Latinoamérica
|
Brasil tiene que prestar más atención a Venezuela
Atilio Boron
Rebelión
Marcos Aurelio Weissheimer. Traducido para Rebelión por Aldo de Vos
Para el sociólogo argentino Atilio Boron*, la política externa brasileña
hacia América Latina está afectada fuertemente por los intereses de los Estados
Unidos en Venezuela. Las presiones de Washington sobre Brasilia, dice Boron,
ayudan a entender el poco entusiasmo de Brasil por las propuestas de Hugo
Chávez.
Porto Alegre - La situación política en Venezuela debería ser objeto de una
atención mucho más grande por parte de Brasil. El país gobernado por Hugo Chávez
ocupa hoy un papel central en la agenda de Washington y cualquier debate sobre
la profundización de la integración latinoamericana tiene que tener eso en
cuenta. La política externa brasileña para América Latina está, por lo tanto,
determinada en buena medida por los intereses de los Estados Unidos en Venezuela
y el proceso de esta ecuación es un factor fundamental para las pretensiones del
gobierno Lula de construir un auténtico proceso de integración
político-económica en el continente. La evaluación es del sociólogo argentino
Atilio Boron, Secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales (Clacso), que participó de una animada charla en la Librería-Café
Palabraría, sobre la situación política en América Latina. La charla giró
principalmente en torno a las relaciones entre las coyunturas de Brasil,
Argentina y Venezuela. Entre otras cosas, Boron manifestó preocupación con el
poco entusiasmo que el gobierno brasileño viene demostrando con relación a
Chávez.
La preocupación de Boron fue expuesta a través de un argumento que tiene como
una de sus principales premisas la evaluación de que, si Brasil no consigue
superar el neoliberalismo en sus políticas, ningún otro país del continente lo
conseguirá. ¿Y eso qué tiene que ver con Venezuela? Todo, según el sociólogo
argentino. Para él, está ocurriendo en Venezuela una revolución en marcha, una
revolución singular y diferente de otras experiencias anteriores en la historia
de la izquierda. Esa revolución no es dirigida por el clásico partido de
vanguardia ni tampoco puede ser explicada por la presencia de un líder populista
carismático, como muchos quieren caracterizar a Chávez, inclusive buena parte de
la intelectualidad de la izquierda venezolana. Hasta hace poco tiempo atrás,
Boron no creía que tal proceso revolucionario estuviera realmente en curso, pero
un contacto más directo con la realidad venezolana hizo que cambiara de opinión.
"Hay un proceso de cambio en marcha, cuya dinámica adquirió una dirección casi
irreversible", sintetizó.
"ESA GENTE NUNCA MÁS VUELVE ATRÁS"
Boron resaltó una reciente conversación que tuvo con el presidente Hugo Chávez
en la que dice, refiriéndose a los millones de venezolanos que lo apoyan: "Esa
gente nunca más vuelve atrás". No es difícil entender el porqué, explicó el
sociólogo. Antes de que llegara Chávez, cerca de 4 millones de venezolanos (en
una población de 24,3 millones, según datos del 2002), además de vivir en la
pobreza, no tenían ni siquiera un documento de identidad, o sea, no existían
como ciudadanos. El gobierno Chávez les dio a esas personas una identidad civil,
una nueva Constitución y, consecuentemente, una voz. Eso, enfatizó Boron, tiene
un potencial político enorme y esos millones de venezolanos están envueltos hoy
en un proceso de cambios que difícilmente pueda ser detenido. Esas personas
conquistaron derechos básicos y ahora quieren más. Por lo tanto, agregó, en el
origen de la llamada Revolución Bolivariana no hay revolucionarios clásicos,
sino un contingente de millones de personas que no tenían voz, no tenían
identidad y aprendieron a conquistarla y a defenderla.
Brasil entra en esta historia por el reconocimiento de que Chávez y su política
necesitan del apoyo político de la principal potencia económica del continente.
