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Medio Oriente - Asia - Africa

10 de febrero del 2004

Fundamentalismo y fanatismo israelí

"Sólo nos iremos de Gaza si lo manda Dios"

Comité Democrático Palestino - Chile

El fusil y la Biblia. Estos son los dos pilares principales sobre los que descansan los 21 asentamientos judíos de Gaza, reagrupados en Gush Katif, los mismos que su otrora padrino y arquitecto, Ariel Sharón, se ha comprometido a desmantelar para escarnio de sus 7.500 residentes.

El fusil, el mismo que muchos colonos, tocados con sus inevitables «kipás» que cubren su coronilla, llevan colgados de sus hombros cuando hacen la compra en el supermercado de Neve Dekalim, el asentamiento más grande de la Franja mediterránea fundado en 1983; cuando llevan a sus hijos a la guardería, o al colegio para chicos, o a la escuela para niñas; el mismo que están dispuestos a utilizar cuando sea necesario, «no contra otros judíos», y que no dejan de lado siquiera para acudir a una de sus ocho sinagogas, a sus centros clínicos, a su hogar para los jubilados, a su librería, a su centro comercial o a su modesto zoológico.

Un fusil que también cuelga del hombro de Yoshúa Caldei, llegado de Francia hace 10 años, hoy tiene 38, con su mujer, con quien cría a sus 4 hijos. Trabajó como agricultor. Hoy se ocupa de la seguridad del lugar.

«Tenemos un vínculo directo con el Creador, que fue quien eligió esta tierra para nuestro pueblo. Sólo nosotros, los judíos, tenemos ese privilegio. Por eso nos odian y nos tienen envidia los demás pueblos. Está escrito en la Biblia».

La Biblia. La Torah. El segundo de los pilares. En el que también se apoya Ruth, que lee las palabras sagradas en el mostrador de su pequeño comercio de ropa. «No importa lo que diga Sharón. Sólo nos iremos si lo ordena Dios», dice sin muchas ganas de forzar su precario inglés.

El fusil y la Biblia. Armas por excelencia de un Yoshúa que cree que va para largo la amenaza de Sharón («al menos, uno o dos años, y en ese tiempo pueden cambiar tantas cosas en esta región...») y que niega cualquier derecho a los palestinos para recuperar esta tierra. «Cuando se fundó Gush Katif hace 30 años no existía la ANP, por tanto no tiene derecho alguno hoy de reclamar esta tierra que pisó Sansón», dice convencido en un francés oxidado.

Yoshúa, como Dror Vanunu, uno de los portavoces del asentamiento, cree que la iniciativa de Sharón recompensaría el terrorismo palestino y no haría sino alentar al enemigo a cometer más atentados.

Mayer, 41 años, casado y padre de 5 hijos, veterano del asentamiento de Yamit, desmantelado hace 5 lustros en el Sinaí cuando Sharón era ministro de Defensa en pos de la paz con Egipto, es mucho más pragmático. «Me instalé en Neve Dekalim porque aquí vivían mis padres y, sobre todo, porque comprarse aquí una casa era mucho más barato, gracias a las subvenciones del Gobierno, que en cualquier otro lugar de Israel. Si es verdad que nos van a dar dinero por irnos a otra parte, nos vamos en cinco minutos».

Más arraigado a la tierra ocupada está Dror, 28 años, 3 hijos, de 6, 4 y 2 años. «Yo me quedo. El Gobierno me acaba de dar luz verde para construir mi nueva casa en una parcela de 500 metros cuadrados. Ya tenemos los planos y todo es legal. Además voy a ser vecino de Dimri, famoso en Israel por ganar el segundo premio más elevado de la historia de la lotería, 4 millones de euros, y comprarse aquí un terreno».

Yoshúa, Ruth, Mayer, Dror, Dimri... sólo cinco ejemplos al azar de entre 7.500 colonos apoyados en sus dos fundamentales pilares: el siempre engrasado fusil y la Biblia del particular pueblo elegido.

Fuente: Diario Español ABC