Nuestro Planeta
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La sed, ¿ necesidad o lujo?
El agua, ¿ bien publico o mercaderia?
Sergio Ferrari
La realidad es dramática: sólo un pequeño 2,5 % del total del agua existente en
el planeta es dulce y por lo tanto de uso humano. Las previsiones,
catastróficas: en veinte años (hacia el 2025) más de 3 mil millones de seres
humanos - el 80 % en los países « periféricos »- sufrirán la falta de ese vital
líquido. Ya hoy, mil cuatrocientos millones de personas -uno de cuatro
habitantes del planeta- carecen de agua, entre ellos 80 millones de
latinoamericanos. Las diferencias y tensiones no dejan de aumentar. Mientras un
habitante de un país del Sur consume en promedio 20 litros por día, un italiano
llega a 213 y un estadounidense puede superar los 600.
EL MANIFIESTO DEL AGUA
En tanto que « fuente de vida » fundamental y no reemplazable del eco-sistema,
el agua es un bien vital que pertence a los habitantes del planeta en común.
Ninguno de ellos, individualmente o en grupo, debería tener el derecho de
apropiárselo en forma privada.
Tal aparece como principio básico del Manifiesto del Agua, elaborado en 1998 por
un grupo de 23 personalidades de primer nivel mundial encabezadas por Mario
Soares, ex-mandatario de Portugal, y Riccardo Petrella, euro-diputado y
presidente del Grupo de Lisboa.
Con una simpleza máxima y rico en su capacidad didáctica, el citado documento
subraya que «el agua es un bien patrimonial común de la humanidad », del cual
dependen la salud individual y colectiva así como la agricultura, la industria y
la vidad doméstica.
« El agua pertenece más a la economía de bienes comunes y de la riqueza
compartida que a la economía de la acumulación privada e individual... » Por tal
razón « el acceso al agua es un derecho fundamental, inalienable, individual y
colectivo ...y hace parte de la ética de base de una *buena* sociedad humana y
de una *buena* economía»
Enunciado que sin embargo contrasta con la realidad cotidiana convertida en
estadística. Seis mil niños de menos de cinco años mueren cada día como
consecuencia del consumo de agua insalubre. 80 % de todas las enfermedadees en
los países del Sur tienen como origen la utilización de agua insana. Tres mil
millones de seres humanos no cuentan hoy con instalaciones sanitarias adecuadas.
Dicho Manifiesto, que propugna por un « Contrato Mundial del Agua», anticipaba
seis años atrás, uno de los combates más encarnizados en el plano de las ideas;
en el terreno de la lógica económica ; y de la dinámica diaria que protagonizan
muchas naciones periféricas. Activos movimientos sociales del planeta han
incorporado la consigna de la no-privatización del agua como un punto de no
retroceso de su disputa callejera. La pueblada de Cochabamba, -«la guerra del
agua »- en Bolivia, en abril del 2000, ha sido tal vez la protesta más
emblemática del último lustro, por su dimensión y por haber obligado a la
transnacional norteamericana Bechtel Enterprises y al gobierno sudamericano a
retroceder en su plan privatizador. Lucha andina que no opaca otras tantas
movilizaciones locales anti-privatizadoras en Argentina, Honduras, Perú, El
Salvador, Nicaragua, Brasil, por citar sólo algunos de los casos más conocidos
en el continente.
LA «PREHISTORIA » DE UN DERECHO ESENCIAL
De la propuesta de Contrato Mundial a la de una Convención Internacional existe
sólo un pequeño paso adelante y una visión estratégica consolidada.
Organizaciones no-gubernamentales a nivel mundial, entre las cuales la Comunidad
de Trabajo helvética, proponen avanzar hacia « una convención obligatoria de
derecho público internacional sobre el agua », tal como lo formula la ecologista
suiza Rosmarie Bär, una de las especialistas en la materia. La propuesta busca
definir una política duradera sobre el tema, fundada en la idea que el derecho
al agua es parte integrante de los derechos humanos básicos.