Venezuela, con todo el petróleo que tiene y por lo que eso simboliza en su
relación con los Estados Unidos, no puede tomar un camino alternativo a aquel
propuesto por sus elites sin el apoyo de países como Brasil y Argentina. Boron
considera que el gobierno de Néstor Kirchner viene demostrando mayor entusiasmo
con Chávez que el gobierno de Lula. El presidente venezolano, dice el sociólogo,
viene buscando una vinculación política, económica y cultural más sólida con
Brasil, pero no consigue obtener una respuesta muy entusiasta. Boron cree que
ese entusiasmo franciscano se debe a las enormes presiones que el gobierno de
Lula debe sufrir por parte de EEUU en el sentido de impedir la creación de un
eje político más fuerte entre Brasilia, Caracas y Buenos Aires.
Pero si ese proceso de integración no avanza, observó, Brasil no conseguirá
construir, de hecho, una política externa más independiente y continuará, en
última instancia, subordinado a los intereses estratégicos de Washington en la
región. Y si eso ocurre, explicó, el país continuará preso del modelo económico
que se viene implantando en América Latina desde hace décadas, impidiendo
alternativas similares también en otros países.
EL FACTOR PETRÓLEO
El petróleo desempeña aquí, obviamente, un papel estratégico fundamental.
Venezuela posee aproximadamente el 71% de las reservas del continente, lo que es
equivalente a cerca del 7% de las reservas mundiales. Entre el 13 y el 15% del
petróleo importado por los Estados Unidos sale de Venezuela, que es el principal
exportador del mundo occidental. Chávez tiene planes ambiciosos para América
Latina y ya propuso la creación de una gran empresa petrolífera estatal en la
región, propuesta bien recibida por Kirchner en Argentina, pero vista con
extremada cautela por Brasil.
En la evaluación de Atilio Boron, Brasil sólo conseguiría beneficios con tal
aproximación, pero necesita neutralizar el problema de las presiones
norteamericanas contra ese proyecto. Esas presiones deben ser enormes y
fantásticas, imagina el sociólogo, sin embargo su superación es un punto crucial
para el tema de la integración política latinoamericana en torno de un proyecto
distinto del actual.
Al hablar sobre esas presiones, Boron criticó la tesis de aquellos que dicen que
América Latina, desde el punto de vista geopolítico, es irrelevante para la
política externa de los EEUU. Una cosa, dice, es entender que la región ocupa
hoy una posición aparentemente secundaria en las preocupaciones estratégicas de
Washington. Otra, bien diferente, es deducir en tal caso una supuesta
irrelevancia. Boron citó los casos de Nicaragua y de Granada para ilustrar su
posición. La región está en segundo plano en la política externa estadounidense
hasta que el país comience a incomodar, por poco que sea, como quedó demostrado
en los casos de la revolución sandinista en Nicaragua y en la invasión de la
isla de Granada. Si el país rebelde posee el 71% de las reservas de petróleo del
continente, su supuesta irrelevancia se desmorona, como se puede ver ahora en el
caso de Venezuela.
ESCENARIO INESTABLE
Súmese a esto un gobierno que comienza a implementar profundas reformas sociales
en el país y Venezuela se transforma en un barril de pólvora. La elección de
Chávez, dice Boron, puede ser descrita como la clásica revolución democrática
burguesa que substituye un modelo corrupto hasta los huesos. La gran
transformación implementada por Chávez fue, sobretodo, cultural, sustentó. La
convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente y la creación de una
Constitución avanzada desde el punto de vista de los derechos políticos,
sociales y económicos (una de las mejores del mundo en la evaluación de Fabio
Konder Comparato, recordó Boron) dio a miles de venezolanos algo que nunca
tuvieron: Ciudadanía. El hecho de que Chávez siempre lleva un pequeño ejemplar
de la Constitución en su bolsillo, la distribuyó masivamente a la población, y
les recuerda constantemente que él anda con los derechos del pueblo, provocó una
verdadera revolución cultural en el país. "No hubo ni un partido de vanguardia
por detrás de eso, sino un gran comunicador popular", resumió.
