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Nicanor duarte y el campesinado paraguayo
Carmen Moreno (PL)
Los legendarios reclamos de los campesinos paraguayos parecen cobrar sentido hoy bajo el gobierno de presidente Nicanor Duarte, quien ya estableció los primeros compromisos con los labriegos.
Aunque una solicitud de ampliación presupuestaria de unos 40 mil millones de
guaraníes (70 millones de dólares) se encuentra retenida en el Senado, el
Ejecutivo da muestras de buena fe a favor del sector rural.
Esa cantidad forma parte del compromiso que asumiera Duarte con líderes de
organizaciones campesinas y sindicales el pasado 1 de septiembre relacionado con
la compra de tierras para miles de familias.
No obstante, la adquisición de hectáreas se mantendrá hasta el 2008, con el
dinero que será establecido en los siguientes presupuestos, más las donaciones
de países extranjeros.
A decir del propio Presidente, el gobierno no está para generar fracturas sino
en busca de la paz social.
Resultante directa de esta voluntad es la decisión del Ministerio de Agricultura
y Ganadería de prestar asistencia técnica integral (con unos 540 especialistas)
a alrededor de 85 mil productores.
Como otra muestra del interés gubernamental de resolver el conflicto con el
campo, el Ejecutivo desactivó su pleito con la Federación Nacional Campesina
(FNC) por la liberación de fondos para pequeños productores.
El Crédito Agrícola de Habilitación otorgará unos cinco mil millones de
guaraníes (un millón de dólares) a los pequeños productores asociados a la FNC.
Con ese fondo se ampliará la cobertura de más de dos mil 700 hectáreas de
cultivo de algodón, sobre todo para la compra de semillas e insecticidas.
Ese fue el pacto entre el ministro de Agricultura, Antonio Ibáñez, y
representantes de la FNC que ocuparon las instituciones crediticias del Estado a
principios de mes.
Los conflictos rurales, que desde hace unos dos meses constituyen la principal
noticia de Paraguay, sacaron a la palestra también añejos focos de corrupción:
los militares se quedaron con cerca de 550 mil hectáreas del ya desaparecido
Instituto de Bienestar Rural (IBR) durante la dictadura de Alfredo Stroessner
(1954-1989).
Así lo hizo saber el senador de País Solidario Carlos Filizzola, quien remarcó
que esa cantidad de tierras es justo la que precisan los campesinos y por lo
tanto reclamó una investigación sobre todo lo que hizo el IBR y el Ministerio de
Agricultura y Ganadería en ese tiempo.
La tierra ociosa no debió ser entregada a los militares, ya que en manos de esa
gente no sirve de nada, mientras que los labriegos pueden hacer grandes trabajos
en caso de acceder a los terrenos, insistió.
También la Justicia militar fue sacudida por el interés del gobierno de atender
las demandas campesinas y ordenó ahora la revisión de la venta de las tierras de
las Fuerzas Armadas, que de siempre se supo se realizó de forma paradójica.
Los hechos irregulares se habrían registrado durante el gobierno del ex
presidente Juan Carlos Wasmosy (1993-98), y aparece una vez más el ex general
Lino Oviedo como precursor de las situaciones anómalas, precisó el general
Porfirio Ramírez, presidente de la Justicia militar.
Ramírez explicó que se investigan las situaciones de varias cuentas bancarias,
ya que supuestamente el dinero recaudado debió depositarse a nombre del
Ministerio de Hacienda, pero eso no ocurrió en muchas ocasiones.
Precisó que las indagaciones en el fuero militar proseguirán y que luego los
resultados serán remitidos a la procuraduría.
El gobierno paraguayo anunció igualmente el inicio del censo agropecuario, en
medio de las amenazas de invasiones de tierras realizadas por unas cinco mil
familias campesinas y las protestas del sector privado.
De acuerdo con el vicepresidente Luis Castiglioni, el censo comenzó en el
departamento de San Pedro, donde se efectuó una serie de actos y reuniones con
el gobernador, los intendentes locales, y representantes de los labriegos y de
la policía.
El propósito, dijo, es conocer a ciencia cierta la situación de los campesinos
con vistas a la repartición de las tierras.
Sin embargo, suspicaces por la informalidad de los gobiernos anteriores, los
miembros de la Federación Nacional Campesina, advierten que no abandonarán la
lucha y van a seguir entrando a las sucursales bancarias hasta que el gobierno
responda a sus reclamos.
'La ocupación será una protesta por la indiferencia del gobierno no sólo hacia
quienes no poseen tierra propia sino hacia quienes, teniendo un pedazo de
terreno, no cuentan con recursos para comprar semillas de algodón', indicó.
Las declaraciones tienen que ver con el compromiso gubernamental de disponer de
unos cinco mil millones de guaraníes (un millón de dólares) para ampliar la
cobertura de más de dos mil 700 hectáreas de cultivo de algodón, sobre todo para
la compra de semillas e insecticidas.
Por su parte, la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (MCNOC)
anunció la decisión de más de cinco mil familias de ocupar unas 150 mil
hectáreas en 12 departamentos del país.
Inconforme con las acciones tanto de los campesinos como del gobierno, el sector
privado considera que el país está incluso al borde de una quiebra
institucional.
Enrique Riera, presidente de la Federación de la Producción, la Industria y el
Comercio, aseguró que Paraguay está al borde del rompimiento de las bases
jurídicas institucionales de la República, y propuso repeler a balazos a los
invasores de tierras.
Según el ganadero, el Ejecutivo 'está instando a la lucha de clases y a la
anarquía con el populismo que practica'.
Resulta que -como dijera el máximo representante de la Asociación Rural, Alberto
Soljancic- los latifundistas no pueden entender ahora que el propio Ejecutivo de
luz verde a los campesinos para las ocupaciones de tierras.