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Argentina: La lucha continúa

 

Nos siguen asesinando jóvenes

Agencia de Comunicación
Rodolfo Walsh


Los números son fríos: 175 muertos, 714 heridos de los cuales –al cierre de esta nota- 68 permanecen en terapia intensiva y entre los cuales hay 5 niños. Los números siguen siendo fríos eran aproximadamente 4 mil personas participando en un recital. Es decir que el 22 por ciento fueron afectados directamente por el siniestro de la disco República Kromañón. El 90 por ciento de los afectados no superaba los 25 años, y además entre los muertos y heridos hay una cantidad todavía desconocida de niños.

Si cualquier enfermedad afectara a la cuarta parte de los argentinos, nuestro país se declararía zona de desastre universal. La disco República Kromañón deberá ser declarada zona de vergüenza nacional.
Todos sabemos que para el capitalismo, la condición central de su existencia es el lucro. No importa como: el lucro. También sabemos que otra condición central del capitalismo es la corrupción. No existe capitalismo sin corrupción y no importa lo que digan los moralistas de la burguesía, que declaran la guerra a la corrupción mientras siguen avalando un sistema perverso.
En la noche del 30 de diciembre, ambos elementos estuvieron presentes.
Empresarios ávidos de lucro, que permiten que en su local haya tres veces más de personas de la capacidad que tiene y que no cuenta con sistemas de seguridad para hacer frente a un siniestro como el que ocurrió. Un local sin salidas de emergencia adecuadas y donde además las pocas puertas que tenía estaban cerradas con candados... para que no pase algún colado.
Empresarios que para no perder los potenciales clientes que son las parejas jóvenes y con hijos, crearon una guardería: en un baño donde apilaron bebés y niños.
Empresarios que llenan de patovicas las puertas con el objetivo de que no entren colados; y patovicas que agreden, patean, humillan, a los jóvenes, pero que como personal de seguridad no tienen la menor idea de cómo actuar en una circunstancia como la de la noche del 30, donde no había que patear a nadie, donde había que salvar vidas.
Por el otro lado también están presentes aunque todavía no los conozcamos los funcionarios municipales, policiales y nacionales que permiten que estos boliches continúen existiendo y continúen realizando negocios millonarios mientras juegan con la vida de nuestros jóvenes.
Detuvieron a Omar Chabán y buscan a sus socios, ya renunció el secretario de Justicia y Seguridad Urbana del Gobierno de la Ciudad, Juan Carlos López. La frase de López al momento de su renuncia lo pinta de cuerpo entero: "Cuando hay una tragedia de esta magnitud, alguien tiene que asumir sus responsabilidades y dar un paso al costado".
No Señor López, Ud no debe dar un paso al costado debe ser juzgados junto con todos los funcionarios que permitieron esa disco esté habilitada, igual que otras similares.
Ahora se sabe que la última inspección se hizo hace más de un año, López muy suelto de cuerpo declaró que: "En abril la Superintendencia de Bomberos de Policía Federal nos informó que contaba con el certificado al día". Como si con eso alcanzara. El 26 de diciembre hubo un comienzo de incendio y ningún funcionario, personal de bomberos o personaje parecido se enteró. Total a fines de 2003 había sido inspeccionada.
Ahora, seguramente, alguien terminará preso en una celda VIP, de las que se reservan para estos personajes, y dentro de algunos años saldrán en libertad por buena conducta. Seguramente algún funcionario, seguirá el camino de López. Mientras el siempre oportunista Aníbal Ibarra acaba de anunciar la suspensión de las actividades en los locales bailables durante 15 días a partir del 3 de enero. Y al concluir ese período comenzará a regir la prohibición de realizar recitales en locales cerrados. Hacían falta 175 muertos para tomar una resolución como esta.
Los responsables directos, salvaguardas del sistema
Los grafitis en Once, dicen: "ni olvido, ni perdón". Y así deberá ser. Pero los responsables directos – aunque sean condenados, aún a las penas más duras- sólo son los chivos expiatorios del sistema. Ellos podrán ir presos pero el sistema de corrupción política y económica continuará intacto, el sistema que basa su existencia en el lucro por sobre la vida humana, en la muerte, no será modificado.
