Argentina: La lucha contin�a
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Argentina: La tragedia en el Penal de Magdalena
Pena de muerte extrajudicial
El�as Neuman
APE � Tercer mundo on line
Lo ocurrido en la prisi�n de Magdalena se reduce, en el tratamiento de
m�ltiples medios de difusi�n, a una suma de an�cdotas sobre la vida
infrazool�gica de la prisi�n, las posibles causas que generaron el llamado mot�n
y las escas�simas defensas opuestas a la muerte. De modo paralelo se recogen
algunas versiones sobre los hechos de los pol�ticos de profesi�n en funciones
gubernamentales. No se registra la mera y elemental condolencia a los familiares
de los muertos por parte de autoridad alguna. Nadie explica el sentido de mano
dura expl�cita que significa esta pena de muerte extrajudicial o que se trataba,
en su gran mayor�a, de presos sin condena o sea inocentes hasta que una
sentencia firme dijera exactamente lo contrario.
Lo ocurrido en la prisi�n de Magdalena se reduce, en el tratamiento de m�ltiples
medios de difusi�n, a una suma de an�cdotas sobre la vida infrazool�gica de la
prisi�n, las posibles causas que generaron el llamado mot�n y las escas�simas
defensas opuestas a la muerte. De modo paralelo se recogen algunas versiones
sobre los hechos de los pol�ticos de profesi�n en funciones gubernamentales. No
se registra la mera y elemental condolencia a los familiares de los muertos por
parte de autoridad alguna. Nadie explica el sentido de mano dura expl�cita que
significa esta pena de muerte extrajudicial o que se trataba, en su gran
mayor�a, de presos sin condena o sea inocentes hasta que una sentencia firme
dijera exactamente lo contrario.
La "operaci�n limpieza" ya se ha producido como producto del "gatillo f�cil"
carcelario y subsiste la idea, abrumadora, cruel, pero dentro de cierta
tradici�n luctuosa del pa�s, que los muertos fueron "tirados" para
desestabilizar a alguna campa�a pol�tica en abstracto o a alg�n funcionario en
concreto...
Los que murieron eran gente de abajo que son los que pueblan las c�rceles (aun
de los pa�ses centrales). En c�rculos �ulicos se habla de la "selectividad del
sistema penal". Es un eufemismo avieso. Lo que ocurre es que la aplicaci�n de la
ley penal es, dicho en castellano, discriminatoria, de ah� que a la c�rcel
llegan los delincuentes pobres y fracasados. Los delincuentes econ�micos rompen
la red de la justicia.
Los presos han dejado de interesar al sistema. Y el control social institucional
se atasca y atiborra de detenidos y las comisar�as ampl�an sus funciones -y
desnaturalizan las propias- aloj�ndolos en sus cub�culos. Vivimos en tiempos del
Estado-control social y es mejor cuanto m�s represivo aparece para solucionar
los miedos del hombre medio.
A ello se suma la pena de muerte extrajudicial en las calles y en las c�rceles.
Y digo pena de muerte porque la aplican organismos formales del poder punitivo
del Estado, polic�a y administraci�n carcelaria, de modo deliberado e, incluso,
mediante omisiones garrafales.
En la pasada �poca del capitalismo industrial interesaban los reclusos y su
"readaptaci�n social". Se entend�a que, ya en libertad condicional o definitiva,
pod�an devenir �tiles al sistema como operarios cual un eslab�n de la cadena
productiva. Readaptaci�n era ense�anza de trabajo en las prisiones. Pero para el
sistema neoliberal, que alienta al capitalismo financiero y de servicios, los
recluidos han dejado de interesar. Ni sus vidas ni sus muertes. Adem�s, �a qu�
ense�ar trabajos en las c�rceles si luego no se consiguen empleos en extramuros?
Ser preso es dejar de ser persona humana, convertirse en categor�a legal para el
mundo de las estad�sticas.
No debemos asombrarnos si los colchones que existen en casi todas las prisiones
son de poliuretano y que ello ocurra en el pa�s de la lana o del yute que es lo
que se prescribe para las c�rceles. El poliuretano qued� demostrado en el mal
llamado "mot�n de los colchones", en tiempos de la dictadura, de la c�rcel de
Villa Devoto (14 de marzo de 1978) en que murieron por asfixia y quemaduras 61
reclusos del pabell�n 6, lanza, al tomar contacto con el fuego, un humo denso
que llena r�pidamente los pulmones. Al fin, estalla en bolas de fuego que se
pega en las carnes de la poblaci�n hacinada. Hubieron otros casos: el de la
c�rcel de Olmos en 1992 y en Formosa en la Comisar�a del Menor... Y all� est� el
conmovedor ejemplo de lo ocurrido en la Disco Croma��n.
Tambi�n en Magdalena hubo "ausencia del Estado" que permite penetrar en un
l�gubre trasfondo: el neoliberalismo cumple su planificaci�n mediante el
paradigma de un Estado penal, autoritario, que est� lanzado, dentro de las
democracias formales, al control social de los de abajo, de los probables
insumisos y rebeldes. Y, por cierto, de quienes han tomado por el atajo del
delito o la protesta social. Por desgracia siempre habr� que esperar soluciones
esquinadas y muertes de los sin chance.
El sistema no avanza hacia el pleno empleo pero elimina a aquellas personas que
engendr�.