Medio Oriente - Asia - Africa
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Semitas y anti-semitas, esa es la cuestión
Joseph Massad
Entre los judíos, los árabes y los cristianos occidentales existe mucha
confusión sobre el término "anti-semitismo". El término es equivalente a la
expresión de actitudes profundamente anti-judías, y a veces anti-árabes pero la
mayoría de las veces su uso es anacrónico y sin fundamento histórico. Mientras
los sionistas y sus partidarios han utilizado la acusación de anti-semitismo
contra cualquiera que se opusiera a Israel y a su política- especialmente aunque
no de forma exclusiva-en el Mundo Árabe, los árabes se han sentido ofendidos
porque ellos también son "semitas" y por ello no pueden ser "anti-semitas". ¿En
qué se basan esos argumentos?
Quizás sea útil hacer algo de historia: el término "semita" fue establecido por
los filólogos europeos en el siglo XVIII para distinguir unas lenguas de otras,
agrupándolas en "familias" que descendían de una lengua "madre" con la que todas
estaban relacionadas. En ese contexto, las lenguas se fueron organizando en "indo-europeas"
y "semíticas", etc. El filólogo afirmaba que el árabe, hebreo, arameo, amárico,
etc. eran lenguas "semíticas, incluso a pesar de que los filólogos nunca
pudieron encontrar una lengua madre de la que derivaran todas.
En el siglo XIX y con el auge del racismo biológico europeo, quienes odiaban a
los judíos no tardaron en abandonar las diferencias religiosas como base del
odio hacia los judíos de la época inmediata a la Ilustración. Así que como la
religión ya no podía formar parte de la argumentación que podía usarse en la
Europa "racionalista y científica", se tenían que encontrar nuevas razones para
el odio hacia los judíos, lo que no quiere decir, sin embargo, que algunas ideas
religiosas no puedan racionalizarse. Con frecuencia así ha sido. Una vez que la
Reforma protestante se adueñó de la Biblia hebrea para su nueva religión y al
situar a los judíos europeos de la época Moderna como los directos descendientes
de los antiguos hebreos, a partir de la Ilustración los que odiaban a los
judíos, comenzaron a identificarlos como "semitas" sobre la base de que sus
presuntos antecesores habían hablado en hebreo. Pero la realidad es que los
antiguos hebreos hablaban arameo, la lengua en que se escribió el Talmud, así
como algunas partes de la Biblia. Basados en esta nueva taxonomía filológica y
en las correlativas clasificaciones biológicas racistas, a los judíos se les
dotó de esa categoría lingüística que pronto se transformó en categoría racial.
De acuerdo con ello, quienes odiaban a los judíos comenzaron a denominarse ellos
mismos "anti-semitas". De esta manera, el objeto del odio del antisemitismo
europeo han sido siempre los judíos europeos.
Hoy en día, las afirmaciones de muchos en el sentido de que cualquier
manifestación de odio contra los judíos en cualquier lugar geográfico de la
tierra y en cualesquiera periodo histórico es "anti-semitismo" presentan un
grave desconocimiento de la historia europea del anti-semitismo. Mientras que la
opresión, la discriminación y el odio contra las comunidades judías por el hecho
de estar constituidas por judíos se han producido en muchos periodos de la
historia europea, los fundamentos de ese odio son muy diferentes de los del
moderno anti-semitismo, habida cuenta de que lo que lo originaba no eran razones
científicas o biológicas o filológicas sino religiosas y otras de carácter
político y económico que convertían a los judíos en cabezas de turco. Estas
consideraciones pueden resultar intrascendentes para quienes sólo pretenden
producir una historia lacrimógena de los judíos europeos, pero resultan
cruciales para entender de qué manera las identidades desde la Ilustración
europea se establecen de forma muy distinta a como lo hicieron en periodos
anteriores, y cómo funcionan con nuevos argumentos útiles para el nacionalismo,
el racismo, la opresión, la discriminación y la liberación y para los modernos
mecanismos que se pusieron en práctica para institucionalizar semejantes
identidades y categorías humanas.
