Argentina: La lucha continúa
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Democracia de mentiras y muertes
"... organizar sus instituciones y promover el desarrollo humano en una
democracia fundada en la libertad, la igualdad, la solidaridad, la justicia y
los derechos humanos, reconociendo la identidad en la pluralidad, con el
propósito de garantizar la dignidad e impulsar la prosperidad de sus habitantes
y de las mujeres y hombres que quieran gozar de su hospitalidad, invocando la
protección de Dios y la guía de nuestra conciencia..."
del Preámbulo de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Hugo Alberto de Pedro
A tan solo nueve días de los trágicos sucesos que, por ahora, llevaron a la
muerte a 190 personas -niños, adolescentes y jóvenes en su mayoría-, mientras 91
luchan por su vida en terapia intensiva y 110 permanecen hospitalizados, todo
sigue igual en la política institucional de la Argentina.
Ahí están los empresarios prófugos y funcionarios públicos devenidos en
criminales homicidas que se hacen los distraídos y que, tanto por la avaricia
salvaje capitalista como por la incompetencia en la función pública llevaron el
30 de diciembre pasado -en el local República de Cromagnon del barrio de Once- a
la muerte, al dolor y sufrimientos irreparables con secuelas de miedo de por
vida a miles. También a la destrucción de cientos de familias.
La movilización de decenas de miles de ciudadanos en una semana en diferentes
convocatorias y marchas de dolor, condena y exigencia de castigo y justicia no
han podido aún hacer recapacitar a nuestros funcionarios y legisladores. Ellos
se mantienen atrincherados en sus despachos del poder y en sus bancas de
privilegio como si nada hubiera pasado.
El desprecio por la vida es alimentado desde el Estado que encuentra su única
razón de existencia en el negocio de la politiquería, la corrupción enquistada
en todos sus poderes y la concepción solamente economicista de la Nación como
únicos ejes de gestión gubernativa.
Los miembros del Poder Legislativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no han
quedado ajenos de conformar esa horda de sinvergüenzas rentados por una
democracia representativa que día a día va quedando más alejada de sus
representados.
Corresponde hacernos algunas preguntas:
¿Qué honorabilidad pueden tener los 8 diputados porteños que no asistieron a la
sesión que el pasado 7 de enero trato el pedido de interpelación al Jefe de
Gobierno Aníbal Ibarra, los 5 que votaron en contra y los 10 que cobardemente se
abstuvieron?
¿Qué estupidez crónica puede lleva a discursear a 31 legisladores en la sesión
cuando solamente tienen mandato electoral de hacer cumplir la Constitución local
que establece en su artículo 83 el poder requerir la presencia del Gobernador?
¿Qué principios perversos tienen estos personeros de las dietas fáciles, los
gastos de representación millonarios, empleadores de punteros políticos y
abusadores de fueros para que no hagan lo que les corresponde hacer?
¿Qué patética visión de la responsabilidad tiene el gobernador de la Ciudad
Aníbal Ibarra que no se somete a la práctica y obligación constitucional de
rendir cuentas?
¿Qué poder oculto y maniqueísta hace que Juan José Álvarez sea nombrado como
secretario de Seguridad de la Ciudad a tan solo 30 meses de la trampa de Puente
Pueyrredón que dejo sin vida a los jóvenes luchadores sociales Maximiliano
Kosteki y Darío Santillán y dónde él tuvo activa participación funcional e
ideológica?
¿Qué clase de especulación ordinaria y temeraria hizo posible que el presidente
de la Nación -Néstor Carlos Kirchner- y el Gobernador de la Ciudad no se hayan
hecho presentes en el lugar de la tragedia evitable más grande de la Argentina?
¿Qué clase de jueces y fiscales tiene nuestra Justicia que no han procesado y
puesto tras las rejas a todos los responsables hasta que se falle en
consecuencia?
¿Qué clase de inescrupulosos son éstos corruptos e infames empleados a sueldo
del Estado que tienen cautiva a una República al designio de sus acciones,
decisiones y mentiras?
¿Qué clase de principios guían al Estado para publicar varias páginas en todos
los periódicos para tratar el tema del canje de la deuda privada y no ha tenido
la moralidad necesaria para publicar un pedido público de perdón a todas las
víctimas por su inacción?
Vaya uno a saber cuanto tiempo más durará esta victimaria caterva política que
desprecia al ciudadano y que se empecina en hacer de los niños y jóvenes sus
víctimas con sus políticas públicas de indigencia y hambre, falta de excelente
educación y salud públicas y políticas de seguridad ciudadana elementales y
eficientes.
Seguramente que no podemos esperar que cambien jamás por más que juren y vuelvan
a jurar, esto último los excita, ante constituciones y biblias desempeñarse
fieles, leales y patrióticamente en sus cargos.
Seguramente, también, que más temprano que tarde deberemos darles el escarmiento
necesario cuando asumamos la responsabilidad y la obligación cívica de cambiar
las reglas de juego que nos imponen desde el poder.
Este juego de la política partidista, avenida en bipartidista, que es socia de
los más perversos y salvajes criterios economicistas y financieros de un
capitalismo del desprecio a la vida y al ser humano debe terminar cuanto antes.
9 de enero del 2005