Para la ecologista helvética « cuando se habla de agua hay que hablar de
política...La política del agua va de la mano de la política del suelo y de la
agricultura, de la política comercial y económica, la de medio ambiente, social
y sanitaria, así como de la política de la igualdad...y sobre todo de la
política de los derechos del hombre y de la paz »
Es necesario, fundamentalmente, agrega Bär, una voluntad política para incidir
en todos los niveles de la comunidad internacional. « Cada año Europa y Estados
Unidos gastan más dinero para alimentar sus perros y gatos domésticos que el que
se necesitaría para permitir a todos los seres humanos a acceder al agua potable
»
Ejemplo dramático que muestra que la lucha por el agua es un combate que implica
modificaciones sociales a favor del desarrollo económico y de la justicia social
», puntualiza.
Valores todos que exigen tiempos y procesos históricos largos para su
materialización. Mar del Plata, Argentina, 1977, fue la sede de la primera gran
conferencia sobre el agua y el punto de partida de reflexión de una política
global sobre el tema. Allí la comunidad internacional constataba por primera vez
que « todo hombre tiene igual derecho al acceso al agua potable, en cantidad y
calidad suficientes como para cubrir sus necesidades»
Quince años más tarde, la Agenda 21, resultante de la Cumbre Mundial de la
Tierra de Río de Janeiro, Brasil, subrayaba y concretizaba esa exigencia. Fue la
asamblea general extraordinaria de las Naciones Unidas del 2000 la que fijó un
nuevo desafío clave: reducir hasta el 2015 a la mitad el número de pesonas que
no tienen acceso al agua potable. Objetivo reconfirmado dos años más tarde en la
conferencia de Río+10 de Johannesburgo, Africa del Sur.
« Un largo camino hasta que sea considerado (explícitamente) como derecho de la
persona humana » enfatiza Rosmarie Bär. Quien recuerda que en la Declaración de
los Derechos del Hombre de 1948, se establece que « toda persona tiene derecho a
un nivel de vida suficiente como para asegurar su salud, su bienestar y el de su
familia, especialmente a través de la alimentación, vestido, vivienda... »
Formulación que incluye, tácitamente, el derecho al algua.
En la actualidad esa prerrogativa se deriva de normas obligatorias del Pacto
Internacional relativo a los derechos económios, sociales y culturales. En ese
sentido, el derecho al agua aparece como condición previa a la realización del
derecho a la vida, comida, salud y vivienda. La Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación (FAO), para su jornada mundial del 2002 lanzó como
consigna: « Sin agua no hay alimentos»
La mayoría de esos documentos y enunciados onusianos han quedado, sin embargo,
reducidos a simples declaraciones de buena voluntad sin cumplimiento alguno. Muy
especialmente en la nueva era de globalización económica extrema donde el ritmo
lo marcan las instituciones financieras internacionales tales como el Banco
Mundial, el Fondo Monetario Internacional y sus subsidarias regionales. Y la
presión por privatizar el servicio de agua -entre otros tantos rubros y
servicios- se convirtió casi en receta universal de las transnacionales del
norte para los países del Sur.
En una nueva arremetida todavía en proceso, la Organización Mundial del Comercio
(OMC) empuja la privatización de los más diversos sectores públicos -desde la
educación a la salud, pasando por el agua. Marco en el cual la Unión Europea
exige a 72 países *en desarrollo o en transición* la apertura de sus servicios
de agua a empresas extranjeras, aceptando de hecho la intensa presión de sus
multinacionales del rubro que intentan seguir extendiendo el radio de acción y
beneficios.
LAS GUERRAS -MILITARES O PRIVATIZADORAS- POR EL AGUA
En una entrevista de hace algún tiempo, el profesor italiano Riccardo Petrella,
uno de los principales especialistas y militantes de la causa del agua,
anticipaba que « las guerras futuras serán por el agua», refiriéndose
abiertamente a potenciales conflictos bélicos.
