Medio Oriente - Asia - Africa
|
Israel en el camino a la Guerra Civil
Uri Avnery
Rebelión
Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis
Todo el mundo en Israel habla sobre la próxima guerra. El más popular de los
canales de televisión está poniendo series completas sobre ello.
No otra guerra con los árabes. No la amenaza nuclear de Irán. No la sangrienta
confrontación con los palestinos.
Se habla de la venidera guerra civil.
Hace sólo unos pocos meses, esto hubiera parecido descabellado. Ahora de
repente, se ha convertido en una posibilidad muy real. No es otro estallido de
sensacionalismo de los medios de comunicación. No es otra de las manipulaciones
políticas de Sharon. No es sólo un nuevo intento de chantaje de los colonos.
Sino el tema real sobre el terreno.
Se habla de ello en las reuniones del gabinete y en el Knesset (1), en los
debates de televisión, en las páginas editoriales y en las de noticias de los
periódicos. El jefe del Estado Mayor ha avisado públicamente que el ejército
debe mantenerse al margen. Uno de los ministros dice que la propia existencia
del Estado de Israel está en peligro. Otro ministro profetiza un baño de sangre
como el de la guerra civil española.
Tranquila y no tan tranquilamente, el Shin Bet (2) está tomando precauciones. Se
ha ordenado al servicio de prisiones que prepare las instalaciones para
detenciones masivas. Los dirigentes del ejército están planeando la movilización
de diez mil soldados de la reserva y empezando a pensar en los pasos que deben
tomarse en el caso de …
No, es una amenaza muy real.
A primera vista, parece haber aparecido de la nada. Pero quién quiera que tenga
ojos para ver sabe que va camino de que pase. Tarde o temprano.
Las semillas de la guerra civil fueron sembradas cuando el primer asentamiento
fue establecido en los territorios ocupados. En aquella ocasión, le dije al
Primer Ministro "Está poniendo un campo minado. Algún día tendrá que
desmantelarlo. Como antiguo soldado, permítanme avisarles que desactivar un
campo de minas en un trabajo muy desagradable".
Desde entonces, cientos de minas han sido puestas. Los campos de minas han sido
ampliados incluso ahora.
El proceso ha estado conducido por chalados religiosos. Su declarada intención,
como dijeron entonces y nunca se han cansado de repetir, es echar a los árabes
fuera del país que es el que Dios nos prometió. Y la tierra que Dios nos
prometió, como uno de ellos nos recordaba en la televisión el otro día, no es la
"Palestina" del mandato británico, sino la tierra prometida; incluyendo
Jordania, Líbano y partes de Siria y del Sinaí. Citando la Biblia, otro
declaraba que tuvimos que venir a este país no solamente para heredar, sino para
desheredar a los otros, a echarlos y a ocupar su lugar.
Desde que el entonces Ministro de Defensa, Simón Peres, implantara el primer
asentamiento, Kedumim, en medio de la población palestina de Cisjordania, los
asentamientos han sido extendidos como una plaga de langostas. Cada asentamiento
ha ido gradualmente robando las tierras y el agua de los pueblos palestinos del
vecindario, arrancando sus árboles, bloqueando sus carreteras y construyendo
nuevas vetadas a los palestinos. Casi todos los asentamientos han engendrado
satélites puestos avanzados en las colinas cercanas.
Esto continúa en este mismo momento. Después que Sharon prometiera solemnemente
al presidente Bush desmantelar los "puestos avanzados", docenas de estos nuevos
"asentamientos" han brotado. Todos los ministerios han ayudado activamente a los
puestos avanzados que fueron oficialmente definidos como "ilegales". No
solamente el ejército los está defendiendo, poniendo además a los soldados en
peligro de esta forma, sino que se les está diciendo a los "chicos de las
colinas" donde establecer sus "puestos avanzados" y secretamente aconsejándoles
de cómo hacerlo.
Cuando avisamos del peligro, se nos dijo que nos tranquilizaramos.
Sólo una pequeña minoría de los colonos, fuimos reconfortados, son imprevisibles
fánaticos. Están, verdaderamente, locos y resistirán por la fuerza cualquier
intento de desasentarlos. Pero este no será un gran problema, porque la vasta
mayoría de los ciudadanos israelíes les detesta y los considera una secta de
tarambanas.
La mayoría de los colonos, se nos dijo, no son fanáticos. Fueron allí porque el
gobierno les regaló caros chalets, con los que nunca habrían ni soñado en Israel
propiamente. Estaban buscando "calidad de vida" cuando el gobierno les hable de
desasentarlos, cogerán las compensaciones y se irán.
Esto es por supuesto, una peligrosa falsa ilusión. Cómo Carlos Marx observó, la
conciencia de la gente está determinada por su situación. Los buenos laboristas
que fueron implantados por el gobierno laborista en Cisjordania y en la franja
de Gaza ahora hablan y se comportan como los peores seguidores del último rabino
fascista, Meir Kahane.
Aún más, se nos dijo, incluso los estrafalarios reconocen la democracia israelí.
