Medio Oriente - Asia - Africa
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Israel: Violencia destripada de toda legalidad
William A. Cook
"La violencia, cada vez menos restringida por un sistema de leyes edificado
durante siglos, galopa desnuda y victoriosa por el mundo, sin importarle un
bledo que su esterilidad haya sido demostrada y probada muchas veces antes en la
historia. No sólo triunfa la violencia bruta, sino también sus chillidos de
autojustificación. El mundo está plagado de la descarada convicción de que la
fuerza puede lograrlo todo."
Alexander Solzhenitsyn, Discurso del Premio Nobel, 1970
¿Hay quien niegue, en los recovecos más profundos de su corazón, la brutal
conducta de las hordas de Sharon que devastan a los indefensos habitantes del
campo de refugiados de Rafah? ¿Somos todos testigos ciegos, mudos, silenciosos,
del asesinato y del caos, intimidados por el inevitable epíteto israelí -
antisemita - si condenamos las atrocidades de Sharon? ¿Qué tenemos que temer
sino la percepción de que somos cómplices de la matanza si no hacemos algo para
detenerla y permitimos que ese ácido corroa nuestras almas? El silencio es un
arma de doble filo: corta las entrañas morales del ciudadano aun cuando permite
que los que infligen ese oprobio a los indefensos lo hagan en nuestro nombre.
No, necesitamos un llamado ensordecedor, estridente, a las armas morales, que
condene inequívocamente la erradicación casi genocida del pueblo palestino de
los últimos vestigios de su patria. ¡Basta ya! Hay que condenar a Sharon por
antisemita; ha destruido los valores que sostienen y abrigan los judíos, los que
condenan el salvajismo de Sharon. Tenemos que unirnos a los 150.000 judíos que
manifestaron en Rabin Square contra Sharon dejando en claro que el miedo no ha
asfixiado a todos en Israel. Tenemos que encomiar el valor moral de Gideon Levy
y Uri Avnery que mantienen vivos los auténticos valores del pueblo judío a pesar
de las abrumadoras fuerzas que controlan su país. Tenemos que apoyar a los
Judíos por la Paz en Palestina y a la Comunidad Tikkun cuando provocan la ira
del judío estadounidense al condenar la brutalidad de Sharon que ha provocado la
vergüenza global de Israel.
Uri Avnery lo llama "La violación de Rafah," una analogía adecuada ya que es
conducida por los tres vejestorios que capitanean esa sangrienta atrocidad en la
prisión que es Gaza: Ariel Sharon, el arquitecto de la masacre de Sabra y
Chatila, Shaul Mofaz, su Ministro de Defensa, y Moshe Ya'alon, el Jefe de Estado
Mayor del ejército israelí. Esas tres carroñas de la muerte y la matanza deben
"ser responsabilizadas", según Gideon Levy, "por el encarcelamiento virtual del
pueblo palestino, el impedimento de la atención médica, los arrestos masivos,
los asesinatos, las muertes innecesarias, el bombardeo de vecindarios
residenciales". Han pasado unos 56 años, escribe Meron Benvenisti en Ha'aretz,
desde que Moshe Dayan y su gente expulsaron a los palestinos de 418 ciudades y
aldeas para que pudieran ser demolidas y reemplazadas por asentamientos
israelíes. Ahora "la visión de Rafah es casi insoportable - caravanas de
refugiados junto a carretas cargadas de ropa de cama y de los miserables
contenidos de sus hogares; niños arrastrando maletas más grandes que ellos
mismos; mujeres vestidas de negro arrodilladas en duelo ante montañas de
escombros. Y en las memorias de algunos de nosotros se despiertan escenas
similares que han formado parte de nuestras vidas, como una especie de refrán
que apuñala el corazón y roe la conciencia: la procesión de refugiados de Lod a
Ramala en el calor de julio de 1948". La limpieza étnica continúa, decenio tras
decenio, mes tras mes, día tras día, una colonización forzada de la patria
palestina por una población inmigrante, realizada a plena luz del día en esta
época moderna de comunicación y de medios electrónicos.
