Las elecciones generales del próximo 23 de octubre marcarán un sólido
respaldo en las urnas al gobierno de Néstor Kirchner y, paradójicamente, se
convertirán en un punto de inflexión en la trayectoria de este mismo gobierno
que no podrá sostener en el resto de su mandato ninguno de los supuestos logros
que ha logrado exhibir en una gestión caracterizada por el zigzagueo político en
busca de una base social nunca encontrada y por el inestable equilibrio en el
bloque burgués gobernante.
No habrá sorpresas en el resultado de las elecciones del próximo 23 de octubre
en Argentina. Eso es seguro. El oficialismo, entendiendo por tal a todas
aquellas ofertas electorales que apoyan al presidente Néstor Kirchner, obtendrá
un amplio respaldo en las urnas.
Se puede asegurar, de antemano, que Kirchner ampliará notablemente aquél magro
21% obtenido en las elecciones del 27 de abril de 2003 que, a duras penas, le
otorgaba el segundo lugar y el derecho a disputar un ballotage con Carlos Menem
(ganador en esa primera vuelta), quien luego desistiría de competir en una
segunda vuelta y, por ende, el patagónico se convertiría en un presidente
surgido de un insólito marco electoral, diseñado a la medida del gobierno que
encabezaba Eduardo Duhalde, que adoptó la tramposa e inédita variante de los "neolemas"
permitiendo que tres candidatos del Partido Justicialista (el tercero era Adolfo
Rodríguez Saá) participaran, en forma independiente, de la elección general y
que dos de ellos accedieran a la definición en segunda vuelta.
En la suma general el gobierno saldrá nítidamente favorecido en cuanto a la
cooptación de bancas de un ya inexistente Congreso Nacional. Por eso, la
victoria electoral podrá ser leída, en principio, como un respaldo a la gestión
de Kirchner.
Distritos esquivos
Habrá, sin embargo, tres distritos en que el oficialismo no podrá hacer pie. La
ciudad de Buenos Aires perfila un final abierto entre el ARI de Elisa Carrió y
la variante claramente derechista que encabeza Mauricio Macri. El candidato del
presidente en ese distrito, el actual canciller Rafael Bielsa, deberá
conformarse con un módico tercer puesto.
Las elecciones del 23 de Octubre posibilitarán un sinceramiento político en la
provincia de Santa Fe. Todo indica que el ex-Intendente de Rosario, el
socialista Hermes Binner, se impondrá sobre la lista del peronismo santafesino.
Binner ya había sido el candidato individualmente mas votado en las elecciones
de gobernador del 2003, pero la vigencia de la "ley de lemas" (ahora derogada)
en esa provincia determinó que el peronista Jorge Obeid (oriundo de Diamante,
Entre Ríos) accediera por segunda vez a la gobernación santafesina al acumular
la suma de los votos de los numerosos "sublemas" encabezados por candidatos sin
chance alguna que utilizaron el paraguas protector del PJ.
La provincia del Chaco parece ser el único distrito en que la Unión Cívica
Radical mantiene intacta su hegemonía. Todas las encuestas indican que la lista
respaldada por el gobernador Angel Rozas se impondrá con bastante amplitud, a
pesar de su distanciamiento con los principales referentes nacionales del
centenario partido.
Queda la incógnita de Río Negro y Mendoza donde las huestes de Kirchner pugnan
por desplazar dos distritos tradicionalmente radicales y el incierto desenlace
de la avanzada kirchnerista que ha llegado a Neuquén donde el presidente ha
conformado una macrocoalición con la UCR, el ARI y otros sectores minoritarios
con el único objetivo de derrotar a la lista de legisladores del históricamente
gobernante Movimiento Popular Neuquino, cuyo jefe político, el gobernador Jorge
Sobisch, se ha convertido en un socio importante del sector dolarizador de la
burguesía argentina que, ahora, tiene como abanderados a Macri y al ex-radical
Ricardo López Murphy.
Todo lo demás se perfila como kirchnerista, mas allá que el actual presidente ha
conformado un núcleo variopinto y sin identidad política ni ideológica, el que
más temprano que tarde acarreará las consecuencias inexorables de cualquier
engendro de ocasión.
¿Qué es el "Frente para la Victoria"?
Si se observa con algún detenimiento puede concluirse que Kirchner ha urdido la
sigla de "Frente para la Victoria" para formalizar las candidaturas de los
aspirantes a diputados y senadores que lo respaldarán en el Congreso Nacional.
