Argentina: La lucha continúa
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Un motín en el penal de Magdalena termino con un incendio que provoco 32 muertes
Otra cárcel que se convirtió en infierno
Según la versión oficial, en una revuelta los presos desataron un incendio. Los
32 internos murieron asfixiados. Un funcionario judicial denunció que no había
agua para apagar el fuego y que fueron otros presos quienes ayudaron a sus
compañeros.
El incendio comenzó a las 22.30 de la noche del sábado y el motín fue controlado
a la mañana.
Horacio Cecchi
Página 12
La
UP28 del Servicio Penitenciario Bonaerense, en Magdalena, se inscribió
brutalmente el sábado a la noche en la historia carcelaria cuando 32 de los 58
internos de uno de sus pabellones, el 16, murieron calcinados o asfixiados por
un incendio que hizo estragos según la norma habitual y consuetudinaria:
colchones de poliuretano y frazadas sintéticas como pasto de las llamas. El
ministro de Justicia bonaerense, Eduardo Di Rocco, aseguró que todo se había
iniciado en una pelea entre presos. Curiosamente, no se registraron heridos.
Según el propio Di Rocco, todos los fallecidos lo habían sido por efecto de la
asfixia. El funcionario judicial Juan Manuel Casolati, que se presentó en el
lugar, denunció ante la Justicia una versión completamente diferente: "El fuego
se apagó solo. Los bomberos nunca entraron. No había agua en las bombas contra
incendio y los matafuegos no funcionaban. Los que rescataron sobrevivientes y
cuerpos fueron los presos del pabellón de al lado. Ahora están aterrados porque
son testigos de todo lo que pasó". Los relatos de los internos del pabellón 15
son dantescos. Los familiares relataron haber visto "cantidad de cadáveres
tirados en el piso como basura".
La UP28 es una de las 3 unidades del SPB en la localidad de Magdalena, a unos 60
kilómetros de La Plata, además de la 26 y la 32. Alberga 1040 presos. Al fondo
de la 28, durante el año 2003 fueron levantados cuatro pabellones colectivos. Se
trata del 15, 16, 17 y 18. Los cuatro corresponden a Autodisciplina, destinados
a presos no conflictivos, que trabajan y estudian dentro del penal y que están
próximos a recuperar su libertad. Cada uno de los cuatro pabellones está
destinado a 30 presos, pero en la actualidad es ocupado por 60. Fue en el sector
de las camas, alrededor de las 22.30 del sábado, donde se inició el fuego que
después hizo estragos con tanto poliuretano al alcance. Por qué se desató la
primera llama es tema de análisis pericial y es parte de la clave del desastre.
Las primeras informaciones, a partir de la mañana de ayer, tenían como fuente
excluyente a las autoridades del SPB. Estas sostenían que en orden cronológico
se había producido una reyerta entre presos, que derivó en un motín durante el
que se prendió fuego a los colchones. "Es un pabellón de autodisciplina y por
eso nos llama la atención la violencia de la pelea." También se filtraban
versiones de que la pelea se había iniciado porque la guardia había cortado la
luz al pabellón y provocó una protesta, o que todo comenzó como una protesta
porque se decidió acortar las horas de visita en el Día de la Madre. Ninguna de
estas versiones tiene asidero. La del corte de luz fue desmentida por el propio
Di Rocco: "Es un pabellón de autodisciplina. Ellos mismos cortan la luz". La del
recorte de horas fue negada por las autoridades y por los propios internos.
Entretanto, los familiares de los presos comenzaron a reunirse en el frente del
penal a la medianoche reclamando información. "Hasta las 9 de la mañana la cifra
oficial de muertos llega a 17, aunque se ha certificado que hay una mayor
cantidad de víctimas debido a la gran cantidad de internos asfixiados por la
quema de colchones y por heridas de cuchillos y facas", informaban a Télam
voceros del Ministerio de Justicia. Después, las heridas de cuchillos y facas se
esfumarían y comenzarían a tomar peso las muertes por asfixia e intoxicación.
