Argentina: La lucha continúa
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La tragedia
educativa
Ana Lorenzo: "Alguna vez en la Argentina los responsables de los desastres se
tienen que hacer cargo"
Entrevista de Dora Cattoni y Oscar Caram
El pasado 14 de setiembre, como quien descubre la Luna llena, el gobernador
bonaerense Felipe Solá dijo que había que volver a implementar la escuela
secundaria. En un reconocimiento tácito -o no tan tácito- del desastre educativo
provocado por la aplicación a rajatabla de la Ley Federal de Educación, el
mandatario provincial anunció que ahora había que volver atrás. Muy cerca de él,
ocupando la Vicegobernación, está Graciela Gianetazzio, una de las responsables
máximas de la implementación de la norma que marcó el inicio de la catástrofe
educativa más devastadora de que se tenga memoria, y que formó parte de los
tantos despojos implementados desde el poder durante nuestra segunda década
infame.
Y ni ella, ni el entonces gobernador Duhalde, ni funcionario alguno que
estuvo o sigue estando se hace cargo del tema, ni sale a reconocer públicamente
que quienes advertían en aquellos tiempos lo que iba a suceder tenían razón. Una
de las voces que se levantaban era la de Ana Lorenzo, docente, licenciada en
Ciencias de la Educación, investigadora y ex subsecretaria de Educación de la
Ciudad de Buenos. Junto a otros que predicaban en el desierto, como el
recordado Alfredo Bravo, Lorenzo anunció en cuanta mesa redonda, charla
debate o reportaje público pudo, que el engendro legal que se iba a aprobar era
la sentencia de muerte para la educación pública. Orgullosa de haber sido la
primera funcionaria que renunció a la Intendencia metropolitana de Carlos Grosso,
Ana Lorenzo recuerda que ella acercó a la función pública a Daniel Filmus
-actual ministro de Educación- a quien tuvo como su segundo en la gestión.
Esta es parte de la charla que tuvimos con ella en el curso del programa
«Grandes de Ayer y de Hoy», en Radio Caseros (91,5 FM).
-Vos, que fuiste una estudiosa de la famosa Ley Federal de Educación, ¿qué
tan federal es esa ley?
-Yo suelo decir que la situación educativa que estamos padeciendo es la
consecuencia de dos procesos sincrónicos: por un lado, la profunda crisis social
hasta niveles inimaginables, y por el otro la Ley de Educación y la
autodenominada transformación educativa. Es notable ver cómo algunos gurúes
pedagógicos -porque así como hay gurúes económicos, también los hay pedagó-gicos-
coinciden en calificar como dramática la situación educativa, pero ninguno de
ellos -y muchos dieron letra o fueron funcionarios para esa transformación-
ponen como una de las causas del desastre la aplicación de esa ley. Es como
cuando los gurúes económicos que fueron responsables del vaciamiento y de la
entrega del patrimonio, la desocupación, la desindustrialización, se animan a
dar recetas de lo que hay que hacer. Y estos gurúes pedagógicos, sin hacerse
ninguna autocrítica, sin hacerse cargo de lo que hicieron, hoy siguen diciendo
lo que hay que hacer en materia educativa. Acá hubo bloques ideológicos y
políticos que llevaron adelante esta transformación, y algunos de ellos son
pedagogos egresados de la Universidad pública y en los años 80 eran exponentes
de las llamadas "pedagogías críticas". Muchos de estos pedagogos fueron
cooptados por las políticas neoliberales, que por el cumplimiento de las
recomendaciones del Banco Mundial o del Banco Interamericano de Desarrollo,
fueron funcionarios nacionales o provinciales o fueron asesores, y son los
responsables de esta situación que tenemos hoy. Yo pongo mucho énfasis en esto
porque digo que alguna vez en la Argentina los responsables se tienen que hacer
cargo. Y así como hubo impunidad por el genocidio cometido, también hay
impunidad por los desastres económicos y políticos. Y la situación de crisis de
la educación no es un hecho de la naturaleza, no es una decadencia normal y
esperable del sistema educativo. De ninguna manera. Hay algunos que fueron
responsables de introducir ciertas modificaciones. Y si bien la ley posibilitó
esta política, para mí la ley es el símbolo de esa política, y que probablemente
esas políticas educativas se habrían implementado con o sin ley. Pero como la
consagración fue legal, si nosotros pudiéramos derogar esa ley, sería un síntoma
de que se quiere desandar ese camino. Esto se asemeja a lo que la política
menemista hizo en otros ámbitos. Para pesadilla de la historia, el menemismo
ejecutó legalmente lo que no había podido hacer ni la peor de las dictaduras
genocidas.