¿Qué hacen nuestros líderes del mundo? ¡Aprueban una resolución más condenando a
Israel!" Cuéntenlas, si pueden: 157 o 158, ¿o contamos sólo las que no han sido
vetadas por EE.UU.? ¿Qué importa? ¿Impondrá la ONU el cumplimiento de una sola
de ellas? ¿Se presentaría George W. Bush ante el Consejo de Seguridad de la ONU
exhibiendo toda su indignación ante la conducta reprensible del estado canalla
que desafía a la ONU y que convierte sus deliberaciones en un palabreo
irrelevante? ¿ Exigirá que esta última resolución sea obedecida, la número 1544
(¡aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 20 días después del
comienzo de la masacre!), de que Israel "respete sus obligaciones según el
Derecho Internacional Humanitario de no emprender más demoliciones de casas (191
casas sólo en Gaza el 20 de mayo)", que no continúe con la matanza de niños
inocentes (28 asesinados al pasar la resolución de la ONU), y que no ignore
desvergonzadamente los desventurados sufrimientos de los 2.500 que perdieron sus
hogares en esta destrucción gratuita? ¿Aceptará George W. Bush la
responsabilidad por la utilización del dinero de ciudadanos estadounidenses para
pagar por esta matanza? ¿Reconocerá su responsabilidad por alinear a EE.UU. tras
un régimen sadista dirigido por un satánico demente que aprovecha la
preocupación del mundo por los crímenes perpetrados por las fuerzas
estadounidenses en Abu Ghraib para asolar los escuálidos y abarrotados barrios
de Rafah? ¿Comprende que Sharon perpetró esta masacre para desplazar de las
primeras planas aún más noticias sobre su lavado ilegal de dinero y su pérdida
de puntos en los sondeos por su "iniciativa de Gaza", un acto de represalias
políticas que ha costado las vidas de más de 125 palestinos y ha causado cientos
de heridos? ¿ Acepta sin discusión las mentiras de Sharon de que esta masiva
invasión ha sido realizada por "razones de seguridad", cuando Gaza es
responsable por sólo 12 de los 116 ataques perpetrados contra judíos desde
septiembre de 2000? ¡Qué inmoralidad abyecta y cruel apoyamos!
¿Cómo llegar a describir la injustificable vileza de esta asolación de Rafah,
esta "incursión militar" eufemísticamente encubierta como operación arco iris"
que asegura, sin duda, el "pozo dorado" de Israel? - ¡la tierra que ocupa Rafah
y Gaza, sólo tiene que ser limpiada de su chusma! ¡Si la operación arco iris
hubiera sido impuesta a mi ciudad natal en las Montañas San Bernardino donde
viven 8.700 residentes, hasta el último residente se encontraría ahora sin techo
y esa cantidad representaría sólo la mitad de los sin techo en Gaza! Por suerte,
los residentes de Crestline tienen casas dispersadas sobre kilómetros de montes
con árboles y valles; no están apretujados en estructuras de hormigón y madera
erigidas hace 50 años cuando fueron expulsados por primera vez de sus aldeas por
el avance de las fuerzas israelíes. Es su segunda "limpieza étnica" que ha
dejado una "franja de hormigón destrozado, de madera quebrada y de metal
deformado de una milla de largo", los escombros ignominiosos dejados por el paso
de los Caterpillar hechos en EE.UU. Por cierto merecen su suerte, después de
todo Israel sólo ataca a "terroristas y a las estructuras que utilizan". Se
podría esperar que esta franja de una milla de largo habrá destruido a todos los
terroristas y los edificios que utilizan. La inteligencia israelí debe ser tan
precisa como las informaciones de nuestra CIA para poder identificar a 17.504
terroristas, todos ubicados convenientemente en esta sección de Rafah, todos
ahora sin techo, ¡gracias a Dios!
Pero dejemos de lado las burlas y consideremos la realidad. Pongamos a todos los
residentes de Crestline en el centro de la ciudad, apretujados en casas de una
planta apiñadas muro contra muro. Ahora, despiértenlos a las 2 de la mañana:
Caterpillars penetran estruendosamente las calles, aplastan la primera casa de
la manzana, la empujan contra la próxima, madres y padres con niños en sus
brazos se precipitan gritando de las casas para evitar ser enterrados bajo la
madera destrozada y las piedras. Reflectores taladran la oscuridad de la
madrugada y proyectan fantasmagóricas sombras verde-negro por las calles,
mientras masas de gente llenan los callejones; las palas de los helicópteros
vibran en el aire mientras las torretas de los tanques apuntan amenazantes por
las calles; sonidos estallan por todas partes: el trueno de las orugas, el
aullido penetrante de acero que se desgarra, el estridente alarido del viento
que se arremolina por los callejones y los gemidos de niños que lloran entre los
muros derruidos. Repentinamente, en la barriga del helicóptero, aparecen
fogonazos y misiles desgarran el aire y explotan contra los muros y las
multitudes se dispersan dejando atrás, en los escombros, los cuerpos de los
muertos. El miedo revienta en las calles, emerge de todos los poros como sudor,
y el odio hacia los torturadores hierve en los corazones, ardiente como pan que
se hincha en el horno. Es el arco iris que se alza por sobre los restos
ennegrecidos de Rafah presagiando la profecía bien conocida por los judíos:
"Dios dio a Noé el signo del arco iris, no más agua, la próxima vez será el
fuego"
Esa conflagración arde ahora bajo la aversión y el odio alimentados por la
desigualdad, tan obviamente visible en los masivos golpes militares de Israel
contra una población indefensa. Impulsa la demencia que encuentra su recurso en
el suicidio y en la fantasía del martirologio; es la semilla mítica que
encuentra justicia en última instancia en un Dios desconocido, nunca visto,
siempre justo. Sólo ella disipa la depresión que proviene del aislamiento y del
abandono, la ausencia total de simpatía de parte del pueblo del mundo.
