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Argentina: La lucha continúa




Leyes para pocos, condenas para muchos...
Condenar a la victima


Elena Luz González Bazán
Argenpress

'No hay palabra de Dios que borre lo que pasó
No se si vas a caer
El amor es tenaz y vuelve a salir como el Sol'
León Gieco

Condenar a la víctima no es una práctica reciente, en este último proceso histórico, tiene más de dos décadas, cuando aparecieron los intentos, trabajos, películas, documentales que se elaboraron para justificar el genocidio de la última dictadura militar. A partir de allí y tomando distintos ropajes, disímiles formas y amoldándose a contrarias realidades la teoría de los dos demonios dejó su sello inapelable. Siempre el responsable terminará siendo la víctima. Condenar a la víctima es un hecho histórico.

Todos los medios sin distinción, hablando de los grandes medios y de otros también, han utilizado las tres premisas elementales de las responsabilidades de los sucesos en la República de Kromañón. La responsabilidad de la falta de controles, los empresarios irresponsables y los jóvenes que tiraron las bengalas y los tres tiros.

Todos puestos en un pie de igualdad, todos con las mismas responsabilidades, todos deberán pagar en la misma medida por los sucesos. Y seguramente otro que ha festejado el primero de año en sus cotos cerrados y evadiendo impuestos puede estar satisfecho, los jóvenes de segunda y tercera de la Argentina son culpables nuevamente de sus propias muertes. Blumberg y sus acólitos no dijeron ni ay... no hay dolor para estos jóvenes, si hay que condolerse por la muerte de su hijo, no de estos jóvenes.

Sus leyes de mayor represión, mayores penalidades fueron avaladas por un Congreso que también ha estado ausente de esta masacre. Todos festejando un fin de año a su medida.

Volvamos a la realidad de las responsabilidades, porque en la venta de productos de pirotecnia, autorizados por las autoridades nacionales, provinciales, municipales y de todo tipo, nada se hace para terminar con este otro gran negocio, que sobre las fiestas y eventos deportivos de gran magnitud, y tantos más, las empresas y empresarios hacen sus grandes ganancias.

Todos los años, los gobiernos en forma tenue piden que no se llega a límites irremediables en el uso de la pirotecnia, sin embargo, no hay prohibiciones para su venta.

Los puestos callejeros, los negocios en toda su magnitud, los grandes centros comerciales y tantos otros lucen la venta de estos artefactos. Si se compra es para tirar, así de sencillo. Si se permite, es porque se van a utilizar, puro sentido común.

Y esto es así, porque en los lugares cerrados donde hay normativas, ordenanzas, leyes y otras formas de legislación no se controlan que estos artefactos sean introducidos.

En la República de Kromañón y en 258 locales bailables, en la Capital Federal, se evaden las normas, y todos hacen la vista gorda, gorda porque las coimas suplantan la implementación de las normas que regulan el mercado... y estamos hablando de este mercado detrás de la ganancia y sin pensar en las vidas humanas, aún en este mercado hay normativas, ordenanzas y leyes que podrían haber evitado la masacre de Once.

Pero no, porque los verdaderos responsables de la masacre se inyectan niveles altos de impunidad, y están apañados por un Estado que no los controla. Desde abril del 2004, y durante estos años del gobierno actual, no se controló ésta disco.

Los medios destacaron que el exitoso empresario había tomado los micrófonos para decir que no tiraran bengalas porque había 6.000 personas. Como si eso fuese una disculpa, ¿será uno de los argumentos que se utilizarán en su defensa? ¿Será el próximo excarcelable y cuando encuentren a los tres jóvenes que supuestamente tiraron las bengalas, quedarán con todas las culpas?.

Esta es una película que conocemos. ¿Que pasará con el entorno del gobierno actual y el propio jefe de gobierno, ¿qué harán con la funcionaria que dijo que en 20 días hábiles se solucionarían los problemas de control y estaba de vacaciones?. La solución es que vuelve de vacaciones desde Brasil y renuncia, ¡ahí queda todo! No basta con las renuncias.

Son todas preguntas que creemos tienen respuesta, si estos son los objetivos. Algunas renuncias y mucha impunidad. Y si dejamos avanzar semejantes planteos podemos terminar que todos los muertos son responsables porque hubo tres que tiraron bengalas, tres tiros y nadie los paró.

¿Morirán sin justicia?. Porque a diferencia de otros por cuya muerte se desbaratan bandas de secuestradores, por estos jóvenes no quieren encontrar los responsables. No hay voluntad política para eso. Eso significaría que medio gabinete del gobierno de la Ciudad tendría que salir y en el gobierno nacional tendrían que analizar cual ha sido realmente la función de los organismos de control, la Policía Federal y estamentos de un Estado Nacional, que también tiene responsabilidades. Porque no hay políticas de Estado para los jóvenes, para sus realidades: laborales, sociales y culturales y de contención.

