Hace ya unos meses algunos medios señalaron la presencia de operativos israelíes
en Kurdistán, sobre todo en el sur del mismo. Según esas mismas fuentes,
"cientos de israelíes, muchos de ellos agentes del servicio secreto (Mossad),
estarían operando en la región para obtener información sobre el programa
nuclear iraní y los acontecimientos en Siria".
Antes de su traslado a Israel, cerca de 50.000 judíos residían en Kurdistán,
sobre todo en torno a las ciudades de Zakho, Akra, Amadiya, Duhok, Erbil y
Sulaimaniyah. Arameo parlantes, ocupaban diferentes labores en la vida social de
la región, incluyendo granjeros y agricultores, algo inusual dentro de las
comunidades judías. La mayoría de los judíos que habitaban en el campo vivían
entremezclados con otros kurdos, musulmanes o cristianos.
En los años cincuenta su masivo traslado a Israel hizo que su presencia en
Kurdistán se redujera a la más mínima expresión. Sin embargo, desde entonces las
diferentes generaciones de kurdos judíos se han seguido mostrando interesadas en
los acontecimientos del Kurdistán, presionando a su gobierno para que apoyasen
las demandas del mismo.
Si hacemos un repaso minucioso a la historia nos encontraremos que esa
intervención israelí en el sur del Kurdistán no es nada nueva. En parte debido a
las presiones anteriormente citadas, pero en parte también a otra serie de
intereses, los diferentes gobiernos de Tel Aviv han seguido esa línea de
trabajo. En los años ochenta, el entonces primer ministro, Menachen Bejín,
reconoció la existencia de "ayuda humanitaria, y de asesores militares, así como
el envío de armamento", a los kurdos del sur.
Durante los años sesenta y setenta ese tipo de operaciones fueron impulsadas ,
en directa relación con Mullah Mustafa Barzani, y con la supervisión de Estados
Unidos, por el entonces llamado "tridente" (Israel, Turquía e Irán).
Intereses
La política exterior de Israel siempre ha estado motivada por la defensa a
ultranza de sus propios intereses, de ahí que no nos pueda extrañar la búsqueda
de alianzas estratégicas con los diferentes pueblos no-árabes de la región, así
como su posterior utilización en la línea señalada.
De sobra es conocida la intención de Israel de convertirse en el futuro en la
"potencia" de la región, para ello debe estabilizar su posición estratégica y
asentar sus capacidades económicas y militares. Y si de paso es posible, desde
algunos centros del poder judío, la idea del "gran Israel" puede entrar en la
ecuación que se gesta desde la estrategia judía.
Israel parece que ya ha advertido a Estados Unidos sobre la delicada situación
que se vive en Irak. Con un futuro que no augura perspectivas buenas, sino más
bien todo lo contrario. De ahí que con el tiempo Washington tenga que comenzar a
buscar una salida "lo menos humillante posible". Y es ante ese futuro escenario
donde las piezas que está moviendo Israel cobrarían más sentido.
El aumento de su esfera de influencia a esta región puede ser clave para Israel.
De ahí que esta estrategia a medio y largo plazo buscaría diferentes objetivos.
En primer lugar, y ante la posibilidad de un Irak islamista o chiíta, la
presencia de unas fuerzas kurdas servirían de freno a esa expansión del
islamismo político, algo que teme Israel. En segundo lugar, la presencia sobre
el terreno de agentes, con dominio de la lengua, costumbre y cultura del lugar,
así como de su geografía, serían de un valor incalculable para poder controlar
de cerca a dos estados considerados como "enemigos muy peligrosos" para el
gobierno judío. Sobre el terreno sería más fácil seguir los pasos del proyecto
nuclear de Irán, así como el desarrollo de los acontecimientos en Siria.
Además, y en tercer lugar, unido a esto, sería más fácil intentar manipular a
los kurdos que residen en Siria o Irán, para que en un determinado momento se
alzasen contra los gobiernos de eso países, algo que hace tiempo que preocupa a
sus gobernantes.
Finalmente no podemos olvidarnos de la importancia económica que tiene esta zona
del Kurdistán, rica en yacimientos de petróleo. El proyecto de oleoducto
Mosul-Haifa es un claro exponente de todo ello. E incluso la "reconstrucción" de
Irak puede ser un importante impulso económico para cualquiera que reciba una
parte de ese pastel.
Contradicciones
Estos movimientos, sopesadamente calculados, no están exentos de algunos
obstáculos, sobre todo para la política estadounidense. El recelo que este tipo
de iniciativas están generando en Turquía es un buen ejemplo. Históricamente
tanto Israel como Turquía han sido considerados como los gendarmes locales de
EEUU, y fruto de ello ha surgido una alianza estratégica durante muchos años.
Sin embargo, las recientes filtraciones no han gustado nada al gobierno turco.
Desde Ankara no se busca una ruptura con Israel, menos todavía tras alcanzar un
acuerdo sobre la importación de agua desde Turquía y un contrato para la
construcción de una planta energética. No obstante, la dualidad de la política
turca puede poner algunos obstáculos a este nuevo escenario. Turquía no desea ni
por asomo que las fuerzas de Kurdistán del sur alcancen un alto grado de poder y
autonomía, pues consideran que ello alentaría todavía más las demandas de
autogobierno de los kurdos del norte, mayoritariamente organizados en torno al
antiguo PKK.
Esta asistencia israelí a los kurdos del sur pone también en entredicho la
estrategia estadounidense, para quien la alianza turco-israelí es un pilar
fundamental. Es difícil anticipar un descalabro de toda esa red tejida durante
tantos años, pero tampoco cabría olvidar la palabras de una fuente de la CIA
cuando señala que "no conozco a nadie que haya dicho a los israelíes cómo deben
actuar, ellos siempre hacen las cosas en busca de sus propios intereses".
Esta presencia cuidadosamente camuflada, huyendo pues de la fotografía puramente
militar, le puede permitir a Israel jugar sus bazas en la región, una zona que
tiene gran importancia geoestratégica y económica, y que en estos momentos ocupa
el centro del tablero mundial. El férreo marcaje que se pretende marcar sobre
Siria, Irán o Irak se vería acompañado de la posibilidad de abrir nuevos frentes
para desgastar o anular las capacidades operativas o políticas de esos tres
estados, el principal "eje del mal" para Tel Aviv.
Y mientras esto ocurre, ¿qué pasa con el pueblo kurdo?. Pues desgraciadamente
todo parece indicar que nuevamente sus demandas son pospuestas o ignoradas ante
los intereses de las diferentes potencias regionales que operan con todo descaro
en la región. En este contexto, sobre la presencia de Israel en la región, es
bastante significativo el titular que le asignó el periódico británico The
Guardian, "Israel usa a los kurdos para construir su base de poder".
Es difícil calificar desde la lejanía las complejas alianzas que se tejen en los
diferentes escenarios y conflictos alrededor del mundo, pero es importante no
perder el norte en los mismos, y analizarlos con las claves que las diferentes
realidades pueden aportar desde su propio prisma, esto es, huyendo de las
simplicidades que muchos análisis eurocéntricos aportan al tema.