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Latinoamérica

Bolivia: erradicación de coca trae más violencia al Chapare

Econoticiasbolivia.com

Una peligrosa espiral de violencia ha comenzado a desatarse en el Chapare boliviano, epicentro de las operaciones de tropas militarizadas que intentan erradicar por la fuerza los cultivos de coca. En menos de una semana ya se han producido cuatro enfrentamientos entre las tropas y los campesinos cocaleros, con un saldo de más de una veintena de heridos, varios detenidos, la destrucción parcial de cultivos y fuertes golpizas y abusos violatorios de los derechos humanos.
El último enfrentamiento se ha producido ayer con un saldo de 10 heridos, seis de ellos campesinos productores de coca y los otros cuatro efectivos de la militarizada Fuerza de Tarea Conjunta. El choque entre los uniformados, fuertemente pertrechados con armas de guerra y fusiles lanzagranadas de gas lacrimógeno y balines, y los campesinos, armados algunos con rifles de caza, flechas, hondas y petardos, se produjo en la región de la Central Pocuata en Chimoré.
Según el reporte gubernamental, los heridos de la Fuerza de Tarea Conjunta son el subteniente Wilder Castellón, el policía Martín Céspedes y los soldados erradicadores Javier Araca y Alex Caballero, todos por impacto de piedra.
En el frente cocalero, los informes también muestran que hay varios heridos, impactados con balines de goma. Las denuncias señalan que "los uniformados asaltaron las precarias viviendas de los colonos de la comunidad de Pocuata, destrozando todo lo que encontraron a su paso y robando sus escasas pertenencias".
"Durante todo el día algunos detenidos fueron torturados al estilo de prisioneros de guerra. Golpes, insultos, algunos soldados al estilo romano escupían en la cara de los colonos", denunciaron varios campesinos a las radioemisoras locales.
En todo el Chapare cochabambino se han masificado las "vigilias cocaleras" en torno a los campamentos de las tropas erradicadoras. Con estas concentraciones, los campesinos productores de coca intentan evitar que las tropas salgan de sus cuarteles y allí se producen los choques y enfrentamientos. En algunos casos, la masiva presencia de campesinos impide que las tropas militarizadas cumplan con su objetivo de eliminar plantaciones. En otros casos, las tropas ejecutan su misión, dejando tras sí el llanto y dolor de las familias cocaleras.
Según el secretario general de la Coordinadora de las Seis Federaciones del Trópico, Julio Salazar, las "vigilias" se han extendido no sólo en cercanías de tres campamentos de erradicación de Chimore, sino también en otras zonas amenazadas. Nadie quiere perder sus cultivos, que son la fuente de ingresos y de la subsistencia familiar.
"Estamos dispuestos a radicalizar las medidas de presión si el gobierno de Carlos Mesa no responde a nuestras demandas, entre las que se encuentra un cese en la erradicación", aseguró Salazar. Hasta ahora, el gobierno mantiene su decisión de eliminar las plantaciones de coca, tal como lo exigen los organismos internacionales de financiamiento y la influyente Embajada de Estados Unidos.
Para el diputado campesino y jefe del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales –que mantiene una alianza con Mesa, a pesar de sus diferencias en torno a la coca y, ahora, sobre el gas-- "la erradicación de la coca sigue siendo un instrumento de dominación, sometimiento y chantaje" que ejercen los Estados Unidos sobre el endeble gobierno boliviano, que hace poco dio a luz una estrategia antinarcóticos, sustentada básicamente en la destrucción de cultivos de coca en el Chapare y los Yungas de La Paz.
Por ello esta política también es resistida en el trópico de La Paz. Así, el secretario general de la federación de Nor Yungas, Sabino Mendoza, reaccionó indignado al enterarse de la nueva estrategia antinarcóticos 2004-2008 que presentó el gobierno de Carlos Mesa. Calificó de catastrófico para los cocaleros la nueva estrategia del gobierno. Es más peligrosa, dijo, comparando al Plan Dignidad del ex dictador Hugo Banzer. Recomendó declararse en estado de emergencia a todas las organizaciones cocaleras en señal de rechazo a la nueva estrategia del gobierno.