Argentina: La lucha continúa
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La Historia Oficial
Osvaldo Bayer
Es imperdible seguir de cerca la argumentación de los que perdieron pero siguen
teniendo el poder. Se enojan y arrojan rayos y centellas a los que se atreven a
discutir la historia. Nos llaman "historiadores improvisados" y en cambio ellos
son los historiadores consagrados, los que dicen la verdad.
Mariano Grondona desde La Nación y desde sus audiciones radiales y televisivas
advierte severamente sobre el peligro que significa discutir la historia
consagrada. Peligro, que él remarca, recaería sobre los jóvenes. Desde La Nación
nos ha sacudido con un artículo titulado "Falsificación de la memoria
colectiva". Nada menos. El, que no es historiador, sino abogado y periodista,
nos da lineamientos de una moralidad discutible de cuál es la verdadera historia
argentina. El representa a los roquistas, los que construyeron la historia
oficial.
Claro, cuando uno tiene en cuenta la biografía del indignado "historiador"
Grondona se da cuenta por qué. Apoyó a todos los golpes militares desde 1962.
Ocupó altos cargos, entre ellos embajador del triste dictador Onganía, conspiró
y finalmente fue asesor de la Fuerza Aérea en la dictadura de la desaparición de
personas, amén de haber sido director de Visión, la revista de los dictadores
más sucios de la historia americana: los Somoza. Además fue banquero en 1980 con
un altísimo sueldo.
Y es estanciero, de campos por Pehuajó, allí, cercanos de las tierras que
recibió Roca después de su campaña "civilizadora". Toda una biografía para
guardar silencio y retirarse. Gozar de lo ganado y tratar de pasar inadvertido.
Pero no, además quiere hacer triunfar su interpretación de la historia.
Respecto de su ética política, Grondona ya perdió para siempre. Nunca fue preso
por defender a la democracia, sino que fue premiado por bestiales dictaduras
militares. Y él las sirvió. Un pasado que jamás podrá negarse. Nadie que fue
hombre de la dictadura militar de la desaparición de personas, robos de bebés,
arrojo de vidas desde aviones, torturas, robo de propiedades de las víctimas,
podrá ya postularse como señalador arquetípico de la moral en la Historia. Los
historiadores alemanes que "comprendieron" a Hitler callaron para siempre.
Grondona, después de Videla, no. Y sigue con sus tesis y defiende ex cátedra con
ardor la campaña de Roca contra los pueblos originarios. Que puede traducirse en
la fórmula: civilización significó en suma quedarse con la propiedad de la
tierra.
A quienes hemos iniciado la discusión sobre lo que significó la mal llamada
"Campaña del Desierto" nos llama "falsificadores". Y en esto cabe la pregunta:
¿es falsificar la historia traer los nombres y las extensiones de tierra –de las
mejores tierras– con las que se quedaron conocidos propietarios como Martínez de
Hoz, que recibió nada menos que 2.500.000 hectáreas después de la campaña
roquista? ¿Es falsificar la historia reproducir documentación científicamente
histórica como esta crónica de 1879 de diarios de época como la de El Nacional
al terminar la matanza de Roca?: "Llegan los indios prisioneros con sus
familias. La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus
hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las
súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En
aquel marco humano, unos se tapan la cara, otros miran resignadamente el suelo,
la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por
delante para defender a su familia de los avances de la civilización". Textual.
¿Es "falsificación" traer a la memoria el inmoral decreto por el cual se premia
a Roca con 50.000 hectáreas de las mejores tierras como premio a su "hazaña", a
pesar de que cobraba sueldo de general? ¿Es falsificar reproducir los discursos
de Roca donde invariablemente califica de "los salvajes, los bárbaros" a los
pueblos originarios mientras San Martín, medio siglo antes los llamaba con
respeto "nuestros paisanos los indios"? ¿Es falsificar la historia traer los
avisos de los diarios de Buenos Aires, después de la campaña de Roca, que con el
título "Entrega de indios" señalaban: "Los miércoles y los viernes se efectuará
la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la
Sociedad de Beneficencia"? ¿Es falsificar la historia citar al comandante Alvaro
Barros cuando denuncia ante el Parlamento nacional: "El Ejército Argentino,
siendo uno de los más deficientes y atrasados, es el más caro del mundo. El
resultado económico de este desorden es notable. Mientras que el soldado alemán
cuesta 199 pesos fuertes por año y el francés 189, el argentino cuesta 521 y
mucho más en tiempo de guerra, y sufre como ninguno y en todo tiempo, todo
género de necesidades y miserias"? La pregunta es, ¿quién se quedaba con el
vuelto?