Nadie levantará sus manos contra los soldados del ejército israelí. Cuando el
gobierno y el Knesset decidan evacuar los asentamientos, obedecerán. Deberán
levantar alguna bronca y hacer alguna muestra de resistencia, como hicieron
durante la evacuación de los asentamientos Norte del Sinaí, pero al acabar el
día cederán. Después de todo, incluso en el norte del Sinaí ni un solo colono
rechazó, al final, aceptar sus compensaciones.
Pero este desdén por los colonos nos es menos peligroso que el desdén por los
árabes. Lo que se ha estado ocultando todo el tiempo se ha vuelto ahora claro:
Los colonos no dan ni un bledo por la democracia ni por las instituciones del
Estado. Su núcleo duro se lo deletrea: cuando las resoluciones del Knesset
contradicen la Halakha (ley religiosa judía), la Halakha tiene prioridad. Al fin
y al cabo, el Knesset sólo es una banda de políticos corruptos, copiados de los
Goyim (Gentiles), ¿al compararlos a la palabra de Dios, será bendecido su
nombre?
Muchos colonos todavía no dicen eso abiertamente y pretenden ser insultados
cuando tales actitudes les son atribuidas, pero de hecho, son arrastrados por el
núcleo duro que ya se ha quitado todas las máscaras.
No sólo desafían la política del gobierno, sino a la democracia como tal.
Declaran abiertamente que su intención es derrocar el Estado de Derecho y poner
en su lugar el Estado de la Halakha.
Un estado de Derecho está sujeto a la voluntad de la mayoría, que establece las
leyes y las enmienda cuando es necesario. El estado de la Halakha está sujeto a
la Torah, revelada una vez para todos y de forma inamovible, en el Monte Sinaí.
Sólo un número muy pequeño de eminentes rabinos tienen la autoridad de
interpretar la Halakha. Esto es, por supuesto, la antitesis de la democracia. En
cualquier otro país, esta gente serían llamados fascistas. El color religioso no
hace diferencias.
Los rebeldes religiosos de extrema derecha están poderosamente motivados. Muchos
de ellos creen en la Cábala; no en la novedosa Cábala de Madonna, sino en la
real, la que dice que los judíos seglares de hoy en día son realmente
amalequitas que consiguieron infiltrarse en el Pueblo de Israel en los tiempos
del Éxodo de Egipto. El mismo Dios condenó, como todo el mundo sabe, la
aniquilación de Amalec de la faz de la tierra. ¿Pueden haber unas bases
ideológicas más perfectas para la guerra civil?
¿Por qué se ha vuelto una amenaza a estas alturas? Todavía no está claro si
Sharon realmente tratará de desmantelar los pocos asentamientos de la Franja de
Gaza. Pero como los colonos lo ven, siquiera la idea de desmantelar un solo
asentamiento es casus belli. Ataca algo que es sagrado para ellos. Sharon
ha tratado de convencerlos de que es sólo una estrategia; sacrificar unos pocos
pequeños asentamientos para salvar todos los demás. Ha sido en vano.
En los preparativos para la Gran Rebelión, los colonos han desvelado su gran
potencial. Los rabinos más eminentes del "Movimiento religioso Sionista" han
declarado que la evacuación de un asentamiento es un pecado contra Dios y han
hecho un llamamiento a los soldados para que desobedezcan las órdenes. Cientos
de rabinos, incluidos los rabinos de los asentamientos y los rabinos de las
unidades del ejército se han unido al llamamiento.
Las voces de los pocos oponentes están siendo ahogadas. Citan el dicho talmúdico
"la ley del reino es la ley", que significa que todos los gobiernos han de ser
obedecidos, tanto como a los cristianos se les requiere rendir al César lo que
es del César, etc. Pero ¿quién escucha a estos "rabinos moderados" ahora?
La conquista del ejército desde el interior comenzó ya hace tiempo. El
"convenio" con las yeshivot (escuelas religiosas), que sirven en el ejército
como unidades separadas, ha permitido la entrada de un enorme caballo de Troya.
En cualquier confrontación entre sus rabinos y sus mandos del ejército, los
soldados del "convenio yeshivot" obedecerán a los rabinos. Lo que es peor: desde
hace años, los colonos han penetrado sistemáticamente en las escalas de los
cuerpos de funcionarios, donde ahora constituyen, un caballo de Troya todavía
más peligroso.
La derecha que rechaza obedecer órdenes no es como la izquierda de la objeción
de conciencia. La objeción de izquierdas es una oposición personal. El rechazo
de la derecha es un motín colectivo. En la izquierda, un pequeño centenar
rechaza servir a la ocupación; en la derecha, muchos miles, incluso decenas de
miles, obedecerán las órdenes de sus rabinos para negarse. Como el Jefe de
Estado Mayor ha advertido, el ejército pude desintegrarse..
Aunque, los colonos, junto con sus cercanos aliados de Israel incluyendo a los
estudiantes de las yeshivot, pueden ascender a algo así como medio millón de
personas, una poderosa falange para la rebelión.
Hasta ahora, los colonos sólo han usado esta amenaza como un instrumento de
chantaje y disuasión para obstruir cualquier razonamiento de evacuar los
asentamientos y los territorios. Pero si el chantaje no surte efecto, la Gran
Rebelión es sólo un asunto de tiempo.
23.10.04
Nota del traductor:
(1) Parlamento Israelí
(2)Servicio de Seguridad Israelí