Argentina: La lucha continúa
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Día de furia en haedo
Javier Lema y Luis Gambino
El Diario de Morón
Dos periodistas de El Diario de Morón reconstruyeron hora tras hora el
estallido del 1º de noviembre en la estación de Haedo que conmovió a la
Argentina.
6.02
Un mecánico de la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA) reveló a El Diario
que un tren en mal estado destruyó el tercer riel, por lo que, a partir de esa
hora, los trenes andaban mano y contramano en la misma vía, ocasionando más de
una hora de demora.
6.58
Un convoy se detiene en Padua por averías. Pero finalmente siguió otras
cuatro estaciones, bajo la presión de los pasajeros.
7.50
La formación se detuvo en el andén bajo del lado norte de la estación Haedo,
con un principio de incendio en uno de los vagones ocasionado por un desperfecto
eléctrico, y los pasajeros debieron cambiar de tren. La nueva formación llegó
minutos después, estacionó en el andén alto, pero venía atestada a causa de una
demora de más de una hora.
Al encontrarse las dos formaciones, con unos dos mil pasajeros en total, y al no
poder continuar con el viaje, se desataron las protestas. Los usuarios
comenzaron a quejarse a viva voz, a arrojar piedras sobre los trenes mientras el
fuego, aparentemente producto de un desperfecto técnico, se propagó en los
primeros vagones.
8.01
Arriba a la estación Haedo otra formación, y cuando los pasajeros varados
quisieron subir fue imposible porque ya estaba repleta.
Ante el tumulto, el conductor de esa unidad se fugó y comenzaron a arrojarse
piedras y las quejas airadas. El fuego en los vagones agregó imágenes dantescas
a la furia popular. Los usuarios bajaron del andén y cortaron las vías para
seguir protestando.
8.30
Alertados por el incendio, una dotación de Bomberos Voluntarios de Morón
intentó acercarse al lugar para detener el fuego. Juan Carlos Martínez,
subsecretario de defensa civil y seguridad de la Municipalidad de Morón,
comentó: "recibimos una llamada de los bomberos pidiendo apoyo para entrar al
lugar, ya que la gente no los dejaba pasar. Así nos enteramos del conflicto.
Luego de unos minutos, uno de los bomberos llama por radio, se notaba el pánico
en su voz, porque la gente había comenzado a pegarle con un pedazo de barrera a
la autobomba".
Ante este cuadro, los bomberos debieron retirarse sin cumplir su tarea y por el
lado norte de la estación, un patrullero con tres efectivos pretendió
infructuosamente detener los incidentes, pero sólo generó más indignación. La
turba se abalanzó sobre los oficiales que apenas alcanzaron a dar algunos
palazos y huir despavoridos. El móvil policial fue volcado e incendiado por
completo. Además, uno de los manifestantes más exaltados se robó del vehículo
dos chalecos antibalas y una pistola nueve milímetros. El muy ingenuo la tuvo
encima hasta que tres horas después lo arrestaron. En el medio de las piedras,
las corridas y los palos, estallaron los vidrios de la casa de empanadas ubicada
justo enfrente de la estación.
9.26
Mientras los trenes seguían ardiendo, el comisario Julio García, jefe de la
Departamental de Morón, se acercó vestido de civil y sin armas para entablar
diálogo con los manifestantes, escuchar las demandas y poder diluir el
conflicto. "La masa –según Martínez–, sin ningún tipo de organización", se le
fue encima al comisario y uno de las personas le arrojó un pedazo de cordón
cerca del ojo izquierdo. Así, el diálogo quedó trunco porque, según dijeron
luego fuentes policiales, no había con quién hablar, nadie que condujera la
situación y "cada persona reaccionaba por sí misma".
Luego de estos primeros incidentes, el grueso de la gente comenzó a dispersarse
y quedaron sobre las vías alrededor de 200 personas. El grupo se componía de
gente de distintos estratos sociales y con más o menos nivel de agresividad.
Había obreros, cartoneros, estudiantes, jubilados, profesionales, pero sobre
todo jóvenes. Los más violentos se quedaron cerca del andén destruyendo y
robando lo que podían, los otros se sentaron en los alrededores o aplaudían en
forma de protesta.
10.15
Un grupo de policías con escudos plásticos y palos, y otro grupo de similar
característica de la Gendarmería Nacional, armó un vallado humano a 150 metros
del paso a nivel. El de Gendarmería fue sobre la calle Rivadavia y la policía se
apostó sobre 19 de Noviembre, una de las calles diagonales a Rivadavia.
