Latinoamérica
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Colombia:
El Paramilitarismo, crisis política y
lucha social.
Alejandro Martínez
En Colombia el paramilitarismo busca ser legitimado como un instrumento
propio de la clase dominante, es decir para dar la legalidad que burguesía e
imperialismo exigen y construir un estado fascista.
El fenómeno paramilitar, es un importante hecho político y social en Colombia,
que alcanza niveles críticos y que con su legalización pone en riesgo la
economía del país y desde luego cuestiona la propia supervivencia del régimen.
Suplanta ya a los mismos partidos burgueses, sus creadores.
Es el paramilitarismo un pilar del terrorismo de estado de concepción fascista,
cercano a la derecha radical neoliberal y neoconservadora, que evidencia el
grado de contradicción política y social que ha alcanzado la lucha de clases en
el país y muestra el debilitamiento agudo del Estado, el agotamiento de la
capacidad de la burguesía para contener la ilegitimidad del régimen, así como el
avance revolucionario de la insurgencia guerrillera y del pueblo.
El paramilitarismo constituye una de las mayores afrentas sociales violatorias
de los derechos humanos y en particular del Derecho Internacional Humanitario,
debido a que su blanco de ataque son las masas populares, las organizaciones
sociales y dirigentes de oposición democrática revolucionaria al régimen, puesto
que presume que algunos de sus miembros son proclives o tienen nexos con la
insurgencia armada.
El fenómeno paramilitar es un hecho internacional inherente a la fase
imperialista, que tiende a desarrollarse y generalizarse con la aplicación del
neoliberalismo y ha sido tradicionalmente utilizado por regímenes fascistas en
todo el mundo, cuando las contradicciones sociales llegan a nivel crítico, como
instrumento desesperado y atroz del régimen para aplastar a sangre y fuego las
luchas revolucionarias de los pueblos. Como en Chile, en Perú, Guatemala y
Colombia han sido necesarias dictaduras sangrientas, regímenes represivos y el
uso del paramilitarismo para implantar el neoliberalismo y el ALCA.
En Colombia el número de dirigentes sindicales, campesinos y políticos de
izquierda asesinados en una década de guerra sucia sobrepasan los 5000, entre
ellos el virtual aniquilamiento de la Asociación de Usuarios Campesinos y la UP,
Unión Patriótica, A Luchar, Frente Popular, la Central Unitaria de Trabajadores,
CUT, Sinaltrainal, Coca Cola; principalmente a manos de los paramilitares.
Las diferentes modalidades del paramilitarismo surgen de acuerdo a las
condiciones concretas de cada país y al grado de conflicto social y político,
como lo fueron agrupaciones conocidas como las "camisas negras" de Mussolini,
para destruir el germen del poder obrero y popular, que se extendía en campos y
ciudades italianas; el "Gladio" - espada en italiano - creado en Europa y
coordinado por la OTAN tras la II guerra mundial, que funcionó en la mayoría de
los países del "viejo continente" y llevó a cabo múltiples asesinatos, atentados
y sabotajes, para impedir el ascenso electoral de la izquierda al poder; los
GAL- Grupos Armados de Liberación, formados por el gobierno español para
aniquilar la base social de la insurgencia nacionalista vasca "Eta"; los
escuadrones de la muerte y las Brigadas Blancas de Nassar Haro en México; los "Contras"
de Centroamérica, Guatemala, Salvador, Nicaragua y Honduras bajo regímenes
"notables" como Somoza y D´Abuisson, para arrasar las masas populares que se
consideraban cercanas a los movimientos de liberación de esos países; similares
agrupaciones se formaron en el Cono Sur: Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y
Brasil, con "célebres" dirigentes como Videla , Pinochet. Stroesner y Galtieri
para exterminar el movimiento popular que se intuía próximo a las guerrillas
izquierdistas; las "rondas campesinas" en Perú y Guatemala; la "Triple A" en
Argentina, los grupos de "limpieza social" supuestamente contra indigentes y
delincuentes en Colombia y Brasil, las "CONVIVIR" y las redes de informantes de
la política de "Seguridad Democrática" del gobierno paramilitar de Álvaro Uribe
Vélez-Mancuso.