-Cuando se discutía la ley, vos advertías las consecuencias que tendría.
Incluso citando el caso de países donde se había implementado y el desastre que
resultó. Y a muchos nos sonaba como una sinrazón, como algo traído de los pelos,
pero la reforma fue funcional a un modelo, a un proyecto. El menemismo lo
insertó dentro de su proyecto.
-Absolutamente. Es más, así como el patrón ideológico del menemismo era el
neoliberalismo, también la política educativa tenía las recomendaciones de los
organismos financieros internacionales. Desde fines de los 80, el Banco Mundial
se convirtió en la usina de producción de políticas educativas, por sobre la
propia UNESCO. Y la UNESCO de esos años, que poco tiene que ver con la UNESCO de
décadas anteriores, se limitaba a pedagogizar las recomendaciones del Banco
Mundial. Así como sugiere las políticas de salud. Ahora, ¿por qué son peligrosas
estas políticas? Porque son muy seductoras. Parten de diagnósticos de los
sistemas educativos tradicionales, que los podríamos firmar. Porque cuando
nosotros criticamos la transformación educativa, no lo hacemos desde el recuerdo
nostálgico de las supuestas excelencias, que nunca las hubo. Pero una cosa es
criticarlo, y otra la dirección que tomó en los 90. Y este discurso neoliberal
retoma muchas de las críticas que nosotros le hacíamos al sistema educativo. Y
también retoma muchas de las consignas levantadas por los sectores populares: la
autonomía, mayor descentralización, creatividad, iniciativa, es de una gran
seducción. Pero es muy tramposa, toma palabras como "autogestión". Por ejemplo,
el Banco Mundial, con contribuciones argentinas -porque como sabemos los
argentinos somos muy vivos-; como el caso de FIEL, que hace "aportes" a la
educación. Entonces aparece como una cosa democrática, autogestiva; cada
comunidad educativa gestionando la educación. Yo digo que en Cuba o en Suecia, y
al margen de que nos guste más o menos el sistema imperante, debemos reconocer
que son países donde se ha logrado un altísimo grado de homogeneidad económica,
social, cultural, etcétera; yo ahí me animo a hablar seriamente de autogestión
educativa, porque partimos de sociedades igualitarias: están todos en
condiciones de gestionar la educación de sus hijos. ¿Pero ésa es la situación de
Argentina y el Tercer Mundo? ¿Qué pasaría por ejemplo aquí en Caseros?
Seguramente en el centro está la Escuela Nº 1, que es de sectores medios, pero
veinte cuadras hacia adentro hay una escuela que debe estar en medio de una
villa. ¿Qué autogestión de la educación van a hacer esas comuni-dades?
Autogestionar la educación en estas condiciones de desigualdad implica legalizar
las diferencias.
-Cuando el sistema educativo tendría que apuntar a disolverlas.
-Tal cual. Uno de los objetivos de la educación es contribuir a la
homogeneización de la sociedad. Transmitiendo un componente fundamental que es
el conocimiento. Y la apropiación de ese conocimiento por parte de nuestros
chicos, hoy tiene más que ver con el origen social de cada uno que con la acción
pedagógica de la escuela. E insisto: no hay que achacarle a la ley toda la
responsabilidad de lo que no hizo, y ya hizo muchas barbaridades. Esto no fue
provocado por la ley, fue agudizado.
