El cambio climático es en gran medida el problema más desalentador que la
humanidad jamás haya enfrentado. El panel intergubernamental sobre Cambio
Climático (IPCC) en su último informe avizora un cambio en la temperatura de
hasta 5.8 grados para este siglo. Sin embargo, el IPCC no tomó en cuenta una
serie de factores críticos incluyendo la aniquilación de nuestros bosques
tropicales y de otra vegetación. Éstos contienen seiscientos mil millones de
toneladas de carbono - casi lo que está en la atmósfera ? de las cuales gran
parte probablemente será emitida en las décadas próximas por las actividades
cada vez más descontroladas de las grandes compañías madereras. El director
general del Programa para el Ambiente de las Naciones Unidas indicó
recientemente que solo un milagro podría salvar a los últimos bosques tropicales
del mundo. El IPCC tampoco considera el daño terrible perpetrado por la
agricultura industrial moderna con sus máquinas y arsenales enormes de
agrotóxicos en los suelos del planeta. Nuestros suelos contienen mil seiscientos
billones de toneladas de carbono, más del doble contenido en la atmósfera. Gran
parte de este carbono será emitido en las próximas décadas; a menos que haya una
reconversión rápida hacia prácticas agrícolas sostenibles y orgánicas. El Centro
Hadley de la Organización Meteorológica Británica, por el contrario, ha tomado
en cuenta éstos y otros factores dentro de sus modelos más recientes, y ha
concluido que la temperatura media mundial aumentará en hasta 8.8 grados en este
siglo.
Otros climatólogos, que incluyen factores a menudo omitidos, son más trágicos.
El IPCC dice que podemos esperar un aumento considerable de olas de calor,
tormentas, inundaciones, y la diseminación de enfermedades tropicales en áreas
templadas, afectando la salud de seres humanos, ganado y cultivos. También
predice un aumento en el nivel del mar hasta ochenta ocho centímetros en este
siglo, afectando (por la intrusión del agua marina en los suelos subyacentes de
las tierras cultivables y también por inundaciones temporales y permanentes)
cerca del 30% de las regiones agrícolas del mundo. Si el Centro Hadley está en
lo correcto, las implicaciones serán más devastadoras. El descongelamiento de
las capas de hielo de la Antártica, del ártico, y particularmente, de
Groenlandia ocurrirán más rápido de lo predicho por el IPCC. Esto reduciría la
salinidad de los océanos, que a su vez debilitaría, si es que no las desvía por
completo, a las corrientes marinas, tales como la corriente del Golfo, de su
actual curso. Y si eso continúa, eventualmente congelaría las áreas que
actualmente gozan de un clima templado, como el norte de Europa (véase también
?Calentamiento Global y luego el Gran congelamiento" ISIS 20 <http://www.i-sis.org.uk/isisnews/sis20.php).
De hecho, es irónico que el calentamiento global pueda ocasionar congelamiento
local o regional. Por si fuera poco, tenemos que tomar en cuenta que si
paráramos mañana el consumo de combustibles fósiles, nuestro planeta continuaría
calentándose, por lo menos, 150 años más, a causa del tiempo de permanencia del
dióxido de carbono, el gas más importante del efecto invernadero en la
atmósfera, mientras que los océanos continuarán calentándose, por lo menos, por
unos mil años más. Todo lo que podemos hacer es tomar aquellas medidas - y se
requieren las más dramáticas para retrasar el proceso de calentamiento - de modo
que cuando nuestro clima eventualmente se estabilice, nuestro planeta
permanezca, por lo menos, habitable. El cambio climático está sucediendo más
rápido de lo predicho. Esto se está haciendo evidente, entre otras cosas, por
las sequías prolongadas en muchas partes del mundo. Cuatro años de sequía en
gran parte de África ha ocasionado que de treinta a cuarenta millones de
personas padezcan hambre. Al mismo tiempo, se darán varias sequías en los
principales centros de cultivos básicos del mundo: el cinturón de maíz
americano, las estepas canadienses, y el cinturón australiano de trigo reducirán
notablemente las exportaciones de cereales. El clima en Europa en el 2002 fue
terrible. Las inundaciones masivas en Alemania están costando, por lo menos, 13
mil millones de dólares. Terribles tormentas al norte de Italia, con granizos
del tamaño de una pelota de tenis, destruyeron cosechas sobre una gran
extensión, y la sequía en Europa meridional redujo drásticamente las cosechas.