Mas allá que eso le resultaba indispensable en la "madre de todas las batallas",
que es la provincia de Buenos Aires, donde el gobierno nacional porta como
emblema electoral a la esposa del presidente, Cristina Fernández de Kirchner, y
se presenta por afuera de la estructura orgánica del PJ cuya lista de candidatos
a senadores nacionales es encabezada por "Chiche" Duhalde, lo cierto es que el
fenómeno se reproduce -con ligeras variantes en su denominación- en casi todos
los distritos electorales del país.
Desde su asunción como presidente, Kirchner ensayó tres vías de acción: la "transversalidad",
el acceso al PJ en un intento de coexistencia con Duhalde para ganar tiempo en
pos de edificar una hegemonía propia y, ahora, el Frente para la Victoria.
El fracaso de las dos primeras tácticas es demostrativo que el "kirchnerismo" no
logró afianzarse en ningún sector social concreto. Una primera consecuencia de
esa imposibilidad de arraigo fue el acelerado divorcio de grupos y
personalidades y la consiguiente rivalidad interna. La pelea entre Kirchner y
Duhalde por el predominio electoral en la provincia de Buenos Aires no es
únicamente una feroz contienda donde se mezclan negocios, corrupción y
oportunismo sino que, fundamentalmente, constituye la mejor expresión de la
fractura y desgranamiento del bloque de la burguesía argentina que llegó al
gobierno en enero de 2002, cuyos líderes políticos naturales eran Duhalde y
Alfonsín. La nueva alianza se completaba con el apoyo de un sector de la
jerarquía de la iglesia católica en Argentina y con un fracción importante del
capitalismo vernáculo, asfixiada por la convertibilidad y, por ende, urgida como
con la soga al cuello para obtener una devaluación del peso argentino que le
permitiera sobrevivir como grupo económico. Vale recordar que un personaje
emblemático de este sector de la burguesía vernácula, el entonces presidente de
la Unión Industrial Argentina (UIA) Ignacio De Mendiguren, fue ministro de la
producción de Duhalde.
Este sector del capitalismo encontró en Roberto Lavagna al mejor gestor de sus
intereses a punto tal de exigir -como condición innegociable para continuar
apoyando al proyecto gobernante- que Kirchner lo mantuviese como ministro de
economía a partir del hecho indiscutible que Lavagna fue el artífice de la
resurrección de Duhalde al ser convocado para reemplazar a Eduardo Remes Lenicov.
El "kirchnerismo" es, entonces, la resultante (casi inesperada para muchos de
sus integrantes) de un audaz golpe de mano de cuadros provenientes de la
Juventud Peronista de los años ´70, que llegó al gobierno como producto de la
profunda división de la burguesía argentina producida en el transcurso del año
2001, la imposibilidad del dúo Duhalde-Alfonsín de seguir conduciendo la
transición conforme a lo planeado inicialmente y el colapso de la representación
política tradicional.
Es incontrastable que el gobierno de Kirchner surgió como instrumento por
descarte para la reorientación económica planeada por la conjunción de factores
que tomaron el gobierno en enero de 2002 desplazando al sector dolarizador del
capitalismo argentino que había tenido como abanderados a Carlos Menem, Fernando
De la Rúa y Domingo Cavallo. Este sector dolarizador colocó, no obstante,
algunas piezas fundamentales en el gobierno de Kirchner: el vicepresidente
Daniel Scioli, el ex-ministro de Justicia Gustavo Béliz y el actual presidente
del Banco Central Martín Redrado (cabeza visible en Argentina del grupo
transnacional "Citycorp", que posee numerosos tentáculos financieros en todo el
planeta entre los cuales se destaca la poderosa entidad bancaria llamada "Citybank").
Así, un grupo remanente de un ya antiguo desmembramiento del peronismo (el mejor
ejemplo es el canciller Bielsa, que se había alejado hacía muchos años del PJ y
había conformado su propia organización política en la ciudad de Buenos Aires)
llegó a la Casa Rosada. Sin base social propia de ningún tipo, sin estrategia,
sin cohesión interna, sin demasiados cuadros y, sobre todo, sin programa de
acción. Lo ocurrido desde entonces se caracterizó por un eje predominante: la
búsqueda por parte del elenco actualmente gobernante de todo aquello que carece.
Todo eso en el marco del rumbo económico trazado por el ala devaluacionista de
la burguesía argentina, que se aferró inicialmente a la Unión Europea y hoy
debate la conveniencia (o no) de aceptar su ingreso a "un ALCA progresivo y
moderado", según palabras del propio Bielsa.