Fernando Díaz, titular del SPB, aseguró que "hemos tomado el control del penal
que durante la noche había estado en manos de los internos. Ahora no quedó
ningún sector sin controlar y los internos han regresado a sus pabellones y se
está haciendo el recuento. Sabemos que superamos los 17 muertos". Más tarde se
supo que los fallecidos eran 32.
Durante todo el día, unos 500 familiares pugnaban por conseguir información. "No
sabemos absolutamente nada, estamos esperando noticias", contó la madre de un
preso. La lista con los nombres de los fallecidos recién llego a la noche.
Blanca, familiar de un recluso que llego al penal el jueves pasado, relató que
"nos filtramos y vimos cualquier cantidad de cadáveres con las manos como si
hubieran estado agarrados a las rejas".
Por la tarde se hizo presente en el lugar el secretario de ejecución penal de la
Defensoría General de San Martín, Juan Manuel Casolati, acompañado por otro
funcionario de la defensoría, Gabriel Franco. Su versión es absolutamente
diferente a la relatada por la voz oficial, y fue presentada ante la fiscalía 4
de La Plata, que investiga la muerte de los 32 presos. En su testimonio aseguró
que "cuando llegamos era todo un infierno. Adentro del pabellón estaba todo
quemado y no había restos de agua. Lo que dijeron los presos es que los bomberos
recién llegaron una hora más tarde y nunca entraron". Según la descripción, en
la cabecera y detrás de cada uno de los cuatro pabellones hay bombas de agua
contra incendio. "Nosotros comprobamos las bombas. Estaban secas. No tenían
agua. Y los matafuegos estaban llenos pero no tenían fuerza, estaban vencidos."
Casolati solicitó a la fiscalía que secuestrara los matafuegos para periciarlos.
Según los relatos de los internos brindados al funcionario judicial, las puertas
del 16 fueron cerradas apenas se desató el incendio. Los del 15 percibieron humo
del otro lado y escucharon gritos desesperados. Fueron testigos de la
inactividad de los bomberos y de que no había agua en las bombas. Tomaron
entonces por asalto el pabellón, saltaron por los techos hasta el sector abierto
que los separa del 16 y con banquetas y mazas provistas por los bomberos
lograron abrir un boquete en la pared y ayudaron a salir a los sobrevivientes y
rescataron parte de los cuerpos. "Entramos al 16 y era un horror. Nos cubríamos
con mantas y frazadas que habíamos mojado del otro lado", relató uno de ellos.
"Le tiré un balde con agua a un preso, para ayudarlo. Pero estaba muerto, todo
negro, seco y pegado contra la ventana." Unos cuantos de los internos del 15,
según describió Casolati, quedaron shockeados por las escenas.
La respuesta de la guardia que, según los presos, había cerrado las rejas y no
había prestado ayuda, desató la indignación del pabellón 15, el mismo que había
participado en el rescate. El clima se enrareció a tal punto que derivó en un
motín. Los del 15 avanzaron sobre el taller y le prendieron fuego. En la
refriega resultó herido un solo penitenciario, el jefe de la unidad del domingo,
Cristian Núñez, internado con traumatismo de cráneo. Otros cuatro guardias
tuvieron principios de asfixia. Además de los 32 presos fallecidos, otros 6
fueron internados con el mismo síndrome de Cromañón: el cianuro despedido por el
poliuretano.
La fiscalía 4, a cargo de Sergio Delucis, caratuló el caso como "daños y
averiguación de causales de muerte". La misma fiscalía investiga la muerte de
dos reclusas de la UP33 de Los Hornos, que fallecieron de un modo semejante:
durante una batucada (protesta ruidosa), estaban "engomadas" (encerradas) en la
celda. Prendieron fuego al colchón. Los guardias llegaron media hora después. A
una la sacaron muerta. La otra falleció en la internación. Días después, otra
presa que estaba a punto de quedar libre murió carbonizada en su celda. Los
penitenciarios dijeron que fue suicidio. La fiscalía sigue averiguando