Nada cambia. Durante cincuenta años han esperado que el mundo reaccione ante sus
sufrimientos. Durante cincuenta años han presenciado como la ONU es impotente
para imponer alguna de sus resoluciones que exigen que Israel cumpla con sus
reglas y el derecho internacional. Hace dos años escucharon que la Resolución
1435 del Consejo de Seguridad de la ONU reafirmó las resoluciones 242 (1967),
338 (1973), 1397 (2002), 1402 (2002), y 1403 (2003) reiterando su "grave
preocupación por los recientes trágicos y violentos acontecimientos realizados
por Israel y el continuo deterioro de la situación en Palestina",
específicamente, el bombardeo de una escuela palestina en Hebrón, el bombardeo
de civiles palestinos el 18 y 19 de septiembre de 2002, la reocupación de
ciudades y pueblos palestinos por tropas israelíes, la imposición de
restricciones a la libertad de movimiento de ciudadanos y bienes, la necesidad
de respetar el Derecho Humanitario Internacional incluyendo el IV Convenio de la
Convención de Ginebra para la protección de civiles en tiempos de guerra, y la
destrucción de infraestructuras civiles palestinas, para sólo nombrar unos
pocos.
Escucharon el 20 de mayo de 2004 cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó
la Resolución 1539 sobre la responsabilidad por la seguridad de niños cuando
tienen lugar violencia y conflictos armados. Estas resoluciones, incluyendo la
1544, exigen que Israel respete sus obligaciones humanitarias, que implemente de
inmediato sus obligaciones según la Hoja de Ruta, y que se retire de TODO el
territorio palestino más allá de la línea fronteriza de 1967, documentos
firmados por todos los 15 miembros del Consejo de Seguridad, incluyendo a EE.UU.
(Gains, Swindon, Reino Unido). Escucharon y esperan.
Esperan en Rafah, 120.000 en total, la más pobre de todas las ciudades
palestinas, y esperan en el distrito Shaboura, el sector más pobre de Rafah en
el que familias enteras "viven juntas en casuchas de una pieza, hechas de chapas
de zinc con pisos de tierra y de planchas de metal, techos de cartón y lona. En
ninguna parte de Palestina se encuentran condiciones tan miserables y pobres
como en Rafah, cuyos ciudadanos han tenido que refugiarse en un 80% a veces en
dos y tres ocasiones". (Jennifer Loewenstein, Counterpunch, 4 de enero)
¿Quién escuchará su súplica de justicia? ¿Quién les ofrecerá la libertad
prometida a los iraquíes? ¿Quién alegará ante Naciones Unidas para que se
respeten sus resoluciones, todas las 156, para que la paz pueda reinar por fin
sobre el Infierno que es Palestina?
Arraigada en la premonición de Solzhenitsyn, la violencia destripada del
derecho, se encuentra la verdad que predijo, no sólo sobre la implosión de la
Unión Soviética, sino sobre la inevitable erosión de los valores inherentes en
el judaísmo y la destrucción de la Democracia en EE.UU. mientras busca la
dominación del mundo por la fuerza. Mientras Sharon y Bush aíslan a Israel y a
EE.UU. de la comunidad de las naciones, mientras infunden miedo a los corazones
de sus pueblos, hecho real por la presentación de amenazas indeterminadas contra
objetivos indeterminados en ubicaciones indeterminadas; mientras emprenden una
cruzada cada vez más obvia contra los pueblos musulmanes utilizando una mentira
tras otra para justificar sus acciones contra Palestina, Irak, Siria e Irán, los
pueblos de Israel y de EE.UU. viven la intrusión de sus respectivos regímenes en
sus vidas diarias y la erosión de sus libertades al ser forzados a ocultarse en
búnkeres hechos de miedo. Dos fuerzas impulsan a estas administraciones, ambas
motivadas por la percepción de que el miedo elimina el sentido común e impone la
lealtad a los que prometen la seguridad para todos: los fanáticos sionistas en
Israel y aquellos de las filas de los cristianos evangélicos y de los
simpatizantes neoconservadores del Likud que enyuntan los intereses de Israel
con los de EE.UU. El miedo destruye la razón, dejando la conciencia del
individuo en manos de los que infunden miedo. La derecha cristiana utiliza a
Satanás (léase el miedo) contra los creyentes en Dios, mientras los
neoconservadores presentan el espectro de los "terroristas" que amenazan por
todas partes a los hombres libres. Así la violencia y la fuerza se desencadenan
sobre el mundo.
1 de junio de 2004
* William Cook es profesor de inglés en la Universidad de La Verne en California
del sur. Su nuevo libro, "Psalms for the 21st Century", acaba de ser publicado
por Mellen Press. Su correo es: