Nuestro Planeta
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Transgénicos: ¿un avance o una amenaza para el planeta?
Liliane Spendeler
A pesar de que los cultivos y alimentos transgénicos estén ya muy presentes
en nuestros campos y platos, existe todavía un gran desconocimiento de lo que
son y de sus repercusiones en áreas tan diversas como la agricultura, la salud,
la producción y distribución de los alimentos o la protección del medio
ambiente.
Los organismos modificados genéticamente (OMG) – o transgénicos – se obtienen al
insertar genes de otro ser vivo en su material genético, lo que implica que
desarrollan propiedades que no presentarían naturalmente. Por ejemplo el maíz
transgénico denominado Bt cuenta dentro de sus genes el gen de una bacteria y
esto hace que la planta produce una toxina empleada para combatir los insectos
plaga en el campo. Esta técnica crea de manera artificial seres vivos nuevos que
no podrían desarrollarse en la naturaleza.
Los cultivos transgénicos han entrado en la agricultura hace una década pero su
utilización se ha limitado a menos de 20 países, con tres grandes productores,
EE.UU., Argentina y Canadá. España es un caso particular dentro de la Unión
Europea, ya que es el único país que ha producido a relativamente gran escala
unos cultivos modificados genéticamente para su posterior comercialización:
viene sembrando entre 20.000 y 30.000 hectáreas de maíz Bt cada año desde 1998.
Además importa grandes cantidades de soja y maíz transgénicos, que entran
directa o indirectamente en los alimentos que consumimos.
Los cultivos transgénicos que se están utilizando en la actualidad son de dos
tipos:
- los cultivos Bt, diseñados para controlar las plagas mediante la producción de
una toxina;
- los cultivos tolerantes a herbicida que soportan grandes cantidades de un
determinado producto químico utilizado para matar a toda la vegetación del campo
salvo el cultivo.
Por lo tanto las propiedades provocadas artificialmente en los OMG
comercializados hoy en día cumplen una función en el campo, en el control de
plagas y malas hierbas, pero no aportan ningún valor añadido a los alimentos que
se obtienen a partir de ellos.
Aunque a primera vista estas propiedades agronómicas puedan parecer interesantes
para el agricultor, la experiencia de diez años de cultivo de OMG está
demostrando que no se cumplen las expectativas de mejoras para la agricultura.
En lo que se refiere a las plantas Bt, al cabo de unos años, la propiedad Bt de
control de plagas empieza a fallar por la aparición de plagas resistentes, más
fuertes y más difíciles de combatir. En cuanto al aumento de las producciones,
en EE.UU., no se ha constatado que el rendimiento promedio es superior con las
plantas transgénicas, sino que en muchos casos se da el fenómeno inverso. Por
otro lado, se ha podido establecer una relación directa entre la introducción de
los cultivos transgénicos y el incremento del uso de productos químicos en el
campo, con las evidentes consecuencias para el medio ambiente, tanto de
contaminación de suelos, acuíferos, etc., como de desaparición de biodiversidad.
Sin embargo, estos cultivos presentan riesgos para el medio ambiente. El aumento
de productos químicos vertidos en la naturaleza a causa de los cultivos
transgénicos es ya una realidad en algunos países. En cuanto a los cultivos Bt,
son muchas las investigaciones que demuestran efectos de la toxina sobre
microorganismos del suelo, insectos beneficiosos u otro tipo de animales. Uno de
los fenómenos más preocupantes asociados al cultivo de variedades transgénicas
es la contaminación genética. Por la dispersión del polen o por las semillas que
caen de las maquinas o que permanecen en el campo después de la cosecha, las
variedades transgénicas transmiten sus genes añadidos a variedades de cultivo no
transgénicas o a especies silvestres. Al tratarse de seres vivos, esta
contaminación genética tiene la capacidad de reproducirse y expandirse: una vez
en el medio ambiente, no se puede "limpiar".
La contaminación genética de los cultivos no transgénicos es un tema muy serio
para el futuro de la agricultura y es ya una realidad. En EE.UU., se ha
demostrado recientemente que más del 50% de las semillas convencionales de maíz
y soja y más del 80% de las de colza están ya contaminadas por material
modificado genéticamente. En España, se han detectado casos de contaminación en
semillas, cultivos, cosechas, piensos y alimentos convencionales o ecológicos.
Este fenómeno pone en entredicho la continuidad de una agricultura y
alimentación libres de transgénicos, fundamental para poder dar marcha atrás ya
que todavía son numerosas las incertidumbres acerca de la inocuidad de los
alimentos transgénicos sobre la salud humana.
A los impactos negativos para el medio ambiente y la producción agraria, se
añaden problemas sociales derivados del monopolio de muy pocas grandes empresas
sobre la venta de semillas transgénicas. Esto hace que, tal y como se está
planteando, la introducción de los transgénicos en la agricultura y alimentación
presenta en la actualidad más riesgos que beneficios para el planeta y no
responde satisfactoriamente a los grandes problemas sin resolver de la
humanidad.
Liliane Spendeler
Coordinadora del Area de biotecnología
Amigos de la Tierra España
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