Sarmiento lo dirá claramente cuando conjuga un nuevo verbo, el verbo "atalivar".
Ataliva se llamó el hermano de Julio Argentino Roca. Y Sarmiento sostenía que
Roca hacía los negocios y Ataliva "atalivaba", es decir se quedaba con el
vuelto, o para hablar claro, con la coima. Estudiosos pampeanos han investigado
la enorme fortuna a la que llegó Ataliva. Tan grande como la de su hermano, el
presidente Roca, quien al iniciar su primer período declara no tener bienes.
Pero al morir dejará una herencia impresionante. La pregunta es: ¿llegó a ella
ahorrando su sueldo? Todo se puede ver en la documentación científicamente
histórica que se encuentra en Tribunales.
El mismo comandante denuncia cómo el ejército de Roca tortura a los indios
prisioneros. Poniéndolos en el cepo y descoyuntándolos. ¿Atentamos contra la
verdad histórica cuando citamos a José Hernández, el autor de Martín Fierro,
quien dirá textualmente: "Nosotros no tenemos el derecho de expulsar a los
indios del territorio y menos de exterminarlos. La civilización sólo puede dar
los derechos que se deriven de ella misma. La sociedad no hace de los gobiernos
agentes de comercio, ni los faculta para labrar colosales riquezas lanzándolos
en las especulaciones atrevidas del crédito. La sociedad no podría delegar, sin
suicidarse, semejantes funciones, que son el resorte de su actividad y su
iniciativa"?
Los que hemos solicitado que se retire el monumento a Roca del centro de la
ciudad –es el más grande de todos los monumentos argentinos– lo hacemos por
respeto a la mayoría de la población argentina. Después del estudio del Servicio
de Huellas Digitales Genéricas de la Universidad de Buenos Aires, que comprobó
que el 56 por ciento de los argentinos tiene antepasados indígenas, no se puede
seguir faltándole el respeto a la mayoría de nuestra población plantándoles ese
monumento en el centro de la ciudad –que además lo puso un gobierno no
democrático–. He propuesto que el monumento no se destruya pero que se lo lleve
a la estancia La Larga, que recibió como pago a su matanza y esclavitud de los
pueblos nativos. Allí, en esa estancia, sus bisnietos podrán agradecerle ante su
estatua los beneficios que les dejó el señor general.
Señor Mariano Grondona: usted firmó debajo del retrato de Ronald Reagan, en la
tapa de A Fondo su frase: "Compartimos con él lo más importante, el enemigo".
Está todo dicho. Reagan, y ahora y siempre Roca. Pero la historia pertenece no
sólo a los dueños de la tierra, sino también a los humildes y a sus
sufrimientos. Es hora ya que con documentación científicamente histórica
demostremos quién se quedó con todo, cómo se repartió la tierra conquistada,
cómo fueron tratados los pueblos que la habitaban. Usted, que defendió siempre
todos los golpes militares y su violencia, es coherente que luche por mantener
ese poder. Pero nosotros seguiremos limpiando nuestro pasado histórico, sin
necesidad alguna de falsear los hechos. Pero de cualquier manera, si usted tiene
sus dudas, lo esperamos ante el monumento a Roca en las reuniones que convocamos
para debatir en público cada uno de nuestros argumentos. Es usar la democracia y
practicarla, y no hablar ex cátedra desde los medios de comunicación más
poderosos, cosa que usted siempre ha practicado, en dictaduras feroces y en
gobiernos democráticos.
Además de la historia de la represión de los pueblos originarios durante Roca,
habría que hablar sobre la represión obrera que efectuó durante sus mandatos. La
ley 4144, de Residencia, le pertenece a él, escrita por Miguel Cané. Es una de
las leyes más crueles contra la lucha indiscutible de los obreros por las ocho
horas de trabajo. Además de las brutales represiones contra sus manifestaciones.
Pero, de eso no se habla, esos hechos recién ahora están saliendo más allá de
las luces de los libros. Ya es tema docente.
A la historia no la deben hacer solamente los que tienen el poder. Porque claro,
si no en el futuro tendríamos que tomar como ciertas las palabras de Grondona
sobre el dictador Videla, a quien definió en forma un tanto angelical: "Un poder
suave, discreto... ante un país que viene de largos desencuentros, el agua
fresca de una esencial innovación". Videla.
Quien lea esta última frase ya no podrá creer su acérrima defensa de Julio
Argentino Roca. Aplica las mismas medidas, alguien que se autotitula
historiador, o por lo menos que quiere dar normas de historia. No, la historia
no puede ser escrita sólo por Grondona y los historiadores que él alaba. Por lo
menos, la democracia tiene que tener, como norma, el debate.