El argumento defensivo de muchos para afirmar que los árabes no pueden ser "anti-semitas"
porque ellos mismos son "semitas" es asimismo erróneo y superficial. En primer
lugar, debo dejar claro que no creo que nadie sea "semita" como tampoco creo que
nadie sea "ario", y no creo que los árabes ni los judíos deban sentirse
orgullosos de autodenominarse "semitas" porque fueron los racistas europeos
quienes les clasificaron como tales. Pero si la historia del anti-semitismo
cristiano europeo fue una historia cuyo objetivo principal era escoger a los
judíos como objeto de discriminación y exclusión, la historia del orientalismo
europeo y del colonialismo es la de considerar objetos de esa discriminación,
entre muchos otros, a los árabes y a los musulmanes. Lo que no quiere decir que
los árabes no fueran considerados semitas por las clasificaciones filológicas y
racistas europeas, porque en efecto lo fueron. Ni significa que mucho del odio
de los árabes hoy no derive del anterior anti-semitismo que puso la diana en los
judíos. Porque así es. La historia del orientalismo europeo tiene una gran
complicidad con el anti-semitismo del que derivan muchas de sus representaciones
de los antiguos y modernos árabes y de los antiguos hebreos y judíos modernos.
Tal como puso de manifiesto hace ya un cuarto de siglo Edward Said en su clásica
obra Orientalism, "Lo que no ha sido suficientemente resaltado en la historia
del moderno anti-semitismo ha sido la legitimación de semejante atavismo en la
clasificación que llevó a cabo el orientalismo, y... la forma en que esa
legitimación académica e intelectual ha persistido durante la época moderna en
los debates sobre el Islam, los árabes y el Oriente Próximo". Said añade: "La
transferencia de la animosidad popular anti-semítica desde los judíos como
objetivo a los árabes se llevó a cabo suavemente, aunque la imagen era en
esencia la misma". En el contexto de la guerra de 1973, Said comentó que los
árabes habían sido presentados en Occidente con un aspecto "claramente
‘semítico’: narices acusadamente ganchudas, miradas lascivas en su caras
bigotudas que recordaban obviamente (a una gran parte de poblaciones no
semíticas) que los ‘semitas’ estaban en el fondo de todos ‘nuestros’ problemas".
Es importante entender esto porque mucha gente en el Mundo Árabe y en otras
partes piensa que los judíos europeos son los que decidieron denominarse
"semitas", en lugar de creer que fueron cristianos racistas europeos quienes
inventaron el término. Desde luego esta confusión es comprensible dado el hecho
de que el sionismo, que adoptó en su totalidad la ideología anti-semita,
llamaría a los judíos "semitas" y empezaría a considerarlos semitas racialmente
desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. En este sentido no sólo muchos
árabes creen que "semitas" es una categoría inventada por los judíos sino
también lo creen muchos judíos europeos que fueron ( y en algunos contextos
todavía continúan siéndolo) víctimas de esta denominación anti-judía.
Pero todo ello es muy diferente de la falsa afirmación de que los "árabes no
pueden ser "anti-semitas" porque ellos mismos son semitas". En la actualidad,
existen árabes que son anti-judíos, y que no han tomado prestada su retórica
anti-judía de la experiencia en Palestina sino de la europea del anti-semitismo.
El punto clave radica en que los árabes cristianos y los musulmanes pueden ser
anti-judíos de la misma forma que, con frecuencia, los judíos- los judíos
estadounidenses e israelíes- son racistas anti-árabes incluso aunque muchos de
ellos utilizan el denominativo de "semita" para ellos mismos. Porque en efecto,
hoy un enorme y desproporcionado número de propagandistas del racismo anti-árabe
en Estados Unidos e Israel así como en Europa occidental son judíos. Pero
existe, asimismo, un número desproporcionado de judíos entre los que defienden a
los árabes y a los musulmanes contra el racismo euro-estadounidense e israelí, y
contra el anti-semitismo. No obstante, en Occidente, la mayoría de quienes odian
a los árabes y a los musulmanes siguen siendo los cristianos europeos y
estadounidenses.
A menudo, los sionistas y sus partidarios subrayan que la negación del
holocausto en el Mundo Árabe es la evidencia principal del "anti-semitismo
árabe". He escrito en todas partes que cualquier árabe o palestino que se niega
a reconocer el holocausto cae en la lógica sionista.