Funda su hipótesis, no sólo en la escasez, el derroche y la mala distribución
del vital líquido, sino también en un marco planetario estratégico alarmante. 60
% de las fuentes de agua están localizadas en sólo 9 países (entre ellos Estados
Unidos, Rusia, Canadá, Brasil, China e Indonesia). En tanto 80 naciones que
reúnen el 40 % de la población mundial están confrontadas a una verdadera
penuria hídrica.
De guerras armadas futuras a batallas económicas actuales no hay más que una
diferencia de matices. Y la tendencia a privatizar el agua, convirtiéndola en
una mercancía cada vez más inaccesible para importantes sectores de la población
del Sur, anticipa explosiones sociales imprevisibles.
Atrás de esta tensión dos posiciones antagónicas que quedaron de manifiesto en
abril del 2003 durante la realización paralela del Foro Mundial del Agua de
Kyoto, Japón, y la convocatoria alternativa de Florencia, Italia.
Para las transnacionales y las instituciones financieras internacionales el agua
es un bien económico-comercial, como el petróleo, un auto o un televisor. Por lo
tanto puede ser vendido, comprado o intercambiado. El acceso al agua es una
necesidad vital pero no un derecho humano esencial. Y los seres humanos son
consumidores/clientes de un bien/servicio al que se puede acceder a través de
los mecanismos de mercado.
Según la misma óptica, se impone la liberalización de los servicios hídricos.
Esta liberalización -desregulación y privatización- se debe aplicar según el
principio de condicionalidad impuesto por el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional. Es decir, un país puede obtener créditos a condición que
liberalice y privatice los sectores de actividad para los cuales ha solicitado
ese apoyo externo. Concepto en el cual la prioridad está dada a la inversión
privada .
Tal como lo señala la Declaración del Foro Alternativo « ...esta prioridad ha
sido consagrada por el Informe elaborado por Michel Camdessus, antiguo director
del FMI, presentado a Kyoto. Según la Declaración final de la Cumbre de
Monterrey, México, sobre el financiamiento al desarrollo mundial y el Informe
Camdessus, sólo el sector privado puede asegurar de manera eficaz el
financiamiento suplementario... que sería necesario en la próxima decenia para
reducir a la mitad las personas que no tienen acceso al agua y a servicios
sanitarios».
La visión opuesta, expresada por la sociedad civil internacional en el Foro
Alternativo de Florencia, e inspirada en el Manifiesto del Agua así como en las
reflexiones del Foro Social Mundial de Porto Alegre, pregona a favor de « otra
política mundial y local del agua » y busca asegurar « el derecho al agua a las
8 mil millones de personas que habitarán la tierra en el 2020».
Basándose en cuatro principios fundadores. El acceso al agua en cantidad (40
litros por día para uso doméstico) y calidad suficientes debe ser reconocido
como un derecho constitucional humano y social, universal, indivisible e
imprescindible. El agua debe ser considerada como un bien común que pertenece a
todos los seres humanos y a todas las especies vivientes del planeta. Es a la
colectividad pública de asegurar el financiamiento de las inversiones necesarias
para concretizar el lema de « agua potable para todos ». Y, por último, los
ciudadanos deben participar, sobre bases representativas y directas, a la
definición y realización de la política del agua, desde el nivel local al
mundial.
Banco Mundial-FMI-transnacionales versus sociedad civil planetaria. Dos visiones
diferentes, dos concepciones antagónicas, muchas más tensiones en puerta y la
historia de un conflicto anticipado: entre los que beben y los sedientos...
En marzo del 2003, el Banco Mundial, las multinacionales de agua -entre ellas
Vivendi Environnement, Suez, RWE, Thames Water, Souther Water, Danone, Coca-Cola,
Nestlé, Aguas de Barcelona, Saur Bouygues, Bechtel- e instituciones afines
creadas por ellas, tal como el Consejo Mundial del Agua, realizaron un Foro
Mundial en Kyoto, Japón. Contaban, además, con el apoyo de numerosas
instituciones ligadas a las Naciones Unidas. Ante la falta de voluntad política
para un intercambio conceptual de fondo en los trabajos preparatorios, numerosas
organizaciones de la sociedad civil internacional decidieron reunirse, al mismo
tiempo, en Florencia, Italia entre el 21 y el 23 de marzo, en el Primer Foro
Alternativo del Agua.
