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Latinoamérica

El 20% de familias bolivianas subsiste con medio dólar al día

Econoticiasbolivia.com
Gabriel Tabera)

La Paz, septiembre 23, 2004.- Las políticas neoliberales han agravado al extremo los grandes males estructurales en Bolivia y han convertido en verdaderos parias a casi dos millones de bolivianos, la mayor parte de ellos indígenas y originarios. Los datos oficiales, a los que tuvo acceso Econoticias, no dejan lugar a dudas: la quinta parte de las familias bolivianas subsisten con menos de medio dólar al día y están postradas en la indigencia y la marginalidad.
Estos hogares, conformados individualmente en promedio por 4 o 5 miembros, tienen como rasgo distintivo el hambre, ya que cada integrante de la unidad familiar dispone en promedio de sólo 10 a 15 centavos de dólar (un boliviano) al día, monto con el que sólo se puede comprar un máximo de tres panes.
El análisis de la información oficial, consignada en la Encuesta de Hogares, Mecovi 2002, permite establecer que en esta crítica situación se encontraban 390 mil hogares, que conviven cotidianamente con la miseria extrema, al contar con un ingreso familiar tan mínimo de apenas 16 dólares al mes. Un monto que literalmente no alcanza para nada, en un país donde la canasta familiar mínima se calcula en por lo menos 400 dólares, según las estimaciones gubernamentales más modestas.
Según destaca el informe oficial, la mayor parte de estas familias, destruidas por el neoliberalismo y la indiferencia gubernamental, están en el área rural y conviven cotidianamente con el atraso productivo, el analfabetismo, la ausencia de servicios básicos y vitales como luz eléctrica y postas sanitarias. En el campo, especialmente en el altiplano y los valles, reina el minifundio y una bajísima productividad que han llevado a la ruina a la economía campesina, quebrantada además por la libre importación de productos alimenticios, el libre comercio y la ausencia de políticas de apoyo técnico y crediticio.
En las ciudades, estos desheredados han aumentado en número en los últimos años, y también carecen de los servicios más elementales. Muchos de ellos están en la mendicidad y sólo estirando la mano pueden evitar el morirse de hambre. En gran parte de estas familias, el desempleo abierto y el trabajo esporádico y precario es una constante y son cada vez más frecuentes los episodios de desintegración familiar, con las secuelas inevitables de prostitución, trabajo infantil, delincuencia y otros males sociales engendrados por la pobreza extrema.
Los datos de la Mecovi son alarmantes sobre las condiciones de vida de este ejército de hambrientos. Un tercio de estos hogares obtiene agua para beber y cocinar de ríos, vertientes o acequias, otro tercio de pozos, norias o pileta pública y solo el tercio restante de cañería de red.
Dos tercios de estas familias no tienen servicio sanitario en la vivienda y cuatro de cada cinco hogares no disponen de energía eléctrica.
Según los datos oficiales, estas 390 mil familias son las más pobres y desvalidas de Bolivia y forman, junto a otras 320 mil, que también pasan hambre aunque no en proporciones tan intensas y dramáticas, el conjunto de la población que está en la extrema pobreza.
En la Bolivia de hoy, un tercio de la población pasa hambre y está en la extrema pobreza, otro tercio tiene apenas lo suficiente como para alimentarse con lo mínimo y sólo una mínima proporción del tercio restante acumula y retiene lo que a los otros les falta.
Los datos de la Mecovi muestran que la quinta parte de las familias más acomodadas del país disponían en el 2002 de un ingreso familiar que era 44 veces mayor al obtenido por la quinta parte más pobre. Este nivel de desigualdad social, uno de los más elevados de Latinoamérica, se agravó en los últimos años, producto de las políticas neoliberales que se orientaron a concentrar la riqueza en pocas manos.