Nuestro Planeta
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Con muchas penas y pocas glorias termino el foro sobre cambio climatico
Roberto Molina
Tras toda una madrugada de negociaciones y presiones, finalizó la X
Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático (COP
10).
Lo que se considera el gran éxito del foro, alcanzado a última hora, es la
celebración en mayo del 2005 en Bonn, Alemania, de un seminario con vista a la
aplicación práctica del Protocolo de Kyoto (PK), que entrará en vigor el 16 de
febrero del 2005.
Resultado de una propuesta de Argentina que consiguió el respaldo de la Unión
Europea (UE) y la mayoría de los países latinoamericanos, el encuentro nació
debido al enfrentamiento con Estados Unidos sobre la reducción de gases
contaminantes, denominados de efecto invernadero (GEI).
Sin embargo, como sucede con frecuencia en estos foros multilaterales
(participaron delegaciones de casi todos los 189 estados partes de la
Convención), como resultado de las opiniones encontradas el acuerdo tiene las
alas cortas.
Washington, que al no ratificar el PK sobre reducciones de emisiones de GEI
entre el 2008 y el 2012 quedaba fuera de las negociaciones para su
implementación, logró con la propuesta argentina incluirse en los futuros
debates.
Empero, impuso hacer constar por escrito que el seminario será sólo un foro de
intercambio informal de criterios y no para la toma de decisiones.
Principal contaminador del mundo, con el 25 por ciento de las descargas a la
atmósfera de dióxido de carbono (CO2), Estados Unidos se opone a una reducción
argumentando efectos nocivos para su economía y dice apostar más al desarrollo
de las llamadas tecnologías limpias.
También se opone a incorporarse al proceso post PK, cuando expire en el 2012, lo
cual despertó en las delegaciones gran inquietud y sugirió a muchas intentar
incorporarlo al diálogo dado el poderío de Washington en las esferas económica y
financiera.
Su gran aliado en esta COP 10 fue Arabia Saudita, a la que se unieron otros
estados grandes productores de petróleo, que desempeñó el papel de víctima
esgrimiendo que una reducción de los GEI significa un menor consumo de
hidrocarburo.
De esa forma, al no aceptar analizar multifacéticamente el tema, mostraron mayor
interés por las pingüe ganancias que obtienen en el mercado petrolero que por
las preocupaciones ambientales globales.
Prácticamente a este asunto se limitaron los resultados de dos semanas de
discusiones en la capital argentina, pues quedaron aún sin solución los aspectos
relacionados con la creación de un fondo con aportes de los estados
desarrollados para la adaptación de los países en vías de desarrollo a los
impactos del cambio climático.
Las formas de implementación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial son
también objeto de diferencias, debido a la intención de los donantes de
seleccionar y condicionar a sus receptores, lo cual es rechazado por éstos al
considerarlo una politización del asunto.
El resto de los temas, entre ellos los aspectos científicos, técnicos y
socioeconómicos de los impactos del cambio climático y la vulnerabilidad y
adaptación a éste, continúa pendiente para debates futuros.
No obstante la frustración de una buena parte de las delegaciones
gubernamentales y de todas las organizaciones de la llamada sociedad civil
vinculadas a estos temas, la COP 10 significó, en opinión de expertos, un
pequeño paso adelante.
Por lo menos, indican, hay una mayor concientización global sobre el vínculo
entra la emisión de GEI con los cambios climáticos y el hecho de que Estados
Unidos hiciera una concesión, aunque mínima, sobre la celebración del seminario,
es una consecuencia del clamor general.