Mientras que la negación del holocausto en Occidente es en efecto una de las
manifestaciones más fuertes de anti-semitismo, la mayoría de los árabes que no
lo reconocen lo hacen por razones políticas y no por motivos racistas, precisión
que incluso reconoce el orientalista Bernard Lewis, que es anti-árabe y
anti-musulmán. Esa negativa se basa en la falsa afirmación sionista de que el
holocausto justifica el colonialismo de los sionistas. La teoría sionista es la
siguiente: habida cuenta de que los judíos fueron víctimas del holocausto,
tenían derecho a la colonización de Palestina y al establecimiento de un estado
judío colonialista allí. Los árabes que niegan el holocausto consideran el
razonamiento sionista correcto, pero dado que al mismo tiempo rechazan el
derecho de los sionistas a colonizar Palestina, el único argumento que les queda
es el de negar que existiera el holocausto, lo que, en su razonamiento, despoja
al sionismo de su argumento "moral". Pero el hecho de que los judío fueran
masacrados no concede a los sionistas el derecho a arrebatar la patria de otros
y a masacrar al pueblo palestino. La opresión de un pueblo no justifica el
derecho para que, a su vez , oprima a otros pueblos. Si los árabes que no
aceptan el holocausto, se negaran a aceptar la lógica criminal del sionismo que
justifica las matanzas y la opresión de los palestinos apelando a él, entonces
ya no necesitarían utilizar argumentos espurios. En mi opinión, todos quienes en
el Mundo Árabe niegan la existencia del holocausto son sionistas.
Cualquiera que crea en la justicia social y se oponga a la opresión racista,
debe solidarizarse con las víctimas del holocausto, especialmente con los judíos
europeos, el 90 por ciento de los cuales fueron exterminados por un régimen
criminal y genocida. Tales personas deben, de la misma manera, oponerse a la
apropiación sionista del holocausto para justificar las políticas racistas y
colonialistas de Israel. El intento de quienes niegan el holocausto de rebajar
el número de víctima es indecente, porque tanto si las víctimas fueron un millón
como si fueron diez los millones de judíos exterminados, en cualquier caso se
trató de un genocidio, aunque ello no pueda justificar la opresión de Israel
sobre los palestinos. Ese obsceno baile de números por parte de quienes niegan
el holocausto son escasamente diferentes de la negativa sionista judía de la
nakba palestina y son similares a los continuados intentos sionistas de rebajar
el número de los refugiados palestinos. Aunque la nakba y el holocausto no
tienen posible equivalencia, la lógica de negarlos es, sin embargo, la misma.
Quiero dejar claro aquí que la Organización para la Liberación de Palestina y la
mayoría de los intelectuales palestinos desde los años 60, han escrito y
proclamado su solidaridad con las víctimas del holocausto judío y han atacado a
quienes niegan que tuvo lugar. Al contrario de la negativa oficial y no oficial
de los israelíes de la expulsión de los palestinos y el número de refugiados,
quienes rechazan el holocausto no ocupan ninguna posición relevante en la OLP ni
tienen legitimidad entre los intelectuales palestinos.
Hoy, vivimos en un mundo donde el odio a los árabes y a los musulmanes, que
deriva del anti-semitismo, es evidente por todas partes. No son los judíos
quienes están siendo masacrados a millares por al anti-semitismo árabe, sino muy
al contrario son decenas de miles los árabes y los musulmanes asesinados por el
antisemitismo cristiano de Estados Unidos y Europa y por el judaísmo israelí
anti-semita. Los anti-semitas han descrito a los judíos como provocadores de
corrupción, banqueros y financieros que controlan el mundo, como subversivos
comunistas y como envenenadores de pozos cristianos, a los árabes y musulmanes
en la actualidad se los presenta como quienes controlan los mercados del
petróleo y como resultado detentan el control del mercado financiero mundial,
los que promueven el odio por la corrupción de las civilizadas sociedades
cristianas y judías como violentas terroristas, y como eventuales asesinos de
masas, no con venenos semíticos judíos sino son armas nucleares, químicas y
biológicas (que hasta ahora no se han encontrado). Por ejemplo, Michael Moore
que se siente reivindicativo en su reciente documental , Fahrenheit 9/11, al
denunciar la parte de la economía estadounidense que controlan los financieros
saudíes olvida mencionar la mucha, mucha mayor participación estadounidense en
la economía saudí. El anti-semitismo está vivo y bien presente por todas partes
pero sus víctimas principales son los árabes y los musulmanes y no los judíos.
Tenemos que luchar contra todo anti-semitismo sin que importe cuál sea el objeto
de su opresión, los árabes o los judíos.
* Joseph Massad es profesor de Política Árabe moderna y de historia de las
ideas en la Universidad de Columbia en Nueva York.
http://weekly.ahram.org.eg/2004/720/op63.htm
6-12 diciembre
Traducido para Rebelión por Felisa Sastre.