La concepción y funcionamiento de la fuerza paramilitar consiste en la creación
de grupos comandos de naturaleza irregular, es decir por fuera de la estructura
legal del Estado burgués, articulados e integrados a los grupos secretos y de
inteligencia de la CIA, el ejército, la policía y los entes investigadores como
la Fiscalía, de ahí que su estructura y operatividad varía de acuerdo a las
necesidades de cada coyuntura y de cada región o zona del país. La estructura
paramilitar es muy jerarquizada y en ella existen al menos tres niveles:
· La dirección centrada en sectores terratenientes, algunos Gobernadores
departamentales y Alcaldes, capos del narcotráfico apoyados y financiados por
los magnates de los monopolios criollos, las multinacionales extranjeras y altos
oficiales del ejército y la policía.
· Los grupos de sangre, que están integrados por toda clase de personas
descompuestas de la sociedad, provenientes del hampa, como pistoleros, matones,
sicarios, así como mercenarios, policías, soldados, hombres y mujeres cooptados
por el régimen y en general el lúmpen y asesinos a sueldo, que constituyen hoy
la columna vertebral del gobierno de la Seguridad Democrática paramilitarista de
Uribe, y que se apresta a legalizar en la farsa de Santafé del Ralito.
· Algunas bases sociales ínfimas, obligadas o aterrorizadas a aceptar el control
paramilitar a cambio de dinero y posibilidad de sobrevivir.
Ha sido de conocimiento público la participación y dirección paramilitar en
cabeza de Gobernadores departamentales como en Arauca, donde de la mano
institucional se producen la persecución y el asesinato de dirigentes sindicales
y de organizaciones sociales enteras. Por otro lado, organizaciones como Fedegán
(Federación Nacional de Ganaderos), la SAC-(Sociedad de Agricultores de
Colombia) y el Sindicato Antioqueño, participan directamente en la formación de
este tipo de grupos fascistas, así como la obtención, dotación y pago de
instructores, asesores y mercenarios extranjeros. También en empresas como Coca
Cola, Ecopetrol (Empresa Colombiana de Petróleos), la British Petroleum y
Suramericana de Seguros han convertido sus sistemas de seguridad interna en
verdaderos aparatos de espionaje sobre los sindicatos, ligadas a los grupos de
seguridad de Estado y los organismos secretos de las multinacionales, más otros
oscuros nexos como es el caso contra la USO (Unión Sindical Obrera); además de
la creación de la red paramilitar institucionalizada por la presidencia de la
república.
En toda América Latina, las huestes macabras paramilitares son producto de la
concepción y práctica geopolítica contrainsurgente diseñadas por el
imperialismo, en particular las llamadas de "soberanía limitada", "guerras de
baja intensidad "y "Seguridad Nacional"; que si bien tuvieron su auge en el
periodo de la "guerra fría", aún continúa su aplicación contra los pueblos y el
"comunismo internacional", hoy calificado de Terrorista.
Las escuelas militares norteamericanas para la guerra y la intervención se
mantienen y fortalecen con asesores del "Tío Sam" y agencias de espionaje en los
ejércitos criollos, como la CIA; las misiones militares yanquis, bases
militares, centros de entrenamiento y difusión de las técnicas de terror,
tortura, desapariciones forzadas, desplazamientos violentos , atentados,
asesinatos , masacres, chantajes, guerra psicológica, químico-bacteriológica;
que devastaron y siguen haciendo estragos en los pueblos latinoamericanos;
aunque el gobierno gringo hoy enarbole la bandera de los derechos humanos , la
paz y la lucha contra el "terrorismo" en el mundo y particularmente en Colombia
.