Eso es hoy el "kirchnerismo": un gobierno en busca de todo lo necesario para ser
tal. Y con nulas posibilidades de encontrarlo, mas allá del resultado electoral
del próximo 23 de octubre. Por ende, el "Frente para la Victoria" es solo un
aguantadero político que soportará -y ganará- sin mayores problemas esta
contienda electoral pero que no tiene proyección ni destino histórico en la
política argentina como no lo tuvo la tan mentada "transversalidad".
La izquierda en su laberinto
No sería pertinente dejar fuera de este análisis a la izquierda argentina, es
decir a todos aquellos sectores que se reivindican portadores del pensamiento
marxista revolucionario. El cuadro no puede ser mas patético. La izquierda
argentina está sumida en un proceso de terribles contradicciones internas. La
confusión en sus filas es solo la expresión de su incomprensión acerca de lo que
significó la caída de la Unión Soviética y los países de Europa del Este. Dado
que no se tuvo la suficiente claridad teórica para analizar aquél proceso
histórico resulta inexorablemente lógico el desastroso estado político que
exhibe la izquierda argentina en los últimos 15 años.
Esto vale para tanto para las posturas izquierdistas oportunistas que compraron
la idea (lanzada desde la derecha) que las masas del este europeo habían optado
por el retorno al capitalismo y la democracia burguesa como para las posturas
ultraizquierdistas infantiles que prefirieron ver, en aquél momento, la
definitiva revolución proletaria derrumbando las últimas barreras que habían
edificado Stalin y sus secuaces para frenar el acceso a una verdadera
construcción socialista que ahora parecía concretarse. Unos y otros
constituyeron el anverso y reverso de la misma medalla que implicaba un
gigantesco (y grotesco) equívoco político. Las consecuencias están a la vista.
En este marco no vale la pena incursionar en las divisiones y subdivisiones en
que se ha fragmentado la oferta electoral de la izquierda para el próximo 23 de
octubre. Ninguna de ellas tendrá peso específico, mas allá que alguna pueda
alcanzar algún escaño en algún órgano legislativo del país.
El único dato significativo es que el Partido Comunista (PC) ha abandonado su
prédica y su construcción del llamado "frentismo de izquierda" al haber sellado
la ruptura de la coalición llamada "Izquierda Unida" que durante diez años
compartió con su ahora ex-socio político: el Movimiento Socialista de los
Trabajadores (MST). Ahora, el PC apuesta a conformar un nuevo "frente grande"
como el que originalmente impulsó en 1992 y que, posteriormente, se vio obligado
a abandonar cuando los sectores visceralmente anticomunistas pactaron con un
hombre de la ultraderecha católica como José Octavio Bordón para conformar el
Frepaso (1994), que, luego, fue "furgón de cola" en la Alianza encabezada por De
la Rúa.
La nueva experiencia a la que se ha volcado el PC se denomina "Encuentro Grande"
y todo indica que es un incierto salto al vacío que su conducción, encabezada
por Patricio Etchegaray, ha intentado para negociar su definitiva inserción en
un espacio reformista donde confluyen el Partido Socialista, algunos sectores de
la ya irreversiblemente fragmentada Central de Trabajadores Argentinos (CTA),
grupos minoritarios de la llamada "centroizquierda" y recientes defraudados de
la "transversalidad" kirchnerista. Semejante dislate político ha llevado a que
este "Encuentro Grande", que ahora apuntala el PC, incluya como aliado electoral
en un distrito (San Juan) a la Unión Cívica Radical mientras que en otros
distritos el propio PC mantiene todavía la oferta electoral de "Izquierda Unida"
ante la imposibilidad de haber conformado el "Encuentro Grande".
El bandazo táctico que implica pasar, casi sin transición, de los "frentes
grandes" a los "frentes chicos" (o viceversa) es claramente demostrativo de la
falta de proyecto estratégico del Partido Comunista argentino. Los "frentes
grandes" implican diluir toda identidad marxista y revolucionaria en propuestas
hegemonizadas por algún sector de la burguesía. Los "frentes chicos" constituyen
la mera sumatoria de sellos partidarios "de izquierda" sin base social alguna y,
por ende, se convierten en sectas recicladas en cada turno electoral. Ambas
experiencias demuestran la miopía teórica acerca de la indispensable
construcción de un frente único antiimperialista que debe tener como eje al
núcleo más activo y dinámico de la clase trabajadora unificado, por lógica, con
la mayor parte del conjunto de esa misma clase (aunque este sujeto social no
constituya, todavía, un colectivo ideológicamente homogéneo) y como aliados
naturales a los demás sectores sociales y políticos objetivamente agredidos por
el imperialismo y el gran capital. La mejor experiencia actual al respecto, en
América del Sur, es la encarnada por Hugo Chávez en Venezuela.