Además, Chávez comenzó a implementar una serie de políticas sociales con
profundo impacto sobre la vida de millones de venezolanos que estaban
completamente excluidos. Boron citó el caso de la política de salud, hecha al
margen del Ministerio de esa área, en función de su estructura corrupta. Chávez
recibió el apoyo de Fidel Castro para implementar esa política, lo que complicó
aún más sus relaciones con Washington. Cerca de 11 mil jóvenes médicos cubanos
fueron a trabajar y vivir junto al pueblo pobre en los barrios marginados de
Caracas, personas que nunca habían visto un médico en su vida. Otra política de
impacto fue en el área de la educación. Venezuela tenía dos millones de
analfabetos. Después de un programa masivo de alfabetización, que también
aprovechó la experiencia cubana en el área y las enseñanzas de Paulo Freire, ese
número se redujo en 1,1 millón. Y los cambios que comenzaron con una revolución
política y cultural, comenzaron a llegar también al campo económico: Reforma
agraria, reforma urbana, control del capital financiero, entre otras medidas.
No es difícil entender por lo tanto, prosigue Boron, la feroz oposición que
Chávez sufre en Venezuela. Una oposición compuesta por los grandes medios de
comunicación, por una estructura sindical corrupta, empresarios, la embajada de
los EEUU y una gran parte de la Iglesia Católica, que desplazó a la iglesia
colombiana como una de las más retrógradas de América Latina. A pesar de sus
divisiones internas, esa oposición aún es muy fuerte y no se quedará mirando de
brazos cruzados los próximos pasos de Chávez. "Es necesario esperar, por lo
tanto, una nueva ofensiva de la derecha venezolana contra Chávez", preve el
sociólogo. Por eso la importancia fundamental de un acuerdo político más
decidido por parte de Brasil y de Argentina.
UNA POLÍTICA ESQUIZOFRÉNICA
Boron cree que Brasil y Argentina, desde el punto de vista económico, viven una
situación semejante, al contrario de lo que muchos propagan hoy, diciendo que
Brasil encontró el camino de la estabilidad. Los sistemas financiero e
industrial brasileños son, de alguna manera, más sólidos que el argentino, pero
el estrangulamiento provocado por la deuda y por las políticas impuestas por el
Fondo Monetario Internacional (FMI) para mantener el flujo de pagos, tarde o
temprano mostrará sus límites dramáticos, pronosticó.
Lo que se asemeja en los dos países, agregó, es la excesiva importancia que se
les da a los ministros del área económica y del Banco Central, en detrimento de
otras áreas. "Eso le da a la política argentina un discurso muy esquizofrénico.
Por un lado, vemos a Kirchner llamando a los empresarios buitres, piratas y
especuladores, y criticando duramente al FMI. Por el otro, a los ministros del
área económica sustentando el modelo del Fondo", explicó.
Esa esquizofrenia también afecta a Brasil, inclusive en su política externa,
destacó el dirigente de la Clacso. "Presenciamos esto recientemente, cuando
Brasil lideró una política muy avanzada en la reunión de la Organización Mundial
del Comercio en Cancún y, meses después, en Puebla, durante un debate sobre la
creación del Área de Libre Comercio de las Américas, manifestó una mayor
disposición a aceptar un acuerdo con los Estados Unidos. Tengo la convicción de
que en el primer caso prevaleció la política del Itamaraty [cancillería
brasileña] y en el segundo prevaleció la voluntad del área económica, que es
favorable al ALCA", resumió Boron. "Ese es un problema común en toda América
Latina. En última instancia, quien define la política externa son los
Ministerios del área económica y del Banco Central".
¿Cómo superar ese cuadro? Boron no señaló ninguna receta mágica, Sólo la
conciencia y la organización de las clases populares podrá encontrar la salida
de las crisis capitalista, pero sugirió, para la izquierda académica, una tarea
urgente: la creación, en Brasil, de un centro de estudios sobre los EEUU. "Los
Estados Unidos tienen muchos centros de estudios sobre Brasil, al menos hace
cien años. Los EEUU son hoy, indiscutiblemente, el principal actor político en
América Latina (y en el mundo) y representan también el principal problema al
proceso de integración. En función de eso, ningún país de América Latina podrá
resolver sus graves problemas sociales sin afrontar, de algún modo, esos
intereses imperiales que es necesario conocer rigurosamente. Y ningún país podrá
hacer eso aisladamente. Ninguno de ellos podrá llegar a eso sin el apoyo
decidido de Brasil". Esa es en resumen la ecuación que hay que resolver,
concluyó el sociólogo.
03/09/2004
* Dr. Atilio Boron. Secretario Ejecutivo de la CLACSO (Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales)