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Medio Oriente - Asia - Africa

29 de marzo de 2004

Arabia Saudí mira hacia Europa y el Este

Miguel Romero
Revista Amanecer


Una de las recientes consecuencias del actual deterioro en las relaciones entre EEUU y Arabia Saudí, resultado de la actual política de la Administración Bush, ha sido un giro en la política exterior y económica de este último país, que en la actualidad está buscando estrechar sus lazos con otras naciones y bloques económicos rivales de EEUU, como son Rusia, China y la propia Unión Europea.

Según señaló el periódico Daily Star del Líbano el pasado 7 de febrero, el gigante ruso Lukoil firmó el 26 de enero un acuerdo destinado a la exploración y producción de gas natural en un área de 30.000 kilómetros cuadrados, situada en el desierto saudí de Rub al Jali. Éste es el primer acuerdo de este tipo firmado por una compañía rusa con los saudíes.

Dos días más tarde, Riad firmó otros dos acuerdos similares con la compañía estatal china Sinopec –destinado a la exploración y exploración de un área de 38.000 kilómetros cuadrados en la región de Gawar del Sur, en la parte oriental del Reino– y con un consorcio europeo, encabezado por la italiana Eni y la española Repsol. Este consorcio buscará también gas en el desierto de Rub al Jali. Asimismo, el pasado octubre la holandesa Shell y la francesa Total Elf Fina suscribieron un acuerdo con Arabia Saudí para poner en marcha un proyecto de explotación del gas natural en un área de unos 200.000 kilómetros cuadrados en la zona de Shaibah. Durante las pasadas décadas, el campo de la exploración y explotación del gas y petróleo de Arabia Saudí fue un monopolio de las compañías estadounidenses, pero en la actualidad las cosas han comenzado a cambiar. De hecho, la Chevron Texaco compitió en esta ocasión para lograr la adjudicación de los tres mencionados contratos, pero fue dejada fuera por las autoridades saudíes tras varios años de negociaciones, que comenzaron bastante tiempo antes del 11-S. El Daily Star indica que la total ausencia de compañías estadounidenses en estos últimos acuerdos suscritos por Arabia Saudí conlleva un claro mensaje político a Washington: Arabia Saudí tiene más alternativas que el mantener simplemente sus vínculos políticos, económicos y militares con EEUU. Rusia, por ejemplo, es el segundo mayor productor mundial de petróleo, tras la propia Arabia Saudí, y había intentado desde hace bastante tiempo poner un pie en la región del Golfo, de la que había estado ausente durante más de medio siglo, debido principalmente a la desconfianza de los países de la zona hacia la ideología comunista que imperaba en la antigua Unión Soviética.

El acuerdo logrado por Lukoil, la mayor compañía petrolífera del mundo en términos de ventas, supone una aproximación estratégica entre los dos mayores productores del mundo y pone de relieve el creciente papel de Rusia en el mercado energético global. Los rusos creen que serán excluidos por los norteamericanos de los contratos petrolíferos de Iraq, país donde una vez tuvieron un papel predominante, pero están determinados a permanecer en Oriente Medio. Aparte del acuerdo con Arabia Saudí, cabe señalar que un consorcio liderado por Tatneft, la sexta mayor compañía petrolífera de Rusia, ganó recientemente un concurso para la adquisición del 66% de la empresa Turkish Petroleum Refineries Inc. (Tupras) que va a ser privatizada. Esta compañía anunció recientemente planes para adquirir hasta 36 millones de barriles diarios de petróleo procedente de los campos de Kirkuk, en el norte de Iraq, una vez que se reanude el transporte de crudo por medio del oleoducto que enlaza Turquía con dicho país.

Las relaciones entre Moscú y Riad recibieron un fuerte impulso el pasado mes de septiembre, cuando el príncipe heredero Abdullah, que gobierna de hecho Arabia Saudí, realizó una visita histórica a Rusia. Responsables rusos y saudíes firmaron entonces un acuerdo de cooperación de cinco años en la esfera de la producción de petróleo y gas natural. Según el ministro ruso de Energía, Igor Yusufov, este acuerdo podría alcanzar los 25.000 millones de dólares, y tendrá un efecto a buen seguro en los precios del petróleo y gas a nivel mundial.

Relaciones con China.

Aunque la mayor parte de las exportaciones saudíes de petróleo han ido dirigidas a EEUU en el pasado, los productores saudíes han estado últimamente buscando diversificar sus exportaciones y aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado del Este, que se halla en la actualidad en plena expansión. El Daily Star señala que, dentro de Asia, China se ha convertido en el mercado más importante para los países productores de petróleo desde que en 1993 se convirtiera en un importador neto de crudo. Desde entonces, China ha estado buscando proveedores en diferentes partes del mundo para asegurarse los suministros energéticos que requiere el rápido crecimiento de su economía. Se estima ahora que China necesitará importar 5,8 millones de barriles de petróleo al día este año para mantener en funcionamiento su economía. Esto supone que China ha reemplazado ya a Japón como segundo consumidor mundial de petróleo, tras EEUU. La compañía china Sinopec ha recibido instrucciones de las autoridades de Pekín para que promueva la firma de acuerdos que garanticen el suministro de gas y petróleo a China.

El mayor incremento de las importaciones de petróleo chinas procede, en efecto, del Golfo. Muchos analistas consideran ahora que China supone eventualmente el mayor desafío económico y geopolítico a la hegemonía norteamericana, en primer lugar en Asia, y luego en todo el mundo. El ministro de Petróleo saudí, Ali al Naimi, manifestó durante la reciente cumbre económica en Davos que los lazos de Riad con Pekín iban con toda probabilidad a reforzarse en un futuro. "China se está convirtiendo en la actualidad en un aliado estratégico para nosotros en el terreno de la energía", señaló Naimi. "Ellos quieren operar en Arabia Saudí y serán bienvenidos allí. Nosotros queremos también ir a trabajar a China, donde también somos bien recibidos".

El malestar causado en EEUU por el reforzamiento de los lazos económicos y políticos de Riad con China y Rusia y por el fracaso de sus compañías, en lo que se refiere a asegurarse uno de los tres contratos mencionados, se ha dejado sentir rápidamente. El pasado 28 de enero, el gobierno de EEUU revocó la acreditación diplomática a 16 saudíes que enseñaban Islam en un instituto árabe en las afueras de Washington. El Departamento de Estado indicó que estos saudíes no tenían derecho, por su actividad, a ostentar este estatuto. Sin embargo, cabe recordar que en el pasado hechos de este tipo eran ignorados por las autoridades norteamericanas, lo cual es una muestra del profundo cambio que han experimentado las relaciones entre ambos países y del descontento de EEUU hacia las aperturas políticas y económicas de los saudíes.

En este mismo sentido, el general John Abizaid, que encabeza el Mando Central de EEUU, que tiene a su cargo la región de Oriente Medio, declaró el 29 de enero que Arabia Saudí, junto con Pakistán, suponía "un problema estratégico más amplio" para EEUU que Iraq o Afganistán. Estas declaraciones reflejan, sin duda, la creciente preocupación que existe dentro de la Administración Bush por la creciente independencia de que hace gala Riad.