Medio Oriente - Asia - Africa
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El frágil equilibrio de Pakistán
Maximiliano Sbarbi Osuna
Rebelión
El escenario político pakistaní está conformado por distintas piezas que lo
tornan inestable, como por ejemplo las desafiantes tribus islámicas y las mafias
regionales, a lo que se le suma una dictadura que acumula un desmesurado poder
interno y es sustentada por Estados Unidos con el descontento de la población.
Además el conflicto con India por la provincia de Cachemira vuelven aun más
peligroso el frágil equilibrio de Pakistán.
La dictadura pakistaní encabezada por Pervez Musharraf acaba de demostrar que la
tan anunciada democratización del país asiático no es más que una simulación,
que se ha ido incrementando desde el golpe de octubre de 1999.
Musharraf anunció, el 18 de diciembre, que mantendría, a pesar de la
inconstitucionalidad de la medida, los dos cargos: de presidente de la República
y de jefe del Ejército. Pero esta decisión no es casual, ya que surgió del
reciente apoyo explícito de EE.UU. y de la Comunidad Británica de Naciones.
No es la primera vez que el presidente de facto, importantísimo aliado de los
intereses económicos estadounidenses y saudíes en la región, viola la
Constitución y asume poderes que no le corresponden.
Cronología de la dictadura de Musharraf
La mayor parte del ejército pakistaní es pro islamista y mantiene un rechazo
hacia las injerencias occidentales en el mundo islámico. De ahí surgió Musharraf,
del seno del islamismo más radical, por eso apoyó - al igual que Washington - la
toma del poder de las milicias talibanes en Afganistán en 1996.
Luego de los atentados del 11 de septiembre, EE.UU. levantó las sanciones
económicas que mantenía desde 1998, a raíz de un conflicto con India, que casi
arrastra al sur de Asia a una guerra nuclear, a cambio del apoyo incondicional
de Pakistán a la ocupación del vecino Afganistán.
Inmediatamente, el gobierno expulsó del ejército a los oficiales más islamistas
y así Musharraf se convirtió en el principal líder antiterrorista de la región.
En 2002, el gobierno ganó un referéndum para que Musharraf pudiese ser
presidente cinco años más. El 97 por ciento de los pakistaníes lo apoyaron, a
pesar de las denuncias de fraude de los observadores nacionales e
internacionales.
La débil oposición acusó al presidente de querer debilitar aun más la democracia
al decretarse superpoderes, entre ellos, la facultad de disolver el parlamento
elegido democráticamente. A esto se sucedieron proscripciones electorales y
varios nombramientos a dedo de altos cargos a aliados de Musharraf, que deberían
haber sido elegidos popularmente.
Conflicto de Cachemira
Las dos guerras que mantuvieron India y Pakistán por la soberanía de Cachemira,
cuya población es mayoritariamente musulmana pero por capricho de un líder hindú
de la provincia pasó a formar parte de la India (dos tercios de la región),
dejaron heridas que aun no han cerrado, a pesar de que este año fue propicio
para las conversaciones y distensiones.
Desde 1989, una guerrilla islámica opera en la Cachemira India. Nueva Dehli
acusa a Pakistán de apoyarla.
Pero, los diálogos que se produjeron a lo largo de este año arrojaron varias
propuestas: una re división del territorio para dejar las zonas musulmanas
dentro de Pakistán y las hindúes dentro de la India, también se habló de una
autonomía controlada por las Naciones Unidas.
Un plebiscito sería inaceptable para la India, puesto que la mayoría musulmana
votaría por la anexión total de Cachemira a Pakistán, mientras que Pakistán
rechaza la actual frontera que favorece a India.
Lo concreto es que ambos países retiraron tropas de la provincia a fines de
2004, pero las guerrillas siguen comentiendo atentados.
El frente interno
Los alzamientos de los caudillos tribales, que dominan amplios territorios e
imponen su ley fueron un dolor de cabeza para Musharraf en el último año, al
igual que el recrudecimiento de atentados suicidas, enfrentamientos religiosos
entre chiítas y sunnitas y guerrillas en provincias secesionistas.
Las organizaciones mafiosas que operan lejos del poder central, pero actúan en
conjunto con el ejército de Pakistán, han incrementado su campo de acción desde
el comienzo de la guerra de Afganistán. Más de 3 millones de refugiados afganos,
muchos de ellos combatientes talibanes, han llegado a las provincias orientales
del país. La paupérrima situación de los refugiados es aprovechada por grupos
ilegales para utilizarlos en el contrabando de armas, el lavado de dinero, y
para reclutar combatientes o suicidas que operan en la India o en Cachemira,
A comienzos de este año, la rebelión de varias tribus islámicas de la provincia
de Waziristán provocó enfrentamientos armados con el ejército nacional, pero por
sorpresa para Islamabad, dos tribus históricamente rivales se unieron para
combatir a las fuerzas gubernamentales.
La provincia sur de Beluchistán, que está compartida por Irán, Pakistán y
Afganistán, es la que tiene los mejores recursos naturales, pero allí viven los
beluches, que presentan los niveles más bajos de desarrollo de Pakistán.
Los beluches fueron muy combativos contra el ejército colonial británico, y
contra los países que los dominaron luego; actualmente la guerrilla no puede ser
controlada y los atentados suicidas se están incrementando con el correr de los
meses.
Al Qaeda
Miles de combatientes talibanes han llegado al territorio pakistaní, el ejército
nacional siempre simpatizó con ellos, sin embargo, el gobierno militar debe
demostrar firmeza en su compromiso con Washington para la lucha contra el
terrorismo. Durante 2004 con cada detención de un líder de Al Qaeda, se suceden
atentados terroristas, inclusive contra el propio presidente, lo que demuestra
que el islamismo violento no ha sido controlado en Pakistán como predica
Musharraf.
Conclusión
A pesar de que el problema de Cachemira no es sencillo, la distensión con la
India es un aspecto positivo que genera esperanzas de una posible pacificación,
pero los enfrentamientos tribales y religiosos y el apoyo de gran parte de la
población a los combatientes anti occidentales vuelve la situación política muy
inestable. El equilibrio se mantiene por el abuso de poder por parte de la
dictadura militar, pero Musharraf no está exento a sufrir un golpe por parte del
ejército pro islamista.
Esto parece lejano, más aun, cuando EE.UU. y Gran Bretaña apoyan firmemente la
dictadura en nombre de la lucha contra el terrorismo.
bruixland@yahoo.com