Yo mismo fui a través de arboledas verdes de oliva en la provincia sureña de
Foggia y no vi ni una sola aceituna en algún árbol. Desastres relacionados con
el clima fueron incluso más destructivos en el 2003 y el 2004. Todo esto es el
resultado de un aumento de no más de 0.7 grados en la temperatura global. ¿Cómo
serán las cosas cuando tengamos que producir nuestros alimentos en un mundo cuya
temperatura media ha aumentado en 2 o 3 grados, sin llegar a los 5 - 8 grados
como se nos ha dicho sucederá a fines de este siglo?
Emisiones de óxido nitroso y metano
Cada vez es más claro que el cambio climático y sus diversas manifestaciones
mencionadas arriba serán los desafíos más importantes para nuestra capacidad de
alimentarnos en las próximas décadas. No podemos sentarnos y esperar a que las
cosas empeoren. Tenemos que hacer todo lo posible para transformar nuestro
sistema de producción de alimentos y ayudar a combatir el calentamiento global
y, al mismo tiempo, alimentarnos en condiciones menos favorables. La agricultura
industrial moderna por sus mismas naturaleza contribuye enormemente a los gases
causantes del efecto invernadero. Actualmente, es responsable del 25% de las
emisiones del bióxido de carbono del mundo, del 60% de las emisiones de gas
metano y del 80% de óxido nitroso, todos ellos poderosos gases del efecto
invernadero. El óxido nitroso se genera por la acción de las bacterias
desnitrificadoras cuando la tierra es convertida en campos agrícolas. Cuando los
bosques tropicales son transformados a pastizales, las emisiones de óxido
nitroso aumentan el triple. Es decir, la transformación de la tierra está
conduciendo a la emisión de medio millón de toneladas al año de nitrógeno en
forma de óxido nitroso. El óxido nitroso es 310 veces más potente que el bióxido
de carbono como gas del efecto invernadero, según la Agencia Europea de Medio
Ambiente, aunque las concentraciones atmosféricas del óxido nitroso son
afortunadamente menos que una milésima que las del bióxido de carbono - 0.31ppm
(partes por millón) comparados con 365 ppm.
Los fertilizantes nitrogenados son otra fuente importante de óxido nitroso.
Alrededor de 70 millones de toneladas de nitrógeno al año son aplicadas a los
cultivos y contribuyen casi con el 10% de las 22 millones de toneladas de óxido
nitroso, que son emitidas anualmente. Con el aumento sustancial de las
aplicaciones de fertilizantes, especialmente en los países en vías de
desarrollo, las emisiones de óxido nitroso debido a la agricultura podrían
duplicarse en los próximos 30 años. En los Países Bajos, que tienen la
agricultura más intensiva del mundo, casi 580 kilogramos por hectárea de
nitrógeno en forma de nitratos o sales del amonio son aplicados cada año como
fertilizantes y, por lo menos, el 10% de ese nitrógeno va directamente a la
atmósfera, sea como amoníaco u óxido nitroso. El crecimiento de la agricultura
también está aumentando las emisiones de metano. En las últimas décadas, ha
habido un aumento substancial en la cantidad de ganado - vacuno en particular -
en gran parte, como resultado, de la conversión de los bosques tropicales en
pastizales. El ganado emite grandes cantidades de metano y la destrucción de los
bosques para su reproducción también está contribuyendo al aumento en las
emisiones de dos de los gases más importantes del efecto invernadero. A nivel
mundial, las emisiones de metano producido por el ganado ascienden a unos 70
millones de toneladas. Con métodos modernos de producción, el ganado es
alimentado cada vez más con una dieta rica en proteínas, especialmente cuando
son alimentados con forrajes. Tales ganados emiten considerablemente más gas
metano que los alimentados con hierba. Incluso la fertilización de prados con
compuestos nitrogenados puede disminuir la captación de metano por parte de las
bacterias y aumentar la producción de óxido nitroso, elevando en consecuencia
las concentraciones atmosféricas de ambos gases.