-A propósito, si tuvieras que definir en pocos puntos las consecuencias de la
ley...
-En principio, un cambio de estructuras absolutamente innecesario, injustificado
y totalmente artificial y caprichoso. Nosotros lo advertíamos antes de su
aplicación: El EGB iba a obligar a convivir a chicos de seis años con
adolescentes de quince, siempre y cuando no hubiera repetidores. Esto origina
problemas psicopedagógicos y didácticos totalmente nuevos, además de horarios,
intereses, inquietudes, totalmente opuestos. En segundo lugar, instituciones
mucho más grandes. Y todos sabemos que la mejor escuela no es la más grande sino
la más chica. En tercer lugar, reformular toda la formación docente...podríamos
citar infinidad de problemas, ya desde su formulación era cuestionable. Y si
desde su formulación fue cuestionable, mucho más se agravó con la manera de
implementarlo. Con el agravante de que la provincia de Buenos Aires resolvió dos
maneras de articulación: hay EGB que funcionan en ex escuelas primarias, hay
terceros ciclos de EGB que funcionan en ex escuelas secundarias. Por lo cual
esto es un caos porque nadie sabe cómo están funcionando estas escuelas. Si le
agregamos que no hubo ninguna formación para los docentes o los directivos, uno
piensa ¿cómo nuestros chicos no van a fracasar en el ingreso a la Universidad?
Suponer que pueden aprender es ir en contra de lo que la realidad misma está
demostrando. La otra cuestión es que la reforma se aplicó de forma diferente en
las 24 jurisdicciones nacionales. Un trabajo muy interesante de la CTERA
demuestra que hay nueve formas diferentes de implementación de la reforma en la
Argentina, por supuesto con niveles de deserción y de fracaso escolar
impresionantes. Cada provincia tiene una estructura diferente. Esto no es un
problema administrativo, de descentralización ni de adecuación a las
características socioculturales de cada provincia, esto apunta contra la unidad
cultural de la Nación.
-¿Puede haber una decisión que revierta esta situación generada por la Ley
Federal de Educación?
-Los pedagogos que venimos resistiendo esta ley y hemos advertido sobre su
riesgos, teníamos la esperanza de que este nuevo gobierno, que había manifestado
la intención de terminar con la herencia recibida -y que de hecho en muchos
aspectos lo hizo, como la derogación de las leyes de impunidad- hubiéramos
querido que se tuviera la misma decisión política contra las dos leyes fundantes
de este modelo político-educativo, que son la Ley Federal de Educación de 1993,
y la Ley de Educación Superior de 1995. Si bien es cierto que hay unas tibias
intenciones de que se podrían revisar, no vemos la suficiente decisión. El
clamor de los docentes es unánime: esto no puede seguir así. Por otra parte,
esto impide que la escuela recupere su función específica. La escuela se ha
visto convertida en un comedor, si bien esto es imprescindible porque no puede
permanecer ciega y sorda ante la crisis viendo cómo vienen los chicos. Si la
escuela da de comer, tiene menos tiempo para enseñar. Yo no estoy diciendo que
deje de hacerlo, porque ¿qué hubiera sido de la Argentina sin la contención de
la escuela pública durante el 2002?
-Y a los movimientos sociales.
