Argentina: La lucha continúa
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Los petroleros escribieron un capítulo heroico en la historia
del movimiento obrero nacional
Rodolfo Nahuel Peña
"Ponga huevo, ponga huevo, que esta lucha la ganamos compañero", cantaban
descontrolada y emocionadamente los obreros petroleros que el martes 11 de
octubre festejaron su día de la Dignidad, su día de la Libertad y no se trataba
del último[1] sino de uno de los primeros días en que el movimiento obrero
patagónico y nacional.
Claro es cierto, no es la primera, ni tampoco será la última página de gloria
que escriban los trabajadores petroleros de la provincia del Chubut. Seguro que
habrá más capítulos, en libro de las lucha donde los explotados enfrentan a los
explotadores.
Pero indudablemente que esta no ha sido cualquier página, ha sido una de las más
gloriosas de los últimos años. Alguien quizás hasta pueda compararla con la de
los peones rurales que en la década del ’20 del siglo pasado se produjo en la
inolvidable Patagonia Rebelde.
Y rebelde fueron los obreros que sobrepasaron a sus direcciones, vencieron sus
miedos, rompieron con el corcet de la desorganización y arremetieron contra la
burocracia y apuntaron toda su fuerza hacia las multinacionales que explotan de
manera desmedida los recursos naturales.
La pela fue más allá del incremento salarial de los 260 pesos que los
equiparaban con sus pares del norte de Santa Cruz, más los 350 pesos que se
habían conquistado sobre finales de septiembre. La pela fue por la dignidad
obrera.
La dignidad del petrolero estaba en juego, no era cualquier lucha, era una
especial. Había que medirse sobre el cuadrilátero de la lucha de clases; allí
donde el capitalismo pone toda su voracidad en juego y los obreros no fueron
menos. Pelearon y ganaron.
Esos petroleros que le entregan 10, 12 o 14 horas de su vida a una compañía
privada que le extrae la plusvalía y valle si se la saca. Según los datos que se
descubrieron en medio del conflicto, y que ninguna empresa desmintió, la
ganancia que obtienen las petroleras del Chubut es nada más y nada menos que de
6.255 pesos por minuto. Con 16 días de ganancia de bolsillo le pagaban el
aumento de los 260 pesos al básico a 24.000 obreros de la región. Un verdadero
despropósito.
Esa dignidad que estaba en juego se expresó en todas sus vertientes. Aplicando
los históricos métodos de la clase, los obreros petroleros iniciaron en primera
instancia un paro de 2 días, después hicieron uno de 4 días e inmediatamente
engancharon la huelga por tiempo indeterminado.
La burocracia sindical había hechos todos los esfuerzos posibles para que evitar
esto. Desde enero que venía pateando la pelota para adelante y se hacía la
distraída sobre la conquista que en el norte santacruceño se había obtenido en
marzo del 2004. Ni una gota de petróleo, ni un metro cúbico de gas salía de los
suelos chubutenses. La paralización era total.
Pero es sabido que las burocracias explotan y a veces se ven sobrepasadas por la
fuerza de los obreros y, como en este caso, se vieron en la obligación de
ponerse al frente de la pelea. Hacía rato que en la región no se veía un
burócrata haciendo un piquete en un yacimiento petrolero. Es más esa misma
burocracia fue la que hizo un piquete con empresarios petroleros para evitar que
el gobierno nacional instrumente las retenciones a las exportaciones.
Pero claro, la fuerza de la lucha y la organización es capaz de derribar hasta
al mismísimo capitalismo, como no iba a apretar a los burócratas.
Lo cierto es que el camino de la huelga obrera estaba trabado. Los piquetes, las
embestidas contra las empresas, el control hacia los carneros, las puteadas
contra el gobernador chubutense Mario das Neves y el intendente Raúl Simoncini
–ambos del PJ-, no alcanzaban. Las operadoras petroleras se les habían parado
enfrente y estaban dispuestas, como siempre, a darle pelea.