La expansión de los arrozales también ha aumentado seriamente las emisiones de
metano. El arroz cultivado con agua lluvia produce mucho menos metano que el
arroz cultivado con fertilizantes nitrogenados.
La Agricultura Industrial es alta consumidora de energía
Los componentes más consumidores de energía de la agricultura industrial moderna
son la producción de fertilizantes nitrogenados, la maquinaria agrícola y la
irrigación con bombas. Estos contabilizan más del 90% de la energía usada
directa o indirectamente en la agricultura y todos son esenciales para ella. Las
emisiones de carbono a partir de la quema de combustibles fósiles para
actividades agrícolas en Inglaterra y Alemania eran de 0.046 y 0.053 toneladas
por hectárea, comparadas con solo las 0.007 toneladas de los sistemas agrícolas
no mecanizados, es decir, siete veces más bajo. Esto concuerda con lo estimado
por Pretty and Ball, que para producir una tonelada de cereales o vegetales
usando la agricultura moderna requiere de 6 a 10 veces más energía que empleando
métodos agrícolas sustentables. Se puede argumentar que un cambio hacia fuentes
de energía renovables tales como energía eólica, solar o células de combustible
evitarán tener que reducir el consumo de energía para proteger nuestro clima.
Sin embargo, esta sustitución necesaria tomaría décadas; cerca de 50 años según
algunos cálculos. Se requiere una reducción radical de las emisiones de gases
ahora si tomamos en serio las predicciones del Centro Hadley de que el aumento
en la temperatura en los próximos 30 años comenzará a transformar nuestros
principales sumideros de dióxido de carbono y metano - bosques, océanos y suelos
- en fuentes. Si eso ocurre, entraremos en un proceso irreversible de una
reacción en cadena hacia temperaturas más elevadas e inestabilidad climática.
Agricultura sustentable: un asunto de urgencia
Debemos desarrollar un sistema agrícola que no ocasione estos terribles
problemas y que además ayuden a revitalizar y reconstruir nuestros suelos. Dicho
sistema agrícola tendría mucho en común con aquellos practicados por nuestros
ancestros y que todavía son utilizados por algunas comunidades en ciertas partes
remotas del Tercer Mundo.
Pueden ser "poco rentables" dentro del contexto de una sociedad industrial
cortoplazista y aberrante, pero son los únicos diseñados para alimentar
localmente a las personas de una manera realmente sustentable.
Significativamente, las autoridades más respetadas en agricultura sustentable,
entre ellos Jules Pretty y Miguel Altieri, utilizan el término "agricultura
sostenible" como sinónimo de "agricultura tradicional". Si la agricultura
tradicional es la solución para alimentar a las personas bajo el cambio
climático, uno se podría preguntar por qué los gobiernos y las agencias
internacionales son tan empecinados en evitar que las comunidades tradicionales
practiquen y sustituyan la agricultura industrial moderna en sus tierras.
La respuesta es que la agricultura tradicional no es compatible con el proceso
de desarrollo que nosotros estamos imponiendo a los países del Tercer Mundo,
menos aún con la economía global, y mucho menos con los intereses inmediatos de
las corporaciones transnacionales que controlan todo. Que esto sea así queda
claro a partir de los siguientes dos reportes del Banco Mundial. En el primero,
sobre desarrollo en Papua-Nueva Guinea, el Banco Mundial admite que "una
característica de la agricultura de subsistencia de Papua Nueva Guinea es su
riqueza relativa".