-Y a los movimientos sociales, claro. Pero sin la escuela pública yo no sé el
caos que se hubiera producido. Porque cumple esa función asistencial para los
más pobres, que son los que más necesitan la acción de la escuela. Para los
sectores más humildes, su único canal para acceder al conocimiento es la
escuela. Y si la escuela le da solamente de comer, está contribuyendo a lo que
la pedagoga María Teresa Silva llama «las múltiples pobrezas». Ella dice que no
hay una sola pobreza, que hay pobreza de comprensión, de participación, de
comida, de salud, e incluye la pobreza de conocimiento. Y ésa es responsabilidad
de la escuela. El gran desafío es cómo hacemos para que la escuela recupere esta
función específica. En realidad, ningún problema educativo es solamente
pedagógico, es un problema político. En segundo lugar, tenemos que recuperar en
la escuela el valor del conocimiento. El tema es que hoy tenemos chicos del
Polimodal no sólo con problemas de redacción sino de expresión oral. Lo que hay
que tener claro es que, si bien la transformación educativa es responsable de
esto, también lo es la sociedad en su conjunto, empezando por los medios de
comunicación. Porque tampoco es justo pedirle a la escuela que haga todo lo que
la sociedad no hace. Yo no puedo pedirle a la escuela que le enseñe a los chicos
a hablar bien cuando los periodistas de la tele no saben construir una oración
con sujeto y predicado. Y en los diarios, donde parece que ya no hay
correctores, los errores de sintaxis son tremendos. No busco el preciosismo del
idioma sino rescatar la lengua como vehículo de comunicación. La verdad es que
se ha deteriorado la palabra.
-Una falta de léxico que aterroriza...
-En realidad los chicos son las víctimas del modelo ético neoliberal. La idea de
la competencia interpersonal, antivalores como el zafar, que están estimulados
desde los medios de comunicación. No son el esfuerzo, la cooperación, la
solidaridad, valores que la escuela tozudamente sigue predicando. Es notable la
contradicción entre los valores predominantes en la escuela y los de la
sociedad. Por ejemplo, la maestra jardinera le dice al chico: «No traigas un
alfajor porque el alfajor no se puede compartir, traé galletitas así las ponemos
en un plato y comen todos». Esto no es un tema menor, esa maestra le está
enseñando al chico la cooperación, la solidaridad, la idea de compartir. Por
eso, desde el jardín de infantes, y desde antes, se hace política. Porque esto
que está haciendo la maestra está anunciando una sociedad diferente, no una
sociedad de la competencia, del éxito individual.
-Hablabas de víctimas, y un papel importante en la crisis lo tiene el tema de
la postergación salarial y de condiciones de trabajo de los docentes, que deriva
en una situación crónica de conflicto gremial. Esto ha llevado a que parte de la
sociedad, impulsada por ciertos medios de comunicación, culpen a los docentes de
esta situación. Es decir, el docente es el culpable de que el chico no tenga
clases...
-Tal cual, es perfecto lo que estás diciendo. De apóstoles a culpables. Los que
eran apóstoles para la generación del 80 del siglo XIX se han convertido en los
culpables de la crisis, cuando en realidad son las víctimas. Cuando empezó el
proceso de transferencia de escuelas, que comenzó antes de Frondizi y culminó
con Martínez de Hoz cuando se transfirieron de un plumazo todas las escuelas a
las provincias, y sin fondos, hizo que el factor de ajuste del proceso fuera el
salario docente. Un docente de la Capital cobraba el triple o más que otro con
el mismo cargo en Santiago del Estero o Catamarca. Esa diferencia no se
solucionó nunca. Claro, la variable de ajuste para que los presupuestos
provinciales no obligaran a cerrar ninguna escuela, fue el salario docente. Y
éste no es un problema sólo gremial, de legítima reivindicación de los docentes,
éste es un problema elemental de política educativa. Hay que volver a convertir
al docente en un trabajador intelectual. El docente es un trabajador, es un
asalariado, pero su instrumento de trabajo es el conocimiento. Yo quiero un
docente que lea tres libros por mes por lo menos, que vaya al cine, al teatro,
que esté en Internet, que lea dos diarios por día, que esté seis horas
trabajando en la escuela y que el resto se forme, se capacite y esté actualizado
en su disciplina y en el mundo de la técnica, de la cultura y de la política. Y
para eso se necesita un docente bien pago, esto es una decisión política...