Cuando el paro cumplía 11 días no se veía el horizonte de la resolución y por
eso decidieron ir por más. Había que golpear mas duro, y el golpe llegó con la
toma de la playa de tanques desde donde se exporta el crudo. El que maneja esa
canilla maneja todo. Si la llave se cierra, todo se para, si la llave se abre
las ganancias fluyen hacia los bolsillos de las multinacionales.
El grifo se cerró, el cuerpo de delegados del sindicato petrolero arremetió
contra la playa de tanques y la tomaron por asalto. El control obrero era total
y absoluto y por delante estaba el fin de semana largo.
Los directivos de las petroleras ya estaban más inquietos que antes. El
gobernador del Chubut dejó de decir que los petroleros eran borrachos y buscó
abrir canales de negociación. El pueblo de Comodoro Rivadavia se dio cuenta que
era el momento de actuar y elegir de qué lado iba a estar.
La noche del sábado 8 de octubre se organizó un cacerolazo espontáneo en el
centro de Comodoro, a 15 kilómetros de donde estaba la toma. Más de 1.000
personas se solidarizaron con los petroleros en huelga, muchas eran mujeres,
esposas, hijas, hermanas, novias, madres, abuelas, tías, primas de obreros
petroleros.
La tortilla se estaba dando vuelta. Pero claro, las multinacionales estiraron a
mas no poder el tener que arrodillarse ante el poder obrero. Obviamente son
capitalistas y saben que una batalla no es la guerra, pero a nadie le gusta
perder.
Los cacerolazos se repitieron el domingo y el martes por la mañana una
multitudinaria marcha recorrió las calles céntricas. Eran nuevamente las
mujeres, pero yo no estaban solas, se sumaron los comerciantes que cerraron sus
puertas, se sumaron las docentes que ese mismo día iniciaban un paro por tiempo
indeterminado por aumento salarial, se sumaron muchas organizaciones de obreros
ocupados y desocupados.
La tortilla ya se había invertido, era cuestión de horas para que la derrota del
rival se produjera. En el medio, cientos que digo cientos, varios miles de
trabajadores pasaron por la playa de tanques a llevar su solidaridad, a llevar
comida, a visitar a sus obreros en huelga, a hacerles el aguante.
Las horas del martes 11 fueron transcurriendo. Ya todo estaba maduro, pero la
negociación no daba sus frutos. Cuando el reloj marcó las 11 de la noche
apareció la propuesta.
Se otorgaba el aumento de los 260 pesos al básico, retroactivos a enero; también
el aumento de los 350 pesos; la anulación de los telegramas de despido; el pago
de los días caídos y claro había una cláusula que exigía la "paz social" en los
yacimientos hasta junio del año que viene.
Una multitud votó en asamblea, dentro y fuera de la playa de tanques tomada. El
voto fue favorable al acuerdo y como el cansancio era mucho, un día y medio
descanso por luchar.
Los huelguistas recorrieron en una larga caravana los 15 kilómetros entre la
playa de tanques y el centro de Comodoro. Miles de personas festejaron el
triunfo del movimiento obrero organizado, por abajo claro.
La huelga fue una lección a la hora de medir fuerzas con la burguesía, el
capitalismo y las empresas imperialistas multinacionales.
Queda mucho por aprender y queda mucho por hacer. Esta victoria es importante,
pero ahora hay que ir por más, los trabajadores y el pueblo debemos apoderarnos
de esos 6.255 pesos de renta petrolera que hoy no quedan en manos del Estado.
Habrá que pensar si no ha llegado el momento de pensar en la nacionalización de
los recursos naturales, de expropiar a las multinacionales, de estatizar los
yacimientos petroleros y gasíferos y ponerlos bajo la administración de los
trabajadores y el control popular. Pero para lograrlo es necesario tomar el
poder y construir una Argentina y un Mundo socialista. Hacia allí debemos
encaminarnos y ese es nuestro desafío.