresaron sectores fundamentalistas durante
una manifestación realizada la semana pasada en el Congreso. El 79,4 estuvo "en
desacuerdo" o "muy en desacuerdo" con que la orientación sexual de los jóvenes
pueda ser definida a partir de la información.
La encuesta fue realizada entre los días 10 y 11 de noviembre pasado. Se utilizó
una muestra nacional de 600 entrevistas directas a personas mayores de 18 años,
que residen en 65 localidades de todo el país. En el muestreo estuvieron
contempladas todas las regiones. Se utilizaron cinco estratos poblacionales:
Area Metropolitana, con ciudades mayores a cienmil habitantes; ciudades de entre
50 y 100 mil habitantes; ciudades menores a diez mil habitantes. Los resultados
presentan un error del 4 por ciento global para los totales y el nivel de
confianza llega al 95 por ciento. Zuleta Puceiro insistió en cuanto al "nivel de
compromiso de los encuestados". Recalcó que "la gente no se limitaba a responder
negativa o positivamente a las preguntas, sino que pedía explicar el por qué de
sus opiniones. Yo estoy a favor o en contra, por esto y por esto. No me corte,
era la expresión más escuchada", dijo el encuestador.
Zuleta Puceiro admitió que algunos resultados "pueden parecer ambiguos". Por
ejemplo, cuando se dice que "están de acuerdo con la educación sexual en los
colegios, pero a la vez, el 87 por ciento de los encuestados cree que los padres
deben tener ‘el papel central’ en esa tarea educativa". El encuestador opinó que
eso puede originarse "en que todavía falta información acerca de los contenidos
de la materia y la forma en que se va a implementar su traslado a los jóvenes".
De todos modos, la mayoría "el 52,9 por ciento, cree que el Estado es quien debe
fijar un programa básico y obligatorio". En forma complementaria "los padres y
la escuela deben trabajar sobre los temas específicos, tomando en cuenta las
características de cada uno de los lugares".
Consultada por Página/12, la sexóloga Virginia Martínez Verdier, explicó que
para superar los prejuicios sobre el tema "hay que explicar en forma clara de
qué hablamos cuando hablamos de educación sexual". Para evitar "los temores
sobre un posible aliento de la promiscuidad, hay que trabajar sobre el tema de
los valores y los afectos. Todavía hay personas que creen que los jóvenes deben
iniciarse con prostitutas, porque existe la fantasía de que el hombre debe
aprender y ésa sería la forma más adecuada. Hay que transmitir otros contenidos,
porque el encuentro sexual no es una descarga higiénica, no es un acto
mecanizado, es un acto de amor". Martínez Verdier, a favor de la educación
sexual en los colegios, piensa que es necesaria la participación de los padres:
"Porque nosotros mismos no hemos sido educados sexualmente. Incluso los
educadores tampoco han tenido ese tipo de educación, de manera que hay que
empezar por ellos y después instrumentar un sistema educativo serio que comience
desde el jardín de infantes y avance hacia otros niveles de la educación".
La sexóloga dice estar preocupada porque se piense que "lo que se busca es pasar
de la represión total a la libertad total. Esto sería totalmente negativo y
somos muchos los que pensamos así, aunque sólo lo expresa la Iglesia. Es
necesario hablar del tema y empezar educando a los padres, porque muchos padres
no están educando emocionalmente a sus hijos para la práctica sexual. Es un
problema la represión, pero también lo es el sexo irracional, como lo practican
los animales. La educación sexual debe servir para demorar el debut sexual, para
que los más jóvenes busquen formas alternativas de satisfacción sexual, pero
eviten las relaciones de riesgo, con penetración. Eso sería muy positivo".
La jefa de Obstetricia del Hospital Alvarez, Diana Galimberti, consideró
necesario la educación sexual teniendo en cuenta que "un 15,4 de los 700 mil
nacimientos que se producen anualmente corresponden a madres menores de 19 años.
Esto significa que más de cien mil chicos tienen madres menores de edad. El
0,45, unas 3150 mamás, tienen menos de 15 años". Para Galimberti, si bien el
problema se hace más evidente en las zonas más postergadas del país, el problema
central en todos lados es "la falta de programas de educación sexual, a pesar de
que está probado que tienen un impacto positivo sobre la salud integral de los
jóvenes y para evitar los embarazos no deseados".
María Gabriela Bohmer trabaja en el Centro Jakairá, en el barrio porteño de
Chacarita, donde se brinda asistencia y contención a chicas menores de 18 años
que han tenido ya su primer hijo. "También damos cabida a los padres jóvenes,
pero no son muchos los que se acercan. Por lo general, tanto la mamá como el
papá, son personas que han abandonado los estudios en el ciclo primario". A
pesar de la precaria educación formal recibida, "todos tienen información sobre
cuestiones sexuales, pero por la propia omnipotencia de los jóvenes, que piensan
que a ellos ‘no les va a pasar’ o por inconsciencia, no se cuidan". Reconoce
que, en algunos casos, esos jóvenes "no tienen acceso a los métodos
anticonceptivos, o a veces piensan que con el DIU, ya están a salvo del virus
del sida".
Bohmer está convencida de que la educación sexual en las escuelas "es un paso
muy importante, pero también hay que pensar en la forma de llegar a los
adolescentes, que a veces, no tienen acceso al colegio. Muchos de los embarazos
no deseados se producen en esa franja de la población juvenil". En el hogar de
Chacarita se realizan tareas de sostén terapéutico y "talleres de crianza". El
objetivo es "tratar de planificar el segundo embarazo y ese es un objetivo que
debe tenerse muy en cuenta cuando se habla de educación sexual".