Entonces, la gran asignatura pendiente de la izquierda en Argentina sigue siendo
la recomposición teórica, política y organizativa de las fuerzas marxistas que,
indudablemente, existen en nuestro país pero que permanecen en un estado de
dispersión indefinido a partir que las tradicionales organizaciones políticas de
la izquierda argentina se han convertido en cáscaras vacías de todo contenido
revolucionario.
Nada nuevo bajo el sol en Entre Ríos
En Entre Ríos tampoco habrá demasiadas novedades el 23 de octubre. La lista
orgánica del PJ (siempre bajo la rimbombante denominación de "Frente para la
Victoria"), que impulsa el gobernador Jorge Busti, se impondrá con bastante
amplitud y retendrá las tres bancas de diputados nacionales que renueva y a las
que accederán la ex-titular del Consejo General de Educación de la provincia
Blanca Osuna (quien va por su reelección a la Cámara Baja del Congreso
Nacional), el actual diputado provincial Raúl Patricio Solanas (hermano del
actual Intendente de Paraná, Julio Solanas, que tiene aspiraciones y excelentes
chances de ser el candidato a gobernador del PJ en 2007) y el ex-juez federal de
Concepción del Uruguay, luego devenido a Intendente de esa ciudad por el PJ
(1999-2003), Eduardo Lauritto. Las otras dos bancas de diputados nacionales en
disputa por el distrito electoral Entre Ríos quedarán, casi seguramente, en
manos de la Unión Cívica Radical, cuya lista es encabezada por el ex-Intendente
de Paraná Sergio Varisco (1999-2003).
La única incógnita está dada en saber si la UCR no resignará uno de esos dos
escaños a manos del Nuevo Espacio Entrerriano (NEE), una coalición surgida al
calor de la inicial "transversalidad" kirchnerista que agrupa, fundamentalmente,
a casi todo el peronismo de Gualeguychú (ciudad en la que gobierna) y a sectores
escindidos de otros partidos, lo cual ha determinado que, paradójicamente, el
único diputado nacional que tiene actualmente el NEE sea el ex-Intendente de
Concepción del Uruguay por la UCR (1983-1987) Juan Carlos Lucio Godoy. En esta
oportunidad, la lista de diputados nacionales del NEE es encabezada por su jefe
político, Emilio Martínez Garbino (de Gualeguaychú), quien aspira a retornar al
Congreso Nacional en calidad de "ultrakirchnerista" después de haber integrado
la Cámara Baja como "menemista todo terreno" y convalidado aquella recordada
maniobra del inefable Alberto Pierri, que en 1992 ordenó cerrar las puertas del
recinto para evitar que los diputados opositores dejaran sin quórum a ese cuerpo
legislativo y, además, ordenó a los mozos ocupar las bancas faltantes para
falsear la legitimidad de la sesión legislativa que sancionó la Ley de Reforma
del Estado (verdadera "ley marco" que posibilitó a Menem el feroz desguace del
Estado argentino) en un episodio que pasó a la historia como el de los "diputruchos".
El NEE se ha convertido en un aguantadero político y ello se acentuará si ahora
no obtiene, al menos, un escaño en la Cámara de Diputados de la Nación.
Cinco ofertas más decorarán el acto electoral en Entre Ríos, aunque ninguna de
ellas tiene chance alguna de alcanzar una de las cinco bancas de diputados
nacionales que renueva esta provincia. El menemismo residual, aliado con los
seguidores de Rodríguez Saá, busca un espacio de cara al 2007 a través de una
lista que encabeza el ex-senador nacional Héctor Maya (también de Gualeguaychú)
que aspira a obtener los votos de la derecha peronista y de los sectores
entrerrianos alineados con Macri, cuya propuesta orgánica en Entre Ríos
(encabezada por el paranaense Agustín Addy) se retiró de la contienda después de
haber protagonizado un papelón dado que más de la mitad de las fichas de
afiliación eran falsas y un alto porcentaje pertenecía a ciudadanos fallecidos,
lo cual motivó una medida cautelar de la Justicia Electoral que obligó al
repliegue del macrismo entrerriano.