En Río Turbio también por estos días están procesando al encargado del turno en que ocurrió el accidente, que costó la vida a 14 mineros. Pero ningún juez habla de juzgar a los responsables políticos, a los funcionarios y empresarios que por maximizar sus ganancias no cumplieron con las medidas de seguridad y cuya falencia, fue en definitiva lo que produjo el desastre. Hace días condenaron a los policías que mataron a Ezequiel Demonti cuando lo tiraron al Riachuelo, pero los jueces, por supuesto, no se meten con la responsabilidad de la estructura de la Policía Federal. En estos casos los policías enjuiciados son tomados como un excrecencia de la institución, y no como parte de una institución corrompida y putrefacta. Otro ejemplo, ahí está en puerta el juicio contra los dirigentes de la FTV de la Boca por tomar una comisaría. Sin embargo la causa por el asesinato de Martín Cisneros que fue lo que motivó la pueblada que entró en la comisaría, sigue cajoneada. Y el comedor de la Boca atendía fundamentalmente a jóvenes y niños.
Todos los días algún joven es fusilado en el Gran Buenos Aires, por la bonaerense. No importa si ese muchacho había robado un kiosko o sólo pasaba por allí, el hecho es que lo mataron. Hace algunos días se juzgó y condenó al denominado Escuadrón de la Muerte. Una banda de policías que cobraba seguridad en la zona de Don Torcuato y para mostrar su efectividad asesinaban a pibes de la zona. Sin embargo cruzando la ruta, en el barrio de enfrente, sigue intacta otra estructura similar. Es decir que no estamos hablando de que esos chicos los mataban cuatro policías degenerados, la estructura de esa fuerza policial está diseñada para formar, albergar y encubrir ese tipo de personajes
Las muertes continúan cada día. A veces se juzga a algún responsable directo y se lo condena. Pero nunca son enjuiciados sus jefes políticos.
Mientras tanto nuestros jóvenes siguen siendo asesinados. Asesinados en las calles; asesinados por la droga; asesinados cuando caen de un andamio construido con maderas podridas; asesinados lentamente mientras deambulan por las calles juntando basura; asesinados en las fábricas en jornadas interminables, super explotados y trabajando en negro; asesinados cuando buscan diversión en un recital una noche de fin de año.
¿Ahora que?
El 31 por la mañana, Anibal Ibarra, rápido en reflejos políticos frente a un año que empieza y que será año electoral, dio una conferencia de prensa. Su gabinete de crisis justificó el accionar de la municipalidad. Algún funcionario explicó la cantidad de locales que se inspeccionaron y cuantos se cerraron en 2004. Lo que no dijo ninguno es porque siguen abiertos todos los que continúan violando normas elementales de seguridad. Lo que no dijo Ibarra, es porque tanto afán de cargar las tintas en los supuestos tres jóvenes que tiraron la bengala.
Continuando con su oportunismo el Jefe de Gobierno de la ciudad declaró 3 días de duelo y cerró por 15 días todos los establecimientos bailables. Brillante, Ibarra. Sólo que con eso no se devuelve la vida a 175 jóvenes. Pero algo hay que hacer para lavarse la cara en un año electoral, ¿no Sr. Ibarra?.
El 1º se marchó de Plaza Once a Plaza de Mayo, y no está mal esa convocatoria pero eso no alcanza. Previamente se realizó una misa en Once. Todo eso está bien, pero no alcanza, ni siquiera alcanza que renuncie Ibarra y debería renunciar ya.
De lo que se trata es que ya no nos asesinen más jóvenes, más compañeros.
No importa como disfracen la realidad, este sistema nos asesina cada día y los gobernantes lo están consintiendo, lo están avalando.
Desde el otro lado, las organizaciones sociales y políticas que se oponen a los gobiernos y al sistema no encuentran los caminos de unidad necesarios para salir de la encerrona. Ya sea los MTD, marchando para exigir más planes sociales, ya sean los sindicatos luchando por aumento salarial - y sin ninguna duda todas luchas que hay que dar cada día – o los partidos políticos inventando frentes electorales, pero todo eso no alcanza para revertir este cuadro.
No podremos cambiar un ápice de esta realidad mientras los oprimidos y explotados sigamos desunidos, mientras nuestros jóvenes sigan tirados en las calles sin avizorar un futuro.
El siniestro de Kromañón pone sobre el tapete lo que cada día se vive en los barrios más pobres y marginados del país, lo que se vive en cada fábrica y en cada obra, en cada oficina y en cada escuela: ya no hay futuro dentro de un sistema que no mide consecuencias en pos de maximizar sus ganancias.
Cualquiera de nuestros hijos, de nuestros hermanos, de nuestros amigos podría haber estado en la disco. Cualquiera de ellos puede morir mañana en un falso enfrentamiento con la misma policía que hace la vista gorda en esos boliches. Cualquier joven puede ser detenido porque le apliquen un Código Contravencional como el que quiere imponer la alianza del macrismo y el ibarrismo de la ciudad de Buenos Aires, mientras los empresarios que impulsan ese Código coimean funcionarios y siguen libres.
No hay soluciones mágicas, no hay líderes mesiánicos, sólo existe nuestra fuerza y nuestra unidad para acabar con un sistema sustentado en la muerte, esa es la tarea y urge que comencemos a realizarla.