Cuando se desplegó el operativo policial, el ambiente se tensó. Los
manifestantes fueron hasta la estación de servicio ubicada en esa diagonal,
comenzaron a tirar piedras, palos y botellas a los gendarmes y, según un playero
de la estación de servicio, amenazaban con las mangueras surtidoras de
combustible. Pero no pudieron sacar nafta porque el personal había cortado la
luz y trabado el expendio.
La misma agresión sufrió la Policía ubicada sobre la diagonal. Como los
manifestantes no recibieron respuesta de parte de las fuerzas de seguridad,
retornaron hacia las vías. Para ese momento, ya estaban sobre los rieles las
máquinas expendedoras de boletos que un pequeño grupo golpeaba contra el andén
para robarle las monedas.
En poco tiempo y mientras más y más curiosos se acercaban al lugar, se
sucedieron distintos hechos delictivos: devastaron el humilde copetín al paso
ubicado sobre el andén, saquearon un puesto de revistas que estaba a unos metros
de las vías (los diarios y revistas fueron encontrados en poder de un par de
cartoneros), reavivaron el fuego en los dos trenes estacionados y comenzaron a
quemar la antigua estación Haedo. Desde el extremo del andén que da a Ramos
Mejía, se podía ver a unas veinte personas saqueando el bar al paso: se llevaban
cajones de cerveza, gaseosas y hasta la garrafa de gas. En estos incidentes y en
el posterior robo de aluminio de los trenes, participó sólo un grupo de 15 o 20
exaltados que procedían a cara descubierta.
12.15
El ambiente era tan denso que se cortaba con cuchillo. TBA había pedido,
horas antes, a sus obreros que retiraran las unidades para poder salvar algún
vagón, pero estos se negaron al ver el cuadro de situación. El gentío estaba muy
disperso, el ministro del Interior de la Nación, Aníbal Fernández, ya hablaba de
un complot entre sindicalistas y un grupo armado especialmente para el conflicto
(Quebracho), mientras los periodistas que estaban en el lugar no podían
acercarse demasiado al grupo de jóvenes violentos porque eran agredidos a
golpes. Los periodistas de El diario recibieron un par de piedrazos. A golpes de
tubería destrozaron una cámara de canal 7.
Según comentó Martínez, la composición del grupo de gente que se quedó hasta el
final cambió hora tras hora. "Entre las 9 y media de la mañana y el mediodía, la
situación se empezó a complicar, cada vez menos eran los usuarios y más las
personas que, creo, en ningún momento habían estado en el tren. Llegaron para
hacer pillaje y saqueos, pero no eran los que originalmente estaban a las 8 de
la mañana en el lugar. La situación la ganaron los violentos que se subieron al
reclamo enardecido de la gente", dijo el subsecretario de Seguridad.
13.00
Alejandro del Groso, uno de los principales dirigentes de la agrupación
Quebracho aseguró que no habían organizado la manifestación, pero que unos pocos
militantes de su grupo se sumaron al reclamo para "hacer el aguante ante la
represión policial".
14.15
Los primeros detenidos por la Policía bonaerense, fueron dos menores que se
escapaban por el lado contrario al conflicto, hacia la estación de Morón, luego
de robar una de las máquinas expendedoras de boletos ubicada en el centro del
andén. La policía los detectó y los dejó salir unos metros más allá del final de
la plataforma. Fueron detenidos por sorpresa, mientras caminaban entre el pasto
que rodea las vías. Sus bolsos estaban repletos de monedas.
14.25
Se empezaron a escuchar los disparos que marcaban el avance del cajón
circular dispuesto por las distintas fuerzas de seguridad en las inmediaciones
de la estación. Las manifestantes no tenían espacios por donde escapar, la única
grieta, según contó luego personal policial, era por Rivadavia hacia Ramos
Mejía. Como personal de civil se infiltró entre los manifestantes, ya habían
diferenciado a los saqueadores y a los vándalos de entre los usuarios furiosos
que no cometieron delitos. Entonces, entre los que escapaban por Rivadavia se
detenía a los que ya habían sido identificados. En el lugar de los hechos sólo
se detuvo a no más de diez personas; las demás detenciones (hubo 86 en total) se
realizaron en los alrededores.
Fuente: El Diario de Morón 04/11/05
www.eldiariodemoron.com.ar