También en Entre Ríos se reproduce, en forma calcada, la variante de "Encuentro
Grande" impulsada por el Partido Comunista, quien se ha aliado al grupo de
centroizquierda "La Red", cuya actual diputada provincial Lucy Grimalt encabeza
la lista de candidatos seguida de un abogado tradicionalmente comprometido con
la defensa de los derechos humanos: José Iparraguirre. El "Encuentro Grande"
tiene posibilidades de hacer una interesante elección en Paraná (tanto Grimalt
como Iparraguirre son oriundos de la capital de la provincia) pero carece de
estructura y cuadros en todo el interior de Entre Ríos, lo cual reducirá
notablemente su performance electoral. Grimalt ha sido, además, la única
legisladora provincial que ha marcado notorias diferencias favorables en el
perfil de su trabajo (impulsó importantes proyectos de ley sobre cuestiones de
género y salud reproductiva) en una Legislatura provincial caracterizada por la
chatura y la mediocridad. Por contrapartida, el otro socio de la ya desaparecida
coalición "Izquierda Unida", el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST),
que no tiene personería en este distrito electoral pero que su condición de
partido nacional le otorga la posibilidad legal de presentar candidatos a
diputados nacionales en todo el país, hace su solitario debut electoral en Entre
Ríos llevando a la cabeza de la lista a la docente paranaense Claudia Gelfo en
lo que parece ser una típica opción testimonial.
Completan la grilla el Partido Humanista con la abogada concordiense Bernardita
Zalisñak como recurrente candidata en primer término y con pocas posibilidades
de repetir la buena elección de 2001 cuando obtuvo una cantidad inesperada de
votos y el Partido Popular de la Reconstrucción (PPR) que nuclea a los
seguidores del recordado coronel levantisco Mohamed Alí Seineldín (oriundo de
Concordia), que lleva como primer candidato al abogado paranaense del Foro por
la Familia (una organización estrechamente ligada a la derecha católica) Augusto
Pazo.
Además de los cinco diputados nacionales que se elegirán en Entre Ríos (no se
renuevan cargos provinciales ni municipales), Busti ha lanzado una consulta
optativa y no vinculante sobre la reforma de la Constitución provincial que
habilite su hipotética reelección. Mas allá que en los últimos días la Justicia
Electoral le ha destrabado algunas cuestiones formales, no es seguro que la
consulta no sea "bajada" en los últimos días dada la tremenda indiferencia
social por el tema y la marcada -aunque discreta- falta de disposición que
demuestran los Intendentes del PJ y diversos cuadros medios del oficialismo para
trabajar por la reforma. La ecuación es sencilla. La preocupación de todos los
aspirantes del PJ a suceder a Busti al frente de la Casa Gris para que no se
habilite la reelección del actual gobernador es inversamente proporcional al
deseo de cada uno de ellos de ser "bendecidos" por Busti como "su" candidato a
gobernador en el 2007 porque ello implica correr con la ventaja de contar con el
aparato del PJ y del propio Estado provincial a la hora de dirimir internas y
generales.
Todo indica que no habrá reforma ni reelección y que la consulta constituye un
último intento de Busti para disciplinar a su tropa y así garantizarse la
gobernabilidad hasta el final de su mandato. Solo podría haber reforma si la UCR
acuerda en lo que sería un verdadero Pacto de Olivos en versión entrerriana, lo
cual les permitiría a ambos partidos llegar a la Convención Constituyente con un
paquete celosamente atado. Y la UCR solo negociará si se excluye la reelección
inmediata del gobernador en ejercicio, a lo cual Busti -a su vez- accederá si se
acuerda sobre una cláusula no escrita pero cuyo cumplimiento exigirá a
rajatablas: las futuras gestiones (sean peronistas o radicales) deberán
obligarse, de antemano, a no revisar judicialmente lo actuado en todas las
gestiones anteriores, especialmente en lo que se refiere a hipotéticos delitos
en contra de la administración pública. Esto pondría a cubierto tanto lo actuado
durante el gobierno de Busti como lo actuado por el gobierno anterior del
radical Sergio Montiel. Y no es descabellado suponer que ello se pacte y se
cumpla porque muchos integrantes de ambos gobiernos seguirán siendo
protagonistas de la política entrerriana en el futuro inmediato.