De hecho, "la generosidad de la naturaleza del país produce lo suficiente para
alimentar con un esfuerzo relativamente bajo". ¿Por qué entonces cambiarlo? La
respuesta está clara, "Hasta que los campesinos de subsistencia cambien sus
formas de vida tradicionales por el aumento de nuevos patrones de consumo, la
reducción de fuentes de empleo hará que sea difícil introducir nuevos cultivos",
por ejemplo, aquellos requeridos para producción a gran escala para la
exportación.
No obstante, en el informe Berg del Banco Mundial se reconoce que los pequeños
agricultores son administradores excepcionales de sus propios recursos "de su
tierra y capital, fertilizantes y agua". Y también se reconoce que el dominio de
este tipo de agricultura de subsistencia "presenta obstáculos para el desarrollo
agrícola". Los campesinos tienen que ser inducidos a producir para el mercado,
adoptar nuevos cultivos y asumir nuevos riesgos".
La agricultura industrial está de salida
Nos guste o no, la agricultura industrial moderna está de salida. Es un hecho
que cada vez es menos eficiente. Ahora los beneficios por el uso de
fertilizantes están disminuyendo. La Organización Mundial para la Alimentación y
la Agricultura de los Naciones Unidas (FAO) admitió en 1997 que la producción de
trigo en México y EE.UU. no mostró ningún aumento en 13 años. En 1999, la
producción mundial de trigo bajó por segundo año consecutivo a cerca de 589
millones de toneladas, un 2% menos desde 1998. Los fertilizantes son demasiado
costosos y como McKenney lo explica, ?la salud biológica de los suelos está
siendo afectada por la ambición desmedida de una fertilidad rápida y fácil,
comprometiendo la productividad y los fertilizantes son cada vez menos
efectivos". Las malas hierbas, los hongos, los insectos y otras plagas son
asombrosamente adaptables. Quinientas especies de insectos ya han desarrollado
resistencia genética a los pesticidas, al igual que 150 enfermedades vegetales,
133 clases de malas hierbas y 70 especies de hongos. La reacción es aplicar aún
más venenos más costosos y poderosos, cuyo costo anual en EE.UU. asciende a 8
billones de dólares sin contar con el costo de aplicarlos en la tierra. Los
agricultores están perdiendo la batalla, las plagas están sobreviviendo al
impacto químico pero los campesinos no. Más y más agricultores están abandonando
sus tierras, y la situación seguramente empeorará. Estamos siendo testigos de la
introducción forzada de cultivos genéticamente modificados por parte de las
agencias internacionales en contubernio con los gobiernos nacionales, como
resultado del masivo cabildeo de una industria biotecnológica cada vez más
poderosa. Los cultivos transgénicos, al contrario de lo que nos dicen, no
aumentan la producción. Requieren más insumos incluyendo más herbicidas, cuyo
uso se supone iba a reducirse drásticamente al igual que el agua de riego.
También, la ciencia sobre la cual están basados está seriamente cuestionada.
Nadie sabe con certeza cuáles serán las consecuencias inesperadas de introducir,
por una técnica muy rudimentaria, un gen específico en el genoma de una criatura
totalmente diferente. Las sorpresas están a la espera y algunas podrían causar
graves problemas de diversa índole.
Conclusión
La agricultura industrial contribuye enormemente al cambio climático;
progresivamente es más improductiva y altamente dependiente del petróleo que
también se está agotando. Nuestra única opción es cambiar sustancialmente hacia
una agricultura sustentable de bajos insumos, que no sólo alimente al mundo,
sino que aminore las peores manifestaciones del cambio climático.
* Extractado de Red por una América Libre de Transgénicos - Boletín 113
Este artículo puede encontrarse en la página web de I-SIS en:
http://www.i-sis.org.uk/FTWUCC.php