Participaron entre otros el Comité Internacional por el Contrato Mundial del
Agua (Bruselas); ATTAC de varios países europeos; la Coordinadora para la
defensa del agua y de la vida de Cochabamba (Bolivia); el Foro Social del Agua
de Brasil; numerosas organizaciones italianas entre las cuales el Foro Social de
Florencia; Public Citizen (USA); Pipal Tree (india); Oxfam Bélgica; la Fundación
Francia Libertad (Francia) etc. A la base de la reflexión en este Foro
Alternativo -que produjo un importante documento referencial- se manejaron una
serie de cifras que expresan el dramatismo extremo de la problemática a nivel
mundial.
* 2 mil 400 millones de personas no tienen hoy acceso a servicios sanitarios
* 30 mil personas mueren cotidianamente por causa de enfermedades debidas a la
ausencia de agua potable y servicios sanitarios
* 600 mil agricultores blancos de Africa del Sur consumen para la irrigación
60 % de fuentes hídricas del país, mientras 15 millones de ciudadanos de color
no tienen acceso al agua potable
* la mitad de las ciudades y aldeas palestinas no tienen agua corriente,
mientras que todas las colonias instaladas por Israel sí poseen
* el 85 % del volumen de las aguas de los ríos de Francia está contaminado
* el consumo medio de la población de los países del Sur se sitúa en torno a los
20 litros, en tanto en Italia es de 213 litros y en Estados Unidos de 600
* Brasil cuenta con el 11 % de las fuentes de agua dulce del planeta, pero 45
millones de brasileros no tienen todavía acceso al agua potable
* El derroche de agua es enorme en el mundo entero: 40 % del agua usada para el
riego se pierde por evaporación; las pérdidas en los acueductos -incluso de los
países *desarrollados* es de entre 30 y 50 %; un lavarropa familiar consume en
promedio 140 litros por ciclo.
El Segundo Foro Alternativo mundial se realizará en el primer semestre del 2005
en Ginebra, Suiza. Una asociación amplia -integrada por numerosas ONG y
movimientos sociales- así como un Comité de Organización, con sede en esa
ciudada helvética, acaban de ser constituidos para asegurar la realización de
dicho encuentro planetario.
Tal como lo fundamentan los defensores-promotores de la propuesta, entre ellas
las principales ONG y movimientos sociales internacionales que trabajan en la
materia, la Convención del Agua que debería elaborarse y votarse a nivel
internacional permitiría:
* Convertir el derecho al agua -en tanto derecho humano- como obligación en el
plano jurídico.
* Asegurar el derecho al agua a las generaciones futuras
* Proteger el agua como bien público de la humanidad
* Asegurar que los Estados garanticen el derecho al agua ...y responsabilizar a
esos Estados y sus autoridades en lo que hace al respeto, protección e
implementación del derecho al agua
* Impedir que el agua sea privatizada y considerada como una mercancía comercial
* Dar la prioridad al derecho humano al agua sobre el derecho comercial
internacional (por ejemplo acuerdos de la Organización Mundial del Comercio)
* Asegurar la protección integral del derecho internacional público sobre las
fuentes de agua, las napas freáticas (subterráneas), los ríos y lagos * Asegurar
los derechos de las mujeres en lo que hace al agua en tanto derecho de la
persona humana
* Proteger los derechos locales y nacionales al agua de los pueblos indígenas
incluyéndolo en el derecho internacional
* Inscribir la cultura tradicional del agua y los derechos locales al agua (por
ejemplo de los pueblos nómades) en el derecho internacional * Garantizar que la
población pueda ser parte activa y expresar su opinión, democráticamente, sobre
la elaboración de las estrategias nacionales y locales en materia del agua
* Asegurar a todos los seres humanos, a nivel internacional y nacional, vías
legales para exigir el derecho al agua