Cerrando este análisis sobre las inminentes elecciones en Ente Ríos cabe decir
que de los 839.705 ciudadanos habilitados para votar en esta provincia (de los
cuales 429.941 son mujeres y 409.764 conforman el padrón masculino) es posible
que, al menos, un 20% no concurra a votar. En las elecciones de Noviembre de
2003 (cuando Busti fue electo gobernador) el "contravoto" constituyó la segunda
fuerza electoral entrerriana incluyendo en este heterogéneo conglomerado a todos
los entrerrianos que no optaron por ninguna de las ofertas electorales de ese
momento (no concurrieron a votar, votaron en blanco o anularon voluntariamente
su voto introduciendo en el sobre un papel que no era una boleta oficializada).
Ahora, es posible que ese "contravoto" pueda disputarle un hipotético primer
lugar al oficialismo y esa es la otra gran razón que originó la convocatoria a
la consulta por la reforma de la Constitución provincial en un frustrado intento
de movilizar a la sociedad entrerriana.
De todos modos, el sistema proporcional en su variante D´hont descarta el
cómputo del conjunto del "contravoto" y efectúa la adjudicación de las bancas en
función, únicamente, de los votos obtenidos por cada fuerza política a través de
la operación aritmética de la división que le permite obtener los cocientes para
acceder a cada escaño. En este cuadro resultarán tremendamente favorecidos el PJ
y la UCR que se verán beneficiados por una polarización más artificial que real.
Por eso es altamente posible que, en definitiva, el PJ asegure tres bancas y la
UCR las dos restantes en las elecciones del próximo 23 de octubre.
Paradójicamente, el NEE tendrá mas problemas en esta oportunidad para obtener
una banca (cuando se eligen cinco diputados nacionales) que en el turno
electoral anterior (cuando se elegían solamente cuatro) porque, aunque el
sistema es el mismo, la previsible disminución de su porcentaje de votos con
relación a la elección de 2003 le impedirá a Martínez Garbino retornar al
Congreso Nacional.
El día después
En sentido inverso a lo que se piensa, la victoria electoral no hará que
Kirchner inaugure el camino político que siempre ha prometido transitar. No
existen condiciones objetivas para ello y no podrá prescindir del apoyo (cada
vez más parecido a un salvavidas de plomo) de la burguesía devaluadora. De
hecho, la esposa del presidente ha empezado a enarbolar la bandera programática
fundamental de este sector: disminuir las retenciones al agro. "Chiche" Duhalde
había sido pionera en poner el tema blanco sobre negro en esta campaña y la UCR,
con distintos matices y modalidades, también hace suya esta propuesta.
Para el gobierno, el tema constituye una encerrona. La disminución de las
retenciones recortará sensiblemente sus posibilidades de sostener el altísimo
grado de asistencialismo que se está realizando a través de los diversos planes
sociales. Y la falta de ahorro interno hará necesaria la emisión de moneda para
adquirir las divisas que le permitan cumplir con los compromisos externos. Vale
recordar que, vencido el período de gracia obtenido por Lavagna durante el
gobierno interino de Duhalde, se ha comenzado a abonar el pago del megacanje de
la deuda concedido bajo condiciones escandalosas a Cavallo durante la última
etapa del gobierno de De la Rúa. Ese fue el paso a una fase cualitativamente muy
superior de la exacción de riquezas que ha sufrido el país en los últimos 30
años.
El gobierno de Kirchner obtendrá, seguramente, muchos votos pero seguirá
careciendo (cada vez en mayor medida) de la base social necesaria para
deslizarse por otro camino que no sea acentuar su sistemático doble discurso:
denunciar enérgicamente la voracidad de los acreedores externos pero acatar el
cumplimiento de los pagos de la deuda con mayor celo y puntualidad que todos los
gobiernos anteriores.
Después del 23 de octubre asistiremos a un brutal sinceramiento de la grave
situación en que se encuentra el país. Y el contundente respaldo electoral que
va a recibir el gobierno será utilizado para imponer un descarnado ajuste
económico sobre la mayoría de los argentinos y, muy especialmente, sobre un alto
porcentaje de sus votantes. Será paradójico y dramático. Pero no hay dudas que a
Kirchner ya no le queda camino alguno para retornar a su siempre demagógico "setentismo",
que nunca fue otra cosa que acomodarse con mejor discurso a peores ocasiones.
Después del 23 de octubre habrá llegado la hora en que los argentinos deberemos
reflexionar hasta cuándo vamos a permitir que nos sigan cambiando espejitos por
oro.
* Mario Raúl Bordón es Abogado de la ciudad de Concordia (Entre Ríos).