Uno de los métodos más infames de la estrategia paramilitar, consiste en
aniquilar totalmente o lograr el desplazamiento forzado, mediante el terror y la
intimidación de poblaciones enteras, en aquellas zonas en las cuales no basta el
asesinato selectivo de dirigentes o personas que considera desafectos al
proyecto político Uribista y se requiere de un dominio hegemónico económico,
político y militar total para sus huestes.
En particular este método se puede constatar en las zonas de proyectos
estratégicos, como el Canal Interoceánico del Chocó, las cuencas petrolíferas,
el triángulo Amazónico, la Sierra Nevada de Santa Marta, el Sur de Bolívar, los
resguardos indígenas, los proyectos hidroeléctricos, los territorios cercanos a
las vías principales, etc.; y últimamente en áreas vitales para el movimiento
popular como Bogotá, Medellín, Calí, Putumayo, Barrancabermeja, y las comunas
nororientales en Medellín, etc.
La característica principal del paramilitarismo en la actualidad radica en que
ha logrado un reconocimiento como fuerza política, presionado por el gobierno,
los industriales, el imperialismo y la socialdemocracia, lo cual constituye un
elemento más hacia la conformación de un partido fascista en Colombia.
Además el paramilitarismo ya no es un fenómeno exclusivamente rural, pues toma
gran fuerza en las ciudades, en donde igual asesina e intimida a dirigentes
sindicales, intelectuales, universitarios, religiosos, dirigentes barriales y de
derechos humanos, lo cual evidencia que el fascismo entraña una realidad cada
vez más cercana y terrible en Colombia, que solo se detendrá en la medida que se
articule una correcta solidaridad internacional, una correcta unidad clasista,
al frente de una tenaz lucha antineoliberal y antiimperialista.
El paramilitarismo es el responsable directo de las más horrendas masacres
ocurridas en Colombia desde la mitad del siglo pasado, cuando la barbarie
conservadora de Laureano Gómez y Mariano Ospina formó la policía "chulavita" y
las bandas de "pájaros", que produjeron un horrendo genocidio campesino con 300
mil muertos, llamado por historia la época de la "violencia", verdaderos
gérmenes del actual paramilitarismo, con el cual el presidente Uribe Vélez acaba
de negociar, regocijado con los crímenes perpetrados con una sevicia demencial,
digna del régimen hitleriano, con prácticas como despedazamiento de seres vivos
con motosierras, en las cuales han participado con total impunidad altos
oficiales del ejército y la policía premiados con honores militares por sus
"excelentes" servicios, pese a que en su gran mayoría han sido acusados y
condenados en cortes internacionales de Derechos Humanos y además repudiados por
los pueblos del mundo.
Pese a todo este panorama , el pueblo Colombiano que ha visto caer bajo las
balas asesinas del ejército oficial y paramilitar y ser arrebatados, detenidos,
exiliados y encarcelados en las mazmorras del régimen, much@s de sus dirigentes
históricos, así mismo ha presenciado la destrucción de algunas de sus mejores
organizaciones sociales y políticas, en parte bajo la peste militarista y la
complicidad del régimen , sin embargo estas fuerzas bárbaras no han podido
arrasar su gran acumulado ideológico, político y revolucionario; su importante
experiencia organizativa, su gran tradición combativa, enorme potencial de
lucha; ni tampoco su decisión de construir la paz.
El contundente triunfo del pueblo Colombiano contra el referéndum fascista de
Uribe Vélez, así como la segura derrota de sus aspiraciones electorales;
evidencia nuevamente la creatividad y la fortaleza de nuestro pueblo contra el
Show presidencial de Santafé del Ralito y la reinserción paramilitar.
Por todo lo anterior, Uribe Vélez debe renunciar, y el pueblo colombiano tiene
la responsabilidad de conquistar un gobierno democrático y popular.