-Se necesita otro proyecto de país...
-Otro proyecto de país, porque a mí me parece bochornoso que se esté discutiendo
el traslado de treinta pesos al básico. Me parece lastimoso.
-Es miserable.
-Ésa es la palabra, y eso demuestra la falta de voluntad política.
-Miserable no sólo por el monto. Miserable en cuanto a la concepción.
-Exactamente. Todos sabemos que la educación es muy cara, es tal vez lo más caro
que hay, pero el tema es ver qué es peor, si tenerla o no tenerla, qué es más
caro.
-Hoy estaba viendo que en Retiro hay una escuela habilitada en contenedores y
los chicos van a baños químicos. Y los docentes dicen que trabajan en
condiciones infrahumanas, y acá nomás, justo enfrente de los tribunales de
Comodoro Py. Fijate, todo un símbolo, un símbolo de la injusticia.
-Ahora se está viendo la Ley de Financiamiento Educativo. Hay mucha propaganda
oficial al respecto, y todos estamos contentos de que haya una decisión de
financiar la educación. Ahora, si uno analiza el texto de la ley, que es muy
breve, lo único que dice es lo mismo que decía la Ley Federal de Educación, en
lo único menos malo de esa ley. La única tibia promesa era que en el artículo 61
decía que se tendía a aumentar el financiamiento educativo, de dos maneras:
duplicando el presupuesto en cinco años o bien duplicando el porcentaje del
Producto Bruto Interno destinado a educación, con lo que se tenía que llegar al
6 por ciento del PBI. Y decía que había que elegir una de las dos formas, y que
si no, había que implementar impuestos a los sectores de mayores ingresos.
Bienvenida una Ley de Financiamiento que garantice ese famoso 6 por ciento.
Ahora ¿hace falta una ley para eso? ¿Por qué no se cumple con lo que dice la Ley
Federal que, insisto, es lo menos malo de la ley? En segundo lugar, la Ley de
Financiamiento que acaba de mandar el Gobierno al Congreso no dice que hay que
implementar impuestos para financiar la educación.
-O sea que retrocedemos.
-Retrocedemos. Y más aún, posterga hasta el 2010 la necesidad de llegar al 6 por
ciento del PBI.
-¿Y a qué obedece esto?, porque parece no tener sentido.
-En realidad, ésa es la pregunta del millón. Yo me hice la misma pregunta cuando
por fin tuve el proyecto que mandó el Ejecutivo. Hay otra cosa más grave: no
dice de dónde van a salir los fondos. O peor, dice que los fondos van a salir de
la mayor recaudación fiscal. Y algo más grave: el Gobierno nacional se
compromete a poner 600 millones más por año, y las provincias 1.200 millones más
entre todas. En ninguna parte dice cómo van a hacer las provincias, porque
además tienen una Ley de Responsabilidad Fiscal que les prohíbe aumentar los
gastos corrientes.
-Una pregunta retórica: ¿los fondos saldrán de algún «ajuste»?
-(Risas.) A lo que ya nos tienen acostumbrados...
-¿Ves alguna posibilidad de que se conforme un frente de resistencia a todo
esto, desde los gremios, desde los intelectuales, desde los profesionales de la
educación, como para revertir esto en lo concreto?
-Yo te quiero decir que en estos quince años hubo resistencia. Y si la Ley
Federal no se aplicó en su totalidad es porque hubo resistencia. Yo creo que los
docentes son el sector de la sociedad que más ha resistido. El tema es qué hacer
hoy. Hay pedagogos que han resistido desde sus cátedras, desde sus lugares de
investigación. Me parece que es imprescindible restablecer el debate de ideas. Y
el problema es que los mismos pedagogos que fueron funcionales a la reforma
siguen estando en cargos oficiales. No hay decisión política de revertir la
herencia recibida.