Porque las medidas a tomar deberían haber sido no autorizar, nunca más, que estos empresarios de la noche porteña, la farándula y la fiesta menemista siguieran en sus escondrijos.

Estos muertos no le duelen a todos, para nada. Estos jóvenes le duelen a una sociedad que fue solidaria, que se le hizo carne el dolor de los otros y trató de respetar y acompañar.

Seamos realistas, ¿podemos creer que hay un identikit de tres jóvenes posibles responsables de tirar las bengalas y los tres tiros? Es por lo menos algo insólito, que en medio de la tragedia y antes de la tragedia, cuando los asistentes al evento de Callejeros estaban esperando y gozando con el espectáculo, a pesar de los 50 grados dentro del local, hayan podido y luego de semejante desastre individualizar tres caras, tres personas. Esto por lo menos, es contrario a la actitud que asumieron una inmensa cantidad de jóvenes que fueron los primeros socorristas de sus propios congéneres, los vimos, las imágenes recorrieron el mundo, con sus torsos desnudos, llenos de dolor, desesperación, semi asfixiados entraban y salían socorriendo a un bebé, una chica o un muchacho. No paraban, gritaban a las ambulancias que los atendieran, se desesperaban y trataban de administrarles pequeños auxilios para salvarlos. Esta fue la actitud solidaria de cientos de jóvenes envueltos en la tragedia, ser soplones es algo totalmente a contramano de la solidaridad.

No descartamos que haya habido manos imprudentes, pero las bengalas y los tres tiros cuando se venden son para tirar. Esto es igual que reprimir al alcoholizado, al drogado y dejar que los que venden, pasan y fabrican alcohol y droga, sean eximidos de la mayor culpa, y quienes deberían controlar y no controlan queden afuera de las responsabilidades.

Hay un responsable en la cárcel, hay dos funcionarios que renunciaron, hay una cadena de encubrimientos que aún no se desbaratan, por el contrario están intentando poder cubrirla, porque estas muertes no les duelen.

Las víctimas deben ser responsables, sus padres deben ser responsables de que hayan ido al espectáculo de rock, la cadena de impunidades ha montado todo el andamiaje para responsabilizar a la víctima. Y lo más seguro será que encuentren como ya están afirmando algunos medios que los que tiraron los tres tiros y las bengalas pueden estar muertos. Y los muertos no se podrán defender. Ni podrán hacer ningún descargo, y ante tanto dolor colectivo muchos pueden caer en condenar a jóvenes y a sus familias que sufren idéntico dolor.

Lo afirman los familiares, quienes han trabajado desinteresadamente en estos días de calor y angustia, los cadáveres de los jóvenes estaban tirados en una playa de estacionamiento y luego en la morgue judicial, no respetando su final, dejando con 35 grados que entren en descomposición, la cadena de impunidades se montó apenas comenzó la tragedia, para esto sí hay políticas de Estado.

Durante el inicio del mandato del presidente Kirchner corrió a un geriátrico que estaba en pésimas condiciones, también más adelante se compungió por la muerte de Axel Blumberg, recibió a una secuestrada y aparecida y le dio aire a las leyes de Blumberg. Los padres de este dolor no lo han visto...

Los cuerpos sin vida de esta masacre son entregados a cuentagotas, no se quiere un entierro colectivo, las antiguas comunidades, como los mocobíes y los abipones entre otros tenían un culto hacia la muerte, la muerte era colectiva, era el dolor de todos, todos lloraban a sus muertos y a los muertos de los otros, porque en un momento esos muertos tenían una historia y había que conocerla y recordarla. La conquista y la imposición del catolicismo le quitó a las comunidades la posibilidad de llorar y recordar a sus muertos en forma colectiva, a partir de ese momento el dolor fue individual y la vida para los pobres no tenía sentido, sólo el otro mundo que los esperaba.

Estas muertes son los muertos de todos, pensar en el dolor sólo de sus familiares será terminar pronto con la búsqueda de justicia para trasmutarse en los mandatos de la impunidad montada.

Ni olvido, ni perdón escribieron los jóvenes, un mandato de hace décadas que nos pertenece a todos.

No debemos perdonar, no podemos olvidar...

Porque como dice León Gieco:

'No voy a perder ni un minuto de mí escuchando lo que vas a decir.

La mentira de hoy borrará tal vez la que publicó el diario de ayer.

Mi corazón no puede callar la verdad'.